miércoles, 15 de octubre de 2008

La odisea del hombre desnudo

Número 11/octubre-noviembre 2008
Héctor Balbontin Cruz

Tendemos a pensar en el hombre, tirando un hueso al aire, o perplejo ante un prisma tecnológico como en la película “La Odisea del Espacio 2001, de Kulbrick,” el hombre primitivo, un homínido como le llamamos actualmente, como un ser verdaderamente elemental, casi como desconociendo a este pariente, tan nuestro, que poco a poco ha ido descubriendo los secretos de la naturaleza con la misma intensidad que lo hacemos hoy.

Pensar así podría significar un cierto menosprecio o un desconocimiento de nuestros orígenes de nuestra especie, sin embargo nuestro origen esta allí y permanece en nosotros a través de la historia. La ciencia contemporánea, nos lo presenta frecuentemente en forma de análisis genético comparativo, entre el chimpancé y el hombre, demostrando una pequeña diferencia, lo que significa que nunca hemos abandonado nuestro origen. Tal vez no del chimpancé, pero sí de un ser que es el que nos acompaña en nuestro comportamiento orientado por nuestra memoria genética

Miguel Ángel, frente al bloque de mármol decía, que la escultura ya estaba allí solo había que sacarle lo que le sobraba, esto nos permite reflexionar sobre las obras del hombre y reconocer que ellas son los objetos producidos por el hombre pero que detrás de ella casi oculto esta este ser humano esencial creativo trascendente.

Sin embargo debemos, para mirar al hombre contemporáneo, hacer el intento de situarnos en el lugar del hombre primitivo, con su capacidad de asombro sin perder su creatividad, su necesidad de conocimiento. Si pudiéramos trasladarnos al primer momento de conciencia primigenia , como el hombre, se encuentra con el bosque, el desierto o la pradera, como describir la emoción de encontrarse con otro ser semejante, como serian sus emociones frente a las fieras, a la naturaleza, a sus tiempos , al hambre al frió,, al calor a las necesidades reproductivas de comunicarse etc.

En cada uno de esos instantes, evaluó, midió, calculó y actuó, y podemos pensar con respeto que lo hizo con la misma intensidad, ansiedad, y pudores, con que nosotros abordamos lo que hoy no conocemos...

La concurrencia permanente, en su conciencia, de preguntas y los intentos de respuestas, sus experiencias, esa primera instancia adánica, cuando tiene que discriminar entre lo bueno y lo malo, e irrumpir en el mundo de pie frente a la extensión desconocida, de lo que esta allí cercano lejano próximo etc. De todo lo que esta allí sin saber que es, y sentir el impulso de descubrirlo, develarlo, sacar de cada cosa el velo y nombrarla para recordarla y referirse a ella generar los lenguajes necesarios para crear las palabras, los verbos, los sonidos adecuados, los signos, señales de una entelequia que quiere comunicarse y comunicar su existencia.

Sentir la necesidad de subsistencia, de protección, de afecto, entendimiento, la necesidad de participación, la necesidad de ocio, la necesidad de creación, la necesidad de identidad, de movimiento, la necesidad de libertad, la necesidad de trascender histórica y espiritualmente.

Si aceptamos que somos lo que somos, adheridos a nuestra historia como especie, entonces nos hemos sacado la máscara y nos reconocemos en lo que somos, que a pesar de la actual perturbadora complejidad en el pensar y actuar, nos hemos salido de nuestro caparazón y nos hemos sacado la máscara y podremos apreciar nuestra desnudez.

EL HOMBRE, LA SOMBRA Y LA HISTORIA

La historia no parece ser una serie de fenómenos acontecidos que se pierden en el tiempo, separándose del hombre, más bien, podría entenderse como, el ser de lo humano que nos acompaña como nuestra sombra y que sin ella dejamos de existir, el lenguaje no es suficiente para explicar la paradoja, no obstante la poesía es la expresión humana que más nos aproxima a la comprensión de ésta, la historia es para el ser humano un gran acontecimiento que se desarrolla de forma permanente y que va junto a cada ser en sus andanzas. Tal como la sombra tiene que ir junto a Peter Pan, con la diferencia que es el hombre el que quiere deshacerse de ella, resulta ser como decíamos un gran acontecimiento, que se va auto-creando y que crece y no se detiene y que no termina mientras el hombre exista en cualquier lugar o forma.

Cada ser vive inexorablemente junto a su historia, a la de sus antepasados, y a la historia de la humanidad, el hombre lleva su historia en sus genes, de lo cual es mas o menos conciente, pero, pero adherido a el, aunque muchas veces repita los errores, y no aprehenda la experiencia, la haga carne viva.

No se puede seguir adelante sin mencionar algunos libros que se han comercializado como literatura de análisis que implican a la historia, como es el caso de F. Fukuyama con su libro “El fin de la Historia”, y con posterioridad “El Fin del Hombre”. El primer libro da como fin de la historia el fin de la guerra fría, el segundo da como el fin del hombre, la capacidad tecnológica de este para reinventarse mediante las nuevas tecnologías.

Esta puede ser una confusión profunda ya que se ha estimado que el hombre puede seguir viviendo sin historia, y en el segundo caso estima que el hombre del futuro alterado por su propia tecnología ya no es el hombre.

No hay que confundirse ni confundir la realidad con la ficción, no obstante más importante que definir si el hombre del futuro ya no será el hombre mismo, es pensar si esos cambios develaran una nueva ética una nueva moral y si esta responde a la continuidad del vínculo con la naturaleza.

Lo curioso es que si nos creemos tan diferentes al hombre primitivo, en que momento desapareció o termino la historia de este y comenzó la nuestra tan sustancialmente diferente y si pensamos que el hombre del futuro será otro, con otra denominación y aspecto, cuando termina la historia del hombre moderno? y donde nos vinculamos? ¿O somos los mismos con mas pintura en las mascaras?

Los seres humanos vivimos con nuestra propia historia, y es imposible que sea abandonada, ni que termine mientras el hombre exista Esta historia es un continuo y está emergiendo permanentemente, evocada por nuestras emociones, que son actuaciones vivientes, de todo lo que tenemos y llevamos cada uno a cuesta en nuestra existencia, tanto de lo individual, como de lo que nos aporta la vida en el colectivo humano incluida la naturaleza.

La historia permanece presente, esta allí, y lo que el hombre hace en cualquiera de sus momentos, y en cualquiera, de sus expresiones es hacer historia, incluso cuando el hombre se detiene, no significa que se detiene la historia sino que es el acto necesario de reconocimiento de su situación, un reconocimiento del recorrido hecho y del que le queda por hacer, y mas aún el detenerse es un acto dinámico, porque nada en él ni en su entorno se detiene.

La historia por definición nos habla del pasado, pero el pasado acontece en el instante, y el hombre que tiene conciencia de la historia, actúa en el presente conciente de que su acto será parte de la historia, personal o colectiva, tanto como acto creador del pasado sucede con el acto de futuro, porque el acto de hoy es condicionante del futuro y en ese sentido no podemos dejar de incidir en el devenir.

J. Ricardo Morales dice: en la revista Suplementos de ANTHOPOS Pág. 129 Barcelona 1992 “El tiempo histórico no es lineal, ni cerrado, ni dispuesto en curvas y contra curvas, sino según supongo se diferencia de todos esos esquemas temporales en que tiene determinada condición ¬ “estrófica” o en giro semejante en cierto modo a la producción de un tejido, que se forma con el vaivén de la lanzadera sobre los hilos finos de la trama, es pues un tiempo de ida y vuelta, ya que posee doble sentido como consecuencia del primero que adopto al seguir y del segundo que le atribuimos después al retornar sobre él a redrotiempo, en un singular contrasentido”

El detenernos implica situarnos, establecer un espacio de encuentro, de reconocimiento de ordenamiento, de elevarnos por sobre, a mirar desde, con una nueva perspectiva del entorno, con el objeto de establecer nuevas coordenadas que nos den seguridad en la vía que vamos a emprender.

LA SEGURIDAD EN LO PERMANENTE

El hombre primitivo también se eleva, también busca la seguridad, lo imperecedero, la certeza, encontrando en las expresiones de la naturaleza lo permanente, algo así como un suelo firme, sólido, indestructible, porque a su sombra estará protegido, con su altura será referencia, al concebir el poder en ese objeto le fía su destino, y la fianza consiste en un intercambio entre la fe y el poder para lograr la certeza, el éxito.

La fe nos permite fiar, confiar, dar crédito, y es así como el hombre primitivo sustenta su espíritu y se aproxima a lo desconocido.

Cuando miramos las pinturas rupestres, no sabemos su significado, inferimos la intencionalidad que llevo a esas expresiones, podría ser una expresión de la conciencia en la histórica y en ese momento presente, creó esas expresiones para el futuro, teniendo la convicción, de la creación de un vinculo con el futuro, tratando de dejar una huella permanente sobre la roca de las cuevas, en ese momento el hombre hizo historia manejando la voluntad de la permanencia en el tiempo.

Además la caverna siendo un lugar al que se concurre con frecuencia. Como elemento de resguardo de las amenazas del entorno salvaje, se transforma en un lugar respetado, protector donde deben quedar expresados en forma permanente los actos propios del hombre tales como la cacería, sus luchas, sus dominancias sus hábitos es entonces cuando la hace su habitación su remitente.

Con posterioridad el hombre encuentra la representación del poder y de lo permanente en la piedra, pero no cualquier piedra sino una sólida piedra vertical llamada posteriormente MENHIRES, éste es un elemento arquitectónico que señalaba un lugar de encuentro, de vinculación con la naturaleza, o sea el vínculo entre el cielo el hombre y la tierra y en algunos casos de conformidad al conocimiento que se tenia en esos tiempos, se utilizó como un instrumento astronómico que permitía predecir la recurrencia de los ciclos del sol, la luna y algunas estrellas o brillantes elementos cósmicos, según se fue profundizando en la rutina cósmica y sus inspiradores misterios

Un motivo para transformarlo en rito y se declaran un medio para la vinculación con el poder de lo desconocido y se construye una arquitectura que da cuenta de esta capacidad de comprensión, del rito universal, lo que se encuentra en manos de un grupo que se declaran capaces de dialogar con lo desconocido. Uno de los lugares es STONEHENGE, lugar místico, astronómico, mortuorio, litúrgico, al fin, todo involucrado en la necesidad de sustentar lo permanente y de trascender del hombre, sin embargo, no obstante, la necesidad de demostrar poder, subyace en el permanente reconocimiento de lo desconocido, y en ese sentido cuando Manfred A Max-Neef desarrolla su matriz de satisfactores y deja pendiente el décimo elemento, la búsqueda de la trascendencia, por parecerle demasiado osado incorporarla, en ese momento queda fuera la fuerza motriz de la vida del hombre. Pero no es necesario omitir ese aspecto del hombre, porque como de a lugar el hombre, es un ser religioso, místico por su naturaleza.

De esta misma manera el hombre en el transcurso de los tiempos ha ido expresando arquitectónicamente, en la historia, la vinculación del poder de lo desconocido con el poder humano, los Zigurat, las pirámides, los templos, las grandes ciudades, los castillos, en general construcciones que dan un rostro, una protección, una imagen de poder.

La ciudad antigua respondía a una concepción tensionada entre el poder político y el poder religioso, equilibrándose en los mutuos intereses no obstante también se construía como centro de referencia y protección.

Sumeria, Asiria, Babilonia, Ur, Ninive, eran ciudades estado, regidas por valores de tipo religioso y militar, donde se destacaba un orden tal en que los grandes templos y fastuosos palacios, se concebían orientados hacia el sol. Egipto, Creta Grecia desarrolló un culto al poder y a lo místico a través de obras como las pirámides, los gigantescos templos, y el poder político y religioso asumieron como base de sus obras una geometría, una geomorfología, una arquitectura especial única, acorde con el desarrollo de la época. (Téngase presente que Grecia durante 500 años dio la pauta para el “desarrollo humano” con el pensamiento filosófico, matemático, artístico, histórico. bélico, y místico, mítico, y religioso).

Posteriormente el mundo romano proyectó su concepto de poder en su imperio y en su arquitectura incorporando conceptos formales y técnicos nuevos, costumbres, hábitos, referentes para el mundo. Más aún sin perjuicio del orden en el tiempo, y con el advenimiento del Cristianismo y de la decadencia del Imperio Romano surgen modelos de arquitectura: el Románico, el Renacimiento, el Gótico, el Barroco, la conquista de América, la colonización de Asia, las guerras, las alianzas y de nuevo las guerras, la guerra fría y al final el surgimiento de China como una potencia mundial y el deterioro de las economías de Occidente.

Pero inmediatamente emerge el Oriente, se ejecutan construcciones símbolos del poder, lo que en Occidente fueron las torres gemelas símbolo del invulnerable poder norteamericano hoy el esplendor de algunos sectores se muestra en las Torres Petrona en Kuala Lumpur o en el edificio Taipei 101, o en obras gigantescas o tecnologías sofisticadas y magnificas como el acelerador de partículas, en fin lleno de expresiones de magnificencia de vinculación con la demostración del poder, son los nuevos menhires, los nuevos templos, con ellos nos protegemos, a su sombra nos resguardamos, son las nuevas referencias, son nuestros caparazones y máscaras detrás de las cuales seguimos, nosotros, el hombre, el homínido moderno, que después será interpretado por los antropólogos del futuro, como el homínido del siglo XXI que fue un ser que se dedicó al perfeccionamiento del objeto abandonando el perfeccionamiento del sujeto, satisfecho de sus máscaras y Menhires globales sin haberse dado la oportunidad de sacarse el disfraz y encontrarse a si mismo, aceptándose como el hombre desnudo.

Héctor Balbontin Cruz
Arquitecto
MA Relaciones Internacionales

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