domingo, 24 de abril de 2011

El corazón de Minsk golpeado por el terrorismo

Número 24/Abril-Junio 2011
Antonia Ceballos Cuadrado

La ex-república soviética vive su primer atentado mortal
El 11 de abril ocurría algo insólito en Bielorrusia, la Rusia blanca (según la etimología de la palabra): un atentado acababa con la vida de 12 personas y dejaba heridas a otras 200 en una de las principales estaciones del metro de Minsk. En un país sin problemas independentistas y sin problemas de islamismo, este hecho sucedía por primera vez y pilló a todos por sorpresa. Tanto que los analistas no son capaces de dilucidar quién está detrás de estos hechos. Aunque el régimen ya lo ha hecho.



Las elecciones de diciembre

En diciembre, el apodado por los medios occidentales como "último dictador de Europa", ganó con una aplastante mayoría, un 80% de los votos, los comicios con los que pretendía dar un lavado de cara al régimen que preside desde la independencia del país en 1994.
Bielorrusia se echó a la calle y el régimen se quitó la piel de cordero: más de 600 activistas fueron detenidos y recluidos en las cárceles de la KGB (así es como continúa llamándose en Bielorrusia), entre ellos la mayoría de los candidatos de la oposición. A día de hoy muchos han sido ya condenados a penas de cárcel, algunos se han exiliado y otros muchos siguen esperando juicio.

El Ministerio de Justicia ha revocado las autorizaciones que habilitan para ejercer a los abogados que han defendido a los activistas.

La respuesta de la Unión Europea se ha limitado a retomar la prohibición de viajar al extranjero para Lukashenko y algunos hombres fuertes del régimen. Bielorrusia por su parte ha respondido de manera más rápida, expulsando a los observadores de la OSCE que habían elaborado un informe negativo sobre las elecciones.
Pese a todo, algo se mueve en el ambiente. Algunos ciudadanos han creado el movimiento Free Belarus Now que pretende dar eco internacionalmente a sus ansias democráticas. Una de sus primeras acciones ha sido un llamamiento a las estrellas del pop para que boicoteen a su país (Shakira y Moby tienen conciertos previstos en los próximos meses). Además, un grupo de abogados británicos prepara un dossier para sentar en el banquillo al presidente bielorruso.

El atentado

He aquí el contexto en el que el 11 de abril de 2011 a las 17:54 hora local (16:54 en Madrid) un artefacto explosivo con entre 5 y 7 kilos de TNT y repleto de metralla estallaba por control remoto en la estación de metro de Oktyabrskaya, a escasos 100 metros del palacio presidencial del todopoderoso Lukashenko. 11 personas morían en el acto y una más en el transcurso de aquella noche. Era el primer atentado mortal de la historia de la Bielorrusia independiente.

Un "regalo del exterior"

El presidente Alexander Lukashenko ha aprovechado la coyuntura para ofrecer de sí mismo una imagen distinta a la de los acontecimientos de diciembre. Poco después del atentado, acudió al lugar de los hechos e hizo dos afirmaciones que acapararon la atención de los medios internacionales. A sus ciudadanos les dijo que no descartasen que el atentado fuera "un regalo del exterior" de aquellos que quieren "desestabilizar el país", sin precisar demasiado quién y por qué. Al jefe de la KGB le dijo delante de las cámaras de las televisiones controladas por el Estado: "revuelve el país para encontrar a los culpables". Dicho y hecho.

"Alexander Lukashenko, Presidente de la República de Bielorrusia. Fuente: Página oficial del Gobierno de Bielorrusia



Los primeros detenidos

Con una celeridad asombrosa se produjeron las primeras detenciones. El 13 de abril, el fiscal general adjunto, Andrey Shved, anunció que se había detenido a dos sospechosos y que ambos eran bielorrusos. Uno de ellos aparecería en un vídeo grabado en la estación de Oktyabrskaya.

El presidente Alexander Lukashenko también apareció en televisión para consolar a sus conciudadanos consternados por el atentado y de luto oficial. "Ya sabemos quién cometió este acto terrorista y cómo", dijo y añadió: "la única cosa que no sabemos aún es el porqué, pero lo sabremos pronto". "A las cinco de esta mañana han hecho sus confesiones", informó para a continuación felicitar a la policía por su "brillante" operación.

La oposición en el punto de mira

En esa misma alocución, Lukashenko señaló a los políticos de la oposición, "los políticos de la quinta columna", a los que ahora había que interrogar en relación con el atentado e instó a hacer una "limpieza a fondo" de la sociedad.

Sin embargo, la oposición y ciertos medios rusos apuntan a una conspiración de las autoridades, en un país que no alberga redes islamistas ni diáspora norcaucásica. Aunque una y otra afirmación no sean más que conjeturas sin una base sólida.

Los terroristas

Según Lukashenko, los sospechosos han admitido su vínculo con dos ataques anteriores: uno en Minsk en 2008 y el otro en la ciudad occidental de Vitebsk en 2005. El ataque de 2008 ocurrió en julio durante la celebración de la fiesta de la independencia. Lukashenko estaba allí, en el centro de Minsk, cuando un artefacto artesanal explotó, provocando una cincuentena de heridos. Ese caso nunca se resolvió, pero ahora, según la versión oficial, estaría dentro de una cadena que la vincularía al atentado mortal de este abril.
La KGB maneja tres versiones principales del atentado, todas ellas bastante simplistas. La primera es la del "regalo del exterior", es decir, la posibilidad de que una o varias potencias extranjeras hayan pagado a alguien para que cometa los atentados. La segunda es la que mejor viene a los intereses del régimen ya que atribuye la autoría a jóvenes extremistas a los que sería fácil vincular con la oposición lo que daría una coartada a la represión en un país en el que la pena de muerte sigue estando vigente. La tercera de las teorías es que se trate de una obra de un enfermo mental.

Los dos sospechosos detenidos hasta ahora serían gente normal: un operario de un torno de carpintería y un electricista. Nada más ha trascendido sobre su identidad, su implicación exacta en el atentado, las circunstancias de su detención o sus motivaciones. No se sabe dónde están ni quiénes son. El otro sospechoso, del que ya se han distribuido retratos-robot es un hombre de "apariencia no-eslava, de más de 27 años y fornido que llevaba un abrigo marrón y un sombrero de lana", según el jefe de la KGB, Vadim Zaitsev.

El post-atentado

Parece que, pese a la ayuda del FSB ruso y de agentes de la inteligencia israelí, aún falta mucho para saber quién y por qué se cometió este atentado, si es que llegamos a saberlo algún día. En lo que sí están de acuerdo todos los analistas es en las repercusiones negativas que tendrá en el futuro de los contrarios al régimen, sobre todo en el de aquellos que aún no han conseguido salir de las checas bielorrusas y esperan que se celebre su juicio.

Antonia Ceballos Cuadrado
Investigadora del Observatorio Eurasia, Universidad de Sevilla.






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