jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Y ahora qué hacemos con la Revolución?

Número 21/julio-septiembre 2010
Juan Luis Dorado Merchán

Desde que volvió a la vida pública, Fidel Castro no ha dejado de sorprender. Para bien y para mal, el líder de la Revolución -hasta hace poco ex máximo mandatario cubano- ha salido de su escondite en el que habitó durante su convalecencia, para volver al primer plano, sorprender a todo el mundo y, quien sabe, reclamar su cetro como  Presidente de Cuba a su hermano pequeño.

Pero esta vez ha sido algo diferente a anteriores intervenciones de Castro. En una entrevista con el periodista Jeffrey Goldberg, de la revista norteamericana "The Atlantic", señaló que "el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros". Y el mundo se convulsionó.

Imaginen la cara de los compañeros de la Revolución al leer esas declaraciones. La del propio Raúl Castro sin ir más lejos. Pero sobre todo, imaginen el gesto para la historia que pondría Hugo Chávez, principal valedor de las ideas arcaicas de Fidel Castro en el siglo XXI.

Y es que hay que analizar concienzudamente todo lo que supone esa frase en boca del líder de la Revolución. Pese a que posteriormente, Castro desdijo al periodista -evidentemente por el revuelo causado y quizás por alguna llamada desde Caracas- está claro que el modelo cubano no funciona ni siquiera para Cuba. Y ahora ha sido el propio ideólogo e instigador del mismo el que lo ha dicho de forma clara. ¿Cómo defenderá ahora Hugo Chávez su Revolución Bolivariana, inspirada de arriba abajo en las tesis del modelo castrista?

Mujer Cubana en la Vieja Habana.UN Photo/Milton Grant


Conociendo la inteligencia y la manera de actuar de Fidel a lo largo de todas las décadas que lleva al mando en la Isla, es probable que conceder este tipo de entrevistas y hacer este tipo de declaraciones forme parte de una estrategia. Nadie como él sabe como camuflarse y adaptarse a los cambios. Ya lo hizo tras la caída de la URSS y soportó el durísimo ‘periodo especial' de los años 90.
¿Será una estrategia? Probablemente. Fidel Castro teme más que nunca por el futuro de su Cuba y sabe que el modelo es insostenible. Ya es un actor de ultimísimo plano en la comunidad internacional y sólo es la figura de Fidel la que mantiene a la Isla -cada vez más de vez en cuando- en el foco de los medios de comunicación globales.

La idea de la Revolución murió hace muchos años. Pero el castrismo sigue, y más fuerte que nunca, implantado de raíz en Cuba. El sistema es inamovible, por lo que una transición hacia el capitalismo -o hacia la democracia- es imposible. Sin embargo, Fidel Castro sabe que tocan malos tiempos y los cubanos y cubanas no podrán aguantar mucho más la situación actual, sobre todo si la crisis económica internacional perdura.


Por eso toca elegir vestido nuevo para la ‘niña bonita' de la Revolución. Cuba tiene que disfrazarse, y Fidel es el primero en diseñar el camino. Probablemente, habrá un cierto aperturismo en materia económica, sacará a todos los presos políticos de la cárcel y, como en muchísimas ocasiones, hará ver a la comunidad internacional de la bondad de sus planes.

Pero nada más lejos de la realidad. Antes de morir, Fidel Castro -viendo que Raúl ha sido inoperante ante ciertas situaciones- quiere dejar todo atado y bien atado.  Aunque algo que no había previsto puede alterar sus planes. Antiguamente, este tipo de declaraciones sólo afectaban a los cubanos. Pero ahora, cada declaración negativa sobre el Régimen cubano, afecta también a Venezuela, y a Bolivia, y a Ecuador,...

Porque ahora tiene aliados. Sí. La ideología de Fidel Castro ha calado en estos primeros años del siglo XXI más que nunca en América Latina. Desde hace tiempo, Hugo Chávez vende al mundo su idea del ‘Socialismo del Siglo XXI', basado principalmente en las tesis del máximo mandatario cubano. Si ahora Fidel dice que ese modelo no es exportable y ni siquiera es rentable para la propia Cuba, ¿qué argumentos le quedan a Chávez?

Teniendo en cuenta esta repercusión tan negativa de esa entrevista y, más que seguramente, insistimos, después de una llamada desde Venezuela, Fidel Castro no tuvo más remedio que desmentir al periodista. No es la primera vez que hace algo parecido. Entonces volvió al pasado, llamó al Fidel que todos conocemos y el enemigo externo, su teoría del pueblo sitiado y los peligros del capitalismo volvieron a escena.
Fidel Castro y Hugo Chávez salieron a la palestra y atizaron -como sólo ellos saben hacer- a diestro y siniestro, empezando por Washington, que en esta ocasión no ha dicho ni hecho nada. ¿Otra vez lo de siempre?

No. Porque Fidel Castro es consciente de que el modelo es inviable. Cuando pasó el poder a su hermano Raúl por enfermedad, todo el mundo esperaba cambios. Se habló del modelo chino, pero Cuba, pese a quién le pese, no ha tenido ni tendrá jamás el potencial económico del Gigante asiático.

Se hace evidente, cada vez más, la necesidad de un cambio, no ya hacia la democracia, sino del propio castrismo. Y es que si la Revolución quiere crecer en el siglo XXI, o se renueva así misma, o será imposible que sea sostenible por más tiempo. En los últimos años, ha sido su amigo Hugo Chávez quién ha ayudado con recursos de todo tipo. Pero, ¿Chávez estará para siempre instalado en su poltrona de Caracas?

Y es el momento de hacerse otra pregunta. Si todos en algún momento han hablado de cambios en Cuba, desde Fidel hasta Raúl Castro, ¿qué o quién impide que haya cambios en la Isla? ¿Acaso el sistema, el castrismo, el socialismo, ha superado ya todo tipo de barreras y ni siquiera sus ideólogos y constructores son capaces de modificarlo lo más mínimo? ¿Es todo un juego de cara a la galería para capear los malos tiempos y pensar que todo lo arreglará la providencia? Es todo un enigma.

Una Revolución... sin la Revolución

¿Y ahora qué? Esta pregunta se la estarán haciendo continuamente los cubanos que realmente estén interesados en el futuro político, social y económico de la Isla. Tras esta ya histórica frase de Fidel, se abren nuevas dudas sobre el futuro de Cuba. Son las mismas dudas que surgieron cuando se derrumbó el bloque soviético o con la enfermedad del Comandante. ¿Qué pasará?
Y es que lo que pasa en La Habana se queda en La Habana. Pocos analistas son capaces de comprender el inmovilismo real del castrismo. Pese a los anuncios de aperturas, las nuevas medidas que se anuncian cada cierto tiempo, los acuerdos con Venezuela, Bolivia,... todo, absolutamente todo, sigue igual o peor que antes.

Pocos días después de la entrevista en "The Atlantic", Fidel Castró dio su segundo discurso público tras su enfermedad. Fue como a Fidel le gusta. En el Palacio Presidencial de La Habana, con motivo del 50 Aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución, el 28 de septiembre de 2010. Pasan los años, pero los aniversarios le encantan a Fidel...

Pues bien. Si ese discurso se analiza al pie de la letra, el inmovilismo tradicional del castrismo vuelve a escena. La Revolución volvió al primer plano y Fidel señaló que "los cubanos han cumplido con la promesa de defenderla". Soltar esta frase en un discurso -que verán ojos de todo el mundo- semanas después de decir que el sistema no funcionaba ni para los cubanos, es algo que sólo puede hacer Fidel Castro. Genio y figura.

Ahí estaba él con su clásica chaqueta verde olivo. Una hora y media. De pie. Está en forma Fidel, especialmente su cabeza.  ¿Todo esto significa que el mayor de los Castro volverá a asumir el mando? Desde su recuperación, Raúl ha ido teniendo cada vez menos protagonismo. Y esto desespera a muchos, tanto dentro como fuera de la Isla. ¿Habrá ajustes? ¿Continúa la Revolución? ¿No estaba muerta?

Desde entonces, el Gobierno presidido -al menos de cara a la galería- por Raúl Castro ha ido aplicando una serie de medidas que han hecho temblar, un poco más si cabe, a la sufrida población cubana. En primer lugar, se subió el precio de los combustibles. Esto, en un país en el que la cartilla de racionamiento es la reina del baile, supone un freno brutal en el día a día de muchos ciudadanos.

Y es que en los próximos meses, será la mayor empresa del país la que tendrá que afrontar un número muy alto de despidos. Hablamos, como no, del Estado. Podrían perder su puesto de trabajo casi medio millón de personas. Un golpe muy duro en un país con una economía ya bastante maltrecha.

¿Cuál ha sido la solución pensada por el Gobierno? Fomentar el trabajo por cuenta propia. De repente, en la Revolución cubana se va a apostar por la iniciativa privada. Tras tantos años siendo el Estado quien ha llevado el peso de la economía, esta tímida apertura no produce, ni mucho menos, confianza en los cubanos. Son conscientes de que sus puestos trabajando para el Estado son seguros y, aunque no bien pagados, pueden llevar un sueldo a sus casas a final de mes.
Por lo tanto, el Gobierno cubano lanzó a finales de septiembre de 2010 una serie de reglamentos de trabajo por cuenta propia. La Habana ha visto la necesidad de fomentar el autoempleo y así justificar los despidos masivos de los que hemos hablado anteriormente.

Algunos de estos nuevos empleos -178 han sido aprobados en total- tienen nombres bastantes ridículos y estrafalarios. Por así decirlo, no son profesiones que puedan dar mucha seguridad a quienes, tras quedar en el paro, opte por fomentar el empleo por cuenta propia en un país que durante varias décadas ha dependido para todo de la maquinaria del Estado.

Sin embargo, pese a esta iniciativa de autoempleo, nadie ha oído -ni se espera- nada de fomentar pequeñas  y medianas empresas o cooperativas que, al igual que ha ocurrido en otros países latinoamericanos, podrían ayudar a muchos cubanos a dar pasos adelante e ir ganando poder adquisitivo.

Pero no hay más opciones. El modelo cubano ya explotó hace años y lo único que ha hecho la crisis económica internacional ha sido demostrar -a los cubanos y al mundo entero- que es un sistema insostenible en el siglo XXI, al igual que lo fue en el siglo XX cuando se esfumó el bloque soviético.

Y es que, en el fondo, nada ha cambiado en Cuba. Todas estas medidas vuelven a ser más de cara a la galería que efectivas para la realidad de la sociedad cubana. Desde la caída de la URSS es algo que ha pasado en varias ocasiones: el ‘periodo especial' de los 90, la enfermedad de Fidel Castro,... Aperturismo entre comillas para dar una imagen de apertura de cara a la sociedad internacional.

Pero el objetivo sigue siendo el mismo: control, control y control. Los llamados ‘autoempleados' estarán igual de controlados por el Gobierno cubano que cuando eran funcionarios que el gigantesco aparato estatal.

Aunque en esta ocasión hay un matiz diferente a todo lo anterior: el propio Fidel Castro ha dudado del sistema que el mismo ha ido conformando a lo largo de los años. Desde que enfermó, dentro y fuera de la Isla han estado esperando cambios estructurales en Cuba. Pero nada de nada. Y estas nuevas medidas están muy lejos de ser lo que los cubanos y cubanas realmente necesitan.

Y por si fuera poco, Fidel ha vuelto y con más fuerza que nunca. Verlo de nuevo con su guerrera verde, dando discursos de varias horas, hace posible imaginar que nunca ha estado enfermo, que nada ha cambiado y que, como en otras ocasiones, su capacidad de camuflarse a los tiempos, hará que el castrismo salga de rositas y todo siga igual en Cuba.

Juan Luis Dorado Merchán
Periodista especializado en América Latina




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