jueves, 12 de agosto de 2010

Mil quinientos metros con vallas: El futuro político argentino para 2011

Número 21/julio-septiembre 2010
Facundo Cruz

2009 fue año electoral en Argentina y también lo será el 2011. En el medio, los políticos viven en campaña. La culpa, claro, recae en las normas y reglas que fijan el calendario electoral. Las leyes argentinas establecen que cada dos años se debe elegir una porción de nuestros legisladores (mitad de los diputados y un tercio de los senadores), y cada cuatro Presidente, Vicepresidente y el resto de los legisladores en elección conjunta.

El año pasado fue el turno de los legisladores únicamente. Esa contienda electoral tuvo una doble función netamente política. Primero, sirvió para que el electorado argentino valorara al gobierno de turno, liderado por la peronista Cristina Fernández de Kirchner y continuador del modelo impulsado por su marido en el período anterior, Néstor Kirchner. Segundo, para que los partidos políticos (tanto oficialistas como opositores) midieran fuerzas entre sí y posicionaran sus propios candidatos presidenciales para el 2011.


El resultado fue ambiguo. Por un lado, más del 70% del electorado prefirió opciones políticas opuestas al gobierno de turno y otorgó, como consecuencia, un crédito a la oposición para modificar el curso de la política actual. Por el otro, ese 70% de los votos se dividió en un sinnúmero de ofertas opositoras que impidió a un partido político en solitario alzarse con la victoria. Por ende, nadie quedó primero en la carrera presidencial. Todos, al día de hoy, van más o menos parejo con alguna que otra valla en el medio.

La Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner asiste a la inauguración de la exposición argentina de la historia de los desaparecidos y el conflicto con las "Abuelas de Plaza de Mayo". Fuente: UN Photo/Ryan Brown


La oferta actual

Para lograr comprender el panorama político argentino hace falta mirar al Congreso Nacional. Es en el recinto legislativo donde se detecta una variedad de opciones que cubren la totalidad del espectro ideológico que, sin embargo, tienen ciertas particularidades argentinas propias. Esas que suelen desorientar al más lúcido analista externo.

En lo que se puede denominar la centro-izquierda, se encuentran tres grupos: Coalición Cívica ARI (CC-ARI), Generación para un Encuentro Nacional (GEN) y Partido Socialista (PS). La afinidad personal entre los tres líderes de estos bloques de legisladores (Elisa Carrio -CC-ARI-, Margarita Stolbizer -GEN- y Rubén Giustiniani -PS-) les ha permitido avanzar en una agenda legislativa común.

La Unión Cívica Radical (UCR), netamente de centro, se suma a este espacio (ha sido aliada de los tres anteriores en las elecciones legislativas del año pasado) y han sabido construir, entre los cuatro sectores, un sociedad política marcadamente opositora con vistas al 2011. Esta unión ha centrado sus esfuerzos, principalmente, en la transparencia institucional, el control sobre el Poder Ejecutivo y alguna que otra medida dirigida a la redistribución de la renta nacional.

Ubicados en la centro-derecha se encuentra Propuesta Republicana (PRO), partido político opositor creado en torno a la figura del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. Con un discurso político centrado en la seguridad ciudadana, han enfatizado la necesidad de enfocarse en las buenas prácticas de gestión gubernamental. También con buenas relaciones personales con el sector de centro-izquierda, han acompañado muchas de las medidas propuestas por éstos.
Con menor peso político quedan otros sectores, como Proyecto Sur (centro-izquierda) y algunos partidos provinciales, que han negociado su apoyo tanto a oficialistas como opositores dependiendo del contenido de las leyes. Sin embargo, su fuerza política no ha sido trascendental ya que cuentan con apenas un puñado de legisladores.

El peronismo: promoción especial

Mención especial merece, como siempre, el peronismo. Tanto ideológica como políticamente, el caso del Partido Justicialista suele ser difícil de comprender. En el primer aspecto, la existencia de sectores tanto de izquierda como de derecha permite considerarlo como una opción transversal a las preferencias ideológicas del electorado y con un alto grado de pragmatismo y oportunismo político. Si hace falta privatizar, el peronismo privatiza. Si hace falta intervenir en la economía, entonces creará un Estado interventor.

Es el segundo aspecto el que marca la diferencia tanto con sus fieles seguidores como con sus críticos internos. Al momento de gobernar, el peronismo suele recurrir a todos los instrumentos de los que dispone el Estado Nacional para lograr consensos, aumentar su base de legitimidad y torcer voluntades opositoras. Este tipo de estrategia política le ha valido tanto éxitos como fracasos y ha sido, la mayor parte de las veces, el punto divisor interno y externo al partido.

Es entonces aquí donde se puede comprender por qué existen, al día de hoy, un peronismo oficialista y uno opositor. El primero, centrado en torno a la coalición política construida por el ex-presidente Néstor Kirchner y mantenida por la actual mandataria Cristina Fernández de Kirchner. El segundo, construido por y alrededor de gobernadores provinciales (Alberto Rodríguez Saá), ex-gobernadores (Eduardo Duhalde), senadores (Carlos Reutemann y Adolfo Rodríguez Saá), diputados (Francisco De Narváez y Felipe Solá) y dirigentes peronistas  sin acceso a recursos del Estado (Ramón Puerta).
Esta disputa interna en el peronismo se traduce externamente al sistema político en su conjunto y afecta tanto las estrategias políticas de los demás partidos como las del propio peronismo. La pelea se reduce a un axioma político básico: quien controla el peronismo y accede al gobierno, controla el Estado Nacional y a los que dependen de sus recursos para subsistir.

Las posibilidades 2011

Lo que parece ser una selva ingobernable es, en realidad, parte de la cotidianeidad política argentina. Y esta cotidianeidad es la que otorga mayores o menores posibilidades a los partidos políticos para alcanzar su cometido: formar gobierno en 2011. Tres son las opciones al día de hoy.

Por un lado, el espacio de centro-izquierda que nuclea a CC-ARI, GEN, PS y UCR tiene intenciones de consensuar una fórmula presidencial común. Las buenas relaciones personales que mantienen algunos de sus dirigentes y la agenda común que pudieron acordar (a duras penas y con algunos altibajos) los bloques legislativos resultan una buena base para un gobierno futuro. Tan sólo un escollo existe en el camino: la designación del candidato a Presidente. Es aquí donde surgen algunas diferencias.

Elisa Carrió (líder de CC-ARI) mantiene profundas diferencias con Julio Cobos, actual Vicepresidente de la Nación y potencial candidato presidencial. Segunda sorpresa argentina: Cobos pertenecía antiguamente a la UCR y decidió romper con el partido para integrar la fórmula con Cristina Kirchner en 2007. Luego de diferencias políticas profundas en torno a la política agropecuaria con la mandataria, ahora ha decidido volver a las filas radicales. Es el arrepentimiento la valla que separa a Carrió, quien también tiene pretensiones presidenciales, de Cobos.

Ricardo Alfonsín, Diputado Nacional (UCR) e hijo del difunto ex-presidente Raúl Alfonsín, tampoco reniega de sus aspiraciones a la primera magistratura. Su disputa con Cobos es más bien orgánica y se centra en torno al apoyo que le puede dar a uno u otro el radicalismo. Éste, sin embargo, no critica el pasado oficialista de Cobos y mantiene, por otro lado, buenas relaciones con Elisa Carrió. Un poco de caos de candidaturas que se dirimirán en internas abiertas el año próximo.

Por otro lado, se puede esperar un posible acuerdo entre los peronistas no oficialistas y PRO. Las conversaciones para alcanzar un acuerdo electoral entre los dos espacios políticos han avanzado en las últimas semanas y se estima que llegarán a buen puerto, dependiendo de la suerte que corra Mauricio Macri (PRO). El actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra en un proceso judicial por asociación ilícita y en medio de un posible Juicio Político de parte de la Legislatura de Buenos Aires. El resultado de ambos procesos definirá si puede ser candidato presidencial o quedará fuera de la carrera.

Los peronistas opositores, por su parte, no descartan a Macri como potencial aliado temporal pero no dejan de consideran la posibilidad de elegir un candidato que salga de su seno. Un genuino peronista: ni socio externo como Macri ni traidor como los Kirchner. Reutemann, Duhalde, De Narvárez y Solá se anotan en ese listado. Todos los mencionados participarán de una elección interna y el electorado será el encargado de elegir el representante del peronismo opositor.

El kirchnerismo gobernante será la tercera opción electoral. Aún queda por definir el representante de este sector, pero se estima que será o bien el ex-presidente Néstor Kirchner o bien el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. Más allá de los nombres, la intención de Kirchner es evitar dispersar la tropa del Partido Justicialista para no concurrir a las elecciones generales con dos opciones peronistas. Este panorama serviría en bandeja la victoria para el acuerdo de centro-izquierda CC-ARI - GEN - PS - UCR, algo que ningún peronista, oficialista u opositor, está dispuesto a aceptar.
Acá vuelve a entrar en juego la complejidad del peronismo. La estrategia del kirchnerismo se centra en otorgarles garantías a los peronistas opositores de que las elecciones internas en el Partido Justicialista serán limpias y transparentes. Sin embargo, estos últimos temen un fraude electoral interno, producto del control que tiene Kirchner del aparato del partido, que los deje fuera de la carrera presidencial. El dilema es claro: crear una nueva estructura partidaria, ir por fuera del Partido Justicialista y correr el riesgo de perder la Presidencia, o participar de las internas abiertas y correr el riesgo de ni siquiera participar de las generales.

A modo de conclusión: un escenario posible

Todo ese cúmulo de dirigentes, legisladores y figuras de renombre tienen, en realidad, más puntos de acuerdo de lo que parece. Siendo la titularidad del Poder Ejecutivo un cargo unipersonal, es impensable considerar que una sola persona por su cuenta pueda alcanzarlo. Con lo cual, la propia dinámica del sistema presidencialista y el altísimo interés que tienen los partidos políticos en conquistar el premio máximo fuerza a los partidos políticos a lograr acuerdos.

Inevitablemente, el próximo gobierno será de coalición. Ninguno de los sectores políticos antes descriptos tiene la intención de voto suficiente como para ganar las elecciones presidenciales ni la capacidad organizativa a nivel nacional para garantizar la gobernabilidad del sistema por sí solos. La presencia de un sistema político multipartidario con una forma de gobierno presidencial fuerza a los partidos políticos a lograr esos acuerdos.

Si bien la última experiencia de gobierno de coalición (Alianza, 1999-2001) no terminó el mandato correspondiente de cuatro años y culminó en la peor crisis económica, social, política e institucional que sufrió el país, la coyuntura actual parece indicar que el camino es uno solo: el de los acuerdos políticos. Tal vez con esto en mente es que algunos referentes políticos del espacio de centro-izquierda y del peronismo opositor hayan comenzado a elaborar un consenso básico de políticas de Estado de cara al período 2011-2014. Un Pacto de Gobernabilidad que hace acordar un poco al Pacto de la Moncloa.
Sin embargo, la tarea no será sencilla. Si los partidos políticos pretenden recibir el cheque en blanco que les dará el electorado, deberán considerar dos obligaciones. Primero, lograr una distribución de espacios de poder lo suficientemente balanceada entre ellos para impedir que los desacuerdos sobre algunas políticas públicas deriven en fracturas de gobierno. Segundo, recurrir a los mecanismos institucionales formales establecidos para canalizar las demandas y para ofrecer respuestas al electorado, dejando de lado prácticas políticas poco transparentes y al límite de lo ilegal.

¿Los candidatos y las fórmulas? Para eso habrá que esperar a diciembre de este año. Es demasiado pronto. Todavía nadie ha saltado la primera valla.

Facundo Cruz
Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), investigador del Instituto de Ciencias Jurídicas y Sociales (INSOC) de esa casa de estudios y Asesor de la Dirección General de Planificación Estratégica de la Jefatura de Gabinete del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Global Affairs no es responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores/as