miércoles, 2 de septiembre de 2009

Desafíos de la política exterior de Obama en Oriente Medio

Número 16/agosto-septiembre 2009
Ariel González

Antes del 11 de septiembre de 2001, los Estados Unidos disfrutaban de una indiscutible influencia sobre la mayor parte del globo. La consecuencia inmediata del ataque al corazón financiero - Torres Gemelas - y militar - Pentágono -para los EEUU fue una congoja generalizada.

Después de 7 años de Gobierno de George W. Bush (h) con las invasiones a Irak y Afganistán, la imagen positiva de los EE.UU. - según el informe Global Public Opinion in the Bush Years (2001-2008) del Pew Global Attitudes Project - cayó en 26 de los 33 países encuestados en los diferentes continentes.

Pero en el escenario político electoral apareció una personalidad atractiva a nivel internacional, Barack Obama. La campaña presidencial de este senador de Illinois destacó por el uso de las nuevas tecnologías - Facebook e internet  - para la globalización del mensaje electoral y por el mensaje positivo de cara al futuro.

Uno de los temas claves abordados durante la campaña de Obama fue Medio Oriente. Temas como el retiro de las tropas en Irak, un nuevo impulso a la paz en el conflicto palestino-israelí y la diversificación energética fueron tres temas claves para sumar votos.

Un día después de la proclamación de Barack Hussein Obama como Presidente de los Estados Unidos, se anunció la designación del Embajador en misión especial para Oriente Medio, George Mitchell. Quien fuera uno de los facilitadores de la paz en Irlanda del Norte - y en estos últimos años director de Walt Disney Company - tiene a cargo la compleja tarea de armonizar una agenda compleja de temas en el campo diplomático. Los principales objetivos fueron calmar los ánimos belicistas después de la guerra de Gaza de 2008/2009; frenar los intentos de Israel para no llevar a cabo medidas unilaterales en cuatro frentes conflictivos: Gaza, Cisjordania, Líbano e Irán; lograr un acercamiento a Siria y; por último, sostener a los aliados históricos en la región: Arabia Saudita, Jordania y Egipto.

En los primeros seis meses de gestión, la actividad de la administración Obama ha sido realmente intensa. Se pueden contar un viaje presidencial, uno de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton y tres del enviado especial a la zona. Pero estos movimientos ¿han tenido un rumbo determinado?

¿Hay una estrategia para Oriente Medio?

En la primera mitad del 2008 hay un debate entre los analistas y observadores de la política exterior norteamericana sobre la naturaleza del comportamiento de los EEUU en Oriente Medio.

Tres visiones se entrecruzan para identificar qué tipo de política está llevando adelante Barack Obama en la región. La primera sostiene que los EEUU están llevando adelante una política errónea, debido a las múltiples declaraciones realizadas a favor de los países árabes, Palestina y el cambio de posición con respecto al Islam. Esta política pretende mostrar esta situación como prueba fragante de fragilidad de los EEUU en la región. Los viejos halcones republicanos y la visión del Estado de Israel comparten esta visión.

La segunda interpretación es que los EEUU están llevando adelante una política sin timón ni rumbo con una excesiva sobreactuación. Algunos de los países árabes se enfrentan a un poder estatal de carácter revolucionario como es el caso de Irán el cual se encuentra en una zona muy proclive a conflictos internos y externos, no sólo en el aspecto político sino también en el religioso-cultural. Irónicamente, los que sostienen esta tesis, podrían decir que hay una excelente estrategia comunicacional para Oriente  Medio pero que existe una base muy frágil para llevar a cabo una tarea de estabilización regional. Mientras tanto, la imagen de Obama en el mundo árabe sigue subiendo.

La tercera perspectiva, la más respaldada por los medios de comunicación globales y por algunos centros de poder mundial - es la de un acercamiento positivo y constructivo para lograr una "paz exhaustiva" - en términos de George Mitchell - en la región. Pero para lograr ese objetivo los EEUU deben afrontar una serie de asuntos muy amplios, alguno de los cuales son trasnacionales o pertenecen a esferas de poder que los EEUU ya no controlan. Durante el "histórico" discurso de Obama en la Universidad del Cairo, el 4 de junio de 2009, Obama abordó las denominadas "sources of tension" (fuentes de tensión) que impiden el desarrollo y la estabilidad en Oriente Medio. El presidente afro-americano identificó siete fuentes: extremismo violento, la situación conflictiva entre israelíes y palestinos, la proliferación de armas de destrucción masiva, democracia, libertad religiosa, derechos de la mujer y, por último,  la combinación entre desarrollo económico y oportunidades (1).

Una agenda demasiado compleja para una sola administración

El investigador Barry Rubin, director del Global Research in International Affairs, realizó un balance de los primeros meses de administración Obama en sus vínculos con Medio Oriente. El editor del Middle East Review of International Affairs seleccionó los principales temas que tiene que afrontar con suerte la nueva administración: el futuro de Egipto, las ambiciones de Irán y su plan nuclear, Irak, el crecimiento del islamismo, el conflicto árabe-palestino, Líbano, democratización, dependencia de hidrocarburos, el nuevo rol de Rusia en la región, terrorismo y la preocupante evolución de la situación política en Turquía. A estos problemas se suman el papel de los EEUU en el teatro del Gran Oriente Medio que incluye Afganistán y Pakistán (2).

Ante estos desafíos la administración Obama resolvió un retiro escalonado de las tropas de Irak hasta 2010, reorientó su política militar hacia Afganistán y Pakistán, tomó medidas para cerrar la base de Guantánamo, impulsó las negociaciones para alcanzar la resolución del conflicto árabe-israelí con el envío del negociador George Mitchell, promovió un acercamiento a Siria, generó un freno a las tensiones con Irán e impulsó un acercamiento entre el pueblo americano y el musulmán mediante discursos amistosos y declaraciones cercanas a las posiciones árabes.

Una administración demasiado complicada para un solo tema

Si bien en la agenda internacional de los medios de comunicación el tema Oriente Medio es recurrente y es uno de los más relevantes, la actual coyuntura global no permite invertir política y económicamente todas las fichas en la región. Hasta el momento los Estados Unidos tienen una primacía en los aspectos estratégico-militares debido a diversos factores entre los que podemos contar el elevado gasto militar, el proceso RAM (Revolución en Asuntos Militares) cuyo fin no se ha vislumbrado hasta el día de hoy (3), la capacidad de un arsenal nuclear, la proyección global de sus fuerzas militares y el dominio de los "global commons"(4). Pero en estos últimos meses están previendo una continua pérdida del poder americano debido a la falta de control sobre los procesos y resultados que aborda el gigante del norte.

El dato esencial de este mundo pos11S es la vuelta a la escena internacional de los poderes regionales como articuladores de alianzas - denominadas por el momento como balance suave o soft-balancing - contra la potencia que mantiene la primacía en el sistema como también en pos de la protección del ámbito natural de desarrollo de su política internacional, su región. Tomemos el caso de dos actores, crecientemente importantes en lo que va a de la década, China y Rusia.

El control del progreso del Plan Nuclear iraní no es totalmente fiable y será tema de análisis tanto del G-20 como del G-8 en las cumbres sostenidas durante el 2009. Por otro lado China y Rusia están incrementando su influencia en la región. Rusia con su influencia en Irán a través del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y patrocinando en materia estratégica - como históricamente lo hizo - a Siria. China esta vinculando sus necesidades energéticas a los países del Golfo Pérsico, y si hablamos de petróleo automáticamente debemos considerar que entran en juego variables relacionadas con la seguridad de su trasporte y la "razonabilidad" de su precio.

Los Estados Unidos están en un mundo que ya no obedece sus órdenes. Un mundo que va hacia una multipolaridad, es un mundo complejo, inseguro y con altas probabilidades de conflicto. Atrás quedó el fin de la historia de Francis Fukuyama y Oriente Medio no es ajeno a ello.
Ariel González
Licenciado en Relaciones Internacionales (UAK). Profesor del Modulo "Argentina y Medio Oriente" de la Especialización en Oriente Medio (UNLaM / Fundación TESA). Director Ejecutivo del CAEI (Centro Argentino de Estudios Internacionales).

Bibliografía:

1. "Obama in El Cairo: A Commemorative Transcript", United States Department of State / Bureau of International Information Programs, 4 de junio de 2009.
2. Rubin, Barry, "U.S. Middle East policy: too many challenges and yet a single theme", Middle East Review of International Affairs, Vol. 13 (2), Junio 2009, pp. 28-35.
3. La Revolución en Asuntos Militares hace referencia a un proceso de transformación del instrumento militar del Estado debido a la incorporación de tecnología de punta y la modificación de los sistemas en materia de organización e información con un potencial de poder incrementado (Ferro, Matías; "¿Qué entendemos por Revolución en Asuntos Militares?", Programa Defensa y Seguridad - Centro Argentino de Estudios Internacionales, Working Paper N° 13, Agosto 2005, pp.2-8).
4. Podemos definir a los global commons como el agua, el aire y el espacio. Según Barry Posen (MIT), el control de los commons es la llave militar que permite a EE.UU. tener una posición de poder y una proyección global. Posen, Barry; "Command of the Commons: The Military Foundation of U.S. Hegemony", International Security, Volume 28 (1), Summer 2003, pp. 5-46.
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