Número 3/ Junio-Julio 2007
Myriam Redondo
Los estudios académicos referidos al periodista internacional han tendido siempre a reducir esta figura a la del corresponsal en el extranjero. En efecto, desde finales del siglo XIX y durante buena parte del siglo XX fueron los reporteros desplazados más allá de las fronteras nacionales los únicos que veían, asimilaban y contaban a sus compatriotas ese “otro mundo” que, para la mayoría de los ciudadanos, existía sólo a través de sus crónicas. Así que el exterior era cosa de los corresponsales.
Esta equivalencia casi exclusiva no puede sostenerse por más tiempo. En la actualidad, todos los corresponsales siguen siendo periodistas internacionales, pero hay muchos periodistas internacionales que ya no trabajan desde el extranjero. Internet lo ha hecho posible: en Madrid, un redactor es capaz de elaborar un artículo sobre la matanza ocurrida en un instituto de Virginia (Estados Unidos) informándose a través de la Red, como pudo informarse sobre el 11-S en línea mientras los grandes canales de televisión todavía acertaban sólo a repetir una y otra vez la misma imagen.
Esta última afirmación (‘hay validez en los viajes virtuales del periodista’) arrastra un áspero debate, muchas críticas y algún que otro temor. Pero es rotundamente cierta y negarla sería cerrar los ojos ante la evidencia. El reportero Jayson Blair desprestigió a toda una institución como The New York Times cuando se descubrió que había inventado buena parte de los artículos publicados bajo esta cabecera ayudándose de la WWW. Decía que viajaba al extranjero y extraía los datos del supuesto destino de la Red. Afirmaba que se había desplazado para entrevistar a alguien cuando en realidad no había salido del apartamento. Su ejemplo, y otros que le siguieron, han hecho mucho daño a esa figura germinal del ‘periodista internacional no desplazado’ que, pese a todo, ya es una realidad.
No existe consenso sobre su nombre, aunque se le suele hacer referencia bajo el paraguas genérico de ‘periodista global’. Se trata de una expresión que quizá resulte pretenciosa, porque ‘global’ parece describir a alguien que lo abarca todo y que posee el don de la ubicuidad. El nuevo tipo de periodista internacional –que es sencillamente un reportero ‘de asuntos exteriores’, en expresión de J. C. Pollock–, es en realidad una revalorización del tradicional y denostado redactor de tareas de mesa de las secciones de Internacional, cuya subida de categoría prácticamente han impuesto las circunstancias.
Periodistas internacionales no sólo en el extranjero
Con el ‘reportero de exteriores’ en mente, la tipología de profesionales implicados en el ejercicio del periodismo internacional debería replantearse. Y ello porque no hablamos de un participante esporádico en el proceso informativo, sino de un profesional necesario y riguroso cuyas labores dependerán del tamaño y el tipo de medio para el que trabaje. Entre las obligaciones de este nuevo/viejo reportero pueden encontrarse las de monitorizar la Red, realizar un seguimiento de los teletipos y completarlos para convertirlos en noticias propias de su sección, así como acudir a ruedas de prensa, seminarios de política internacional o conferencias de personalidades con repercusión en las relaciones exteriores del país.
En este último aspecto, su tarea se cruza frecuentemente con la que realizan los corresponsales diplomáticos mientras no hay viaje que cubrir, así como (ya se ha dicho) con la de un buen número de redactores de mesa que ya completan en muchos medios las secciones de Internacional, aunque hasta ahora centrados casi exclusivamente en los teletipos.
En la década de 1980, Felipe Sahagún distinguió tres categorías de corresponsales en función de su contrato de trabajo (redactores de plantilla, colaboradores y freelance). Más recientemente, Christopher Tulloch ha combinado criterios laborales, de contenido y de tipo de medio para hablar de corresponsal fijo, corresponsal de agencias, enviado especial, stringer (o corresponsal nativo), freelance y corresponsal de guerra.
José María Peredo es uno de los pocos autores españoles que realiza una clasificación de profesionales de la información internacional no exclusiva para quienes realizan su tarea desde el extranjero. De acuerdo con este autor, además del enviado especial y del corresponsal clásico existen el corresponsal concertado (que trabaja para más de un medio) y el corresponsal diplomático, que sigue en todos sus viajes a las principales autoridades del país. Peredo menciona también al analista, que completa las informaciones internacionales aportando reflexiones profundas sobre los temas que domina.
Con excepción de esta figura de los analistas, no se suele contemplar la posibilidad de que el periodista internacional sea un redactor de mesa. Contando con ella, se sugiere la siguiente clasificación de los profesionales de la sección Internacional:
- Corresponsales. Periodistas encargados del seguimiento de la actualidad de un país o zona geográfica distinta de aquélla en que se encuentra el medio para el que trabajan, con su imprescindible presencia en la misma. Por el tipo de contrato pueden ser corresponsales en plantilla (fijos) o freelance (autónomos y temporales). Por su origen geográfico pueden dividirse en corresponsales nacionales (si su nacionalidad es la misma que la del medio para el que trabajan), corresponsales transnacionales (su nacionalidad no es ni la del país del medio ni la del país de destino) o corresponsales nativos o stringers (si son naturales del país de destino).
- Enviados especiales. Periodistas encargados, con carácter temporal, del seguimiento de la actualidad en un país o zona geográfica distinta de aquélla en que se encuentra el medio para el que trabajan, con su imprescindible presencia en la misma.
- Corresponsales diplomáticos. Periodistas asignados al seguimiento no de países o regiones sino de las autoridades nacionales implicadas en la esfera internacional durante sus actividades en territorio del Estado o sus visitas al extranjero.
- Redactores internacionales/redactores de asuntos exteriores/redactores de exterior. Periodistas encargados del seguimiento de la actualidad internacional desde la propia sede del medio para el que trabajan, con la ayuda de las agencias, Internet y la asistencia a actos de corte internacional organizados en su ámbito local. Ocasionalmente desempeñan tareas de enviados especiales.
- Analistas internacionales. Periodistas encargados de interpretar los eventos internacionales y reflexionar sobre ellos. Su labor puede ser diaria (en tertulias, por ejemplo) u ocasional (columnas publicadas en función de la candencia de su ámbito particular de especialización). Su formación o experiencia laboral está relacionada con las Ciencias de la Comunicación, lo que excluye a los especialistas ajenos a la profesión que son contactados por los medios con carácter esporádico (estos últimos serían, simplemente, expertos).
- Corresponsales de guerra. Periodistas encargados del seguimiento de los conflictos bélicos con su imprescindible presencia en la zona donde se producen. Pueden operar como tales, con carácter ocasional, todos los tipos de corresponsales, enviados especiales, corresponsales diplomáticos y redactores internacionales.
No hace falta apuntar al ‘periodismo ciudadano’ -el que ejercen miembros de la sociedad que no han recibido formación profesional en Comunicación- para admitir que la información internacional se transforma y que dos de sus principales ejecutores también lo hacen. En primer lugar, Internet ha reforzado la implicación del redactor de mesa en el proceso noticioso; en segundo término, ha modificado la tarea del corresponsal de toda la vida, aún instalado en el extranjero. No tiene ningún sentido enfrentar a ambas figuras, porque ninguna sustituirá a la otra. Ahora las dos pueden acceder a la vez a los medios del país de destino, contextualizar las crónicas, corregirlas o completarlas. Y más le vale al medio al que pertenecen que se entiendan trabajando en equipo y se complementen, porque de otro modo quien puede adelantárseles es el propio lector.
Los corresponsales se reciclan
¿Cómo entienden los corresponsales tradicionales esta nueva situación? Parece que el optimismo ha ido mejorando con el tiempo, aunque persisten algunos recelos que quizá remitan cuando se entienda que Internet beneficiará a todos los que sepan utilizarlo bien. En 2004, un buen número de corresponsales estadounidenses destacados en el extranjero sostenía que con la aparición de la WWW habían aumentado las presiones sobre su trabajo, según una encuesta de los académicos Hoaming D. Wu y John M. Hamilton. En concreto, un 34% subrayaba que ahora debían hacer entregas más frecuentes, y un 37% confesaba tener que actualizar sus contenidos con mayor asiduidad.
En el siempre interesante blog RConversation, de Rebecca McKinnon, se ofrecen pistas más recientes a partir de un estudio efectuado sobre los reporteros –también estadounidenses– que cubren China. El 90% de ellos afirma recurrir ya a los blogs para realizar su tarea y la mayoría cree que son una interesante vía para descubrir nuevas historias (por encima de foros y chats). No obstante, se mantienen las dudas sobre la credibilidad de las bitácoras y la opinión en esta materia podría resumirse en la idea de que “los blogs son tan creíbles como creíbles son las personas”. Por eso la blogosfera, dice McKinnon, debe ser tomada como ‘materia prima’ que debe refinarse.
En noviembre de 2006, preguntamos a los 59 corresponsales españoles censados por los servicios diplomáticos españoles en Bruselas sobre su relación con la Red. Los resultados completos de esta encuesta se encuentran en proceso de publicación, pero puede ofrecerse aquí un pequeño extracto. De las contestaciones recibidas (la tasa de respuesta fue del 47,45%) se deduce que la situación tecnológica de los periodistas desplazados en el exterior ha mejorado con respecto al pasado. La mayoría no encuentra ya limitaciones de tiempo o recursos técnicos a la hora de entrar en Red, cuenta con ADSL y cree tener la formación necesaria para navegar (ideas que no expresaban a comienzos de la década).
Pero hay alguna diferencia entre las opiniones recopiladas en Bruselas y las expresadas a McKinnon. Los corresponsales españoles asocian preferentemente la Web con el uso del correo electrónico y con la consulta de cabeceras, canales de televisión o emisoras de radio ya asentadas. La blogosfera apenas está presente como fuente de información y, sin embargo, están representados en exceso los sitios web que corresponden a instituciones oficiales o semioficiales. En la ruta de navegación digital de los profesionales españoles parece no haber escalas en contenidos de aportación ciudadana.
Por otra parte, en el caso de Bruselas Internet está sirviendo más para la comprobación de datos ya obtenidos por otras vías que para el hallazgo de nuevas historias, según los periodistas encuestados. Las fuentes digitales “no suplantarán nunca la obligación del periodista de tener que contrastar las noticias con quien está implicado en ellas”, subraya uno de los profesionales que contestaron al cuestionario. Estas y otras diferencias detectadas con respecto a cuestionarios desarrollados en otros países sugieren la necesidad de realizar más estudios sobre el periodismo internacional. Investigaciones futuras servirían para concretar cómo se está configurando el acercamiento a la Red como fuente, y en particular a la blogosfera, desde ámbitos culturales distintos y en destinos periodísticos diferentes. No es lo mismo Norteamérica que Europa. No es lo mismo París que Tombuctú.
¿Qué rutinas ha modificado la Red en las corresponsalías? Lo principal en Bruselas es que se utiliza cada vez menos el teléfono y más el correo electrónico. “A veces doy el fax a las fuentes porque, como cuesta dinero, es una manera de selección natural para evitar al oleada de e-mails diaria”, dice uno de los corresponsales preguntados. Al margen de estrategias puntuales como ésta, con las que trata de evitarse el temido correo basura, el fax es un utensilio en peligro de extinción.
Tras el correo electrónico, señalado como principal cambio por 22 de los 28 corresponsales que contestaron al cuestionario, se reconoce también que la Red permite el seguimiento de actos en línea, sin necesidad de desplazamiento, y que puede resultar un buen recurso para la documentación.
Preguntados en concreto por la posibilidad de que algunas ruedas de prensa, y en particular la más representativa en Bruselas (el llamado Midday briefing), sean seguidas a través de Internet por sus compañeros de la redacción en España, los corresponsales se expresaron de forma mayoritariamente reticente.
Hasta 9 personas observaron que esta opción (que técnicamente ya es posible) les beneficiaría, pero 15 la rechazaron por diversos motivos. El primero de ellos (8 votos) es que la presencia del corresponsal es simplemente insustituible en el lugar de los hechos, de modo que la retransmisión virtual no debería plantearse. Un periodista gallego que opta por esta respuesta puntualiza que la presencia del corresponsal no es imprescindible siempre pero sí en muchas ocasiones: “Me refiero a que, si hay algún tema específico en el que estemos interesados, sólo podremos preguntar sobre él si estamos en la sala”.
Otros 7 corresponsales aceptan la ausencia física del lugar de la presentación, pero creen que les perjudicaría profesionalmente que la rueda de prensa virtual fuera seguida por sus compañeros en Madrid (5) o que serían ellos mismos quienes deberían tener la exclusividad sobre su seguimiento (2).
Los cambios necesarios
De acuerdo con los datos expuestos, puede decirse que las opiniones expresadas por los corresponsales españoles revelan una cierta aprensión hacia las nuevas fuentes digitales. Se reconocen las ventajas de la Red (una rueda de prensa puede transmitirse en línea) pero se teme la competencia en este campo, no sólo de los ciudadanos sino también de lo que aquí se ha llamado ‘reportero de exterior’. Observar a esta figura como colaborador y no como competidor beneficiaría enormemente a los corresponsales, que de otro modo terminarán desbordados por una realidad digital tan amplia que no pueden (ni tienen por qué) asumir en solitario. Que los editores respalden un trabajo más personal de sus corresponsales (con el encargo de reportajes de investigación y entrevistas en profundidad al margen de la agenda oficial y rutinaria del día, que sí puede ser asumida a través de Internet) ayudaría en este sentido.
Pese a su aparente pequeñez, la figura del reportero de asuntos exteriores tiene repercusión en el entramado informativo mundial, sobre todo porque es numerosa. Cada uno de los nuevos periodistas internacionales de mesa (y son muchos) pone su grano de arena en la descentralización de la dinámica comunicativa internacional, ya parcialmente desbaratada desde hace tiempo por los procesos propios de la globalización, y obliga a comprobar la validez de observaciones clásicas en Relaciones Internacionales que hasta ahora se habían tenido por inamovibles. Así ocurre, por ejemplo, con la observación de que priman los contenidos mediáticos occidentales sobre los orientales, los de los países ricos sobre los de los pobres, y la información del Norte sobre la del Sur. Aunque estos esquemas aún no han sido derribados y muestran signos de fortaleza, hay indicios de rechazo digital a los mismos.
El corresponsal en el extranjero siempre se ha entendido como un mediador poderoso que, pese a sus esfuerzos e intereses humanitarios, con sus relaciones privilegiadas mantenía inalterable ese estatus quo informativo que dominan las élites. Algunos investigadores lo han considerado hasta una figura geoestratégica de los gobiernos; otros, casi un diplomático. Pero el corresponsal ya no es el único que interviene en la partida internacional. La Red ha modificado su posición en el tablero informativo y además ha puesto en liza más figuras. No tendría sentido jugar sin alianzas.
Myriam Redondo
Licenciada en Periodismo, Master en Política, Cultura y Sociedad Europea (Universidad Libre de Bruselas, VUB) y doctora en Relaciones Internacionales y Derecho Internacional Público (Universidad Complutense de Madrid, UCM)
En la actualidad imparte clases de Periodismo en Red en la Universidad Carlos III de Madrid
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