miércoles, 14 de febrero de 2007

Doce años tras Dayton

Número 1/Febrero -Marzo 2007
Fernando de Sisternes

Sarajevo, 13 de diciembre, 2006. Es una fría mañana de diciembre en Sarajevo y, en las oficinas de la principal compañía distribuidora de gas del país, se reúnen su presidente y el ministro local para asuntos de energía. Hoy reciben a uno de los numerosísimos grupos de consultores que han desfilado por Bosnia con el propósito de contribuir a la reestructuración de la situación del país tras la guerra que, a comienzos de la década de los noventa enfrentó a bosnios, croatas y serbios por el control y la defensa territorial de los fragmentos resultantes de la desintegración de Yugoslavia.

Una vez hechas las presentaciones, la reunión comienza a abordar los aspectos generales que hagan entender a los invitados cuál es la situación actual del sector del gas en Bosnia. A este respecto, uno de los expertos pregunta al ministro el porqué, existiendo empresas con intención de desarrollar las infraestructuras de gas del país y conociendo las necesidades del mismo, aún no han comenzado las obras. El ministro toma rápidamente la palabra, respondiendo de forma resolutiva que no existe acuerdo entre las dos partes integrantes de Bosnia (una parte de mayoría serbia y otra de mayoría croata y musulmán), ya que la pretensión de ambas es que las nuevas ampliaciones comiencen desde sus respectivas demarcaciones.

Este problema, que en principio no debería ofrecer ninguna traba si la autoridad competente dictara una resolución al respecto, en Bosnia toma un cariz especial debido a su actual paradigma político. Como prueba de ello y reflejando en cierta medida la situación actual en la que se encuentra el país, el ministro asevera con resignación que la última autoridad responsable de estos asuntos - el Departamento de Energía del MoFTER (siglas en inglés del Ministerio de Comercio Exterior y Economía), autoridad a nivel nacional en Bosnia sobre energía - posee el mismo poder de decisión que los respectivos ministerios de cada partición del país y que para alcanzar una resolución, ambas partes deberían estar totalmente de acuerdo. Este mecanismo, que favorece abiertamente el bloqueo de la mayoría de las iniciativas, es un hecho generalizado entre las instituciones bosnias, y constituye en muchos casos el mayor impedimento al desarrollo de este y otros muchos sectores en el país.

Para una mente europea centralizadora, esta falta de autoridad de una institución tan importante para un país puede resultar incomprensible y sorprendente. Sin embargo, esta realidad común en la mayoría de instituciones en Bosnia viene derivada del pacto que puso fin al conflicto bélico que ha marcado el transcurso de los últimos años en esta zona balcánica. Para comprender el porqué de esta situación hay que remontarse en el tiempo algo más de una década, a los orígenes de la coyuntura actual de Bosnia.

De Dayton 1995 a Bruselas 2020

El Acuerdo de Dayton puso fin en 1995 a una guerra que comenzó tres años antes enfrentando a las tres etnias mayoritarias de esta región balcánica (bosnio-musulmanes, serbios y croatas), y cuyo desencadenante tuvo origen en graves crisis sociales y políticas derivadas de la fragmentación de Yugoslavia y un exacerbado nacionalismo serbio que aspiraba a aumentar su extensión territorial para formar la Gran Serbia.

Tras algo más de tres años de conflicto, finalmente se firmó en Dayton (Ohio) un acuerdo de paz que, motivado por la gran dispersión de las diferentes etnias a lo largo de la región (serbios o croatas asentados en zonas de mayoría musulmana y viceversa), no optó por la creación de nuevos países o la anexión por Croacia o Serbia de las franjas con sus respectivas mayorías étnicas, sino que bajo un denominador común, Bosnia, se dividió el país en dos entidades: una bajo el control de mayoría serbia (Republika Srpska) y otra de mayoría Bosnio-musulmana y Croata (Federación de Bosnia y Herzegovina).

El Acuerdo de Dayton encomendó a la comunidad internacional la protección de los límites de ambas entidades y designó a un Alto Representante para su supervisión. El pequeño gobierno estatal resultante, está presidido por tres miembros (uno por cada etnia constituyente) en rotación cada ocho meses. Este gobierno se compone de dos cámaras, cuyos integrantes deben ser elegidos equitativamente entre los tres grupos sociales del país. De esta manera, cada parte tendría su propio gobierno con una composición que lograra el principal objetivo: la total y proporcional representación de cada una de las etnias.

Hoy en día, Bosnia sigue dividida en las dos entidades derivadas del Acuerdo, mas una pequeña zona especial, Brčko District, de apenas 200 kilómetros cuadrados controlada por la Republika Srpska y la Federación. Y, mientras que la oficina del Alto Representante cerrará en junio de 2007, siendo sustituido por un representante de la UE, todavía unos 6000 soldados de la UE y la OTAN siguen custodiando el cumplimiento de las resoluciones del Acuerdo de Dayton, ante algún posible quebrantamiento del mismo por alguna de las partes.

Como Croacia, Serbia y otros países vecinos, Bosnia, es un país que también mira a Europa como parte de su perspectiva de desarrollo. En 2005 Bruselas dio luz verde para comenzar las conversaciones con el país balcánico para establecer un programa de adhesión, a cambio de un compromiso para realizar reformas institucionales en el país y cooperar plenamente con el Tribunal de La Haya en la detención de criminales de guerra. Aunque todavía muchos de ellos se encuentran fugados, gran parte de estos criminales ya han sido entregados a la justicia para poder ser juzgados por atrocidades como la de Srebrenica que fueron cometidas durante los años de enfrentamiento.

No obstante, aunque la estabilidad de la región ha mejorado sustancialmente, todavía existen disconformidades y recelo entre las dos entidades que conforman el país. Según encuestas publicadas por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su último informe periódico sobre estabilidad en la región, una media del 60% de la población del país vería inaceptable que alguien de su familia contrajera matrimonio con individuos pertenecientes a cualquiera de las otras etnias que no fuera la suya propia, y entorno al 20% de la población bosnia sigue sin ver con buenos ojos la composición multiétnica de su país.

La última campaña electoral del 6 de octubre de 2006, reflejaba como los principales candidatos seguían basando sus discursos en retórica nacionalista. Mientras que los bosnio-musulmanes quieren potenciar el poder del estado central, los serbios reclaman la autonomía de la Republika Srpska y los bosnio-croatas la división de la Federación. Este radicalismo político no favorece en modo alguno ni la estabilidad regional, ni el proceso de adhesión a la UE, apoyado según encuestas por el 76% de la población.

Sin embargo, según otros sondeos llevados a cabo por la misma institución, y publicados también en su último informe sobre estabilidad regional, aunque sí existe un cierto recelo entre las diferentes etnias que se enfrentaron en la guerra hace ya más de una década, esta rivalidad no es vista con tanta importancia por el ciudadano de a pie. Problemas como el paro, con datos oficiales sobre desempleo del 45%, o el estancamiento de la economía, pasan a ser las cuestiones más preocupantes para la población de ambas divisiones. Por si esto fuera poco, según muestra esta misma fuente, el 68% de la población opina que un fenómeno tan grave y perjudicial como es la corrupción, esta bastante extendido o muy extendido por todas las instituciones bosnias.

Con todo, y debido a la diseminación étnica a lo largo del territorio, Bosnia es un país con muy pocas posibilidades si no hay entendimiento, para lo cual debe procurar dejar a un lado antiguas rencillas y mirar de forma constructiva un futuro unido e integrador, por el que camine con pasos firmes hacia la conversión con Europa.

Desarrollo “arrestado”

Durante los últimos doce años, Bosnia ha protagonizado una de las reconstrucciones más rápidas que se recuerden en países que hayan sufrido una guerra de tan grandes repercusiones. Sin embargo, una vez finalizas las fases de reconstrucción y consolidación, debido en parte a la aparición de nuevos conflictos internacionales que también necesitan de ayuda y, en cierta medida, a un sentimiento de desilusión por parte de los organismos donantes producido por el lento ritmo de las reformas institucionales en el país, se ha propiciado una disminución de las ayudas provenientes de países e instituciones extranjeras durante los últimos años.

De esta manera, ahora mismo Bosnia se encuentra en un punto clave, en el que para dar continuidad a su desarrollo, debe incentivar la industria nacional y las inversiones extranjeras abandonando progresivamente el apoyo en ayudas internacionales. Por tanto, y según lo visto anteriormente, el requisito sine qua non para que este desarrollo sea posible es un cambio institucional. Resulta muy frustrante para la población hoy en día, ver como un país con tal enorme potencial de desarrollo está frenado por un marco institucional dividido e ineficiente.

Una reinterpretación de la resolución del Acuerdo de Dayton podría provocar este cambio institucional, manteniendo en todo momento la defensa de la representación institucional de todas las etnias, pero fortaleciendo el poder de las instituciones del gobierno central, siempre de una manera que fiscalmente fuera sostenible. Consolidando las funciones sobre aspectos clave, fragmentadas a lo largo de los diferentes niveles de gobierno, no solamente mejoraría de forma significativa la eficacia y eficiencia del gobierno del país, si no que también se dotaría a éste de una mayor capacidad de atender los compromisos derivados del proceso de adhesión a la UE.

Pongamos como ejemplo de esta segregación institucional la situación actual del sector energético de Bosnia. Según Mubera Bičakčić, directora del Departamento de Energía del MoFTER, actualmente la reestructuración del sector energético es la mayor prioridad a la que se enfrenta Bosnia de cara a garantizar el suministro a todo el país y poder establecer un mercado libre y competitivo que beneficie al consumidor e impulse las actividades industriales. Sin embargo, existen en la actualidad tres leyes diferentes que regulan el sector (una para cada una de las dos entidades, y otra a nivel nacional), tres comisiones reguladoras, dos planes de acción de reestructuración de los diferentes sectores energéticos, y ningún espacio económico único.

Todo esto crea serios problemas de armonización, teniendo en cuenta la resistencia al cambio por parte de las autoridades de cada entidad, propiciando así una falta de consenso en aspectos estratégicos. De esta manera, la solución inmediata es el fortalecimiento de las autoridades a nivel estatal a través de las reformas legales y constitucionales oportunas, otorgándolas así el poder de determinar los objetivos del país de manera unívoca o, al menos, dotándolas de mecanismos para alcanzar decisiones y romper puntos muertos entre los tres grupos étnicos. A este respecto, y aunque todavía necesitan apoyo para superar estas barreras, el hecho de una prospectiva integración en la Unión Europea, está sirviendo en la práctica de motor para acelerar estos cambios.

Bosnia se encuentra ahora mismo ante un reto crucial en su historia, el cual debe superar si desea salir de la fase de estancamiento en la que actualmente se encuentra. Para ello, los gobernantes del país deben alcanzar un compromiso para la construcción estatal, desechando cualquier forma de radicalismo político, y cediendo responsabilidades desde niveles locales y de entidad a un nivel nacional. Sólo de esta manera, se conseguirá fomentar el diálogo, el consenso, y la creación de marcos regulatorios estables que fijen objetivos comunes y doten al país de la seguridad institucional necesaria para un desarrollo sólido y continuado.

Fernando de Sisternes
Ingeniero Industrial y consultor estratégico para mercados internacionales y países en desarrollo

Bibliografía:

1. The Economist: “Chop up Bosnia?”, 17 de abril de 1997
2. The Economist: “The disunited state of Bosnia”, 26 de junio de 1997
3. The Economist: “The viceroy rules, OK? Not everyone thinks so”, 24 de julio de 2003
4. The Economist: “Almost like one country”, 25 de septiembre de 2003
5. The Economist: “Glad tidings”, 18 de diciembre de 2003
6. The Economist: “Back to Bosnia”, 17 de marzo de 2005
7. The Economist: “Paceful, rebuilt, but still divided”, 24 de noviembre de 2005
8. The Economist: “Troubling times”, 5 de octubre de 2006
9. The Economist: “A very long engagement”, 9 de noviembre de 2006
10. The World Bank: “Bosnia and Herzegovina Infrastructure and Energy Strategy”, 15 de junio de 2004
11. United Nations Development Programme: “Early Warning System. 2006 Second Quarterly Report”, 2006
12. United Nations Development Programme: “Bosnia and Herzegovina: Addressing Fiscal Challenges and Enhancing Growth Prospects”, septiembre de 2006
13. Stability Pact Watch Group: “Arrested Development. Energy Efficiency and Renewable Energy in the Balkans”, mayo de 2005
14. BURG, STEVEN L.: “The War in Bosnia-Herzegovina : Ethnic Conflict and International Intervention”, marzo de 2000
15. El Mundo: “Los candidatos nacionalistas se imponen en los comicios presidenciales en Bosnia”, 2 de octubre de 2006
16. El País: “Bosnia elige al Gobierno tripartito que regirá el país sin tutela internacional”, 2 de octubre de 2006
17. El País: “Las fosas abiertas de Srebrenica”

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