jueves, 14 de junio de 2007

El ALBA de América Latina

Número 3/Junio-Julio 2007
Juan Luis Dorado

Desde el año 2005 algo viene fraguándose en la izquierda latinoamericana. En el principio, Fidel Castro estaba solo en su encarnizada lucha con Estados Unidos y su influencia sobre la región. Luego apareció Hugo Chávez, y las muestras de amistad entre ambos mandatarios fueron siendo cada vez más notorias. Y poco a poco empezaron a aparecer nuevos actores que dieron impulso a un nueve eje, un movimiento efervescente que va ganando fuerza en la región. Podríamos llamarlo populismo, o quizás gobiernos de los pueblos. Un movimiento que apuesta por los derechos de los indígenas como una de sus principales banderas.

Este artículo no tiene por objeto realizar un apoyo a toda esta ola izquierdista, sino más bien tratar de analizar algunas consecuencias, algunos puntos importantes del desarrollo futuro que estos nuevos líderes latinoamericanos pueden tener en el futuro de la región.

Como hemos señalando al comienzo, primero fueron Castro y Morales y poco después acogieron en su seno al Presidente de Bolivia, el indígena Evo Morales. La llegada de Morales al poder supuso una enorme revolución por ser el primer mandatario indígena de toda la historia de América Latina. De esta manera se fue conformando el eje.

Nació entonces la Alternativa Bolivariana para América Latina que se sustenta sobre tres grandes bloques: el petróleo venezolano, el gas boliviano y los servicios médicos y sanitarios cubanos. Nació un movimiento contra Estados Unidos y su Alternativa de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

El llamado eje bolivariano se ha convertido en el principal quebradero de cabeza para Estados Unidos y muchos países europeos con intereses en la región. Incluso para algún país latinoamericano. Recordemos algunos datos: Chávez saca a Venezuela de la Comunidad Andina y la lleva al Mercosur; Evo Morales privatiza empresas y convoca una Asamblea Constituyente. Lo último: Hugo Chávez anuncia que Venezuela saldrá del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, con multitud de reproches a estos organismos multilaterales, y anuncia la creación del Banco del Sur, una iniciativa auspiciada por varios países sudamericanos, y que podría convertirse en el caballo de batalla del proceso integrador de América Latina.

Además, ante la enfermedad de Fidel Castro, líder espiritual y mentor de Morales y Chávez, los Gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia han hecho piña y sus dirigentes han sido de los pocos que han podido visitar al líder cubano.

Un nuevo enfoque para América Latina, lejos de las pretensiones norteamericanas, es lo que propone el ALBA. Un reto, en definitiva. De momento, la reacción estadounidense ha ido por el lado económico, impulsando la firma y negociación de múltiples Tratados de Libre Comercio (TLC) con Colombia, Perú y algunos países centroamericanos entre otros. Pero sin duda, el aspecto que más preocupa en Washington, y en el resto de la sociedad internacional, es el energético.

La cuestión petrolera

Chávez decide nacionalizar un pozo y sube el barril de crudo en todo el mundo. Y ahí si tiemblan los cimientos de la economía. Y eso preocupa. (NOTA ESTO ES UNA REALIDAD O UNA HIPÓTESIS?, HABRÍA QUE ACLARARLO) Y luego, los miembros del ALBA han ondeado la bandera de la lucha contra el cambio climático, sobre todo en la elaboración de los biocombustibles. Discurso inscrito en una lucha contra el poder, más o menos establecido, y sobre todo, contra la influencia que Estados Unidos ejerce aun en América Latina.

Las energías alternativas

La generación de energías alternativas puede convertirse en uno de los nuevos pilares del crecimiento futuro de América Latina. Por varios motivos: en primer lugar, las materias primas que dispone la región, fundamentales para elaborar estas nuevas fuentes energéticas. Y por otro lado, el desgastamiento de las energías no renovables, sobre todo el petróleo, y el ansía de nuevas opciones para el consumo que existe en Estados Unidos o la Unión Europea.

Ante estos dos supuestos, si el ALBA confirma su proceso de integración energética, habrá dado un paso importantísimo para culminar una futura integración regional. Día a día, parece más claro que será la vía energética la que triunfe en América Latina como fenómeno integrador. De esta manera encontramos a países como Brasil que apuestan por el etanol, o ejemplos como Venezuela, con los biocombustibles.

En este punto, es necesario hacer referencia al hecho de que Estados Unidos no desea que Latinoamérica ande tan revuelta, por eso el impulso de los TLC, por eso las negociaciones con Brasil sobre el etanol,… Además, hay que recordar que el apoyo energético de Venezuela y Bolivia a Cuba ha escocido mucho en Washington, y sobre todo en Miami, porque, bajo mi opinión, los efectos del embargo norteamericano a la isla cubana se han visto muy disminuidos últimamente.

El papel cubano

Cuba, que ha sido siempre reflejo y ha tenido un enorme efecto de movilización sobre la izquierda latinoamericana, ha encontrado por fin respuesta en estos nuevos movimientos de la región. Por esta tradición, es probable que en el ALBA se han fraguado muchos de los ideales políticos que ha defendido Fidel Castro en los años noventa contra Estados Unidos y el ALCA.

Con la llegada de Raúl Castro, sucesor momentáneo de a su hermano Fidel, los apoyos de Venezuela y Bolivia no han variado en absoluto. Esta solidez induce a sostener la idea que la alianza que conforma el ALBA pretende perdurar más allá de la vida del propio Fidel.

Cada día aparecen en los medios, noticias del movimiento bolivariano en la región. Y se puede comprobar como ha nacido para convertirse en la oposición a las políticas de Washington en América Latina. Una alternativa al neoliberalismo que propone el ALCA para las economías latinoamericanas, algo diferente a los Tratados de Libre Comercio, que tiene el petróleo venezolano y el gas boliviano como principales estandartes.

Pero además, los apoyos prometen aumentar en la región. Por un lado, el sandinista Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, ya participa como miembro del bloque, y pronto se prevé la llegada de Ecuador, con el presidente Rafael Correa al mando, pero no será definitiva esta entrada hasta que finalice sus procesos constituyentes.

Por otro lado, a finales de abril se celebró en Barquisimeto (Venezuela) la V Cumbre del ALBA, con el objetivo de seguir definiendo sus líneas de actuación: proyectos sociales, políticos, de integración, económicos y sobre todo energéticos (como Venezuela, que sigue esforzándose para cubrir todas las necesidades energéticas de sus socios).

Construcción de infraestructuras, llevar el petróleo y el gas a los socios y la inversión en educación fueron los bloques claves del encuentro celebrado en Barquisimeto, en el que se volvió a reflejar la solidez de ideas de un bloque que quiere convertirse en el principal punto de apoyo del cambio en la región.

Asistieron a la cita Evo Morales, Hugo Chávez (como anfitrión), Daniel Ortega y Carlos Lage, vicepresidente de Cuba. Además también estuvo como invitada el canciller ecuatoriano, María Fernanda Espinosa. La celebración de una quinta cita del ALBA demuestra varios factores: por un lado, la consolidación del eje bolivariano en América Latina; y por otro, que poco a poco va aumentando el número de países miembros, dota de fuerza a un mecanismo que nació como una alternativa y puede fraguarse como una opción seria y fiable de la región para afrontar el futuro.

Además, el hecho de que trabajen sobre temas concretos, y apuesten continuamente por una cooperación efectiva, apunta a que podrá crecer más rápidamente que otros mecanismos de integración latinoamericanos, más burocráticos y complejos como pueden ser el Mercosur, la Comunidad Andina o la más reciente Unión Sudamericana de Naciones.

Al término de la reunión, el asunto energético demostró que promete ser la base de la evolución del ALBA. Venezuela se ha convertido en el principal promotor e impulsor del eje bolivariano, y Hugo Chávez conoce la importancia del petróleo para que el bloque vaya creciendo, captando influencia de otros países de la región y así huir de la influencia norteamericana.

Esto es sólo un granito de arena de todo lo que está pasando en los movimientos izquierdistas latinoamericanos. Además, en los últimos años se ha acompañado del auge de los movimientos indígenas en la región, y el ALBA y sus dirigentes se han convertido en los principales defensores de los pueblos originarios, tanto en América Latina como en las Naciones Unidas.

Queda mucho por ver. Y sobre todo, quizás haya que esperar una reacción más dura de Estados Unidos, siempre hablando desde el punto de vista económico. Si el ALBA y su influencia siguen extendiéndose a más países, podría debilitarse la postura privilegiada que Estados Unidos ha mantenido en la región en los últimos 50 años, y es difícil pensar que Washington quiera que esto suceda. Entre hipótesis y realidad, se podría añadir que sería una realidad por las turbulencias que últimamente tiene el mercado del petróleo, y las decisiones que en América Latina, y por el efecto domino en Estados Unidos, tienen las decisiones de Venezuela como principal productor de la región.

En resumen: expectativas. Expectativas para ver los próximos movimientos de Chávez, que tanto gustan a la prensa, para observar si hay nuevas nacionalizaciones de Morales, para comprobar si efectivamente Castro reaparece. Y muchas preguntas: ¿se animará Correa a entrar al ALBA? ¿Cómo reaccionará el próximo Presidente de Estados Unidos a estos movimientos?

Es evidente que nadie puede responder a estas preguntas con total seguridad y firmeza. Pero si algo hay de verdad, es que el apoyo a este movimiento, sobre todo por parte de los indígenas, es muy importante en la región como para pensar que se vaya a frenar, y mucho menos a perder fuerza. Además, como todos sabemos, el petróleo mueve montañas.

Juan Luis Dorado
Periodista especializado en temas latinoamericanos

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