jueves, 15 de febrero de 2007

Transdniéster: un segundo Kaliningrado ruso

Número 1/ Febrero- Marzo 2007
Raúl Sánchez

En el territorio secesionista de Transdniéster, al este de Moldavia, aún se respira la añoranza por la Unión Soviética. Mientras Rumania y Bulgaria se han incorporado a la Familia europea, otros países, como Ucrania y Moldavia, necesitan resolver un conflicto que les ayudaría a adherirse a los Veintisiete: Transdniéster. Esta región, proclamada independiente de facto, representa un obstáculo para ambas naciones ex soviéticas por su impasibilidad ante el tráfico de armas.

“Europa aún conserva un agujero negro y, por tanto, hay que poner los medios para erradicarlo”, expresó el Presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, hace un año en referencia a la orilla derecha del río Dniéster. El “segundo Kaliningrado”, como lo denominan en Moldavia, es el punto de discordia entre Rusia y Europa.

El misnitro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, calificó el pasado 9 de febrero “inamovible” el principio de la integridad territorial y subrayó que romperlo podría encender una serie de conflictos separatistas de consecuencias imprevisibles”, aludiendo a la región de Transdniéster; y a Osetia del sur y Abjazia, territorios rusófobos en Georgia.

“La independencia de Kosovo podría generar una reacción en cadena. ¡Tengan cuidado en no abrir la caja de Pandora! Los pueblos de otros territorios no reconocidos internacionalmente podrían preguntarnos: ¿Por qué nosotros no? Y desgraciadamente hay muchos”, afirmó.


La región de Transdniéster, controlada por un régimen no reconocido por las leyes del Derecho Internacional, está presidida por Igor Smirnov, ratificado en las elecciones presidenciales celebradas el pasado mes de diciembre por abrumadora mayoría. Tras lograr la reelección, Smirnov criticó duramente a la Unión Europea y a Estados Unidos por considerar ilegítimas los comicios y acusó de que se guían por el principio de “todo lo que es malo para Rusia, es bueno para la democracia”.

Unos meses antes, sus habitantes respondieron con un “no” rotundo al referéndum: “¿Considera posible renunciar a la independencia del Transdniéster e incorporarse a Moldavia?”. Con este plebiscito, se confirmó su deseo de formar parte, en un futuro, de Rusia.

La capital de la región rebelde, Tiraspol, mantiene una relación de poder y dinero basada en la confabulación entre el presidente Smirnov y su familia con el magnate Víctor Gushan, dueño del emporio Sheriff que abarca desde el estadio de fútbol, compañía de móviles, gasolineras, una fábrica de brandy y un casino.

Relaciones Transdniéster–OSCE

La Organización de Seguridad y Cooperación Europea (OSCE), partidaria intransigente de conservar Moldavia en sus fronteras actuales, actúa tratando de demostrar el carácter no democrático y autoritario del sistema político de Transdniéster. Además, la OSCE pretende la retirada definitiva del contingente militar ruso desplegado por todo el territorio para preservar su independencia de las autoridades moldavas.

Sus relaciones no se encuentran en el mejor momento. En el pasado otoño, estalló una crisis entre las autoridades de la República de Transdniéster y la OSCE. Tiraspol reprendió a la OSCE de asumir el papel de promotora de operaciones especiales como transferir recursos financieros a un candidato a presidente de la república.

Sin embargo, un éxito de la organización europea radicó en la reducción de los efectivos rusos hasta los 1.500 emplazados, puesto que la OSCE está convencida de que se consolidaría el territorio moldavo sin las unidades militares rusas.

Las autoridades de Kiev, por su parte, se muestran contrarias a la reducción de las tropas por sus conflictos territoriales con Rumania, debido a que la integración de la región rebelde a la República de Moldavia supondría la absorción de este país por el país balcánico.

En estos días, la Unión Europea y Rusia dirimen la posibilidad de desplegar un contingente pacificador conjunto a la zona. Transdniéster podría ser una “ejemplo de cooperación” entre Bruselas y Moscú para “resolver un problema situado entre las dos fronteras”, aclaró el alto representante de la UE para la Política Exterior y Seguridad, Javier Solana.

Tráfico de armas

El Soviet Supremo, cuya entrada de sus miembros en la Unión Europea está totalmente prohibida, permite el tráfico de arma, según un profesor de la Universidad de Georgetown, Charles King. El especialista en temas del este subraya que “una gran parte de las armas que se producen en Transdniéster llega a Chechenia y a países de África”; al tiempo que el presidente moldavo, Vladimir Voronin, asegura que “el contrabando, el tráfico de personas y de armas aún persiste en la zona”.

Fuentes oficiales moldavas revelan que la policía rusa detuvo en marzo de 2000 a un hijo del separtista Smirnov en Moscú en posesión de más de un millón de dólares tras haber vendido armamento, fabricado en Tiraspol, a terroristas chechenos. Sin embargo, Putin evitó que se divulgara la noticia en los medios de comunicación para que se quedara solamente como bulo.

Unos meses más tarde, el Presidente ruso se desplazó a la capital de Moldavia, Chisinau, donde pudo comprobar las muestras de armamento que se producen en Transdniéster. A pesar de todas estas pruebas, la Duma rusa sigue recomendando a Putin que continúe su apoyo a este régimen y que aplique sanciones a la República Moldavia por no querer aceptar el “Memorandum Kozak”, en el que otorgaría el mismo poder a Transdniéster que a Moldavia; y por cortar las relaciones comerciales, políticas y diplomáticas.

Enmarcados entre la frontera artificial con Ucrania y la natural con Moldavia, por el río Dniéster, unos 600.000 separatistas sobreviven bajo el bloqueo económico de ambas partes. Tan extrema es la situación, que el líder del régimen separatista, Igor Smirnov, ha llegado a asegurar que se cumplen todas las condiciones para que se declare una nueva guerra.

Asimismo, representantes de organizaciones criminales, hombres de negocios y del poder fueron asesinados por haberse inmiscuido en negocios “sucios”. El jefe de la Aduana de Causeni, Eugen Grosu, capturó partidas de mercancías de contrabando de drogas el 2 de julio de 1999 y, varios días después, encontraron su cuerpo sin vida por un disparo en la cabeza. Fueron hallados también los cadáveres de un ministro de Seguridad de Estado, Anatol Bordiuja y el Presidente de la Asociación de Industria por negarse a unirse a la alta esfera de las personas corruptas.

Ante esta situación, se añade la gran incompetencia, la poca voluntad política y la corrupción de la elite de Chisinau. Rusia intenta mantener el territorio a través de la protección por parte del ejército ruso, por un lado, y Moldavia no pretende solucionar el conflicto como moneda de garantía para evitar la unificación con Rumania, por otro lado.

Armada XIV

A la entrada de Transdniéster, la “Armada XIV”, ex ejército de la antigua Unión Soviética que permaneció en la región para ayudar a la población en la guerra contra las milicias moldavas en 1992, registra a los pasajeros y controla las mercancías, sin permitir la entrada a los moldavos y, por supuesto, a los extranjeros.

La vasta ciudad de Bender, donde se ubican las principales fábricas de armamento, se puede admirar en su plaza principal un monumento conmemorativo a Stalin por haber salvado a la población de la invasión de los nazis el 23 de agosto de 1944, siendo el único lugar que venera a Stalin en Europa. Junto a la calle principal, se puede visitar el orgullo de la ciudad, el Tanque 64 con la bandera y el escudo de la región separatista.

En Bender, la población domina el idioma ruso como en el resto de la región. No obstante, una escuela de lengua rumana resiste las persecuciones de Smirnov: “Tolko krestiani gavarit pa ruminski” (solamente campesinos hablan rumano).

Tanto es el miedo de la población rumana que han tenido que realizar malabarismos a fin de que los militares no les pillaran con propaganda para las elecciones moldavas celebradas en marzo de 2005 . “No se puede votar libremente cuando no existen colegios electorales y no se tienen medios para trasladarse de una punta a la otra de la región para ejercer el derecho a voto”, declaró la directora del Colegio “Alexandru el Bueno” en Bender, Maria Roboicu. Agregó que la propaganda la introducían “a través de las mochilas de los chavales que estudian en la escuela y por las visitas a amigos, con el objeto de que pierdan el miedo a ejercer su derecho a votar y que podamos virar hacia un futuro prometedor”.

A diez minutos de Bender y cruzando el Dniéster se encuentra la capital Tiraspol, donde se aprecia la base de la “Armada XIV” en ruinas pero con resquicios de vida militar. En la plaza principal también se divisa otro tanque como símbolo del poder militar de la zona. Sus edificios desolados muestran el pasado glorioso del ejército, pero también la miseria en la que viven. En definitiva, una ciudad gris llena de veneraciones a sus viejas glorias de la Unión Soviética. A la pregunta de cómo viven, sus respuestas son “de lo que haya, pero poco se encuentra”, explica una residente de origen rumana. La mayoría de las fábricas producen armas: lanzadores de armas nucleares, granadas y tanques. “Una vez nos dieron una granada para jugar, era real pero sin pólvora dentro”, comenta Irina Iacov que creció en la capital pero que estudia ahora en la universidad de Iasi, Rumania.

El nacimiento de un “segundo Kaliningrado”

Aún no se había secado la tinta de las firmas del presidente moldavo, Mircea Snegur, y del presidente ruso, Boris Yeltsin, para la adhesión de la República Moldavia en la Comunidad de Estados Independientes el 21 de diciembre de 1991, cuando a las cinco y media de la mañana siguiente el Ministerio del Interior recibe un S.O.S. proveniente de la ciudad Dubasari, ubicada en la parte derecha del río Dniéster en la región de Transdniéster: “la oficina de la policía local está bloqueada por un coche blindado y ha sido asaltada por tropas separatistas y por ciudadanos indignados”.

El Ministerio de Interior moldavo desplazó a miembros de la policía para intervenir en el lugar de los hechos. No obstante, las tropas transdniestrianas no les permitieron cruzar el río. Tres policías cayeron abatidos y varios, heridos.

Mientras que en Tiraspol se difunde una agresión por parte de Chisinau, cientos de ciudadanos de la capital inundaron la Plaza Grande del Parlamento Nacional, para reprochar la política del Gobierno moldavo por su intolerancia con los separatistas y por no haber tomado medidas anteriormente. Por otra parte, Ucrania ofrece ayuda militar a Smirnov para que resista la misiva de Chisinau, convirtiéndose Dubasari, por tanto, la Sarajevo moldavo.

Desde el mes de diciembre de 1991 hasta junio de 1992, se producen centenas de víctimas y miles de heridos. La policía, los militares y los voluntarios moldavos, que comprendían entre unos 16 mil y 20 mil personas, chocaban con la cruda realidad debido a la incapacidad de orientación y coordinación de las operaciones dirigidas por parte de los altos cargos moldavos, junto a la falta de armas y municiones, puesto que sus fábricas se situaban, la mayor parte, en el otro lado del río.

Más tarde, Boris Yeltsin y Mircea Snegur firmaron el 21 de julio de 1992 la paz del conflicto armado, por la que se constituye la República Moldavia Nistreana y una zona de vigilancia de seguridad controlada por la Armada XIV de la Federación Rusa, por militares de la República Moldavia y por otros miles de la República Moldavia Transdniestriana.

Rusia no reconoció oficialmente su implicación en el conflicto y, al mismo tiempo, no se disculpa por las víctimas causadas por sus soldados en Sumgart, Baku o Tblisi. Boris Yeltsin manifestó que “no se trata de la intervención de Rusia sino de la defensa del pueblo que se encuentra en unas penosas condiciones”. Asimismo, Rusia pretende transformar la federalización en un objetivo de su política exterior, representando una réplica de la diplomacia rusa por la extensión de la OTAN y de la UE hacia los países del este. A este plan, se le ha denominado el “segundo Kaliningrado”.

Por tanto, la solución del conflicto depende de Rusia y de sus negociaciones con Ucrania, Moldavia y la Unión Europea. Putin no dejará escapar Transdniéster porque representa la entrada a los Balcanes, pero la posibilidad de la federalización condenaría a la desaparición como Estado en el mapa político del mundo y aniquilaría la segunda nación rumana. Smirnov, por su parte, pretende continuar el rumbo hacia la independencia, lo que perjudica el reconocimiento internacional de la soberanía de la República Moldava de Transdniéster.

Raúl Sánchez
Periodista especializado en Europa del Este

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