jueves, 15 de febrero de 2007

Relaciones España-China: Corrigiendo un error estratégico

Número 1/ Febrero- Marzo 2007
Eugenio Bregolat

China ha protagonizado el último cuarto de siglo un proceso de desarrollo económico galopante, no superado por ningún país en la historia. China está gestionando tres transiciones al mismo tiempo: de la economía planificada a la de mercado, de la sociedad rural a la urbana y de una economía cerrada a otra globalizada. Según el Banco Mundial “China está haciendo en una generación lo que a la mayoría de países les ha costado siglos”.

Desde 1978 hasta hoy ha crecido entre el 8 y el 10% anual. En 1978, cuando Deng Xiaoping lanzó la política de “reforma económica y apertura al exterior”, el PIB era de 215.208 millones de dólares y la renta per cápita de 217 dólares. En 2005 el PIB alcanzó los 2,26 billones de dólares (m.d.), es decir, el PIB se multiplicó por diez en 27 años. La renta per cápita fue de 1.730 dólares en 2005, de modo que en este período se multiplicó por ocho, tras absorber un aumento de población de 400 millones. China es ya por su PIB el cuarto país del mundo. Se espera que el año que viene supere a Alemania para pasar a ser el tercero, sólo por detrás de Estados Unidos y Japón. Según las previsiones, dentro de tres o cuatro décadas el PIB de China puede convertirse, en valor nominal, en el mayor del mundo. Considerado en términos de paridad poder adquisitivo (PPA) el PIB de China es ya el segundo, sólo superado por Estados Unidos. En términos de PPA el PIB de China en relación al mundial pasó del 3,4% en 1980 al 15,4% en 2005.

China tiene hoy 425 millones de móviles y 150 millones de internautas. Con 20 millones de universitarios y 430.000 estudiantes en el extranjero, produce al año 1,3 millones de graduados en ingeniería, ciencia y técnica. Los nueve miembros del Comité Permanente del Politburó, la máxima instancia del poder, son ingenieros. China tiene una verdadera obsesión por la ciencia y la tecnología. En 2006 su presupuesto en I+D fue, según la OCDE, el segundo del mundo, superando a Japón y sólo por detrás de Estados Unidos.

En cuanto al comercio exterior, de 1978 a 2005 China multiplicó su exportación por 78 y su importación por 60. Si en 1978 ocupaba el número 24 en el ranking de exportadores a nivel mundial, en 2004 era el tercero, superado únicamente por Estados Unidos y Alemania. Según la OCDE en 2010 China será el primer exportador del mundo.

Aunque hay señales alentadoras, la relación económica de España con China es, salvo en el capítulo de la importación, endeble, y la presencia empresarial española es escasa.

En 2005 la exportación de España a China ascendió a 1.499 millones de euros (m.e.), el 1% del total. Si añadimos Hong Kong y Macao (que aunque son parte de la República Popular constituyen territorios aduaneros separados), la exportación alcanzó 2.065 m.e. Esta última cifra supera la exportación a nuestros principales clientes iberoamericanos, salvo Méjico, y, en Europa, la que va a países como Suecia, Polonia o Grecia. Nuestra exportación significó el 0,32% de lo que China compró al mundo. Puesto que en 2005 la cuota de España en la exportación mundial fue del 2%, España vendió a China seis veces menos de lo que vende al mundo en su conjunto.

La importación, en cambio, fue de 11.640 m.e. en 2005, el 5% del total. China fue nuestro quinto proveedor, sólo superado por Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido. De 1995 a 2005 la importación procedente de China creció un 20,8% anual, mucho más que la importación de cualquier otro país. En estos diez años la importación de China pasó del 2% al 5% de nuestra importación total. Con China España tiene su segundo mayor déficit comercial, después del que tiene con Alemania. Pero la tasa de cobertura con Alemania fue en 2005 del 52%, mientras que con China fue del 12,8%.

Si en 1990 solo estaban presentes en China media docena de empresas españolas, ahora hay unas 450, con otras 35 de Hong Kong. El uno por mil, de un total de más de medio millón de empresas extranjeras en China. En 2004 la inversión española acumulada en China ascendía a 480 m.e., el 0,1% del total, o sea, casi nada. Los dos últimos años, con la llegada de Telefónica y BBVA, que analizo más abajo, las cosas están cambiando.

Hace años vengo denunciando la escasa presencia de España en China, y en Asia en general, como un error estratégico. Otros la han llamado “asignatura pendiente” (Aznar, Cuevas), “lujo que no nos podemos permitir” (Rodríguez Zapatero), “imperativo de no perder el tren de la globalización” (Informe Elcano sobre Asia-Pacífico. 2006), etc. Estas expresiones son otras tantas formas de describir la misma realidad: la posición de España como octava economía del mundo y sexto inversor a escala global no se corresponde con su escasa presencia en la que va en camino de convertirse, en pocas décadas, en la mayor economía del mundo, y en la zona, Asia-Pacífico, que en el mismo plazo producirá más de la mitad del PIB global.

La Administración hace tiempo que entendió que los intereses de España exigían una mayor presencia en China y en Asia, y ha hecho un esfuerzo para concienciar y apoyar a nuestros empresarios único en una región del mundo en la que careciéramos de tradición de presencia. Hay consenso de todos los partidos políticos al respecto. Nuestra presencia ha sido potenciada por tres grandes impulsos de los sucesivos Gobiernos.

El primero se dio tras los sucesos de Tiananmen, en 1989. España detentaba la presidencia de la entonces Comunidad Económica Europea. Una vez condenado lo sucedido, más allá del fragor mediático, el Gobierno de Felipe González decidió mirar a largo plazo. La cuestión esencial era en aquél momento si China mantenía la política de reforma y apertura, o, en vista de los efectos políticos que había desencadenado, acababa con ella. Deng Xiaoping se mostró dispuesto a mantenerla, pese a la fuerte oposición de sectores conservadores del PCCh. La forma de apoyar el proceso, que estaba cambiando China de forma esencial, haciendo de ella un país más abierto, plural y próximo a nuestros valores, pese a la conmoción de 1989, no eran las sanciones económicas, siempre de dudosa eficacia, sino la conservación y estrechamiento al máximo de los lazos con China. Es lo que hizo España, especialmente en el terreno económico. Esta actitud nos puso en el mapa en un país en que apenas nos conocían. Los años siguientes se firmaron los mayores contratos conseguidos hasta ahora en China por empresas españolas. El entonces Ministro de Asuntos Exteriores chino, Qian Qichen, en sus “Memorias” reconoce: “En el oleaje general contra China en aquella época, España fue el país que no se dejó llevar por la corriente y mostró su comprensión hacia la situación china, sin dejar de ejecutar en ningún momento el convenio de crédito y los convenios de cooperación suscritos”. Y añade: “China nunca olvida”.

El segundo impulso lo dio José María Aznar en una viaje que hizo a China en junio del 2000, que marcó un antes y un después en las relaciones de España con China y con Asia-Pacífico. En Pekín, tras subrayar que “mientras no consigamos una mayor implantación económica en esta parte del mundo, en China en primer lugar, no se podrá considerar completa la internacionalización de nuestra economía”, Aznar concluyó: “convoco al empresariado y a la sociedad española en su más amplio sentido para que, junto con el Gobierno, hagamos todos el esfuerzo necesario para aprobar la asignatura pendiente que China constituye para España. Mi Gobierno no regateará esfuerzos para que así sea”.

El día después de dejar China, en el curso de una reunión con los Embajadores españoles en la zona en Manila, ordenó la elaboración del Plan Marco Asia-Pacífico (PMAP) 2000-2004, que parte de esta afirmación: “El insuficiente nivel de presencia en Asia es insostenible hoy en día y claramente contrario a los intereses políticos, económicos y sociales de la España actual”. El PMAP considera a China como máxima prioridad.

Entre los principales logros del PMAP se cuentan los siguientes:

- Casa Asia. Iniciativa del Ministro de Asuntos Exteriores Josep Piqué. Con sede en Barcelona, es fruto de una colaboración modélica entre el Gobierno Central, la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona. A mediados de 2004, tres años después de su creación, había organizado más de 3000 actos en 31 ciudades españolas.

- Foro España-China. Celebra sesiones anuales desde 2003. Intenta movilizar energías sociales de ambas partes para el desarrollo de las relaciones bilaterales. Por parte española lo preside Juan Antonio Samaranch, el español más conocido y querido en China.

- Presencia en la China Europe Internacional Business School de Shanghai (CEIBS), la primera escuela de negocios de China y de Asia, número 11 en el ranking del “Financial Times” de las principales escuelas de negocios del mundo en enero de 2007. Una parte significativa de los ejecutivos que pilotan la nueva economía china se ha formado allí. España invirtió tres millones de dólares, dotando una Cátedra España, construyendo un dormitorio (Colegio Mayor España) y una sala multiusos y creando un lectorado de lengua castellana. El IESE de Barcelona juega un papel decisivo en CEIBS: Pedro Nueno es ahora su presidente ejecutivo y Alfredo Pastor ha sido su decano de 2001 a 2004.

- La Administración promovió activamente la presencia en los medios de comunicación españoles en China. La Vanguardia, El País, ABC, El Mundo, TVE y TV3 tienen hoy corresponsalías.

- China ha sido los últimos años el principal receptor del Fondo de Ayuda al Desarrollo.

- Se ha reforzado significativamente la presencia institucional española, ante todo la Embajada en Pekín.

Los gobiernos autonómicos y locales han hecho también esfuerzos importantes para potenciar la presencia española en China. Los acuerdos de hermanamiento, en especial los de Madrid-Pekín y Barcelona-Shanghai, pueden ser excelentes instrumentos de la relación bilateral, siempre que se les dé verdadero contenido.

El tercer gran impulso a la relación bilateral hispano-china lo dió el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con el establecimiento de la Relación de Asociación Estratégica Integral entre España y China, con ocasión de la visita a Madrid del Presidente Hu Jintao, en noviembre de 2005. Sólo Francia, Alemania y el Reino Unido tienen en la UE acuerdos semejantes con China. El mismo año se adoptó el Plan de Acción Asia Pacífico (PAAP), que asegura la continuidad del PMAP. Al presentarlo el Presidente Rodríguez Zapatero dijo: “La dimensión asiática será los próximos años, junto a la latinoamericana y la mediterránea, una de las claves que determinarán la posición internacional de España como país con intereses globales”.

Los puntos centrales del PAAP para China son:

- Plan Integral para el Desarrollo del Mercado Chino, presentado en mayo de 2005 en Pekín por el entonces Ministro de Industria, Comercio y Turismo, José Montilla. Se destinan al Plan 708 m.e.; se amplía la cobertura del CESCE, que pasa a ser abierta y sin restricciones, y se prevén 350 actividades de promoción en tres años, lo que supone el programa más intenso del ICEX en el mundo.

- Turespaña ha puesto en marcha un plan para fomentar el turismo chino en España. 30.000 chinos visitaron España (40.000 si se incluye Hong Kong y Macao) en 2004. Se espera que dentro de 10 años 300.000 chinos nos visiten. Según la Organización Mundial del Turismo en 2020 saldrán de China más de 100 millones de turistas al año. Dado el potencial de España en el sector, el turismo ha de permitirnos reequilibrar, al menos en parte, el déficit comercial.

- En julio de 2006 los Príncipes de Asturias inauguraron el Instituto Cervantes en Pekín. En breve el Cervantes abrirá en Shanghai.

- Se prevé la apertura de un Consulado en Cantón.

- Este año, 2007, se celebra el Año de España en China, con una visita de los Reyes de España y múltiples actividades, especialmente culturales.

Los intereses económicos constituyen el núcleo de nuestra relación con China. Los grandes actores son, obviamente, los empresarios. La Administración puede y debe informar, estimular, apoyar. Como se ha visto, lo ha hecho y ha ido por delante del empresariado.

Aunque, como se ha dicho, el número de empresas españolas presentes en China ha crecido hasta cerca de las 500, las grandes ausentes, hasta fecha muy reciente, eran nuestras multinacionales. Las excepciones eran NECSO, que ha construido grandes infraestructuras en Hong Kong, y Dragados, que gestiona un puerto cerca de Pekín. La llegada de Telefónica, en 2005, marcó un punto de inflexión. Telefónica compró el 5% de Netcom, el segundo mayor operador de telefonía fija de China, por 585 m.d. En 2006 el BBVA adquirió el 15% de la matriz en Hong Kong y el 5% de la filial en Shanghai del Banco Citic, el séptimo del país por el volumen de activos, por 989m.e. Con estas dos operaciones la inversión española acumulada en China pasó del 0,1% del total al 0,4% (frente al 2,2% del Reino Unido, el 1,8% de Alemania y el 1,2% de Francia a fines de 2004). Aunque todavía pocas, nuestras grandes empresas han llegado, por fin, a China. Zara está desarrollando ambiciosos planes y otras varias de nuestras multinacionales están considerando seriamente el desembarco.

Hasta fines de 2005 un total de 7.500 empresas chinas habían invertido 50.000 m.d. en más de 100 países. En 2005 la cifra fue de 12.260 m.d., un 123% más que el año anterior. En 2004, en el curso de una visita a Iberoamérica, Hu Jintao anunció que China iba a invertir en la región del orden de 100.000 m.d. en los próximos diez años. La inversión china en España había sido hasta 2006 testimonial: entre 0 y 2 m.d. al año (del 0,002 al 0,005 del total). En 2006 se anunció que Hutchinson Whampoa, propiedad de Li Kashing, el hombre más rico de Hong Kong, invertirá 500 m.e. en una terminal de carga en el puerto de Barcelona, cuya estrategia es convertirse en una de las puertas de entrada de China y Asia en Europa.

China es para España a la vez un riesgo y una oportunidad cada vez mayor. Como se ha dicho, tiene una gran ambición tecnológica y en 2006 fue ya el segundo país del mundo por su gasto en I+D. Los países que estamos a la cola del pelotón de cabeza somos los que más vamos a sufrir, ya que China alcanzará pronto nuestro nivel tecnológico cada vez en más sectores, amenazando nuestro mercados.

Al mismo tiempo, China es una enorme oportunidad. Si en 2005 importó por valor de 659.000 m.d., el FMI prevía, a fines de 2004, que en 2009 lo hará por valor de 1 billón 180.000 millones. Esta cifra se ha quedado corta, puesto que a mediados de 2006 China superaba ampliamente la cifra de importación prevista por el FMI para la primera mitad de ese año. Así, China ofrece oportunidades enormes para la exportación de bienes y servicios. En el “Análisis de mercados exteriores con alto potencial”, elaborado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo en 2005, China ocupa el primer lugar. Se trata de tener productos con suficiente atractivo para el mercado chino. Para lograrlo España debe incrementar su gasto en I+D (ahora uno de los más bajos de Europa, con el 1,1% del PIB, frente al 4,2% de Suecia o el 2,5% de Alemania) y hacer un gran esfuerzo en educación (donde también estamos en los últimos lugares de Europa, según el Informe Pisa). De que hagamos o no los deberes en I+D y en educación dependerá, en definitiva, que China se convierta para España en una oportunidad o en un riesgo.

España debe, por otra parte, seguir corrigiendo su déficit de presencia en China, tras la llegada de nuestras primeras multinacionales. La fórmula idónea es el concierto entre sector privado y sector público, redoblando todo tipo de esfuerzo y sin desalentarse ante las dificultades. En el fondo, se trata de decidir si España tiene o no la ambición y los recursos para acometer el mercado chino y asiático. Nos va mucho en ello. Como dice el Informe del Instituto Elcano sobre la política exterior en Asia-Pacífico, de 2006: “España puede perder el tren de la globalización económica y de las relaciones internacionales en el siglo XXI si no aumenta y mejora substancialmente sus relaciones con Asia-Pacífico”.

Eugenio Bregolat
Ex-Embajador de España en la RP China, de 1987 a 1991 y de 1999 a 2003

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