martes, 15 de abril de 2008

Nicolas Sarkozy “La Ruptura”

Número 8/abril-mayo 2008
Adrien Majourel

En Francia flota en el aire un perfume de revolución. En Mayo, el país celebrará a al mismo tiempo el primer año de Nicolas Sarkozy como Jefe de Estado y el cuarenta aniversario de la revolución de Mayo de 1968. La ruptura preconizada por el nuevo presidente francés, y en particular con la herencia del « post-sesenta y ocho », es sumamente aparente en su estilo presidencial y en su concepción del poder. A la hora del primer balance, y después de la ola de euforia que siguió su elección, el Presidente francés se encuentra en una postura complicada. Pasó de un extraordinario índice de satisfacción del 65% en julio de 2007 (sólo De Gaulle había conocido tanta fama en julio de 1958 después de su vuelta al poder) a un 37% en marzo de 2008. Pocos son los ejemplos de defección tan masiva, aparte del que afectó a Jacques Chirac en 1995.

De torpezas en escándalos, la voluntad que tenía Sarkozy para encarnar la ruptura se ha convertido en prisa. La derrota de la derecha en las elecciones municipales de marzo ha transmitido un claro mensaje de rechazo a los excesos de un Presidente “Bling Bling”(1) en un país con una crisis de confianza. En retrospectiva, un año en el que política y espectáculo caminaron mano a mano.

Escenificación de la vida privada

Desde hace un año, tanto a nivel nacional como internacional, las andanzas de Nicolas Sarkozy han venido ocupando los titulares de todos los medios de comunicación así como en Internet. El mundo de la comunicación llama esta técnica el “story-telling” (narración). Consiste en presentar los acontecimientos como “historias míticas” para así tener mayor repercusión en la imaginación y en el subconsciente popular. Como la historia de Bush, salvado del alcohol por la religión, o de un actor de Hollywood, Ronald Reagan, elegido presidente. El discurso político apunta más hacia la emoción que hacia la razón.

Con la característica agitación del Presidente, Francia descubrió casi a diario una nueva historia. “Sarkozy y Cecilia: La ruptura”, “Sarkozy con gran pompa con Khadaffi” la misma semana que “Sarkozy y Carla Bruni, primeras fotos en Disneyland” “Sarkozy y Carla en Egipto con el Jet del industrial Bolloré” “El SMS de Sarkozy a Cecilia una semana antes de casarse con Carla: ‘Si vuelves, lo cancelo todo’”. La primera ruptura fue la mezcla total de lo privado con lo público, supuestamente en nombre de la transparencia.

Sin embargo, lo inquietante no es esta tendencia en si de “pipolisacion” de la política sino que la misma esconda mayores problemas. Durante un año, Sarkozy mantuvo un ruido de fondo que escondió lo esencial e impidió todo debate.

Vulgaridad y prisa

Al hablar de un presidente “Bling Bling” o “Bof”, la prensa francesa se refiere a su afición por el lujo y a su mala educación. Sus frecuentes escándalos baten récord de audiencia en toda la prensa y en Internet.

En Le Guilvinec (Bretaña, Francia) el 6 de Noviembre de 2007, se enfrentó a unos pescadores. Un oprobio sin importancia, Sarkozy responde inmediatamente: “¿Quien dijo eso? ¡Baja y me lo dices!”.

El 23 de febrero, dos días después de un discurso sobre la necesidad de un retorno a la moralidad y al respeto en las escuelas, se ataca de los nervios en el salón de la agricultura al negarse a estrechar la mano a un visitante “Casse toi pauvre con!” (Lárgate jodido!) contesta el Presidente. Al tratarle alguien de “connard” (jodido), Chirac había contestado: “Mucho gusto, yo soy Chirac”.

Los defensores de Sarkozy subrayan su estilo innovador; por primera vez un presidente habla como el hombre de la calle y no tiene miedo del contacto con el pueblo. No obstante, tal vulgaridad, más característica de las “racailles” (gentuza) de la que pretende limpiar Francia, no pasa desapercibida. Participa de una desacralización de la función política que puede ser peligrosa. Para ser respetado y escuchado, un presidente tiene que desempeñar su papel con cierta dignidad y diplomacia; de lo contrario, corre el riesgo de poner en juego su credibilidad.

Una vez más, la tormenta de palabras provocada por los excesos de Nicolas Sarkozy ha escondido un vació alarmante: ¿qué paso con las promesas que le hizo Sarkozy a los pescadores, y en particular la de negociar sobre las cuotas de pesca europeas? ¿Qué fue de las promesas que le hizo a la fábrica de siderurgia Gandrange el pasado 4 de febrero para impedir la supresión de 600 puestos de trabajo que preveía el grupo ArcelorMittal?

Los franceses no entendieron esa ruptura de forma tan radical, mientras que al mismo tiempo se perdían los problemas en la multitud de informaciones y de anécdotas.

“Monarquía electiva” y “política del acontecimiento”

Durante el pasado año, Nicolas Sarkozy quiso controlarlo todo, hablarlo todo y reaccionar a todo. Esta hiperactividad egocéntrica preocupó tanto que voces como la de Laurent Joffrin, el director del periódico Libération, llegaron a hablar de “monarquía electiva.”

La parte más “visible” de la política del gobierno se basó en los sucesos para crear un impacto mediático que roza el populismo. Un delincuente sexual reincide y los noticieros lo ponen en todos los titulares; Nicolas Sarkozy se subleva y crea una ley con carácter retroactivo. Además de revelar una manera de gobernar peligrosa, lo que resultó aún más inquietante fue cuando el Jefe del Estado se puso furioso contra el Consejo Constitucional que, basándose en la esencia del derecho, había rechazado el carácter retroactivo de dicha ley.

En otra ocurrencia, el Presidente francés asiste a una cena del CRIF (Consejo de las instituciones judías de Francia) y anuncia con cierta emoción que los alumnos de todas las escuelas de Francia van a “apadrinar” cada uno a un niño judío muerto en los campos de concentración. Estupor de la Asamblea y especialmente de Simone Veil, quien declaró: “es totalmente inimaginable, insostenible e injusto”. Su anuncio de la supresión de la publicidad en la televisión pública provocó la misma sorpresa hasta en sus colaboradores más allegados y sus ministros. Además de ser criticada (El periódico “Les Echos” denuncio un singular regalo a las cadenas privadas y en particular TF1) dicho anuncio demuestra una total falta de concertación y preparación por parte de Nicolas Sarkozy, ya que la idea había sido abandonada años antes por los socialistas al evaluar los enormes costos que acarrearía.

En la realidad

En cuanto a la ruptura anunciada para aumentar la confianza y la adhesión, la política de Sarkozy incluye hasta la fecha planes tales como el “Plan suburbios”, conceptos simbólicos tales como el meeting ecológico llamado el “Grenelle del Medio Ambiente” (refiriéndose a los acuerdos de Grenelle firmados en Mayo del 68 entre los sindicatos y el Gobierno) o la “política de civilización”, y una multitud de Comisiones:

“Balladur” para “modernizar las instituciones” con posibilidad para el Presidente de intervenir ante el parlamento o la prohibición del cúmulo de mandatos.

“Attali” para “la liberación del crecimiento económico del país” con la supresión de los departamentos (provincias) del territorio francés y la liberalización de algunos sectores (taxis, peluquería, farmacia, etc)

“Pochard” sobre la enseñanza “, “Coulon” sobre la despenalización del derecho de los negocios o “Copé” sobre la televisión pública.

Las conclusiones de dichas comisiones son tan profusas que llegan a crear cierta confusión.

Los franceses habían elegido al presidente del poder adquisitivo, el del “trabajar más para ganar más” pero frente al contexto de crisis financiera y de desequilibrios económicos internos, el Presidente se encuentra en una difícil situación. Asimismo, meteduras de pata tales como el anunciar su propio aumento de sueldo en un 172% o la creación de un “módulo fiscal” de 13 mil millones de euros que acabó beneficiando mayoritariamente a la clase alta, cuando al mismo tiempo decía que las “arcas del Estado” estaban vacías, crearon incomprensión e ira. Francia atravesó un difícil y tenso invierno social con huelgas en la enseñanza, en el transporte, los taxistas, los estudiantes, los pescadores, los científicos, los magistrados, los abogados, y hasta los jubilados y la policía.

En 2007, el déficit público francés alcanzo un 2,7% del PIB en lugar del 2,4% previsto. La deuda pública aumentó en un 5,12%, alcanzando un 64,2% del PIB. El Presidente no cumplió con sus compromisos para 2007 y se encuentra actualmente bajo la amenaza de una “recomendación” por parte de Bruselas en tres meses antes que Francia ocupe la presidencia de la Unión Europea. La única buena noticia ha sido el índice de desempleo, un 7,5% en el primer trimestre de 2008, el más bajo desde 1983.

Religión/Laicidad

En Francia, donde la laicidad es uno de los pilares de la República, la visión del Presidente en cuanto a la religión preocupa. Cuando De Gaulle tenía que asistir a ceremonias religiosas, nunca comulgaba en virtud de la laicidad del Estado. Nicolas Sarkozy está convencido de que Francia necesita religiones más presentes y hasta declaró en la basílica de Saint Jean de Latran, en Roma, el 20 de Diciembre del 2007: « En el aprendizaje del bien y del mal, el profesor nunca podrá sustituir al cura ni al pastor ».

También causó algunos escalofríos el que su colaboradora directa Emmanuelle Mignon declarara a la revista VSD que las sectas eran un “no problema”. Hay que recordar que Nicolas Sarkozy ya había levantado debate al recibir a Tom Cruise (miembro más que activo de la iglesia de la Cienciología) en el Ministerio de Economía en 2004.

Política exterior

A nivel internacional, el Presidente francés ha conseguido un equilibrio más matizado. Aunque se le reproche haberse atribuido todo el crédito del Tratado Europeo y de la puesta en libertad de las enfermeras búlgaras, hay que reconocer que su impulso y su voluntad de actuar han sido determinantes en estos casos.

Sin embargo, lo que los medios diplomáticos no apreciaron mucho de la ruptura fue el nuevo estilo del Presidente francés. Cuando al salir de la cumbre de Lisboa en diciembre de 2007, un periodista le preguntó si estaba de luna de miel con Angela Merkel (irritada, entre otras cosas, por el proyecto de Unión mediterránea), el Presidente, con cierta guasa, llamó con un gesto de la mano a la Cancillera alemana como se llama a un camarero: “He Angela! Ven acá! Estamos en luna de miel? Luna de miel ?» La Cancillera respondió con una risa forzada. “Cooperamos”.

Estas anécdotas podrían ser sólo detalles pero cuando el Presidente consulta su móvil durante una visita al primer ministro chino o al Papa, la cosa se convierte en una falta diplomática bastante gorda.

Al verse enfrentado con la realidad diplomática, Nicolas Sarkozy tuvo que matizar las declaraciones que hizo durante su campaña.

En cuanto a África, había prometido acabar con la “Françafrique” (redes de corrupción entre Francia y sus antiguas colonias) pero a la hora de enfrentarse con la realidad, la cosa es más complicada. Su discurso en Dakar en julio de 2007 en el que decía que el hombre africano no había pasado aún a la historia sigue creando polémica. Además, Jean Marie Bockel, el ministro que prometió “firmar el certificado de defunción de la “Francafrique” acababa de ser sustituido bajo la presión de varios dirigentes africanos enfurecidos por sus declaraciones. Cuando dentro de dichos países se encuentran el Congo y Gabón, dos países petrolíferos de la zona reservada de Francia, la Realpolitik no tiene otro remedio que olvidarse de sus promesas. Omar Bongo, Presidente de Gabón, y otros, guardan medio siglo de secretos políticos íntimos y peligrosos entre Francia y África, y Sarkozy ni quiere ni puede abrir esa caja de Pandora.

En cuanto a la Unión Mediterránea, el proyecto sigue confuso y ha complicado aún más las relaciones con Alemania y la Unión Europea que ven en ello un intento por parte de Francia de posicionarse en el centro de Europa con un pie en el continente y otro en el Mediterráneo.

En lo que al otro lado del atlántico se refiere, “Sarkozy l’Américain” (el Americano) como se le llama en los EE.UU., nunca escondió su fascinación por ellos y Francia reanudó sus esfuerzos de cooperación con el gobierno de George Bush. Anunció ante el Parlamento británico que Francia iba a enviar a 1000 soldados más a Afganistán (Antes de que hubiese sido debatido en el parlamento francés).

Cabe destacar que la prioridad número uno de la política exterior de Francia es la liberación de Ingrid Betancourt. Su concentración en el caso de los rehenes de los FARC dejando de lado el contexto general demuestra que la política actual sirve más la anécdota, cuan grave y terrible sea, que la construcción de una visión amplia y ambiciosa.

La derrota en las elecciones municipales: un mensaje fuerte

Aunque el primer ministro Francois Fillon prefiriese hablar de un reequilibrio después de la derrota de la izquierda en 2001, la prensa ha interpretado las elecciones municipales de marzo como una agria desaprobación de Nicolas Sarkozy. La izquierda recogió un 49% de los sufragios contra un 47,5% para la derecha, derrumbando a cuatros ministros que se presentaban. Hoy día, la derecha solo controla tres de las diez mayores ciudades francesas, Marseille, Bordeaux y Nice y ha perdido ciudades como Toulouse o Strasbourg.

Al analizar los resultados, no cabe duda que los franceses expresaron su rechazo del modelo hyperpresidencial para volver a una concepción del poder mas clásica. El poder necesita profundidad y distancia. Como lo nota Lionel Jospin, “el presidente, el primer ministro, los ministros y, el parlamento tienen que desempeñar todos su papel”. “El poder es una pirámide que no puede apoyarse en su cúspide”. Es lo que garantiza la eficacia de la acción en los tiempos actuales y la posibilidad de hacerse oír en tiempos difíciles.

Por lo tanto, este aviso no solo se refiere a la política de reformas del Presidente. Francia las necesita ahora más que nunca. Pero concertadas y sin precipitación. Sarkozy parece haber entendido este mensaje y viene mostrando recientemente más altura y dignidad.

El Jefe del Estado seguramente volverá a una visión mas clásica del ejecutivo, con un presidente “encargado de lo esencial” como decía De Gaulle, estableciendo las grandes líneas y sus aplicaciones, y el jefe del gobierno encargado de la intendencia. Sarkozy soñaba con las prácticas presidenciales de los años 72-76 (Pompidou con Messmer, Giscard d’Estaing con Chirac) pero va a tener que volver a una presidencia más al estilo de la de Mitterrand o de Chirac, diluyendo sus apariciones para darles mas crédito. Francois Fillon, un primer ministro apreciado por su discreción, podría tener más responsabilidades en el futuro. Ahora, según sus propios términos, Sarkozy ha cambiado y quiere “parecer presidente”. Volvió a una comunicación más clásica suprimiendo el puesto de portavoz del gobierno “a la americana” y parece escuchar al 54 % de la población que pensaban que su personalidad no correspondía a lo que debe ser la función presidencial.

Mantener el rumbo y acelerar las reformas

Después de las elecciones municipales, Sarkozy no quiso hablar de un plan de rigor sino más bien de mantener el rumbo de las reformas. Concentrándose sobre la liberalización de la economía preconizada por la comisión europea y la OCDE, el Presidente quiere ahora enfatizar la oferta, es decir la competitividad de las empresas y acabar con un costoso sostenimiento de la demanda.

El Presidente opina que las reformas macroeconómicas de reactivación presupuestaria resultan a menudo en deuda pública a medio plazo. Así, según él, la economía francesa necesita reformas microeconómicas para mejorar el funcionamiento de los mercados (Próximamente: plan de facilitación de las relaciones entre la gran distribución y la industria, reforma de la tasa profesional, aplicación del Plan Attali). Al vocabulario basado alrededor del poder adquisitivo, prefiere ahora el del universo de la liberación del trabajo y del crecimiento económico.

Además, está preparando una gran reforma de la administración pública francesa bajo el nombre de “revisión general de las políticas públicas” que prevé acabar con las actividades duplicadas de la función pública. Uno de cada dos funcionarios no será sustituido al jubilarse y la cotización por jubilación será seguramente ampliada hasta 41 años. Por fin, todos los subsidios y prestaciones que el Estado provee serán revisados y los controles reforzados.

Las otras principales reformas en ruta son la de la enseñanza (reforma de la enseñanza y del Liceo, renovación de los campus universitarios, y de la investigación científica), la seguridad (ley de programación militar, ley de orientación y de programación de la seguridad interior), la inmigración (continuación de la muy controvertida ley de las cuotas, supresión de la doble competencia jurisdiccional) y la reforma de la Constitución. Francia necesita más que nunca esas reformas para poder recuperar su competitividad y mejorar su burocracia. No obstante, ahora que Sarkozy parece haber entendido el mensaje referente a su comportamiento, los franceses exigen de él consistencia y eficiencia.

Una primavera calurosa

Todos los periódicos, la televisión, las decenas de publicaciones llevan un par de meses anunciándolo: en mayo, Francia celebrará los cuarentas años de Mayo del 68, esa utopía estudiante a favor de la libertad, la emancipación y la “ruptura” con las normas establecidas de la sociedad y del mundo del consumismo. Si tanto se habla de este aniversario es que su contexto será bastante particular.

Por un lado, Sarkozy hizo campaña sobre la supresión de la herencia de Mayo del 68 que, según el, es el origen de cosas tan diversas como la falta de respeto en las aulas, el cinismo en política y hasta de las derivas de los mercados financieros. Sarkozy parece responder a un sutil deseo de la población de regreso a la autoridad, a los símbolos y valores reafirmados a la hora de cambios profundos en la sociedad y en el mundo globalizado trayendo nuevas inquietudes. Sus palabras en contra de la herencia de Mayo del 68 anunciaban su voluntad de efectuar un regreso a la autoridad.

Frente a ello, en gran parte de la población existe un fuerte sentimiento de rechazo del nuevo presidente que dio luz a discursos alarmistas. Decenas de libros fueron publicados, como el de François Leotard (ex ministro) “Esto va a acabar mal”. Los periódicos recientemente cambiaron de discurso y ahora critican, a veces con gran violencia, al Presidente. La revista “Marianne” alterna sus primeras páginas entre retrospectivas sobre las revoluciones de la historia y Sarkozy y el dinero o su vida privada, y hasta hizo el pasado febrero un “llamamiento republicano” presentado como una especie de última advertencia antes de que el pueblo salga a la calle.

El paralelo entre las revoluciones y los motines en los suburbios también fue muy tentador. Mayo del 68 fue obra de una juventud, mujeres como hombres, de clase media o aún alta que con eslóganes y provocaciones reivindicaban un cambio de sociedad. Francia se aburría. Hoy sufre. La violencia que va aumentando en los suburbios y estalla a veces en espectaculares motines es silenciosa. No tiene cara ni discurso. Es la resultante directa de la deserción del estado y de sus estructuras sociales y educativas en esas nuevas zonas de no derecho. Cuando el 26 de noviembre de 2007, la violencia estalló en Villiers le Bel después del accidente de un coche de la policía que provocó la muerte de dos jóvenes, la respuesta del gobierno fue enviar a 1000 policías armados y 150 periodistas. El gobierno francés, en vez de intentar disminuir la tensión se arriesgó a enfrentamientos cada vez más violentos. En Villiers Le Bel, cuarenta policías fueron heridos, varios de ellos por bala. Son escenas de guerrillas urbanas en un universo que pierde sus valores, sus referencias y sus estructuras.

Frente al sufrimiento de estos barrios a las afueras de las metrópolis, en la Francia “de abajo”, la ostentación del dinero hasta en la cumbre del gobierno podría ser la raíz de frustraciones e ira.

Una parte de los oponentes más feroces de Sarkozy está intentando hacer uso de este malestar (En 2005 vimos que si los motines no estaban organizados y no tenían ningún objetivo aparte de la violencia, podían extenderse por todo el país). De ahí a que nazca otro Mayo del 68… Pero parece poco probable. Sin embargo, la atención será máxima al igual que los recuerdos.

“No estoy aquí para durar sino para actuar rápido” dijo Sarkozy el diez de Mayo de 2007 frente a los parlamentarios de su partido, el UMP, cuatro días después de haber sido elegido.

Cincuenta años antes, Charles de Gaulle fundó la quinta República, definiendo el estilo presidencial. Altura, pudor, distancia y elegancia influyeron a distinto nivel a sus cuatros sucesores. Llegó Sarkozy con su proximidad, su “transparencia” y su voluntad de romper las costumbres en el nombre de una modernidad asumida. Nadie quiso su ruptura de estilo. Ahora se espera de él la ruptura de fondo.

Adrien Majourel.
Periodista francés.

(1) En referencia al estilo de los raperos Americanos

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