Número 9/junio-julio 2008
Pedro Iván Suarez
Nos encontramos en una etapa de la historia del continente suramericano en donde la desigualdad y la pobreza sumen al pueblo en el abismo de la desesperanza, en medio de esta crisis surgen líderes de corte populista que prometen un cambio y la reivindicación de las clases populares, con alternativas radicales pretenden llevar al continente a una nueva era de prosperidad y progreso; nos encontramos ante una nueva corriente de caudillos, una nueva alternativa para Suramérica, pero ¿Cómo de viable es esta alternativa en un futuro? ¿Qué tiene de izquierda y cual es su presente y futuro?
Desde el final de la guerra fría y la caída del muro de Berlín, la izquierda perdió legitimidad y sus objetivos inmediatos se transformaron paulatinamente; en Suramérica esta izquierda, de tradición armada y ortodoxa, se fue tornando cada vez mas flexible, incluyéndose en la sociedad democrática y capitalista que antes combatieron con férrea voluntad heredada de la tercera internacional y los postulados Leninistas y Maoístas según la organización.
Este proceso evolutivo de la ortodoxia a la participación democrática se vino dando sin ningún éxito de renombre, solo hasta 1998 cuando los partidos de Izquierda presentaron candidatos presidenciales en Brasil llegando a disputar la segunda vuelta. Desde ese momento y hasta el 2005 con la llegada al poder del líder indígena Evo Morales en Bolivia los logros de la Izquierda en Suramérica han sido progresivamente exitosos, de los 10 países de la región, 6 tienen gobiernos de Izquierda fuertemente consolidados; 3 países tiene fuertes movimientos de Izquierda que aunque no en el poder, ejercen presión y son de gran relevancia en la vida diaria de sus respectivas naciones.
El objeto de estudio que se plantea, es la verificación y revisión del proceso de la llamada Izquierda, dando un respaldo ideológico - teórico (si lo tiene) a las acciones y políticas de estos dirigentes que encarnan lo que numerosos académicos denominan el neopopulismo de Izquierda.
¿Pero realmente se le puede llamar izquierda a este movimiento regional y atarlo a las teorías clásicas de la izquierda?, y si así ocurriera, ¿toda la izquierda en Suramérica es homogénea y actúa según un lineamiento general?, ¿Están sugiriendo un nuevo modelo político aplicado a la realidad suramericana y puede ser éste, una salida a la crisis de la región?; Para determinar esto, hay que analizar diferentes variables, y revisar procesos de antaño, comenzando con la definición de la propia teoría, que es la izquierda con sus diferentes corrientes de pensamiento, para poder entender el fenómeno suramericano desde su inicio, antes y después del ascenso de la Izquierda al poder, asimismo se presentará la composición ideológica de la Izquierda en la región, para así diferenciarla y de esta manera responder a las preguntas anteriormente planteadas
Punto esencial trabajado por el Marxismo y parte fundamental en el desarrollo de la Izquierda suramericana, es la nacionalización de la tierra. Ya Marx en 1872 exponía que la propiedad de la tierra es la fuente original de toda riqueza y se ha convertido en el gran problema de cuya solución depende el porvenir de la clase obrera. Para el Marxismo la tierra, tradicionalmente ha sido poseída por grandes burgueses, latifundistas, que a su vez infeudaban pequeñas parcelas a campesinos buscando una renta por el arriendo de la tierra. Esta tierra la mayoría de las veces es subutilizada, es decir el campesino no puede, por motivos coyunturales y estructurales, desarrollar un agro a gran escala y la tecnología que aplica es apenas la necesaria para su subsistencia. Mientras que al gran latifundista sólo le importa actuar dentro de los lineamientos burgueses, esperar que el valor de su propiedad incremente por la fuerza del capital y no por la fuerza del trabajo.
La sociedad para desarrollarse necesita de un agro tecnificado, en donde se desarrolle una agricultura nacional, para que la producción aumente y los precios bajen produciendo un bienestar colectivo y no el particular. Al igual que la propiedad privada, la tierra (que de por sí es una propiedad privada), puede no ser reconocida por la sociedad, viendo en ello la necesidad social de la colectivización y socialización en su globalidad.
La industria, con su progreso y evolución acelerada ofrece diferentes alternativas tecnológicas al agro, que sólo podrá ser utilizada exitosamente por una agricultura nacional, colectiva y de bien común.
El Marxismo deja explícitas estas ideas en el libro La Nacionalización de la tierra, donde se expone que lo que hace falta es un crecimiento diario de la producción, y las exigencias de ésta no pueden ser satisfechas cuando un puñado de hombres se hallan en condiciones de regularla a su antojo y con arreglo a sus intereses privados o de agotar, por ignorancia, el suelo. Todos los métodos modernos, como, digamos, el riego, el avenamiento, el arado, los productos químicos, etc., deben aplicarse en grandes proporciones en la agricultura. Pero, los conocimientos científicos que poseemos, al igual que los medios técnicos de practicar la agricultura de que disponemos, como las máquinas, etc., sólo pueden emplearse con éxito si se cultiva la tierra a gran escala, en palabras de Marx.
El Marxismo contempla la trasformación total de la sociedad, partiendo de la abolición de la propiedad privada y la nacionalización de la tierra, reduciendo el poder del capital y dándole valor a la fuerza del trabajo. Estaba claro que la transformación de la sociedad no se daría por medio de un proceso evolutivo, ya que no toda la población anhelaba ese cambio, por tal motivo era necesaria la lucha por este ideal, la lucha por el cambio; la revolución. El proletariado como base fundamental de la revolución debía tomar el poder por medios no convencionales, y llevar a cabo una vez en el poder una serie de reformas pretendiendo llegar a un proceso al tan anhelado como era el comunismo. La sociedad no siempre estará preparada para este cambio, ya que la mentalidad burguesa sumado a la manipulación del sistema y la alienación del ser a entes tradicionales como la religión, hace que los no proletarios (y parte de ellos) no respalden en su totalidad la revolución. Evelio Ruiz Vilarino, escribió a propósito de la vigencia de la teoría marxista: “El Marxismo fundamentó que la base en la cual se sustentaba el desarrollo humano estaba en las condiciones materiales de su existencia y no en la voluntad divina, en las ideas de geniales pensadores”. Ahora es totalmente debatible esta expresión.
Aunque diferentes en la práctica las diversas corrientes de la izquierda, en esencia eran casi homogéneas, sólo el revolucionarismo pequeño burgués, anarquismo, maoísmo y algo del trotskismo, eran la escisión dentro de la gran izquierda. La tesis de la revolución, fue puesta en práctica con éxito durante la segunda mitad del siglo XX, las situaciones planteadas por el Leninismo para la consecución de la revolución se dieron para regocijo de la izquierda. Para la revolución no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de seguir viviendo como viven y exijan cambios; para la revolución es necesario que los explotadores no puedan seguir viviendo y gobernando como viven y gobiernan. Sólo cuando los 'de abajo' no quieren y los 'de arriba' no pueden seguir viviendo a la antigua, sólo entonces puede triunfar la revolución. En otras palabras, esta verdad se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y explotadores) claramente queda citado por Lenin.
La gran reserva de la revolución en América Latina fue el campesinado y la gran población indígena, que agobiada por siglos de maltrato y exclusión se vio ligeramente identificada con la izquierda naciente. Para el Marxismo - Leninismo se debía consolidar la revolución en un país para luego exportarla al resto. El primero en América Latina fue Cuba. La exportación continúa hasta nuestros días.
Desde hace varios años se habla de un fenómeno político y social que recorre a Suramérica, una sombra de izquierda tardía o comunismo lejano, que tras la llegada al poder del Presidente Hugo Chávez a Venezuela y Lulla da Silva en Brasil, se fue consolidando con firmeza como una alternativa real, a la democracia decadente y al capitalismo salvaje y egoísta. En Chile, Argentina, Uruguay y Ecuador, individuos de la oposición, de la izquierda, accedieron al poder. Por variables de todo tipo, coyunturales y estructurales se produjo este fenómeno. La población en general, pero principalmente la menos favorecida, la clase baja y pobre de los países, no se veían representadas en sus dirigentes, las instituciones carecían de credibilidad y legitimidad por los elevados casos de corrupción y falta de competencia para con los ciudadanos. En Venezuela la división interna y la crisis de los partidos políticos facilitó la subida de Chávez, en Brasil la gran desigualdad reinante y la pobreza extrema respaldaron el discurso revindicador de Lulla da Silva. En Argentina la crisis económica y social ayudó a Kirchner que con sus ideas reformistas de ir en contra de las instituciones monetarias mundiales subió al poder. Así progresivamente observamos como la población respaldó a estos personajes y a las tendencias ideológicas que representaban, por ser una alternativa real y que parecía eficaz al descontento reinante.
Después del recuento teórico de la Izquierda tradicional anteriormente planteado, es factible identificar a la Izquierda de Sudamérica. Pero sobretodo entender que no es homogénea y que se divide en dos tendencias dentro de esta llamada nueva Izquierda.
La primera es la Izquierda Austral, la de Argentina, Chile y Uruguay. Néstor Kichtner, Michelle Bachelet y Tabaré Vázquez. Se caracteriza por ser moderada, las políticas públicas de corte social no caen en transformaciones radicales del sistema, no se pretende la nacionalización ni la abolición de la propiedad privada. Tampoco se implementa la transformación cultural de la sociedad para llegar a la revolución. Solo se implementan políticas que intentan alivianar la crisis social, se desafían a las instituciones mundiales, en especial las económicas, pero se llega a una convivencia con el sistema. Esta Izquierda es pacífica por naturaleza y no intenta oponerse frontalmente al sistema imperante, esto es producto de los años de dictadura salvaje, la Izquierda no intenta acabar con el orden preestablecido. En un artículo para La Chronique des Ameriques Jorge Lazo da una interesante definición para este tipo de izquierda; Esta Izquierda podría pertenecer a la teoría de la espontaneidad, a la del conformismo y la pasividad. En estos países el movimiento de Izquierda, adolece de un exceso de ritos, externalidades y símbolos asociados a la izquierda. No se puede ligar el discurso de Kichtner con un Marxismo o cualquier otra tendencia de la Izquierda tradicional. Es sólo un movimiento social, un capitalismo con alma y sentimientos.
En sentido general, los gobiernos progresistas de Argentina, Uruguay y Chile han aumentado el gasto social y dedicado mayor atención a las necesidades de los pobres. Sin embargo, raras veces han cumplido las expectativas de los movimientos sociales que ayudaron a llevarlos al poder. Estos movimientos han mantenido un papel de confrontación con el orden pero nunca sin llegar a desafiarlo abiertamente.
La otra rama de esta Izquierda es la tropical, Venezuela, Bolivia, Ecuador y en un menor grado Brasil. En esta tendencia se ve claramente algo del Marxismo - Leninismo ortodoxo, pero con algunas contradicciones.
El discurso revindicador de Chávez, Morales y Da Silva llevó al poder a sus respectivos partidos, en estos países la discriminación y exclusión de las clases más bajas era preocupante, sumado al alto nivel de pobreza y miseria podría haber acabado con los países en mención. Con la llegada al poder de estos sujetos la situación se equilibró en muchos casos y se llegó a un repunte de la situación política, económica y social. En Venezuela las políticas de nacionalización de las tierras, tal como las exponía Marx, no se aplicaron, pero se llegó a cierto grado de nacionalización no sólo de las tierras sino de las industrias, se llegó a una colectivización de los recursos y una socialización del ingreso. Esto permitió el desarrollo de una política educativa a gran escala basada en los héroes de antaño, acá entra con fuerza el carácter nacionalista de la nueva izquierda, totalmente en contraversión con el internacionalismo proletario del Marxismo, esta política está pensada en plantear en un futuro una revolución cultural y de esta manera se exportara con éxito la revolución.
Uno de los principales ideólogos de esta nueva izquierda, Heinz Dieterich, expone como se comporta la exportación de esta nueva revolución la cual está basada en provocar un salto cualitativo en el Bloque Regional de Poder (BRP), desatando una ofensiva estratégica en la Cumbre de la Comunidad Suramericana de Naciones (CSN), en Brasilia. Esa ofensiva, preparada publicísticamente con la Carta abierta de Tabaré Vázquez y Hugo Chávez en Folha de Sao Paolo, avanza sobre tres ejes estratégicos: el energético, la alianza tripartita y la ruptura del régimen panamericano-neoliberal. La estrategia de exportación de la revolución se basa en la resistencia al sistema imperante. Pero nunca se ha hablado de una toma del poder por parte del proletariado, en términos marxistas, sólo de hacer frente al sistema. Pero este sistema que se ataca es solo el hegemónico por parte de los Estados Unidos, al capitalismo que representa pero no se ataca la base del sistema: La democracia y el capital.
Los gobiernos de la Izquierda suramericana, han llegado al poder por vías democráticas, es más, algunos han fortalecido esa democracia haciendo consultas y referendos, pero nadie ha levantado la mano en contra de la democracia. Entonces podríamos hablar de una democracia contestataria o antisistémica. Es decir, ataca al orden imperante (este ataque varia según el país) pero mantiene algunas partes del mismo, como la democracia o el auge del capital sobre el valor del trabajo.
Se desafía el orden económico, como la haría Kirchner, después del colapso en 2001 de la economía del país y los levantamientos populares que expulsaron del poder a sucesivos gobiernos. Las políticas neoliberales apoyadas por el FMI e implementadas por el Presidente Carlos Menem en la década del 90 fueron consideradas responsables del colapso. Desde este momento el gobierno de Kichtner ha roto relaciones con el FMI y ha desafiado abiertamente sus políticas desequilibradas e impositivas.
En 2003 el país hizo la increíble amenaza de suspender sus pagos al FMI -algo nunca visto en países de ingresos medios. En respuesta, el Fondo retiró sus exigencias de austeridad y tasas más altas de intereses. Lo hizo por temor de que otros países siguieran el ejemplo de Argentina y suspendieran pagos. El intercambio sacudió el prestigio internacional del FMI y permitió a Argentina terminar una renegociación de más de mil millones de dólares en deuda externa en 2005. La renegociación redujo drásticamente el valor de las obligaciones existentes del país con los acreedores privados. Además, la posición de Argentina en contra del FMI le ha permitido al país basar su recuperación económica en políticas que, aunque no se desvían muy a la izquierda de las reglas keynesianas, son contrarias a las preferidas por Washington. El orden económico fue desafiado y el ejemplo será seguido por el resto de países muy seguramente en un futuro.
Asimismo el orden militar fue vulnerado abiertamente por el presidente Chávez al comprar un gran número de aviones, tanques, embarcaciones y misiles, que rompían con la hegemonía y el poder disuasivo de los Estados Unidos en la región. El poder del petróleo más el de las armas, son la clave para que la revolución bolivariana expuesta por Chávez triunfe.
Finalmente se atenta contra el status quo y la estabilidad mundial. Al establecer alianzas con regímenes vetados por el mundo occidental, como el de Irán, Siria o China se desafían las instituciones mundiales y los organismos de cooperación global. De la misma forma se desafían las organizaciones bajo el modelo imperante. Para esta nueva Izquierda, las organizaciones como la CAN o el MERCOSUR, son inapropiadas y les falta bastante por actuar bajo el modelo neoliberal, por pertenecer a este sistema.
Las estrategias para combatir el orden imperante, no son de corte Bakuniano, o Trotskista con la revolución permanente, son diferentes, aplicadas a la realidad de la región. Apoyados por el poder de los hidrocarburos, los países de la Izquierda forjan alianzas tanto económicas, como políticas que fortalezcan la idea y en acción sea más fuerte. El ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Americas, es la máxima expresión de este ideal, al unir fuerzas, es posible que la idea de una Suramérica mejor sea viable.
Estamos frente a una nueva tendencia política que aunque se llame Izquierda y posea algunos elementos de ella no es propiamente idéntica ni se comparten algunos ideales. El nacionalismo regional, por encima del Internacionalismo Comunista - Marxista, la concertación sobre la insurrección, la demagogia sobre la teoría.
Para tristeza de muchos, la nueva Izquierda, adolece de teoría ya que como demuestra el presente trabajo, es un mezcla de ideologías, un híbrido de la inconformidad y la exclusión. Pero ante la situación del mundo y ante la realidad del orden establecido, para muchos puede ser la salida. Sólo si se antepone el interés individual al colectivo, se puede llegar a un gran resultado; el mundo y la civilización actual han sido forjados al calor de la guerra y la sangre. Suramérica debe iniciar un proceso propio, que liguen su destino, si se comparten vínculos en común se tendrá un futuro similar, ¿Por qué no trabajar en el presente por él? Ya no por ideologías anacrónicas y ajenas a nuestra realidad sino por un noble ideal, por construir una Suramérica igual, libre y justa. Pero sin una teoría será imposible llegar a un resultado satisfactorio. Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario, decía a propósito Lenin. Yo digo ahora que sin una teoría alterna al idealismo de la Izquierda, al movimiento antisistémico alternativo de Suramérica será solo demagogia.
El proceso actual queda por fuera del esquema “derecha - centro – izquierda”, es el progresismo más puro, se pretende acabar con lo imperante y reemplazarlo por algo mejor. Pero bajo la dirección actual es algo imposible, si se adolece de teoría, se adolece aún más de líderes, ya que son muy carismáticos pero falta preparación, o son estudiados pero falta fuerza en sus palabras y acciones. Ningún proceso es perfecto pero debemos hacer lo posible por llegar lo mas cercano posible a ella.
Finalmente responderé a la última pregunta planteada al inicio, ésta puede que sea la salida a la crisis de la región, puede que como se va manifestando hasta ahora no parezca pero con el paso del tiempo, los gobiernos de esta nueva Izquierda definitivamente han modificado sus países pero pareciese quedasen estancados, igualmente cada vez más se ve confuso el sustento teórico, político y económico que sostiene a la nueva izquierda en la región, es imposible encontrar un futuro sostenible de esta ideología cuando se procede de forma agresiva y sin argumentos como en el caso de Venezuela o Ecuador, los fantasmas de la antigua izquierda hacen improbable el mantenimiento indefinido o al menos satisfactorio de los líderes neopopulistas de la nueva izquierda.
En medio de este escenario la pregunta final y no menos importante, es ¿Qué papel juega Cuba?, Este país como último bastión de la antigua izquierda en el mundo, que ha sobrevivido después de décadas de bloqueo económico y ostracismo en el escenario regional, surge nuevamente y paradójicamente al unísono con el final del patriarca de la isla, Fidel Castro, que para muchos es el sacerdote máximo de esta nueva religión, llamada la nueva izquierda, siendo Hugo Chávez su principal discípulo; es acá donde encontramos el lugar de Cuba en el escenario regional, mientras que un gran número de académicos y refugiados creen en una transición capitalista de la isla, creo que como la han demostrado los hechos, Cuba se está convirtiendo en la depositaria de una herencia de insurrección, orgullo y sobretodo ideológica de la nueva izquierda, gracias al petróleo de Venezuela, y al apoyo de los demás países del bloque de la nueva Izquierda, Cuba económicamente podrá subsistir y como ejemplo político transformará su modelo represivo por uno más flexible pero sin apartar su esencia contestataria y revolucionaria.
Para Latinoamérica se abren tiempos de cambio cuyo resultado dependerá del proceder de los líderes y dirigentes que deberán pensar objetivamente y a largo plazo y entender sobretodo que una ideología no depende nunca de una persona sino de su esencia para permanecer vigente en el tiempo.
Pedro Iván Suarez
Graduado en Relaciones Internacionales y estudios políticos, Universidad Militar Nueva Granada (Colombia)
BIBLIOGRAFIA
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Mark Engler y Benjamin Dang, Que a logrado la Izquierda suramericana
DIETERICH Heinz, Hugo Chávez: salto cualitativo en el Bloque Regional de Poder
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