viernes, 15 de junio de 2007

EEUU, renovación o caducidad del modelo energético

Número 3/ Junio-Julio 2007
I. Máñez

Con un valor de 13 billones de dólares, EEUU es la mayor economía del mundo y la más avanzada tecnológicamente. Sin embargo la elevada dependencia de combustibles fósiles de terceros países continúa siendo el talón de Aquiles en su modelo económico de desarrollo. Y es que los norteamericanos encabezan el ranking mundial de consumo de petróleo, demanda en manos de productores extranjeros. En total, EEUU consume el 25% del consumo diario mundial.

La balanza se desequilibra cuando se cotejan los datos importación con los de exportación del “oro negro”. La aportación de EEUU a la producción mundial de petróleo es tan solo del 9%, mientras que su tasa de importación se eleva al 60%. Acorde a estas cifras de “adicción petrolera”, Soeren Kern, investigador principal de EEUU y Diálogo Trasatlántico del Real Instituto Elcano, sostiene que “la adicción de EEUU al petróleo extranjero también resulta costosa en otros aspectos. Para una economía como la de EEUU, cada incremento de 10 dólares en el precio del petróleo causa una reducción del poder adquisitivo de los hogares de alrededor de 35.000 millones de dólares, es decir, alrededor de un 0,5%”.

Para Kern “tradicionalmente, EEUU ha intentado resolver su problema de dependencia del petróleo usando su poder militar para proteger las rutas de suministro y apoyar o instalar a regímenes amigos”. Quizás haya llegado la hora de desechar esta política y apostar por la búsqueda de nuevas fuentes de energías. En este sentido, la experiencia de empresas extranjeras en el sector de las energías renovables, como las españolas Iberdrola y Gamesa, pueden convierte en la cura ante la “adicción petrolera” estadounidense.

Cambio energético necesario

Hace tan sólo un año que el presidente de EEUU, George Bush, aprobó el primer Plan Nacional de la Energía después de más de una década de demanda. Entre los objetivos del plan destacan el aumento de la eficacia energética, el ahorro de consumo energético, y la promoción de las fuentes de energía renovable con el objetivo de reducir la dependencia norteamericana al petróleo procedente en su mayoría de Oriente Medio y el Golfo Pérsico.

A la aprobación del Plan Nacional de Energía le siguieron una serie de promesas gubernamentales que mostraban la preocupación que desde de Washington se mantiene sobre el actual modelo energético. En el Discurso del Estado de la Unión de enero de 2006, el presidente Bush anunció a sus ciudadanos la redacción de una Iniciativa de Energía Avanzada cuyo objetivo es “dejar atrás una economía basada en el petróleo”. Aunque esta promesa no es nueva, otros presidentes como Nixon o Carter la utilizaron en los años 70 y 80, en la actualidad factores externos, como el auge económico chino, hacen pensar que ha llegado el momento en que EEUU comience de verdad su apuesta por nuevas vías energéticas.

La República Popular China crece a pasos agigantados y su actual voracidad energética avecina continuos enfrentamientos con EEUU por el control de los recursos energéticos. Con más de 1.300 millones de habitantes, “el gigante asiático” es el segundo país que más petróleo consumo en el mundo, justo por detrás de EEUU.

Aunque el poder de adquisitivo y la renta media de los chinos esta muy lejos de alcanzar a la norteamericana, Pekín tiene una de las economías de mayor crecimiento del mundo y se prevé que su demanda de energía se incremente por encima del 150% en menos de 10 años. De cumplirse estas expectativas, la fisura energética estadounidense se agravaría ante la escasez de los tradicionales recursos energéticos y pondría en peligro su actual modelo económico.

La fuerza del viento

La apuesta por las energías alternativas no afecta únicamente a EEUU, sino a cualquier potencia económica que quiera asegurar su modelo de desarrollo en las próximas décadas. Sirva como ejemplo la aprobación por parte del Parlamento Europeo en julio de 2006 de un presupuesto de 1.600 millones de euros destinados a la investigación y desarrollo de las energías no nucleares, a la mejora tecnológica de las renovables y al incremento de la eficiencia energética.

Las energías renovables, fundamentalmente la eólica, ocupan cada vez un papel más destacado en el panorama energético de las economías desarrolladas. Y para EEUU podría convertirse, junto a la solar, en una de las vías con más posibilidades de expansión. De hecho, la potencia instalada al cierre de 2005 en parques eólicos se eleva a más de 50.000 MW a escala mundial (casi 10.700 MW en España) y dispone de tasas anuales de crecimiento superiores al 18%, satisfaciendo así las necesidades energéticas de más de 36 millones de hogares en todo el mundo.

En este sentido, los norteamericanos deberían de fijarse en el modelo utilizado por sus vecinos europeos, especialmente alemanes y españoles. En el caso español, el sector eólico ha experimentado un desarrollo dinámico y explosivo durante los últimos años, impulsado en parte por un marco regulatorio eficaz basado en una prima preferencial. Esta apuesta ha convertido a España en la segunda potencia Europea (detrás de Alemania) en potencia eólica instalada, y la tercera a nivel mundial.

En cuanto a Estados Unidos, se trata de un mercado muy atractivo para el inversor exterior gracias a la sólida apuesta que desde Washington se está llevando acabo para mejorar los sistemas de apoyo a las fuentes renovables. De hecho, el año 2005 ha sido récord para la industria eólica en el país, con cerca de 2.500 MW construidos, superando a los grandes mercados europeos, como Alemania o España.

Caso de estudio: Iberdrola

Este desarrollo ha llevado a la empresa española energética Iberdrola a desembarcar recientemente en el mercado eólico norteamericano a través de un contrato de adquisición del 100% de la empresa Community Energy Inc (CEI), con sede en Wayne, Pennsylvania. Community Energy Inc lidera la comercialización de certificados de energía verde en el nordeste de Estados Unidos, al suministrar a cerca de 75.000 consumidores domésticos y a 350 clientes industriales y comerciales.

Aunque las expectativas de negocio son importantes en el mercado estadounidense, portavoces de Iberdrola avisan que para implantarse de forma adecuada “hay que estudiar las condiciones económicas. Actualmente, la promoción de energías renovables está consiguiendo un gran apoyo a escala estatal, como se muestra con el número creciente de estados con Renewable Portfolio Standard.” Además dichas fuentes señalan que “Iberdrola ha tenido una buena acogida en el mercado, que demanda adecuación de procedimientos, así como capacidad de ejecución y de construcción de parques. No obstante, uno de los mayores retos es la escasez de turbinas”. Con el objetivo de paliar estas carencias, la empresa española Gamesa ha llegado a un acuerdo comercial para poder suministrar turbinas eólicas en Norteamérica.

Por su parte, Iberdrola opina que “Estados Unidos se ha convertido en uno de los mercados más importantes para el desarrollo de los objetivos en este negocio”. Prueba de este interés lo demuestra la creación el pasado mes de enero de la filial Iberdrola Renewable Energies USA, Ltd, en Virginia del Norte.

La experiencia positiva en mercados como los europeos demuestra que las energías renovables son complementarias a las convencionales. Y lo más importante, progresivamente permiten reducir la dependencia energética del exterior mediante el uso de tecnologías que, además, no emiten gases contaminantes. Por lo tanto Washington debería apostar firmemente por la investigación e implantación de energías renovables si quiere reducir su “adicción al petróleo” y su dependencia energética exterior. El desarrollo y la aplicación del Plan Nacional de Energía estadounidense y el grado de apertura del mercado a empresas extranjeras se convertirán en las prueba de fuego que demuestre el verdadero compromiso que Washington tiene sobre la reforma del caduco modelo energético nacional.

I. Máñez
Periodista

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