jueves, 15 de febrero de 2007

Aproximación al terrorismo contemporáneo

Número 1/Febrero-Marzo 2007
Lucía Ferreiro

Los atentados ocurridos el 11 de septiembre de 2001 han tenido un impacto trascendental en la política mundial del nuevo milenio. El ataque terrorista de Al Qaeda ha supuesto un giro en la política mundial de 180 grados. El cambio ha sido tan importante como lo fue en su día, la bipolaridad surgida tras la Segunda Guerra Mundial.

No hemos, por lo tanto, llegado al “final de la historia” tal y como aventuró Francis Fukuyama en los años noventa del siglo XX. Cada periodo histórico tiene sus propias dificultades y ninguno se encuentra exento de conflictividad. La caída del comunismo produjo, durante unos años, un desmesurado optimismo colectivo donde se fraguó la falsa ilusión de una suerte de “mundo feliz”.

Sin embargo, la realidad ha situado las cosas en su sitio. La política internacional entendida en clave bipolar impedía vislumbrar con claridad la emergencia de otros conflictos latentes. Hoy en día, se puede argumentar que, el énfasis en la lucha contra el terrorismo, quita atención a otras cuestiones que puedan cobrar importancia en el futuro. Por ejemplo, las amenazas del cambio climático o la escasez de recursos energéticos y la creciente necesidad de estos, tanto por los países occidentales, como por las emergentes China y La India.

En definitiva, la globalización ha contribuido ha crear un mundo cada vez más complejo, interconectado e interdependiente. El terrorismo contemporáneo no es ajeno a dichos cambios.

El ensayo tratará de describir someramente el terrorismo en nuestros días y explicar tanto su “modus operandi” como las tendencias de futuro en este modo de ejercer la violencia.

II. Precisiones conceptuales

En primer lugar, para saber de qué estamos hablando es fundamental definir qué se entiende por violencia terrorista. “Un acto de violencia es terrorista si el impacto psíquico que provoca en una sociedad o algún segmento de la misma, en términos de ansiedad y miedo, excede con creces sus consecuencias materiales, esto es, los daños físicos ocasionados intencionadamente a personas o cosas”.1

Asimismo se debe diferenciar el terrorismo internacional del transnacional y, a su vez, estos del terrorismo islamista. Reinares conceptualiza el terrorismo internacional como aquel que, “se practica con la deliberada intención de afectar la estructura y la distribución del poder en regiones enteras del planeta o incluso a escala misma de la sociedad mundial”.

Asimismo a dicho rasgo añade lo siguiente acerca de los sujetos, “aquel cuyos actores individuales y colectivos hayan extendido sus actividades por un significativo número de países o áreas geopolíticas, en consonancia con el alcance de los propósitos declarados”.2 A diferencia de éste, el terrorismo transnacional, “sería el que de una manera u otra atraviesa fronteras estatales, básicamente porque quienes lo ejecutan mantienen estructuras organizativas o desarrollan actividades violentas en más de un país, incluyendo por lo común territorios sobre los cuales no tienen jurisdicción alguna las autoridades que dirigen en última instancia sus demandas”.3

Aunque pudiera parecer que el conjunto del terrorismo contemporáneo se adscribe al denominado terrorismo internacional, el académico clarifica que, por el contrario, la mayor parte de los actos terroristas son de carácter transnacional. “ (…) la mayoría de los incidentes terroristas registrados durante los últimos años en todo el mundo están relacionados con objetivos políticos que afectan directamente a dos o muy pocas jurisdicciones estatales y tienen connotaciones transnacionales pero no adquieren un alcance propiamente internacional. Son expresiones de un terrorismo transnacionalizado pero no de un terrorismo internacional”.4

Por último, el terrorismo islámico es un tipo de violencia ejercida por unos actores que comparten una visión concreta del credo islámico: el neosalafismo que entiende la “yihad” en su acepción ofensiva. De aquí procede la denominación de “yihadismo”.

III. ¿Choque de civilizaciones o Alianza de civilizaciones”

El debate acerca de cómo se debe ejercer la política internacional con el mundo islámico es una cuestión candente en España. Son conocidas las diferentes concepciones que de esta relación tienen las dos principales fuerzas políticas españolas, PP y PSOE, que también en este ámbito, difieren completamente.

Lo que pudiera ser una hipótesis plausible es que Osama Bin Laden y sus seguidores quisieran con el 11-S hacer realidad las ideas de Samuel Huntington en “Choque de civilizaciones”. De este modo si tanto en el mundo occidental, como en el del fundamentalismo musulmán, se considera dicho choque como “inevitable” estaríamos ante una profecía autocumplida. Esto es, se ha creado una realidad aceptada como tal basándose en unas teorías, que de suyo, no tendrían por qué ser una “verdad incuestionable”

IV. Letalidad creciente e indiscriminada

Si bien es cierto que el fenómeno del terrorismo existe desde la Antigüedad y en la época contemporánea ha resurgido de nuevo con enorme fuerza, el terrorismo de carácter islámico posee unas características que lo singularizan con respecto al resto de los terrorismos existentes y que se basa en el fundamentalismo religioso.

La “fatwa” (edicto) emitida por Osama Bin Laden en 1996 es el precursor del terrorismo global ejercido por Al Qaeda y dice lo siguiente:

La orden de matar a los estadounidenses y sus aliados, civiles o militares, es una obligación para todo musulmán, que pueda hacerlo en cualquier país donde le sea posible, a fin de liberar la mezquita de al-Aqsa y la mezquita santa de sus garras, y para que sus ejércitos salgan de todas las tierras del Islam, derrotados e incapaces de derrotar a ningún musulmán.5

Entre los motivos que justifican el ataque a blancos estadounidenses se encuentran tres razones:

-Los americanos ocupan, “tierras del Islam en su lugar más sagrado, la península arábiga”.
-Los estadounidenses tratan de “aniquilar lo que queda del pueblo de Irak y de humillar a sus vecinos musulmanes”.
-Norteamérica sirve “al minúsculo Estado judío y desvía la atención de su ocupación de Jerusalén y la muerte allí de musulmanes”.6

En definitiva, los ultrajes perpetrados son una, “clara declaración de guerra a Dios, a su profeta y a los musulmanes”.7 Por ello, ante esta situación, el fin justifica los medios.

Cabe añadir que la concepción del tiempo varía sustancialmente con respecto a la del mundo occidental. Esta guerra santa es una guerra de desgaste y no pretende una victoria inmediata, sino una erosión progresiva de las sociedades para que estas sucumban y presionen a sus dirigentes a cambiar de políticas. Aunque, el fin último de Al Qaeda consiste en reinstauración de un califato de dimensiones prácticamente mundiales donde impere la fe islámica.

V. Conclusiones

La conversión del terrorismo internacional en megaterrorismo globalizado implica que la lucha contra esta violencia debería ser una tarea propia de la sociedad mundial, es decir, cometido de las Naciones Unidas a través del Consejo de Seguridad. Pero aún hoy, la comunidad internacional no ha consensuado una definición común de terrorismo, lo cual dificulta sobremanera la lucha contra el fenómeno. Los países son reticentes a dejar en manos de la Corte Internacional de Justicia un asunto, donde si bien se reconoce la importancia indiscutible de la cooperación entre Estados, considerado de soberanía nacional. No se desea que un terrorismo “propio” sea juzgado por actores internacionales.

Entretanto, el terrorismo aprovecha la actual incertidumbre para atacar ya sea en lugares donde se ocasione un máximo número de víctimas, ya en lugares cargados de simbolismo. Para hacer frente a la nueva amenaza global, los Estados se encuentran en clara desventaja porque cada fallo de seguridad, aunque sea uno entre un millón, supone un éxito para los terroristas. Sólo hace falta encontrar un pequeño hueco, aprovechar la ocasión y colocar la bomba. Tal y como explica Bruce Hoffman, la medida de éxito de los terrositas es atacar, mientras que la de los servicios de inteligencia, así como los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado consiste en evitar y adelantarse a los ataques.

Lucía Ferreiro Prado
Licenciada en periodismo, master en Relaciones Internacionales de la UCM y especialista en Seguridad Internacional

Bibliografía

-Fernando Reinares y Antonio Elorza (eds), El nuevo terrorismo islamista. Del 11-S al 11-M, Madrid: Temas de Hoy, 2004. Capítulo cuatro, La continúa amenaza de Al Qaeda y el futuro del terrorismo de Bruce Hoffman.
-Fernando Reinares, “Conceptualizando el terrorismo internacional” ARI num. 82/2005 (Madrid: Real Instituto Elcano).
-Fernando Reinares, Terrorismo global, Madrid: Taurus, 2003.




Global Affairs no es responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores/as