Número 16/agosto-septiembre 2009
Fran Espinoza
El golpe de Estado del pasado 28 de junio, vino a ponerle sal a las "venas abiertas de América latina", provocando en nuestra memoria colectiva una serie de recuerdos que nos llevaron a preguntarnos, ¿cuándo fue el último golpe de Estado en Latinoamérica?, la respuesta: en 2002 en Venezuela, posteriormente comenzamos a tratar de hacer un recuento de los golpes de Estado y de acuerdo a Guerrero (2006), se habían contabilizado desde 1902 hasta el 2002 un total de 327.
El país donde se han registrado más golpes militares ha sido Bolivia 56, le siguiente Guatemala con 36, para nadie es un secreto que muchos de estos golpes fueron "patrocinados" y otras veces condenados por la política exterior estadunidense, que en el lenguaje de la propuesta "integracionista" de la Alternativa Bolivariana para las Américas ALBA, sería el imperialismo norteamericano o los yanquis.
El golpe 328 ocurrido en Honduras, fue condenado al día siguiente y considerado de INACEPTABLE por la comunidad internacional, el ALBA inmediatamente anunció el retiro de sus embajadores en Honduras, un par de días después la UE llamó a consulta a sus embajadores y suspendió la ayuda a ese país, la OEA dio 72 horas para reinstalar a Zelaya como presidente, la Asamblea General de la ONU pidió la restauración de Zelaya en el poder, el BM y el BID congelaron los préstamos y nuevos créditos a Honduras.
¿Son necesarias más sanciones y presiones para buscar una salida a este conflicto?, ¿se necesita la intervención militar del ejército nicaragüense y venezolano, ALBA?, ¿o la intervención de los cascos azules?, ¿o es el momento de encaminar nuestros esfuerzos para una resolución del conflicto a través de la mediación?
Partiendo que el golpe es inaceptable y lo que se busca es encontrar una salida pacífica, no es recomendable seguir causándole más daño a la población hondureña y estancarnos en el discurso pro o anti-imperialista, pro o anti-ALBA, lo anterior es porque ninguno de los líderes de esos "imperios" están sufriendo lo que la población civil hondureña vive a partir del 28 de junio, todo lo contrario están jugando al papel de víctimas y victimarios.
Al igual que entendemos el conflicto como un proceso, con la mediación ocurre lo mismo, entendiéndose esta última como un proceso voluntario con la cual se busca resolver un conflicto, dando la oportunidad a dos personas (partes) en conflicto que se reúnan con una persona neutral - el mediador- donde las partes intentaran llegar a un acuerdo.
¿Qué ha pasado en el proceso de mediación en Honduras?, al parecer no se tiene muy claro que es la mediación y que se persigue con ella, pese a que el mediador ha estado haciendo todo el esfuerzo por buscar una solución, las partes involucradas por desconocimiento del proceso como tal, por ambiciones personales, por intereses y manipulaciones externas no han logrado entender que el conflicto lo tienen que resolver ellos y no el mediador, porque éste último no es un mago, tampoco psicólogo, no toma decisiones, sólo realiza propuestas, las decisiones deben salir de las partes involucradas en el conflicto.
Este conflicto está sirviendo para mostrarnos que los golpes militares, los intereses caudillistas, el populismo y la manipulación no están solamente en nuestra memoria colectiva, sino también en nuestro día a día y más importante aún que tanto la comunidad internacional como nosotros debemos encaminar nuestros esfuerzos para aprender sobre métodos de resolución de conflictos, haciendo especial énfasis en la mediación porque de esta manera estaremos construyendo la Cultura de la Paz tan necesaria para nuestros países.
Fran Espinoza
Politólogo
Doctorando en estudios Internacionales e interculturales, Universidad de Deusto, Vizcaya, España.
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