martes, 14 de agosto de 2007

Posibles vías de resolución del conflicto entre China y Japón

Número 4/Agosto-Septiembre 2007
Fátima Romano Quintana

No es ninguna novedad que las relaciones sinojaponesas han sido muy conflictivas desde hace varios siglos. Pero ningún acontecimiento ha marcado tanto las relaciones bilaterales entre ambos países como lo ocurrido durante la segunda guerra sinojaponesa entre 1937-1945 y con ello la Segunda Guerra Mundial. El masacre de Nanking en 1937 (en la que murieron 300 mil civiles chinos), el revisionismo japonés (con los polémicos libros de historia) y las visitas del ex primer ministro Koizumi en el santuario de Yasukuni (para honrar los fallecidos soldados japoneses durante las guerras expansionistas japonesas), son algunos de los varios acontecimientos que han dañado dichas relaciones. Este artículo tiene como objetivo analizar los factores que marcan el conflicto entre ambos países poniendo como marco la reciente visita del primer ministro chino Wen Jiabao en Tokio.

La comparecencia de Wen en el Parlamento Japonés es importante, ya que se trata de la primera visita de un presidente chino desde hace más de 22 años: “El propósito de esta visita es incrementar la confianza política mutua y profundizar las relaciones de mutuo beneficio. China y Japón son países importantes tanto en Asia, como en el mundo, y su relación bilateral es una de las más importantes para ambos.” (1)

Este acontecimiento viene también marcado por las nuevas realidades geoestratégicas en Asia Oriental y por el incremento de la importancia de China en el sistema internacional. Con su entrada en la OMC y sus reformas políticas y macroeconómicas, China ha intentado mejorar progresivamente sus relaciones a nivel internacional. Es en este punto donde también se consta que China y Japón pueden ser al mismo tiempo potencias en ascenso, no sólo en su región asiática sino también a nivel mundial (2).

Relación interesada

La rivalidad entre ambos estados se complementa al mismo tiempo con el interés mutuo de cooperar a nivel económico. La idea principal es que la mayor interdependencia económica entre ambos países no ha llevado a cabo la mejora de las relaciones diplomáticas.

Tras de la burbuja económica de la década de los 80, Japón experimentó una grave crisis económica en la década de los 90, una década llamada también lost decade (o década perdida). Mientras que al mismo tiempo China se encontraba, y se encuentra aún, en una fase de economía emergente con un crecimiento anual del PIB superior al 5% y puede que dentro de poco llegue al mismo nivel que Japón. La industrialización masiva de China y su consumo de las energías y sus recursos propios hace pensar en la idea de la interdependencia económica del país.

En esta línea, durante las últimas décadas hemos asistido al aumento de los intercambios comerciales entre China y Japón y con ello una mayor interdependencia entre ambos países. Las empresas japonesas han ganando capital sobre todo por las Joint-Ventures con empresas chinas y se han aprovechado de los salarios bajos y de la falta de derechos de trabajadores de sus vecinos. Empresas chinas como Haier, Lenovo o TCM se han convertido en concurrentes para empresas japonesas.

Esta interdependencia es asimétrica, es decir, China tiene un balance comercial desfavorable ya que vende productos baratos y productos industriales mientras que Japón exporta alta tecnología y productos finales a un precio mucho más elevado. (3)

Por otro lado, varios autores mencionan también que las economías japonesas y chinas son en realidad complementarias y menos competitivas. A través de negociaciones con la gestión macroeconómica del país, Japón intenta lograr ciertas reformas en el país vecino para su rápida industrialización. Con estas altas ayudas económicas (sobre todo en la infraestructura) Tokio quiere dar una señal de culpabilidad de lo ocurrido después de la Segunda Guerra Mundial, pero al mismo tiempo quiere acabar con este asunto y normalizar sus relaciones diplomáticas. Además Japón tiene una economía basada en la exportación pero carece de recursos naturales, mientras que China posee de recursos importantes para Japón pero en cambio necesita aún desarrollar su economía, especialmente en materia tecnológica, que es uno de los pilares del desarrollo nipón.

Un ejemplo que demuestra esta interdependencia económica está en la realización de las 4 Modernizaciones de Deng Xiaoping: Para implantar estas reformas, China necesitaba inversiones y capital del cual su país vecino ha atribuido a esta inversión anual con más de $800 millones desde 1992.

Visto el importe crecimiento de las relaciones económicas, es curioso observar que no existe una buena concordia en las relaciones bilaterales a nivel diplomático. La diplomacia chino-japonesa ha sido tradicionalmente caracterizada por una cierta ambigüedad durante las últimas décadas. Según Samuel S. Kim, China está al mismo tiempo atraído e indignado por los japoneses: por un lado, Japón representa un modelo económico exitoso y una fuerte fuente de capital, tecnología y habilidad para el desarrollo propio de China, y por otro lado, Japón fue para China el enemigo más cruel y destructivo de todo el siglo y el miedo de la retoma del poder militar de los japoneses sigue aún presente en su política exterior (4).

Uno de los primeros factores que más inquietan a Japón es el ya mencionado crecimiento del potencial de la economía china durante las últimas décadas (2). Un grupo de expertos especula que China podrá superar a Japón e incluso alcanzar a EE.UU dentro de diez años. Este posicionamiento internacional conduciría a los dirigentes chinos a aumentar sus capacidades militares, y a la lucha por conseguir recursos y materias primas.

El segundo factor que preocupa es la incertidumbre acerca de su política exterior y los efectos medioambientales que conlleva un crecimiento como el chino. China tradicionalmente ha mantenido una política exterior poco definida y poco previsible, y en varias ocasiones se ha incluido en los white books (libros blancos) a Japón como amenaza del interés nacional.

Estos dos factores revelan una visión ambigua sobre China en el país nipón: por una parte es redefinido como una amenaza a la prosperidad y la seguridad de Japón, y, por otra parte una China con mayor integración económica es percibida como compatible con la renovación del poder económico y político interno (2). Por lo tanto, a Japón le preocupa tanto la posibilidad de una China que complete con éxito su modernización, como el riesgo de una China inestable que, por sus fragilidades internas, fracase en su estrategia de desarrollo. El ascenso de la derecha, que se relaciona algunas veces con la llamada “amenaza china”, no es un factor causado sólo por su país vecino, sino que llegó al poder a través de la crisis económicas, ya que la situación pésima de la economía agotaron la paciencia del pueblo nipón.

La tradicional preocupación china por las capacidades militares japonesas se ha reforzado desde 1996 como consecuencia de la renovación de su alianza con Estados Unidos. De momento la estabilidad en la región está garantizada gracias a la presencia norteamericana, aunque varios dirigentes chinos creen que sólo es cuestión de tiempo antes de que Japón se aleje de la lógica anarquía internacional para convertirse en un poder militar junto con su ya existente poder económico (2).

La denominada “humillación china”, que suele concentrarse especialmente en el país vecino, es un factor clave del emergente nacionalismo chino provocado por los dirigentes chinos que recurren al nacional y al patriotismo como fuente de su legitimidad. Estos sentimientos se refuerzan sobre todo después de las visitas del ex primer ministro japonés Koizumi al santuario del Yasukuni entre 2001 y 2006 (en total 5 visitas) y con ello el nuevo revisionismo japonés que se refleja en la publicación de algunos libros de historia y que no demuestra ni la culpabilidad ni el sentimiento de perdón de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.

Concluyendo estos factores que inquietan a China, vemos cómo su política exterior se preocupa en especial por este asunto, ya que sus objetivos y estrategias de seguridad se adaptan a las circunstancias o cambios ocurridos en el gobierno japonés. Los principales objetivos de la política exterior china en respeto a Japón son principalmente la prevención del resurgimiento militar japonés que podría causar daños en China, evitar que Japón sea el liderazgo en la región asiática y tomar un papel más grande sobre asuntos globales y mundiales, adquirir el máximo conocimiento de inversión, tecnología y ayuda económica de Japón y lograr que Japón acepte la política de Una Sola China y ponga fin a las relaciones con Taiwán (4).

Los dirigentes chinos piensan en cierto modo como se puede alcanzar la estabilidad no sólo a nivel bilateral sino a nivel regional (3). Para ellos existen tres opciones: a) encontrar una forma de marco de cooperación en el ámbito de la seguridad que acepte la alianza de Estados Unidos y Japón, b) aceptar la idea de que Japón se convirtiese en un país normal, es decir, en un estado con plena soberanía sobre todos sus ámbitos, incluido el poder militar. Esto llevaría a cabo a una independencia de la alianza con los estadounidenses, c) el tercer factor resultaría desde una perspectiva más sinocéntrica, es decir, una China emergente que ejecuta dominio en la región con la aquiescencia de un Japón inactivo y un estado norteamericano tolerante. Esta claro que cada uno de estos factores supondría un diferente enfoque de la política exterior china, ya que especulan diferentes modos su política reactiva hacia Japón.

Vistas estas dificultades diplomáticas, Mel Gurtov estableció una serie de posibles vías de reconciliación en especial para el conflicto sinojaponés, pero que también es aplicable a cualquier otro conflicto bilateral no armado (5). Consiste en tres vías:

La primera vía es la vía unilateral, que consiste en declaraciones y negociaciones oficiales desde cada país. En Japón se podría cambiar el simbolismo del Yasukuni, cambiar un poco su alianza con EE.UU., aclarar el tema sobre Taiwán y aportar más ayuda económica a través del programa del ODA. China, por otro lado, podría aceptar de una forma la importante alianza de Japón con EE.UU. y al mismo tiempo apoyar a Japón para la reforma del Consejo de Seguridad.

La segunda vía se realiza a través de negociaciones bilaterales, que también incluyen declaraciones y negociaciones oficiales y cambios en la política exterior de cada país. En este caso, se podría establecer una diplomacia preventiva entre ambos países, retirar cualquier documento de amenaza (como en el White Book), establecer más diálogos de seguridad bilateral, reforzar y llevar a cabo una nueva New Joint Declaration of Friendship and Cooperation.

La vía multilateral forma la tercera vía para resolver el conflicto. Una forma es el ya planeado Asia Free Trade Agreeement, una vía para evitar cualquier conflicto comercial y mejorar las relaciones comerciales entre los países asiáticos. Incluso se podría considerar una Creación de East Asia Energy Consortium para la explotación común de los recursos energéticos. Una segunda posibilidad es la extensión del triángulo US-ROK-JAPAN e incluir a China en estas reuniones. Por último sería favorable el diálogo de seguridad en la región asiática.

Gurtov menciona también otras vías, que no se realizan a través de negociaciones oficiales, pero que podrían ayudar a la reconciliación entre ambos países. Esta diplomacia de la Second Track o la Segunda Vía se podría realizar a través de workshops, conferencias, actividades culturales, intercambio de estudiantes y otras actividades públicas. En este caso concreto se podría establecer un proyecto común sobre la historia sinojaponesa, se podrían incrementar el intercambio cultural a través de creaciones de programas de televisión, producción cinematográfica común o simplemente un intercambio de información. De esta forma el diálogo llegaría al nivel civil y social.

La visita del primer ministro chino marca un punto de inflexión sobre las relaciones quebradizas entre ambos estados. Japón reconoce, que China es su primer socio comercial y no puede permitirse empeorar sus relaciones. Además China se ha convertido en una plataforma privilegiada para la industria japonesa sobre todo por sus bajos costes salariales e inmensos mercados, de esta forma le está haciendo salir de sus crisis (2). China también es consciente de lo importante que es Japón para su modernización económica, ya que es el mercado más importante para sus exportaciones y en segundo lugar, Japón, a través de sus exportaciones de equipos, inversiones, transferencias de tecnología y ayuda al desarrollo, es un elemento central de los programas de desarrollo chino.

Por último, China y Japón luchan al mismo tiempo no sólo por el liderazgo en la región asiática y su postura en la ASEAN+3, sino que su conflicto va más allá. En cierto modo es comparable al viejo conflicto entre Francia y Alemania, dos países cuyas relaciones bilaterales estaban marcadas hasta finales de la Segunda Guerra Mundial de desconfianza y por la lucha del liderazgo en la tradicional Europa. Wen Jiabao ha demostrado en su discurso en la Dieta Japonesa su gran interés en reforzar la confianza mutua y respetar los compromisos, considerar todos los intereses de los dos países y buscar un terreno común dejando a un lado las diferencias. Sus intenciones se reflejan en la promoción del desarrollo común en base a la igualdad y el beneficio mutuo y el fortalecimiento de los intercambios con visión de futuro.

Fátima Romano Quintana
Graduada en la Universidad de Ruhr de Bochum, Alemania
Actualmente Lic. Estudios de Asia Oriental, Barcelona.

Bibliografía

(1) REINOSO, JOSÉ (2007): China y Japón buscan un marco estratégico común en Asia. El País, 12 de abril de 2007.

(2) DELAGE, FERNANDO (2005): China y Japón. Hacia un nuevo equilibrio. En: RIOS, XULIO (edit., 2005): Política Exterior China. La diplomacia de una potencia emergente. Ediciones Bellaterra, Barcelona.

(3) FAUST, JOHN R/KORNBERG, JUDITH F. (1995): China in World Politics. Lynne Rienner Publishers, London.

(4) ROY, DENNY (1998): China´s Foreign Relations. Macmillian Press, London.

(5) GURTOV, MEL (2007): Reconciling China and Japan. A Menu of Alternatives. Draft prepared for the Conference on The Need of Conflict Prevention and Conflict Management in Sino-Japanese Relations. Tokio, March, 2007. Link:
http://www.silkroadstudies.org/new/inside/forum/CM_tokyo2006/papers/Paper%20Mel%20Gurtov.pdf. Última recerca 21.05.2007.

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