Número 13/Febrero-Marzo 2009
Alberto Sepulveda A.
En los últimos quinientos años la civilización occidental fue el centro del poder económico, político y cultural del mundo.
Entre el siglo XV y XIX un puñado de países europeos, con un ámbito geográfico reducido fue capaz de establecer imperios coloniales en Asia, América y África. Como consecuencia impusieron sus idiomas, su pensamiento político y, gracias a su superioridad tecnológica, imponerse militarmente a tribus primitivas y a civilizaciones estancadas como China o Persia.
De ahí surgió el gran desnivel económico que aun se observa en la Humanidad entre estados “desarrollados” -las antiguas metrópolis- y “subdesarrollados” -las ex colonias-, o entre el “primer mundo” y el “tercer mundo”. Y, también, el racismo ya que los imperios eran dominados por pueblos de raza blanca. Y Rudyard Kipling, el poeta favorito de la Reina Victoria de Inglaterra, la Emperatriz de la India, llegó a señalar la “carga del hombre blanco”, el encargado de civilizar, modernizar diríamos hoy, a los pueblos de color.
En el siglo XX las potencias europeas se destrozaron en dos Guerras Mundiales y emergen Estados Unidos y la Unión Soviética como centros hegemónicos. Ambos países con población blanca, cultura occidental, pero profundamente anticolonialistas. La consecuencia obvia de este panorama es el proceso de descolonización de Asia y África. América lo había hecho entre fines del siglo XVII (Estados Unidos) y XIX (América Latina).
Nace así el Tercer Mundo o el área subdesarrollada del planeta y, por otra parte, se extingue la ocupación europea en Asia y África; se terminan las metrópolis.
A fines del siglo XX la Unión Soviética se desintegra, desaparece el modelo de “economías centralmente planificadas” y desarrollo mundial se sustenta en diversos modelos de economía de mercado.
El fin de la hegemonía de Occidente
Decíamos que estamos ante un cambio de época ya que el vertiginoso crecimiento de Asia, especialmente de los países de “culturas sínica” o tributarios del antiguo Imperio Chino los convierte en el centro dinámico del mundo.
Nos referimos a la República Popular China, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong. También Vietnam, Tailandia, Malasia, Indonesia e India, han tenido altas tasas de crecimiento. Como dato interesante acotar que son “chinos de ultramar” o las minorías de esa etnia son las que proporcionan los empresarios que son responsables del dinamismo de Malasia, Filipinas, Indonesia, Vietnam y Tailandia.
Cuando estamos revisando estas líneas apareció un interesante análisis del mundo contemporáneo. Nos referimos al libro del académico indo-estadounidense Parag Khanna titulado “The Second World: empires and influence in the New Global Order” (Random House, New York, 2008).
La tesis principal de Kchanna es que en la actualidad existen al menos tres categorías de países. Los pertenecientes al Primer Mundo cuentan con economías desarrolladas, sistemas jurídicos que garantizan la estabilidad económica, los derechos humanos y la moderación del poder político, limites bajos de corrupción, niveles amplios de educación, amplia cobertura de salud y moderna red de infraestructura.
El Tercer Mundo es la antítesis: alta tasa de corrupción, inestabilidad política, dictaduras, bajos niveles de educación, un amplio sector de la población es pobre o indigente, débiles sistemas de salud y pésima infraestructura.
El fenómeno nuevo, propio de los últimos cuarenta años es la emergencia del Segundo Mundo, que tiene características del Primero y del Tercero, es decir de modernidad y de atraso, de desarrollo y de subdesarrollo.
El Segundo Mundo es la consecuencia de las elevadas tasas de aumento del PIB en algunos países, especialmente en el Asia, pero también es el caso de Chile, Brasil, Israel, Emiratos Árabes o de Hungría, Rusia o República Checa.
El Segundo Mundo es el sector intermedio entre los estados y también origina el crecimiento de una clase media planetaria que se cuenta en centenares de millones de habitantes.
Por otra parte Kchanna señala que ya terminó la etapa de superpotencia hegemónica de Estados Unidos, que está en proceso de decadencia y que ahora hay tres centros de poder mundial:
- Unión Europea: que rápidamente integra a países del sur y del este de Europa, y que extiende su área de influencia al Norte de África, al Cáucaso e incursiona en Medio Oriente, Asia Central y América Latina.
- China que es la gran compradora de materias primas de América del Sur, Oceanía y África, que trata de influir en Asia Central y paulatinamente incrementa su influencia en el mundo.
- Estados Unidos que debido a su mal manejo económico enfrenta una seria crisis y a ello se agrega su errónea política exterior y de seguridad que lo ha llevado a empantanarse en Irak y Afganistán mientras, por otra parte, retrocede seriamente en Europa, Asia, África y América Latina. Más aún su zona de influencia se ha reducido a México y en el caso de Centroamérica hay una creciente influencia de Asia, Europa y América del Sur.
Siguiendo el esquema de Kchanna analicemos los modelos económicos y políticos de los tres centros de poder mundial.
a. Estados Unidos:
Hasta el momento ha dominado el pensamiento neo-liberal de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago. De hecho un número importante de los Premios Nobel de Economía provienen de esa Universidad.
Como características principales podemos señalar:
- Economía sustentada en la más amplia libertad empresarial y financiera. Se rechazan las regulaciones y otras intervenciones del Estado como atentatorias al desarrollo económico.
- Amplios gastos en defensa y se da la paradoja que los grandes desembolsos por razones de seguridad, entre las cuales podemos incluir a las actividades del espacio y de inteligencia, han implicado que gran parte de los fondos en ciencia y tecnología proviene de instituciones como la NASA o de las Fuerzas Armadas.
- Primacía de las consideraciones de seguridad por sobre las meramente económicas, en lo referente a las estrategias y, por ende, gastos del Estado.
Fue la tónica dominante entre 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) y 1991, cuando colapsa la Unión Soviética.
Viene un breve interludio en la década de 1990 cuando se enfatiza la hegemonía de la economía que termina el 11 de septiembre de 2001, con el atentado a las Torres de Manhattan. En los primeros años del siglo XXI se retornan los conceptos de seguridad, ahora dirigidos a la “guerra contra el terrorismo”.
- Economía altamente deficitaria tanto en los aspectos fiscales, del comercio exterior, y del consumo doméstico que lleva a enormes tasas de endeudamiento en especial con China, Japón, Arabia Saudita, Corea del Sur, Emiratos Árabes y la banca internacional. De ahí la crisis que explota el año 2008.
- Dominio de las grandes corporaciones empresariales y financieras que se extienden al ámbito de la política mediante el financiamiento de campañas electorales, partidos y dirigentes políticos.
Es indudable que la crisis de EE.UU. lleva a cambios bruscos en el sistema de poder político, de seguridad y económico del planeta.
Y ello favorece la emergencia del Asia y eventualmente de América del Sur.
b. Unión Europea (UE)
En el caso de Europa continental hay que recordar dos elementos básicos: en primer lugar durante siglos se fue consolidando el poder del Estado como único elemento capaz de integrar, como unidad política y económica, a pueblos de distinta etnia, lenguajes, cultura y, a veces, religión hacinados en territorios pequeños.
Por otra parte fueron frecuentes las guerras entre los estados y de ahí el énfasis en los temas de seguridad. Los estados desarrollaron sistemas educacionales que impusieron una lengua nacional por encima de las regionales, crearon universidades y colegios que, además de generar ciencia, humanidades o arte, sirvieron como instrumentos de integración a una cultura nacional.
Los Estados también impulsaron la modernización económica como un medio de consolidar el poderío militar.
Como consecuencia, el modelo de desarrollo europeo es distinto al de EE.UU. y en el Viejo Continente, salvo Gran Bretaña, los conceptos de la Escuela de Chicago no tuvieron mayor repercusión.
El otro factor a considerar es que en los países europeos las monarquías fueron una institución a través de las cuales se fueron generando los estados. Y como consecuencia en la mayoría de los países prima el régimen parlamentario, no el presidencial. Hay sistemas semi presidenciales en Francia, Portugal, entre otros.
En el último medio siglo los países del Viejo Continente, bajo el liderato económico de Francia y Alemania han impulsado un proceso de integración economía y política que hoy se expande de Portugal a los Balcanes y de los países escandinavos a Europa Oriental y Central. El atractivo de la Unión Europea (UE) se extiende a Turquía y los Estados del Norte de África.
La Unión Europea (UE) tiene además redes de Tratados de Libre Comercio que la vinculan a México y Chile y negocia otros con Mercosur y América Central. Hay, entonces, una línea de cooperación y de creciente influencia con América Latina. Por otra parte mantiene relaciones especiales con las ex colonias en África, Asia y el Caribe.
El proceso de expansión de la Unión Europea (UE) al Este y al Sur ha generado enormes desembolsos de los países ricos en beneficio de las regiones más pobres; como consecuencia los primeros han tenido tasas de crecimiento del PIB bajas que contrasta con los éxitos de Polonia, Hungría, Irlanda o República Checa, entre otros.
En el caso de Alemania esta situación se ha agravado con los enormes costos financieros que ha supuesto la absorción de la antigua Alemania Democrática u Oriental.
Después de las trágicas experiencias de las dos Guerras Mundiales los europeos han rechazado políticas agresivas de expansión sustentadas en el poder militar. Los gastos en defensa son muy inferiores a los de EE.UU. pero el atractivo político, cultural y económico de la Unión Europea (UE) es muy alto. De hecho hay un gran número de países que desean ingresar a esa organización y el modelo de la Unión Europea (UE) influye en África y América Latina.
El último dato a recordar es que el sistema europeo preconiza elevados gastos sociales en educación, salud y vivienda tanto como un medio para asegurar la lealtad al Estado de los sectores de más bajos ingresos como para impedir tensione que pudieran conducir a la Revolución.
La Unión Europea (UE) tiene Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno con Asia, África y América Latina.
c. China y Asia
Hoy Japón, Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong han alcanzado el status de países desarrollados y podríamos agregar la zona costera sur de la República Popular China. Por otra parte Malasia, Tailandia, Indonesia, India y ahora Vietnam tienen tasas de alto crecimiento en los últimos años.
Asia se ha convertido en la región de mayor incremento del PIB en el mundo, durante las últimas décadas. En algún momento de la primera mitad del siglo XXI China desplazará a EE.UU. como principal economía del mundo y se señala que la India podría incluso superar a China en la segunda mitad del siglo, tanto en población como en ingreso per cápita.
Si consideramos que China tiene hoy unos mil quinientos millones de habitantes y que India supera los mil millones nos damos cuenta del cambio brutal que se viene en el escenario de poder mundial. EE.UU. tiene poco más de trescientos millones de habitantes y la Unión Europea (UE) un número superior a los cuatrocientos millones.
En otras palabras EE.UU y laUnión Europea (UE) juntos son inferiores demográficamente a India o China.
En Asia no hay un modelo político homogéneo. China está dominado por el Partido Comunista que es el eje del Estado; en India, Japón, Malasia y Tailandia hay sistemas parlamentaros; en Filipinas, Corea del Sur, Indonesia existe un modelo presidencialista. Vietnam tiene una situación similar a China.
Sin embargo hay que acotar una característica interesante. Japón, China y Corea del Sur han apostado por la creación de grandes conglomerados económicos desarrollados e impulsados por el Estado. En el caso de Japón y Corea del Sur bajo empresas privadas; en China públicas y privadas. La intención es la de establecer instituciones económicas, bien financiadas, capaces de competir por el mercado mundial con los transnacionales el EE.UU. y de la UE.
La actividad de las grandes empresas “Chaebol” (en la jerga económica coreana) ha sido un factor de relevancia en la proyección del poder internacional de Corea del Sur, China y Japón.
Asia es un continente superpoblado y con limitados recursos naturales, de ahí la avidez por las materias primas de Australia, América del Sur, Asia Central, Canadá, Rusia, Medio Oriente y África.
Hoy existe una fuerte competencia de Asia con EE.UU y la Unión Europea (UE) por los recursos del mundo.
El modelo asiático de desarrollo da poca prioridad a los gastos sociales. Ello implica que las personas deben contar con recursos para financiar los años de vejez, las hospitalizaciones o las viviendas. Esta es la explicación de los elevados ahorros de las sociedades asiáticas que generan enormes recursos para la inversión y de ahí las altas tasas de crecimiento económico. Y por otra parte genera enormes desigualdades sociales especialmente en China.
Los gastos de defensa son inferiores a los de EE.UU y de la Unión Europea aunque China está en un franco proceso de modernización y potenciamiento de sus Fuerzas Armadas. Japón y Corea del Sur tienen un sistema militar altamente sofisticado.
El paulatino retiro de EE.UU. de Asia está llevando a un interesante debate en China, Japón, India, Corea del Sur y países del ASEAN en torno a establecer sistemas de balance de poder que garanticen la paz en esa región.
El último dato a analizar es el siguiente. Poco tiempo atrás China, Corea del Sur y Japón acordaron establecer políticas económicas comunes para enfrentar la crisis financiera economía mundial.
¿Estamos ante la creación de una G-3 asiático que sea una alternativa regional al G7 que es básicamente un grupo que relaciona a EE.UU con algunos países europeos y asiáticos?
En todo caso es el inicio de un proceso de cooperación entre las más poderosas economías del Asia y no es descartable la inclusión de otros países como Rusia e India.
China, Japón y Corea del Sur tienen mecanismos de cooperación con los países de ASEAN y China esta promoviendo Tratados de Libre Comercio (TLC`s) con estados del área.
Las consecuencias para América Latina
No podemos decir que existe un régimen político consolidado en América Latina; por el contrario la inestabilidad ha sido la norma. Incluso en estos momentos Bolivia, Ecuador y Venezuela están embarcados en proyectos de reforma profunda del Sistema Constitucional. Y, en Chile, un importante sector de la opinión pública no se siente interpretado por el ordenamiento político establecido por la Constitución de 1980.
En todo caso la norma general, cuando no hay dictaduras, es el modelo presidencialista aunque Perú tiene la variedad semi-presidencial. En Cuba existe el sistema de dominio férreo del Partido Comunista aunque se avizora una transición tendiente a una mayor liberalización política y económica.
En lo referente a estrategias de desarrollo no existe consenso. Es así que Chile, Perú, Colombia preconizan una economía abierta y que aspira al crecimiento insertándose en los mercados mundiales. Argentina y Brasil dan prioridad al sector industrial y para ello consolidan el Mercosur que tiene normas proteccionistas como aranceles externos mas elevados para desalentar las importaciones y promover las exportaciones. Bolivia, Ecuador y Venezuela coquetean con ideas socialistas y un incremento del poder de empresas en manos del Estado.
En general no ha existido en América Latina una estrategia gubernamental destinada a generar o favorecer grandes conglomerados para competir con las empresas de Europa o Estados Unidos. Tal como ya señalamos esa ha sido la característica de China, Corea del Sur y Japón.
En América Latina, en general, prima un discurso de apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pymes) y de gran desconfianza del poder de las grandes concentraciones económicas.
Hoy hay dos realidades distintas en América. Desde Canadá a Panamá, Estados Unidos es el gran centro de capitales, innovación y comercio. De hecho las economías de Canadá y México están integradas a EE.UU. por el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA).
Centroamérica sigue enviando emigrantes al norte pero, en la actualidad, la presencia de Asia, especialmente China, comienza a hacerse sentir. Y esto a pesar que salvo Costa Rica, los países centroamericanos tienen relaciones diplomáticas con Taiwán.
La Unión Europea (UE), por su parte, negocia un TLC con Centroamérica y aspira a influir en la Subregión. Es previsible, además, una mayor presencia de los países sudamericanos en esa zona.
El caso de América del Sur es diferente:
- EE.UU ha perdido influencia en la subregión en los aspectos políticos, económicos y de seguridad. Solo Colombia mantiene relaciones estrechas con Washington debido a la necesidad de la ayuda militar del Pentágono para mantener en jaque a los guerrilleros y el narcotráfico.
Venezuela y Bolivia han declarado persona non grata a los embajadores de Estados Unidos y los gobiernos de Argentina y Ecuador cada cierto tiempo señalan su disconformidad con la Casa Blanca.
Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Perú mantienen relaciones cordiales, pero sus políticas exteriores están sustentadas en la búsqueda de la autonomía y la vinculación con las diversas potencias en el mundo, sea China, UE, India, u otros países latinoamericanos
- Los países de la Subregión han creado la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR) como instrumento destinado a facilitar la cooperación política, económica, de la defensa y para establecer posturas comunes frente a otras regiones o potencias del planeta.
Cabe destacar que en Sudamérica, a diferencia de Asia, Europa y Norteamérica, el intercambio comercial intrarregional no constituye el porcentaje más alto de su intercambio; por el contrario sigue siendo un porcentaje minoritario, así bien existe una tendencia creciente en las ultimas décadas.
De ahí proyectos como UNASUR para incentivar la cooperación y el comercio.
- En los últimos cinco años se ha dejado sentir el impacto de las compras de materias primeras sudamericanas por parte de China, Japón y Corea del Sur.
Las ventas de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú entre otros a China son las responsables de varios puntos del crecimiento del PIB. La bonanza económica sudamericana está ligada al Asia.
Esto ha incentivado la programación y el desarrollo de grandes proyectos de infraestructura vial y fluvial destinados a favorecer la exportación de los productos del centro de América del Sur al Asia utilizando los puertos de Chile y Perú. Son los denominados “Corredores Bioceanicos” que partiendo de Brasil atraviesan a Argentina, Paraguay, Bolivia, Perú y Brasil.
China en México y Centroamérica ha jugado un papel distinto al de América del Sur. En la primera zona los productos industriales chinos han desplazado a una parte importante de las manufacturas de las “maquilas” que ubicadas en Centroamérica y México abastecen al mercado de EE.UU.
Esta situación explica el diferente grado de crecimiento del PIB entre las dos subregiones, más alto en Sudamérica, mas bajo de México o Panamá.
Conclusiones
Estamos viendo el fin de una etapa histórica, que ha durado quinientos años, de hegemonía del hombre blanco y de potencias occidentales. En la actualidad la región más dinámica del planeta es Asia, la amplia área que se extiende desde las costas de la India hasta China, Corea y Japón.
En esa vasta zona viven cerca del tres mil millones de personas, cifra superior a la suma de la Unión Europea (UE) y toda la población del continente americano.
Hoy Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong ya han alcanzado niveles de prosperidad, eficiencia de sus servicios y niveles de ingreso que los colocan entre los países desarrollados. Y lo mismo podríamos decir de la región que se extiende desde Beijing a Hong Kong y que incluye a trescientos millones de chinos.
Si tomamos en consideración a las nuevas clases medias de India, China, Tailandia, Malasia, Filipinas, Vietnam e incluimos a la zona desarrollada de Asia tenemos una masa consumidora que supera los seiscientos millones de personas, casi el doble de la población de EE.UU. y casi un 50% más que los habitantes de la UE. Y hoy miles de millones de asiáticos trabajan duramente y estudian con ahínco para alcanzar en una o dos generaciones los niveles de bienestar de Occidente.
Estamos, pues, en un panorama mundial de cambios vertiginosos en el ordenamiento del poder mundial.
Es indudable que el desafío cultural que se presenta a los países latinoamericanos es enorme. Siempre estos pueblos han mirado a Europa y luego a EE.UU. como fuente de inspiración política, mercado para sus exportaciones y lugares de los cuales provienen las inversiones.
Las elites latinoamericanas tenían en el siglo XXI, a Paris como capital cultural y en el siglo XX ser “modernos” era actuar como estadounidenses y a las universidades de EE.UU partían a estudiar los futuros Ministros de Hacienda, gerentes de grandes empresas o aspirantes a formar parte de la elite tecnocrática.
Y ahora todo cambia. Emerge Asia y Occidente se estanca. Y los latinoamericanos de las próximas generaciones actuaran en un mundo dominado por culturas que no hace mucho eran consideraciones “exóticas”.
Siempre los cambios generan oportunidades de mejoría. Si los latinoamericanos son capaces de actuar coordinadamente, de pensar en frío sin ataduras a modelos del pasado, de tener imaginación, sensatez y la moderación adecuada para actuar rápidamente, es posible que las próximas décadas sean las mejores de su historia.
Y ¿Quién sabe? A lo mejor ha llegado también la hora de América Latina y dejemos de ser los “países del futuro” para tener un presente.
Alberto Sepulveda A.
Director Instituto de Relaciones Internacionales
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