lunes, 1 de junio de 2009

Elecciones indias: Anatomía de una democracia

Número 15/junio-julio 2009
 Javier Delgado


India es frecuentemente descrita como la democracia más grande del mundo. Etiqueta hecha justicia durante los pasados meses de abril y mayo, cuando el 58 por ciento de los 714 millones de indios con derecho a voto acudieron a las urnas. Internacionalmente catalogadas como limpias, el voto final otorga una cómoda victoria al saliente Partido del Congreso (el Congreso). Con 206 diputados de los 543 de que se compone la Lok Sabha (Cámara Baja del Parlamento Indio), el Congreso ha desbancado todas las previsiones.

En un país tan vasto y lingüística, étnica y religiosamente diverso como lo es India, el mero hecho de celebrar un proceso electoral transparente, libre y justo hubiera sido un logro por si mismo. India ha ido más allá. Enfrentada a los encarnizados retos de su desoladora pobreza, arraigada corrupción, explosivas tensiones religiosas y sangrientos levantamientos populares, la población india ha demostrado una sorprendente sofisticación política.


El siguiente análisis desglosa la significación de los pasados comicios a través del escrutinio de la India de los últimos cinco años. La nula precisión de las encuestas de voto; las claves del éxito electoral del Congreso; el aciago horizonte que encaran los partidos derrotados; al igual que los retos con los que la coalición en poder debe lidiar, articulan este profundo pero asequible examen de las catalogadas como ‘las mayores elecciones de la historia.'
 

 Crónica un pronóstico fallido

Cuando el pasado 16 de abril se daba salida a los comicios indios (fragmentados en cuatro semanas), ni medios de comunicación locales ni internacionales, ni esferas académicas, ni analistas políticos o tan siquiera las declaraciones más optimistas del Congreso se atrevían a anticipar lo que exactamente un mes después, la Comisión Electoral India comenzaba a insinuar: la generosa victoria del Congreso en las 15º elecciones del país.

Durante la campaña electoral y a través del proceso de votación, se asumía que, siguiendo sectarismos regionales, religiosos y de casta, India iba a elegir un parlamento peligrosamente fragmentado. Como el prestigioso think tank indio Strategic Foresight Institute afirmaba, "en India, la gente vota por emociones más que por razones (1)."
 En un país tan diverso y, en la mayoría de casos, pobremente educado como India, el sentido común no tiende a augurar cohesión alguna en las urnas. De hecho, esta había sido la tendencia en las pasadas dos elecciones parlamentarias, otorgando a un amplio número de partidos regionales un prominente papel en la Lok Sabha.



Nueva Delhi, Foto: Patricia Martinez

Nada invitaba a prever esta vez un viraje en el voto. Incluso los sondeos a pie de urna "indicaban un apretado desenlace entre la Alianza Progresista Unida (APU) liderada por el Congreso, y la Alianza Democrática Nacional (ADN) encabezada por el Partido Popular Indio (BJP) partido líder de la oposición (2)." El resultado final sería muy diferente - un ejercicio de introspección que en parte, ha abierto una nueva era en la forma en que la propia India se entiende a si misma.

El sueño más iluso del saliente Congreso parecía hacerse realidad. Sobrepasando la barrera de los 200 diputados, centenares de millones de votantes encargaban al Congreso un nuevo gobierno de coalición, esta vez constituido en base a un reducido número de partidos. Se esfumaba de un plumazo el siempre presente temor a una fragmentada coalición corrompida por divergentes intereses y enfrentadas ideologías.

Las pasadas urnas han puesto fin a la cotidiana impresión de colapso político cada vez que una ley de cierta trascendencia era discutida en la cámara baja. Probablemente, el mayor paradigma de estas limitaciones se pudo ver en la crisis desatada a raíz del acuerdo en energía nuclear firmado con la administración norteamericana. El convenio, vital para el desarrollo de la energía nuclear india de uso civil, apunto estuvo de ser bloqueado por un grupo de partidos de izquierda (denominado ‘Frente de Izquierda'), clave para la estabilidad del gobierno de la APU. Con el resultado del pasado mayo, el nuevo gobierno dispone de autonomía frente a los chantajes políticos de fuerzas externas.

Autonomía alcanzada gracias al mayor peso parlamentario de los partidos que forman la APU- dos partidos regionales (junto a un pequeño número de pequeñas fuerzas políticas) al son de la batuta del Congreso. Hoy la APU controla 262 diputados de los 543 que componen la Lok Sabha. Una confortable mayoría con que guiar firmemente las riendas del país.

Fuentes del éxito

Para Mr Varshney, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Brown (EE.UU), el formidable apoyo social dado al Congreso "puede ser entendido como el reconocimiento a las políticas sociales de la APU (3)." Entre otras medidas, dos programas parecen haber inclinado la balanza del lado del Congreso. En primer lugar, el Plan Nacional de Garantía de Empleo Rural, una colosal iniciativa que asegura 100 días anuales de empleo (trabajos no cualificados en obras públicas) a al menos un adulto por familia. Delhi cree que por el momento, unos 44 millones de hogares se han beneficiado de dicho plan. En segundo lugar, otro masivo programa social diseñado para perdonar las deudas de unos 43 millones de habitantes de zonas rurales- adeudamientos que en los últimos años, han llevado al suicidio a miles de agricultores asfixiados por su incapacidad de liquidarlos.

Estas políticas en pro de los más necesitados han atraído el definitivo apoyo de los estratos más desfavorecidos y castas marginadas del país. En India, al contrario que en Occidente, estos sectores constituyen un bloque que acude masivamente a votar. Teniendo en cuenta que aproximadamente el 70 por ciento de los indios viven con menos de $2 al día, se puede afirmar que las destituidas y empobrecidas masas indias tienen un papel más que decisorio en la composición de su parlamento.

Pero la APU ha obtenido esta vez también un considerable apoyo desde las clases más favorecidas. Supuestos partidarios del BJP (percibido como más inclinado a favorecer la clase empresarial), los escalafones medios y altos de la sociedad han optado por premiar la relativa estabilidad económica desplegada durante los últimos cinco años de gestión de la APU.

El crecimiento económico del 8,5 por ciento durante los pasados cuatro años, junto a una acentuada rebaja en la inflación (el índice más familiar para el indio de a pie) tras la bajada de los precios del petróleo, han generado cierto nivel de confianza en la actuación económica del gobierno. Este bagaje ha estimulado el voto seguro- al partido que en este periodo tan turbulento económicamente maneja el timón. Como M K Bhadrakumar, embajador indio retirado, escribe para Asian Times, "el congreso se ha beneficiado de estos tiempos inciertos (4)."

Otro factor de voto ha sido la sensata respuesta del gobierno al atentado terrorista del pasado noviembre en Mumbai. Acusado de reaccionar demasiado cautelosamente tras las primeras horas del ataque, al final Delhi se las arregló para mostrarse firme frente a los terroristas, severo en sus declaraciones y al mismo tiempo, no demasiado hostil en la esfera diplomática. El gobierno apaciguó el restante descontento destituyendo tanto al ministro de interior como al de Maharashtra (estado del cual Mumbai es capital).

En el contexto regional, el hecho que India evitara mostrarse excesivamente beligerante hacia Pakistán (y por extensión, hacia la extensa comunidad musulmana del país) fue percibido muy positivamente por parte de la comunidad musulmana india. A efectos electorales, esto ocasionó que el voto al Congreso se convirtiera en la preferencia natural para una gran parte de los 150 millones de musulmanes del país.

Por último lugar, el propio primer ministro Indio, Manmohan Singh, se ha revelado clave en la victoria de su partido. Al igual que en la mayoría de sistemas políticos en países en vías de desarrollo, el indio está repleto de políticos de dudosa integridad. En un artículo escrito para el think tank indio South Asia Analysis Group, Mr Raman (director del Instituto Indio de Estudios Contemporáneos) asegura que "la incuestionable reputación de Singh como líder honesto ha ayudado al Congreso a deshacerse de.... las alegaciones de corrupción que acechaban al partido (5)."

El fracaso de los viejos valores- elecciones de una India sensata

Uno de los mayores perdedores de las pasadas elecciones fue el Partido Popular Indio (BJP, en sus siglas en hindi), principal fuerza política opositora.  El partido, que gobernó el país desde 1998 hasta 2004 parece haber sido presa de su propia ideología: Hindutva (‘hinduidad' en una aproximada traducción al castellano).  El término personifica un conjunto de preceptos conservadores guiados por una estricta interpretación de cómo el Hinduismo debe ocupar un papel primordial en la jefatura y administración india. Tal lectura del Hinduismo, la religión-filosofía practicada por alrededor del 80 por ciento del país, se ha mostrado seriamente desconectada del día a día de los ciudadanos.

A modo de ejemplo, en Gujarat, el estado más industrializado del país y la región donde la división entre hindús y musulmanes es más volátil, el Congreso obtuvo 11 diputados de los 26 asientos asignados al estado (con los restantes en manos del BJP).  El hecho de que Narendra Modi (BJP), áspero ministro de Gujarat, ganase hace dos años su tercer mandato consecutivo, no parece haber sido punto de referencia alguno para los votantes de este estado.

Este mal resultado obtenido por el BJP ha sido la norma a través de los 28 estados que forman la Unión India- con solo 116 de 756 diputados, la oposición recibe su peor resultado de las dos últimas décadas.

Si el BJP aspira a recuperar el poder de atracción del que una vez disfrutó, deberá amoldarse a los nuevos patrones morales que guían hoy la juventud urbana, y al mismo tiempo, escuchar las demandas de las empobrecidas masas rurales. Para lograrlo, el primer paso sería sustituir a Advani, octogenario y antiguo ministro indio, de su puesto de líder del partido. Su visión del país se ha quedado trasnochada, distante de las necesidades de la India del siglo XXI.

La sensacional victoria del centro político (personificado por el Congreso) no solo ha sobrevenido a costa del conservador BJP- también ha golpeado las fuerzas políticas de izquierda, así como un número de importantes partidos regionales.

El Partido Comunista-Marxista de India (PCI (M)), principal fuerza política de izquierdas, gobierna hoy Bengala Occidental, Kerala y el pequeño estado del noreste de Tripura. Esta fortaleza propició que el PCI (M), desde la alianza de izquierda denominada Frente de Izquierda, jugase un importante papel durante casi toda la pasada legislatura. Los tiempos de vino y rosas concluyeron con el resultado de las pasadas elecciones. Con solo 22 asientos en la Lok Sabha (lejos de los 43 ocupados en la anterior cámara), el  PCI (M) no tiene esta vez manera alguna de participar en el gobierno.

El colapso del PCI (M) debe de ser entendido en el marco de dos políticas que, dado el doloroso mensaje transmitido por el electorado, se han revelado (en el mismo grado que la ideología Hindutva del BJP) obsoletas de cara a la sociedad india. En primer lugar, el PCI (M) ha sido fuertemente criticado en su bastión de Bengala Occidental por, tal y como lo describe The Economist "afán mafioso de adquirir terreno cultivable para desarrollo industrial (6)." En 2007, el PCI (M) fue acusado de forzar a pobres agricultores a ceder sus tierras al gobierno (para la construcción de un complejo petroquímico) a cambio de compensaciones a todas luces injustas.

El otro controvertido asunto fue la intransigente oposición de los comunistas a la decisión más notable del gobierno de Singh en política exterior- la firma con la administración Bush del anteriormente mencionado convenio de cooperación nuclear. La consecución del acuerdo desembocó el pasado año en la retirada del apoyo del Frente de Izquierdas al gobierno liderado por el Congreso, lo que causó la crisis política más importante de la pasada legislatura.

Pormenores de una coalición

Tras el claro apoyo dado a la APU por las urnas, la alianza sólo necesitaba 10 asientos más para formar la mayoría parlamentaria que le permitiese gobernar- al no depender de precarias redes de apoyos para liderar el parlamento, la formación de un consistente gobierno en la Lok Sabha ha sido inauditamente sencilla.



Manmohan Singh, el Primer Ministro de la India, asiste al debate general de la sesion numero 36 de la Asamblea General de la ONU. UN Photo/Marco Castro



 Entre las ausencias más destacables en el nuevo gobierno está el Bahujan Samaj Party (BSP), partido gobernante en Uttar Pradesh, el estado más poblado de India con cerca de 200.000 millones de habitantes. Dado que el estado aporta 80 diputados a la Lok Sabha y todas las encuestas predecían un brillante desenlace para el partido, pocos se atrevían a cuestionar que el BSP estaba destinado a jugar un papel vital en el próximo gobierno.  Consecuentemente, Mayawati, la populista ministra dalit (intocable) del estado, era incluida en todas las apuestas como pieza clave en la formación de la siguiente administración. La realidad variaría enormemente- con un número sorprendentemente bajo de diputados, el BSP está hoy totalmente desvinculado de las riendas del poder.

En el extremo opuesto encontramos al Congreso de Trinamool. Este partido escindido del Congreso dio la campanada al convertirse en el más votado en el estado de Bengala Occidental. Con 29 diputados, el Congreso de Trinamool es hoy el segundo partido más fuerte en la APU-  aunque aún muy lejos de los 206 asientos ocupados por el Congreso.

Cualquier análisis de la nueva alianza gobernante estaría huérfano sin evaluar su tercer mayor miembro, el Dravida Munnetra Kazhagam (DMK). Este partido, al mando del estado de Tamil Nadul, ha sido aliado clave de la APU desde su formación en la anterior Lok Sabha en 2004.

Tamil Nadu es un estado particularmente delicado. Situado en el extremo sureste del país y de población mayoritariamente tamil, el estado es especialmente susceptible a la posición de Delhi en el conflicto de Sri Lanka, situada a  pocos kilómetros de sus costas.

Dado que la última fase de la contienda en Sri Lanka coincidió con las elecciones indias, el DMK presionó fuertemente a la APU para que tomara una clara postura contra los abusos cometidos en el conflicto contra los civiles tamiles. El Congreso consiguió ejercitar hábilmente su maquinaria diplomática, adoptando una postura lo suficientemente firme frente al gobierno de Sri Lanka como para convencer al DMK de mantenerse dentro de la APU.

En resumen, el primer ministro Singh puede afrontar la recién inaugurada legislatura con cierta sensación de alivio. Con sus problemáticos aliados privados de ejercer ningún tipo de influencia, Singh está liberado de interferencias torpedeando su agenda electoral- en particular, las esperadas reformas económicas.

El único obstáculo inherente en el camino del Congreso puede venir de la mano del Congreso de Trinamool. Como Raman apunta, el partido de Bengala Occidental trae "su propio retrogrado equipaje en materia económica... como en el caso de su implacable oposición a las zonas económicas especiales (7)." De hecho, la incertidumbre de cómo el Congreso de Trinamool maniobrará dentro del gobierno de la APU es la principal nube sobre el horizonte del nuevo gobierno.

Siendo exigente, yendo al grano

Poco después de su conquista electoral, Singh declaraba que uno de sus principales objetivos es estimular el crecimiento inclusivo de la economía india. El reelegido primer ministro está ampliamente reconocido por su efectivo criterio económico- reputación ganada en los años 90, cuando como ministro de economía, introdujo un amplio programa de reformas basado en la privatización de empresas públicas clave y la relajación de la normativa inversora.

Con este bagaje y una vez redimido de las limitaciones impuestas por sus antiguos socios comunistas, es probable que el nuevo gobierno acelere la venta de compañías públicas. Aún queda por ver como esta estrategia influirá en los crecientes cierres industriales y despidos laborales de que el país entero está siendo objeto.

Además de la coyuntural recesión y la perpetuamente obsoleta legislación laboral y de pensiones, el aciago balance fiscal indio se presenta como el pilar más frágil de la economía. El mal estado de las arcas públicas viene en gran parte inducido por lo que algunos críticos no dudan en llamar "despilfarradores gastos (8)." Legado del planeamiento socialista implementado hasta principios de los 90, Delhi subsidia gran parte de los sectores claves del país: sistemas de distribución, educación primaria, sanidad, y fertilizantes son sólo algunos de los ámbitos beneficiados por las inyecciones monetarias estatales. Tal torrente subsidiaria ha dejado el presupuesto estatal en un preocupante estado- "los subsidios a los combustibles, en particular, mantienen las arcas estatales fuertemente dependientes de las variaciones del precio del crudo en el mercado internacional (9)." En el actual trance global, es poco probable que Delhi recorte significativamente sus ayudas al combustible.

Nueva Delhi, India. Foto: Patricia Martinez
Por suerte, la actual crisis económica no ha coincidido con la drástica subida del petróleo del año pasado, lo que da un ligero respiro a las finanzas públicas.  Por lo tanto, el mayor dilema al que se enfrenta el Congreso es reducir de forma paulatina la cantidad y el coste de dichos subsidios al menor coste social.

Otro campo en el que el renovado gobierno de Singh debe emplearse a fondo es el paupérrimo estado de la administración, lo que en gran medida explica la incapacidad del país en consumar algunos de sus planes más ambiciosos. No cabe duda que la tarea de renovar la maquinaria burocrática india va más allá del alcance de cualquier quinquenio legislativo- solo se puede lograr a través de un pacto entre los sucesivos gobiernos del país, lo que en un escenario tan políticamente diversificado como el indio, se antoja razonablemente improbable.

Una de las causas del, como the Economist califica, "chirriante maquinaria burocrática india (10)," es la endémica y extendida corrupción incrustada en el sistema. El dudoso hábito de utilizar los privilegios intrínsecos de ostentar un cargo público en beneficio propio también alcanza la clase política. Más del 70 por ciento de los candidatos a la Lok Sabha tenían antecedentes penales, en lo que Swati Parashar, del grupo de Análisis del Sur de Asia, llama "criminales convertidos en políticos (11)."

En el terreno de la seguridad nacional, la sangrienta revuelta maoísta, ya propagada por todo el cinturón suroeste indio, constituye la mayor amenaza a la estabilidad social del país. Los maoístas, un fragmentado grupo guerrillero de extrema izquierda, aseguran defender los intereses de los campesinos más pobres de la India rural. De forma más especifica, el movimiento reclama luchar en nombre de los cientos de miles de personas que son desplazadas para dejar paso a diferentes proyectos de difusión industrial.

Aunque el ideal pueda parecer plausible, no lo son los brutales métodos utilizados para imponer su ley en las áreas bajo su influencia. A modo de ejemplo, el boicoteo maoísta a las pasadas elecciones se tradujo en amenazas a todo aquél que se mezclase en el proceso; a los votantes se les cortarían las manos y al personal involucrado en el proceso electoral, se le asesinaría directamente (12).

Para terminar con esta situación, el recién formado gobierno debe poner énfasis en mejorar la coordinación entre estados indios en su lucha contra la guerrilla maoísta. La reinante desconfianza con que ciertos estados se toman las pautas establecidas por Delhi debe ser paulatinamente limada. Dos años atrás, este autor atestiguó como el gobierno del estado central de Chattisgarh (entonces y ahora en manos del BJP) armaba y entrenaba civiles para combatir los insurgentes maoístas. Como primer paso, este tipo de dudosas estrategias antiterroristas deben ser inmediatamente corregidas por la administración central.

El resto de amenazas a la estabilidad de la nación provienen de tres frentes principales: las tensiones en Cachemira, los numerosos movimientos independentistas en los pequeños estados del nordeste y lo que parece ser más preocupante para el indio de a pie, la relación con Pakistán.

Sobra decir que los atentados de Mumbai del pasado noviembre despertaron una nueva oleada de animadversión popular contra su vecino. Meses después y con un gobierno carente de elementos radicalizadotes, Delhi tiene hoy una oportunidad única para poner fin al recelo que lleva décadas viciando la relación entre ambos estados. En esta dirección, Firdaus Ahmed, analista freelance para el Instituto Indio de Paz y Conflicto, indica que "India necesita institucionalizar un diálogo estratégico con Pakistán en el que discutir sus políticas acerca de Cachemira, los oleoductos provenientes de Asia Central e Irán, el aumento del control sobre sus respectivas agencias de inteligencia y una futura contención estratégica y convencional (13)."

 Apacible y reflexiva revolución

Sumergido en el tono optimista de este análisis, uno se siente tentado a calificar las pasadas elecciones indias de ‘apacible y reflexiva revolución'.  En una extraordinaria muestra de lucidez, el ciudadano indio parece haber dejado en casa sus prejuicios religiosos, de casta y comunales al visitar las urnas. Como resultado, se ha puesto freno a la emergencia de fuerzas políticas fundadas en diferencias de casta y competición regional- ‘un gobierno ya testado y más sólido cumplirá sus promesas con mayor probabilidad', puede haber sido la reflexión estándar del votante.

Durante los próximos cinco años, la Alianza Progresiva Unida (APU) de la mano del Congreso, tiene la delicada responsabilidad de mantenerse a la altura de las expectativas. Como Ms Parashar sostiene "debemos ser cautelosos a la hora de proclamar que el secularismo ha ganado y el sectarismo ha sido desterrado para siempre (14)."

En cualquier caso, la democracia india se ha pronunciado, y lo ha hecho de forma tajante. Esto no significa que el sistema democrático se repliegue en el cajón de la mayorías parlamentarias hasta las próximas elecciones, todo lo contrario- la nueva legislatura de la APU deben ser seguida muy de cerca por la oposición en la Lok Sabna, asegurándose que la alianza en el poder no abuse de su privilegiada mayoría en la cámara baja.

Para lograrlo, la forma de hacer oposición en India debe ser repensada: no lo dice este autor, lo ha expresado un gran porcentaje de los centenares de millones de votos que han vuelto a elegir a la alianza liderada por el Congreso- muestra palpable de su desencanto con los partidos opositores.  La pregunta clave es qué ha distanciado a estos partidos de sus tradicionales electores- cuestión que este artículo cree radicar en el fracaso de estas fuerzas en moverse al ritmo de la sociedad india. La misma lectura puede que se esté haciendo en las sedes de los partidos batidos por las urnas, lo que quizás lleve a una relajación de las líneas ideológicas y hostil retórica común en el ruedo político indio.


 Javier Delgado Rivera
 Periodista especializado en política asiática



Bibliografía

(1) MUKHERJEE, Joyanto, "The Great Indian Numerical Curse," Indian Strategic Foresight Institute, Abril 2009
 . Disponible en:
 http://www.strategicforesight.com/great_indians.htm

(2) KUMAR KUNDU, Kunal, "Sore heads to follow India's stock euphoria," Asia Times Online, 20 de Mayo 2009
 . Disponible en:
 http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/KE20Df04.html

(3) BBC, "India opts for the middle path," South Asia Section, 16 de Mayo 2009
 . Disponible en:
 http://news.bbc.co.uk/2/hi/south_asia/8053385.stm

(4) BHADRAKUMAR, M. K., "India opts for continuity, stability," Asia Times Online, 19 de Mayo 2009
 . Disponible en:
 http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/KE19Df02.html

(5) RAMAN, B., "India: Elections and After," South Asia Analysis Group, Paper no.3195, 16 de Mayo 2009
 . Disponible en: http://www.southasiaanalysis.org/%5Cpapers32%5Cpaper3195.html

(6) NANDIGRAM AND WARDHA, "Singh when you're winning," The Economist, World Politics, Asia, 21 de Mayo 2009
 . Disponible en:
 http://www.economist.com/printedition/displaystory.cfm?story_id=13692955

(7) RAMAN, B., "India: Elections and After," South Asia Analysis Group, Paper no.3195, 16 de Mayo 2009
 . Disponible en http://www.southasiaanalysis.org/%5Cpapers32%5Cpaper3195.html

(8)  KUMAR KUNDU, Kunal, "Sore heads to follow India's stock euphoria," Asia Times Online, 20 de Mayo 2009
 . Disponible en:
 http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/KE20Df04.html

(9) The Economist, "Good news: don't waste it," Leaders, 21 de Mayo 2009.
 . Disponible en:
 http://www.economist.com/opinion/displaystory.cfm?story_id=13692881

(10) Ibid


 (11) PARASHAR, Swati, "Elections 2009: The Myth of a Secular Verdict," South Asia Analysis Group, Paper no.3196, May 17th 2009
 . Disponible en: http://www.southasiaanalysis.org/%5Cpapers32%5Cpaper3196.html

(12) CHAMBERLAIN, Gethin, "How Maoist guerrillas threaten Indian poll from their jungle lair," The Guardian- The Observer, March 29th 2009
 . Disponible en:
 http://www.guardian.co.uk/world/2009/mar/29/india-election-naxals

(13) FIRDAUS, Ahmed, "Agenda for The Next Government," Institute of Peace and Conflict Studies, Article 2877, May 23th 2009
 . Disponible en:
 http://www.ipcs.org/article_details.php?articleNo=2877

(14) PARASHAR, Swati, "Elections 2009: The Myth
 of a Secular Verdict," South Asia Analysis Group, Paper no.3196, May 17th 2009
 . Disponible en: http://www.southasiaanalysis.org/%5Cpapers32%5Cpaper3196.html



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