domingo, 15 de febrero de 2009

Elecciones en Bangladesh: Viejas Caras, Nuevo Impulso

Número 13/Febrero-Marzo 2009
Javier Delgado Rivera

A finales de 2008, Bangladesh, superpoblado estado del sureste asiático, apareció en los titulares de medio mundo no debido a desastres naturales –afortunadamente-, sino a causa de la celebración de sus elecciones parlamentarias. Desde 1991 la escena política de este país predominantemente musulmán se ha visto afectada por astronómicos niveles de corrupción y por las estrategias de confrontación en las que las dos principales figuras políticas del país han estado sumergidas.

En enero de 2007, tras cinco oscuros años de administración del Partido Nacionalista de Bangladesh (PNB), el ejército reaccionó al creciente nivel de violencia política que enturbiaba la campaña electoral estableciendo un Gobierno Provisional (GoP) encargado de limpiar los partidos de elementos corruptos y organizar elecciones creíbles.


Finalmente, tras ser pospuestas en diversas ocasiones, las urnas salieron a la calle el pasado 29 de diciembre. Gracias a las reformas electorales lanzadas por la reforzada Comisión Electoral (CE), los comicios del pasado mes fueron generalmente reconocidos como libres y justos. Como resultado, la ex-primera ministra Sheikh Hasina, líder de la Liga Awami (LA) y al mismo tiempo, hija del fundador y primer presidente del país, es hoy de nuevo primera ministra de Bangladesh.

Este artículo examina en primer lugar como las políticas dinásticas en Bangladesh -fenómeno también arraigado en Pakistán e India- llevan moldeando esta nación desde su nacimiento. Más adelante, el texto pasa a evaluar los casi dos años de Gobierno Provisional implantado por el ejército y sus repercusiones en las principales fuerzas políticas del país. Por último, el texto analiza los principales retos que el nuevo gobierno está irremediablemente obligado a afrontar.

Relevo Dinástico: Incendiario Patrón de los Políticos Bangladeshíes

Bangladesh es un país joven. Tras la II Guerra Mundial y empujado por masivos movimientos independentistas, el Imperio Británico diseñó un precipitado plan de autodeterminación para India que, incapaz de reconciliar las diferencias entre hindúes y musulmanes, dio en 1947 como resultado el nacimiento de dos estados: India propiamente y Pakistán.

Pakistán quedaba dividida en dos partes. Pakistán Oeste -hoy simplemente Pakistán- y Pakistán Este -actual Bangladesh-, separadas entre si por los 1.600 kilómetros de longitud de India. Aunque ambas partes quedaban unidas por su fe musulmana, estaban distanciadas por idioma - Urdu en Pakistán Oeste y Bengalí en Pakistán Este-, diferencias culturales y sobretodo, por un creciente sentimiento por parte de los bangladeshíes de estar siendo dejados de lado por un gobierno central situado demasiado lejos.

En 1970, un devastador ciclón golpeó la costa del aún llamado Pakistán Este. Tras la percibida escasa asistencia facilitada por la otra mitad del país, se desencadenó una sentimiento generalizado de indignación en lo que sería el comienzo del fin de Pakistán poscolonial. Éste es el preciso instante en el cual la dimensión dinástica entraría a formar parte inseparable de la escena política del futuro Bangladesh.

Sheikh Mujib, cabeza de la Liga Awami (LA) y padre de la recientemente elegida primera ministra, capitalizó esta insatisfacción para liderar una sangrienta guerra que, gracias al apoyo militar indio, desembocó en la independencia de Pakistán Este, que pasaría a denominarse Bangladesh. Mujib fue asesinado cuatro años más tarde. En 1981, el mismo aciago final acaeció a Ziaur Rahman, presidente elegido democráticamente y marido de la actual líder de la oposición, Khaleda Zia, que tan sólo tres años después, heredaría la presidencia del Partido Nacionalista de Bangladesh (PNB).

Desde entonces, estas dos mujeres, Sheikh Hasina y Khaleda Zia, han sometido al país a un vicioso círculo de enfrenamientos. Junto a los partidos que dirigen, ambas figuras defienden relativamente opuestas estrategias con que pilotar el país. Pero por encima de todo, lo que separa a estas dos mujeres son ellas mismas- un enconado e históricamente fundado odio hacia la otra.

Esta tensión entre las dos líderes lleva manipulando las riendas de Bangladesh desde 1991, cuando Khaleda Zia fue nombrada primera ministra tras la victoria de su PNB en las elecciones de ese año. Poco después, la hoy de nuevo primera ministra accedía a la jefatura del gobierno en 1996 para cinco años más tarde, ser derrotada por su archirival y predecesora, Khaleda Zia. La fiera competición por el poder librada entre la Liga Awamy y el Partido Nacionalista de Bangladesh, junto a los autoritarios caracteres de sus dirigentes, deben ser culpados por los largos años de violentas protestas, asesinatos políticos, devastadores niveles de corrupción e ineptitud general de los sucesivos gobiernos que ha experimentado Bangladesh. Como ejemplo, la hongkonesa Comisión Asiática de Derechos Humanos asegura que "el país no ha disfrutado nunca de un sistema judicial independiente, al ser muchos de sus principales jueces reemplazados cada vez que uno de los dos partidos ha ido ascendido al poder (1).”

La Liga Awamy de Hasina, partido gobernante desde su victoria electoral del pasado diciembre, es una fuerza secular con tendencias izquierdistas, en claro contraste con el Partido Nacionalista de Bangladesh, de claros lazos islámicos y orientación bastante más conservadora. Durante el gobierno del PNB de 2001 a 2006, y junto a sus aliados políticos, el partido fue acusado de respaldar varios movimientos extremistas islámicos. Tal incriminación, junto a los escandalosos niveles de corrupción visibles en su gobierno, arruinó su reputación entre una gran mayoría de bangladeshíes.

Tras la manchada legislación del PNB, la autoridad temporal encargada de organizar elecciones fue acusada por la LA de favorecer abiertamente al PNB, originando una ola de protestas por todo el país. El ejército, nunca totalmente ajeno al ámbito político desde que abandonó el poder allá por 1986, intervino en enero de 2006 para, en un principio, limpiar la clase política de sus elementos corruptos y conducir al país hacia la celebración de unas elecciones libres de sospechas.

El Ambiguo Legado del Gobierno Provisional (GoP)

El GoP que consecuentemente instaló el ejército fue ampliamente bienvenido por una sociedad ya extenuada por la corrupción de la gran mayoría de su clase dirigente. Aun así, este entusiasmo no dudaría mucho. La labor desinfectante asignada al GoP requería tomar una serie de impopulares medidas que no tardaron en desencadenar el descontento en amplios sectores de la población. En primer lugar, las elecciones -en principio fijadas para seis meses después del establecimiento del GoP- fueron varias veces pospuestas. Mientras tanto, y como subraya el Foro Asiático para los Derechos Humanos y el Desarrollo, el Gobierno Provisional "comenzó a militarizar las instituciones publicas (2)." Pero lo que probablemente más ofendió a los bangladeshíes fue el estado de emergencia impuesto por el Gobierno Provisional. El derecho de reunión fue suspendido y según asegura la Comisión Asiática de Derechos Humanos, asesinatos extrajudiciales "arrestos ilegales, detenciones arbitrarias, maltrato y tortura bajo custodia policial se convirtieron en prácticas habituales, constituyendo los cauces por los cuales las autoridades ejecutaban su control (3)."

En principio, el GoP tomó estas medidas para asegurarse que su ambiciosa campaña anticorrupción no se viese frenada ante ningún obstáculo legal o burocrático. Junto a miles de personalidades de diversa afiliación, este ímpetu correctivo llevó al GoP a encarcelar a las propias Zia y Hasina. Con esta medida, el GoP parecía culminar su ‘estrategia menos dos'- quitar del medio a las dos principales figuras políticas del país al mismo tiempo que, tal y como asegura el analista político Sandeep Bhardwaj, " se animaban nuevas caras a tomar las riendas de sus partidos (4)." Pero el GoP cometió un tremendo error de cálculo, pues ambos partidos se negaron a participar en las elecciones sin sus líderes.

De repente, el Gobierno Provisional se encontró encerrado en un callejón sin salida. Para retener la poca legitimad que le quedaba a los ojos de los 150 millones de bangladeshíes, no tenía otra opción que organizar las prometidas elecciones, aunque estas no podían ser creíblemente celebradas manteniendo a ambas dirigentes en prisión. Una rápida decisión debía ser tomada. Como resultado, Zia y Hasina fueron finalmente excarceladas mientras que se mantenía entre rejas al grueso de las otras figuras previamente arrestadas.

Pocos analistas pondrían en cuestión que la reforma electoral es el mejor legado -con permiso de la Ley de Derecho de Información- dejado por el Gobierno Provisional. Entre otras medidas, una rejuvenecida Comisión Electoral (CE) endureció el registro electoral de partidos. De este modo, cada fuerza política fue obligada a democratizar sus estatutos. En palabras del think tank International Crisis Group, se les prohibió "contradecir la constitución del estado, por lo que desde ese momento, entre los criterios de afiliación, no podían encontrarse razones de religión, raza, casta, lenguaje o genero (5)." La CE fue igualmente aplaudida por las mejoras técnicas logradas de cara a garantizar la imparcialidad del voto. Notable es el hecho que el nuevo registro electoral desenmascaró 12,7 millones de nombres falsos a través de, entre otros instrumentos, proveer a cada votante con su carné electoral dotado de foto.

El Mejor de los Finales: Las Imparciales y Pacificas Elecciones de Diciembre

Sin lugar a dudas, el estado de emergencia impuesto por el GoP ha dañado la estructura del PNB en mayor medida que lo ha hecho con otros partidos. La estrategia del PNB de atraer a las desencantadas masas de bangladeshíes incorporando en su coalición a partidos islámicos -como el Jamaat-e-Islami Bangladesh (JIB)- junto con "la llamada del partido a rechazar el modelo secular ofrecido por la Ligua Awami, parece que ha tenido el efecto inverso (6)," tal y como apunta el prestigioso semanario The Economist.

La izquierdista y secular coalición de catorce partidos liderada por la Ligua Awami, conscientes de la baja popularidad del Partido Nacionalista de Bangladesh y sus aliados, apenas realizó crítica alguna de las medidas tomadas por el GoP. Como resultado, y una vez Hasina fue excarcelada, la LA no dudó en expresar su buena disposición a participar en unos comicios a celebrar tan pronto como fuera posible.

Aunque los actos violentos tampoco faltaron en la última campaña electoral, el nivel de intimidación no puede ser comparado con el vivido durante previos comicios. Aun así, el líder del partido Ganotantri Party, aliado de la Liga Awami, fue brutalmente asesinado. Finalmente y tras un no infundado recelo de ver las elecciones aplazadas de nuevo -debido al mantenimiento del estado de emergencia, levantado pocos días antes del plebiscito-, los bangladeshíes tuvieron la oportunidad de visitar las urnas de nuevo, siete años después de sus últimas elecciones parlamentarias.
El pasado 29 de diciembre, un voto celebrado sin apenas incidentes llevó a la LA a lograr una abrumadora victoria bajo un saludable 75 por ciento de participación. La Liga Awami obtuvo 230 asientos parlamentarios -de un total de 300-, más otros adicionales 32 diputados cosechados por sus aliados. Esto confiere a la denominada 'Gran Coalición' una confortable mayoría durante sus próximos 5 años de gobierno. La abultada victoria de la LA supone un debacle para la coalición de cuatro partidos liderada por el Partido Nacionalista de Bangladesh que, con sus embarazosos 30 diputados, ve hoy como un espejismo los 193 asientos logrados en el pasado parlamento formado en 2001.

El Gobierno de los 1.001 Desafíos

Desde un prisma político, el principal empeño de la nueva presidenta es democratizar un parlamento siempre abusado por el partido mayoritario, que como resultado, desencadenaba el recurrente -y efectivo- boicot de la oposición. Para muchos, estos ciclos de ensañamiento recíproco en la escena parlamentaria suponen que, de hecho, el país no ha estado nunca tutelado en base a patrones democráticos.

En una reunión mantenida con un equipo de la ONU, y como fue publicado por The Daily Star, uno de los principales periódicos del país, Hasina desveló algunos de sus planes para hacer del nuevo hemiciclo una institución más transparente, asegurando que "el puesto de vicepresidente del parlamento, así como ciertas presidencias de sus comités permanentes, recaerán en miembros de la oposición (7)."

A pesar de la amplia mayoría conquistada por su partido, Hasina sabe que estará lejos de controlar las riendas del país a su antojo. Tal y como el lector ya habrá anticipado, es altamente improbable que el ejército desaparezca de la escena política de la noche a la mañana. Las fuerza armadas se aseguraran de que el nuevo parlamento ratifique todas las ordenanzas puestas en marcha durante su estado de emergencia, lo que irremediablemente institucionalizará cierto grado de interferencia en cuestiones de estado. Del mismo modo, los intereses corporativos del ejercito -bancos, inmuebles y hoteles- supondrán un área en el que el nuevo gobierno, y por el bien de la estabilidad del país, no deberá entrometerse. Siempre que estos dos 'requisitos' se cumplan y la Liga Awami no recaiga en el viejo habito de embolsarse recursos estatales, las fuerzas armadas han demostrado sobradamente su compromiso a trabajar con un gobierno transparente capaz de situar al país en la senda del desarrollo.

La Liga Awami también tendrá que vérselas con los numerosos movimientos islamistas de derecha que amenazan al país. Jamaat-e-Islami Bangladesh (JIB), principal aliado de la coalición encabezada por el PNB, junto con decenas de organizaciones simpatizantes, extienden hoy sus tentáculos mucho más allá del mero marco político. Como el Institute of Peace and Conflict Studies destaca, estos movimientos influencian al conjunto de la sociedad "a través de sus movimientos estudiantiles, organizaciones benéficas y fundaciones religiosas (8)." Miles de fanáticos son rutinariamente indoctrinados en madrasas que sin duda necesitan ser estrictamente reguladas. En esta empresa, el nuevo gobierno cuenta con el claro apoyo de la gran mayoría de la población. El desconcertante golpe recibido por JIB en las urnas -que pasa a ocupar 2 asientos en contraste con los 19 alcanzados en las elecciones previas - es un mensaje que no deja margen a la duda.

Por el bien de la recién estrenada calma del país, y tras el notorio fracaso de Zia en liderar al PNB de nuevo hacia el poder, los sectores críticos del partido que brotaron durante su periodo en prisión deben ser apuntalados con el fin de desalojarla definitivamente de su autoritaria versión de paladín del partido. De un modo paralelo, el PNB debe someterse a un proceso que expela a sus elementos corruptos y radicales de sus entrañas. Esto requerirá una masiva remodelación del partido que sin duda supondrá inevitables tensiones internas. Aun así, una vez el PNB se haya regenerado, emergerá como la formidable fuerza política que hasta hace no mucho fue. Tal renovación marcará un decisivo giró en el actual desequilibrio entre las dos principales fuerzas políticas de Bangladesh. Un rejuvenecido PNB será capaz de articular su agenda de manera más convincente de lo que puede hacerlo hoy. Lo que aún queda por ver es si el PNB recurrirá a la vieja práctica de movilizar a sus seguidores en fríamente calculadas protestas, con el implícito riesgo de incontrolable violencia que esto implica en Bangladesh. Declaraciones como las hechas por MK Anwar -vicepresidente del PNB- al periódico Daily Star, donde amenazaba con que "si el gobierno no consuma sus promesas electorales, organizaremos un movimiento contra él, y toda la gente estará de nuestra parte (9)," deben ser silenciadas de una vez por todas.

Aun con todo, Anwar hizo referencia a un aspecto que puede emerger como foco de tensiones en un futuro no muy lejano. El descontento generalizado de la población hacia el previo gobierno del PNB y el estado de emergencia impuesto por el GoP, ha hecho a los bangladeshíes particularmente vulnerables a ilusorios compromisos que difícilmente podrán llevarse a cabo. Este estado de credulidad fue un puerta abierta que la Liga Awami no dudo en cruzar. Provisión de agua potable para toda la población en 2011, suficiencia alimentaría en 2013 y alojamiento para los más de 150 millones de bangladeshíes en 2015 son sin duda parte de la explicación tras la luna de miel que aparentemente vive la Liga Awami con su abultada congregación de seguidores.

Las promesas del nuevo gobierno serán aún más difíciles de materializar en un contexto internacional gravemente afectado por las consecuencias de una recesión económica que de forma especial, pueden afectar a un país como Bangladesh, bastamente empobrecido e inconcebiblemente abarrotado. Aun así, hay buenas noticias. Tal y como destaca Charles Tannock -Jefe de la Delegación Europea de Observadores en las elecciones de Bangladesh- el país disfruta de una buena posición "con que afrontar el temporal financiero dado que sus bancos no están demasiado expuestos al escenario global y su industria textil y de complementos se centra en productos básicos (10)."
A efectos prácticos, lo que en realidad preocupa a la gran mayoría de bangladeshíes es cubrir sus necesidades del día a día. Si el gobierno está realmente comprometido a sellar su envite electoral, no tendrá más remedio que subsidiar la electricidad y -como ya estaba recogido en su manifiesto electoral- modernizar la existente política agraria con la mente puesta en aumentar la producción de alimentos.

Conclusión

Sin lugar a dudas, los comicios de diciembre fueron los más justos y limpios de los treinta y siete años de independencia de Bangladesh. Innegablemente, el nuevo gobierno es la elección de la población. Esto no quiere decir que los bangladeshíes vayan a aceptar sumisamente cualquier decisión que tome el gabinete de Hasina. Las expectativas son demasiado altas y por tanto, se puede prever que una sensación de fraude irrumpirá más temprano que tarde en grandes sectores de la población. Que este sentimiento desemboque en una ola de protestas con efectos imprevisibles o por el contrario, se ajuste al nuevo marco democrático de la nación, dependerá en gran medida de la percepción de que el gobierno este haciendo todo lo posible para suprimir la endémica corrupción que tradicionalmente ha devorado precedentes gobiernos. Como el think tank International Crisis Group acertadamente refleja, “las pasadas elecciones sólo son el primer paso en la transición hacia una democracia funcional (11).”

Siguiendo las elecciones de upaliza -unidades administrativas locales- del pasado 22 de enero, el país está preparado para afrontar el arriesgado, aunque preciado esfuerzo de la democracia. Las amenazas siguen siendo las mismas –al igual que los actores-, aunque en parte gracias a la decididas medidas tomadas por el pasado GoP, el optimismo es por una vez, la norma.

Javier Delgado Rivera,
Periodista especializado en Asia

Bibliografía:
(1) Asian Human Rights Commission, “The State of Human Rights in 11 Asian nations,”, 10 de diciembre de 2008, extracto recogido por Article 2.
. Disponible en: http://www.article2.org/mainfile.php/0704/324/

(2) Asian Forum for Human Rights and Development, “Bangladesh: Elections proffer hope for human rights,” 10 de diciembre de 2008.
.Disponible en: http://www.forum-asia.org/index.php?option=com_content&task=view&id=2042&Itemid=130

(3) Asian Human Rights Commission, “The State of Human Rights in 11 Asian nations,” versión pre-publlicada, 10 de diciembre de 2008.
. Disponible en: www.ahrchk.net/pub/pdf/TheStateofHRin11AsianNations2007.pdf

(4) BHARDWAJ, Sandeep, “Forthcoming Elections,” Institute of Peace and Conflict Studies, IPCS issue brief, No 86, diciembre 2008; p. 2.
. Disponible en: http://www.ipcs.org/IB86-Sandeep-Bangladesh.pdf

(5) International Crisis Group (ICG), “Bangladesh: Elections and Beyond,” Asia Briefing N°84, 11 diciembre 2008; p. 3.
. Disponible en: http://www.crisisgroup.org/home/index.cfm?id=5806

(6) The Economist, “The Tenacy Of Hope,” World Politics, Asia, 30 Diciembre 2008.

(7) The Daily Star, “Impartial anti-graft drive to continue,” 3 de Enero 2009.

(8) BHARDWAJ, Sandeep, “Challenges after Elections,” Institute of Peace and Conflict Studies, IPCS issue brief, No 90, enero 2009; p. 1.
. Disponible en: http://www.ipcs.org/IB90-Sandeep-Bangladesh.pdf

(9) LITON, Shakhawat and JAHID TUSHER, Hasan, “Hasina sworn in as PM,” The Daily Star, 7 enero 2009.

(10) TANNOCK, Charles, “An Islamist tide? Bangladesh shows the opposite,” The Daily Star, 13 enero, 2009.

(11) International Crisis Group (ICG), “Bangladesh: Elections and Beyond,” Asia Briefing N°84, 11 diciembre 2008; p. 14.
. Disponible en: http://www.crisisgroup.org/home/index.cfm?id=5806

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