viernes, 15 de junio de 2007

El otoño en Pequín o de cómo cada puente es un mundo

Número 3/ Junio-Julio 2007
Manel Ollé

1. El autobús

Escribió Boris Vian una novela titulada El otoño en Pequín donde se contaba la historia de un interminable viaje en un autobús al que se subía y del que nunca se bajaba. Vanamente intentaba el lector encontrar en el libro rastro alguno de la capital china. Sensaciones similares se tienen a veces al ver algunos reportajes o leer según qué artículos o libros capaces de reducir la extrema complejidad que se enmaraña en la experiencia histórica de una quinta parte de la humanidad a un cuento con moraleja panglosiana, de simplicidad insultante y final catastrófico o feliz, según sople el viento. El autobús de la generalización, de la estadística y la teoría sin fisuras parece conducirnos muy lejos, pero apenas nos permite vislumbrar la sombra del paisaje a su paso, en itinerario tautológico y circular.

2. El verano el Pequín

El humilde, parcial y tentativo propósito de estos apuntes más locales que globales es transcribir algunas observaciones y reflexiones a pie de obra, sin subir al autobús; retomar breves notas cazadas al vuelo no durante un otoño sino durante un verano en Pequín, en el rincón del noroeste del tercer cinturón de ronda (bei sanhuan), cerca del puente de Lian xiang qiao. No se propone aquí ninguna metáfora del todo describiendo la parte, ni tampoco ningún profundo estudio de caso: solo algunos apuntes, opacos, informes, irrelevantes o reveladores en si mismos: apenas ensayos.


3. Bajo el puente

Los sucesivos cinturones concéntricos de circunvalación que rodean en trazado rectangular el centro histórico de Pequín se relaciones con el tejido urbano a través de una intermitente y regular retahíla de puentes: el trazado del cinturón regularmente se eleva y permite que por debajo se abran vías de contacto permeables al trafico rodado entre sus dos orillas. La capilaridad de los cinturones de ronda de Pequín se acrecienta con la sucesión –en intérvalos de varios centenares de metros- de pasos elevados reservados a peatones, motos y bicicletas, accesibles a través de rampas laterales.

La primera vez que paso, de noche, junto al puente peatonal que atraviesa el tercer cinturón, me llaman la atención los jovenzuelos semidesnudos que yacen en la acera bajo las rampas de acceso al puente. Viven bajo el puente. Una pareja juega al ajedrez chino. Uno, medio escondido tras las improvisadas protecciones de tela plástificada a listas rojas, azules y balncas, que definen su habitáculo bajo el puente, se limpia desnudo en un barreño. Otro dormita encima de unos cartones y a su lado un hombre de mediana edad lee una novela doblada a la muy débil claridad de la iluminación nocturna de la calle. Imagino que son indigentes, nómadas urbanos, pero al día siguiente descubro que trabajan en el puente: cada uno, con un trozo de papel de lija en la mano, se dedica a rascar la pintura de las barandas metálicas del puente. Su actividad forma parte del formidable despliegue de remozamiento que experimenta Pekín de cara a la cita olímpica del 2008. Verlos trabajar mientras se cruza el puente produce un efecto hipnótico. Parecen posar ante un hipotético capataz, con la mano en la lija, y el trozo de papel de lija posado en la barandilla, pero permanecen inmóviles durante largos minutos. De pie o de cuclillas, realizan después unos pocos movimientos con el trozo de lija sobre la pintura y luego quedan de nuevo inmóviles, paralizados, oteando el horizonte: es decir el fluir incesante de los coches. Al cabo de unos cuantos minutos vuelven a repetir el movimiento. Son una decena, y no parecen tener prisa en acabar. La ciudad avanza acelerada, a un ritmo que les supera. Cuanto más dure el proceso, más tiempo tendrán un trabajo más o menos remunerado, y cuanto más duren los intervalos de inmovilidad, más llevadera se hará la sucia y monótona tarea bajo el sol de justicia. Cualquier cazador de exotismos podría ver en ello rasgos de oriental ataraxia: a lo sumo se vislumbra la astucia y el pasivo instinto de supervivencia, que sabe como economizar movimientos. El lijado del puente dura más de una semana y media. Luego viene la capa parsimoniosa de apresto o pintura de un elegante granate mate, que sirve de base a la capa definitiva: blancos los barrotes, naranja la baranda, en combinación colorista, pensada para alegrar la vista del conductor que atraviesa veloz o se encalla en los atascos del cinturón de ronda. Una vez acabada la capa de pintura definitiva, desaparece el improvisado campamento de jovenzuelos bajo las rampas de acceso. Al día siguiente los veo bajo otro puente que hay a unos centenares de metros. No todos los inmigrantes rurales que trabajan en la ciudad corren la misma suerte: se han dispuesto barracones de dos pisos, cercanos a las bocas de las nuevas líneas de metro en construcción, que certifican la solidificación de un estatus provisional.

4. Fantasmas

Cruzo el puente hojeando el diario que he comprado en un quiosco cercano al puente. Una noticia provoca que me pare y me quede leyendo apoyado en la baranda. Se comenta un estudio que alerta sobre la peligrosidad sexual de los inmigrantes rurales que proliferan en las capitales chinas: millares y millares de hombres solos, lejos de casa, sin posibilidad de ser, ni remotamente, tomados en consideración por las féminas urbanas, sin recursos para el placer de alquiler, se convierten -según este estudio- en potenciales violadores. El estudio generaliza casos aislados de violadores procedentes del ámbito rural, reproduce supuestas declaraciones de los violadores que dicen no estar en absoluto arrepentidos, y que aseguran actuar en nombre de la venganza social: son provocadoras, ligeras de ropa, se lo merecen.

5. Vociferantes

Es sábado, primera hora de la mañana. Me dirijo a través del puente a los puestos ambulantes de comida que se encuentran al otro lado del cinturón de ronda para comprar leche de soja y youtiao (una especie de churros, o mejor dicho, de porras). De repente me doy un buen susto cuando veo aparecer por el otro extremo del puente a un grupo una dos docenas de jovenzuelos en formación, ataviados con camisas blancas, vociferando consignas al unísono, replicando las voces de un líder que los conduce megáfono en mano. ¿Vuelve la turbulencia estudiantil? ¿vuelve la Revolución Cultural? En cuanto se acercan me doy cuenta que vociferan en inglés consignas de entusiasmo por la autosuperación, el esfuerzo y el trabajo. Incluso algunos de ellos intentan saludarme en inglés e involucrarme con preguntas y consignas en su performance, pero me escabullo apresurado. Dudo de si se trata de un training para ejecutivos vendedores o agresivos o bien una clase callejera de inglés, parte uno de los métodos de inglés que ahora predominan en China, que incorporan con éxito la histeria colectiva del guru de los negocios en grandes eventos en palacios de deportes. Y que venden sus packs de anticuado método audiolingüistico de aprendizaje a precio de oro.

6. Lista de éxitos

Cruzando el puente compruebo que el vendedor ambulante de libros expone –a mitad de precio- exactamente los mismos 10 títulos de los libros más vendidos que se exhiben en el Carrefour, de la zona cercana de Zhongguan cun, donde se concentran los grandes almacénense dedicados a la informática.

7. El más vendido

El libro más vendido en Carrefour (y en el puente y a nivel nacional) es una compilación de las intervenciones televisivas (en CCTV 10) de Yi Zhongtian, un pofesor de la Universidad de Fujian, que se ha hecho famosísimo con sus charlas en las que expone con vehemencia y saber persuasivo reflexiones prácticas, filosofías del liderazgo y la estrategia extraidas exlusivamente de la gran novela clásica del siglo XV Sanguo Yanyi (La novela de los tres reinos). Es un autentico fenómeno de masas. El equivalente al telepredicador pero circunscrito al terreno de la moral pública, el éxito y el buen gobierno personal. Todo en tono llano y a partoir de anécdotas, análisi de caracteres de los personajes de un relato novelesco que cualquier ciudadano chino de mínima cultura conoce perfectamente.

8. El segundo más vendido

El segundo en la lista de éxitos es la novela Xiongdi / Brothers, (con el título en inglés incorporado), de Yu Hua, novelista de prestigio, de inicios experimentales y deriva hacia un tipo de novela más accesible a un público amplio. Es autor de Vivir (Houzhe), la novela que adaptó Zhang Yimou. Es el escritor más respetado por la crítica y el mundo académico y al mismo tiempo que goza del favor del público. Ha vendido ya más de un millón de ejemplares (en el circuito oficial, añadámosle los inciertos ejemplares vendidos en el puente y en los millares y millares de puentes y mercadillos). Se trata de un libro moralmente y políticamente extremo, que sin embargo ha pasado la censura: habría gozado de mayor publicidad en caso de ser prohibido. Se trata d’una novela publicada inicialmente en dos volúmenes, en un lapso de nueve meses del año 2005 y 2006. Traza la biografía de los buscavidas, los espabilados, los que han hecho fortuna de la nada, de forma brutalmente sarcástica. El protagonista se ha hecho millonario vendiendo basura y con un concurso de belleza para mujeres vírgenes (y un negocio paralelo de costura de hímenes). En la primera página el protagonista aparece sentado en un water de oro fantaseando sobre la posibilidad de comprar un pasaje a la luna en el lanzador espacial.

9. De noche

De noche siempre hay más de una docena de personas, normalmente hombres jóvenes o maduros, de pie, algunos fumando, solos o charlando entre ellos, algunos en camiseta imperio, apoyados en las barandas mirando fijamente durante largo tiempo el paso de los vehículos que cruzan el cinturón de ronda.

10. Cerca del puente

Cerca del puente hay un gran cine alrededor del cual hay también unos grandes almacenes (de gama intermedia –pero equiparable a cualquiera de los grandes en Europa-, uno de tantos de entre los centenares o millares que se alzan en Pequín), y la caterva de establecimientos fast-food de origen norteamericano, alrededor de los cuales amergen cadenas autóctonas. El éxito cinematográfico del verano 2006 es Fengkuan de shitou, la Piedra loca, una película facturada a la manera de los thiller humorísticos de Hong Kong, sobre los líos que se montan alrededor de una gran piedra de Jade de valor y medida incalculable. Ambientada en Sichuan, hablada en dialecto y mezclando tonos cutres y chocarreros con un argumento trepidante, la película explora el gran sueño chino del presente: convertirse en millonario.

11. Cada puente es un mundo

A diferencia del puente de Xinjiekou de Nanjing, que crucé tantas veces durante el año 1997, no veo en este puente a jóvenes sentados por los rincones, demacrados y temblorosos, mostrando a los viandantes botellitas de líquido inyectable para su venta al detall. Cada puente es un mundo.

Manel Ollé
Profesor de Estudios de Asia Oriental en el Departamento de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra

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