lunes, 12 de febrero de 2007

La Sociedad civil global es una fuerza democratizadora para un gobierno global

Número 1/ Febrero-Marzo 2007
Dimce Bukreski

El proceso de globalización ha traído nuevos y muy poderosos actores a la arena política global pero también ha distorsionado la constelación de poder y creado problemas que requieren un mayor grado de coordinación, cooperación y regulación más allá del marco de las naciones-estado.

La ONU y otras organizaciones intergubernamentales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio están constituidas y estructuradas de tal manera que apoyan mayoritariamente a los intereses de los países más poderosos y de las compañías transnacionales, respectivamente.

Por ejemplo, la reserva del derecho a ser miembro permanente y el derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a 5 estados y el sistema de votos básicos (basados en cuotas de participación) del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, donde un cuarto de los estados miembros controlan los tres cuartos de los votos, es un claro ejemplo de la indemocrática constitución del orden mundial (Scholte J. en Baylis & Smith 2001 p28).

En este injusto e inexplicable orden internacional, donde los países en vías de desarrollo apenas pueden alzar la voz y se encuentran sin apenas representación internacional para imponer cualquier cambio, es imposible alcanzar la democracia únicamente a través de los estados.

Galtung (en Holden 2000 p145) señala que el proceso de democratización dentro de los estados otorga gran importancia a la democratización del orden mundial. Sin embargo, incluso si todos los estados fuesen democráticos ello no conllevaría por sí sólo la democratización del orden mundial. El autor argumenta que el mundo podría democratizarse si todas las piezas claves de la democracia global, ‘ciudadanos mundiales’, autoridades regionales y locales, estados, multinacionales, sociedad civil y sus componentes tuviesen un rol institucional y derecho a expresar sus preocupaciones y voluntades a nivel global.

Desde su punto de vista, todos estos componentes podrían contribuir a la democratización de cada componente y a su vez a un proceso de democratización global. “Global democratisation is interconnected democracy, at the world level” (la democratización global es democracia interconectada a nivel mundial. Galtung en Holden 2000 p.153). Boutros-Ghali (2000 en Holden p105), quien define la sociedad internacional como una sociedad de estados y de individuos, reafirma la idea de Galtung de que la democratización no puede ser únicamente alcanzada a través de la sociedad de estados comprometida con unos principios y procesos democráticos y añade:

“it will also demand an enlarged civil society deeply involved in democratic institutions, whether State, inter-State or supra-State, private or quasi-private; committed to democratic practices, procedures and political pluralism; and composed of people ingrained with those habits of openness, fairness and tolerance that have been associated with democracy since ancient times”

(También necesita una sociedad civil más amplia y profundamente participativa en las instituciones democráticas, ya sea una sociedad estatal, interestatal o supraestatal de carácter privado o semiprivado. Comprometida con unas prácticas, procedimientos y pluralismo político democrático y formada por gente imbuida de esos hábitos de justicia, tolerancia y franqueza que han sido asociados con la democracia desde tiempos lejanos. Boutros-Ghali 2000 en Holden p105).

¿Es la sociedad civil una fuerza democratizadora?

La población mundial ha empezado a darse cuenta de que los problemas globales como el SIDA, el recalentamiento global, etc., son de su interés y que no pueden ser únicamente resueltos por los estados o por las existentes instituciones de gobierno global. Por esta razón, ellos tienen que contribuir en la resolución de dichos desafíos. El surgimiento de la sociedad civil global que existe junto a los mercados y acuerdos gubernamentales quizá pueda ayudar a resolver tales problemas y democratizar la gobernación global.

Las ONGs, muy a menudo consideradas como una parte importante de la sociedad civil global, son organizaciones privadas, con un sistema de autogobierno, no estatales y sin ánimo de lucro. También poseen un conjunto de valores y visiones alternativas sobre la organización de la vida en general. Se trata de asociaciones de ciudadanos voluntarios con su propia agenda y objetivos. Sus fondos provienen de diferentes fuentes, mayoritariamente donaciones, cuotas de miembros asociados, etc. Algunas de ellas poseen grandes fondos económicos, equipamiento, material, otras pelean por mantenerse.

Sus objetivos y métodos son diversos y comprenden un gran abanico de asuntos como hambruna, justicia social, protección de los derechos humanos, derechos de las minorías, género, enfermedades, ecología, transparencia y responsabilidad pública del poder corporativo, etc. En cuanto a sus objetivos, Scholte (2000 en Woods p177) distingue tres grupos en la sociedad civil: conformistas, reformistas y radicales.

Los conformistas son grupos civiles, como los lobbies financieros, las asociaciones profesionales, etc., que respaldan las normas existentes, el interés de las fuerzas hegemónicas y el status quo en el panorama internacional.

Los reformistas son grupos sociales que tienen la intención de mejorar las existentes estructuras de gobierno global. Por ejemplo, muchas ONGs se oponen fuertemente a algunas decisiones y actuaciones de la ONU y abogan por una reforma fundamental de la misma, pero al mismo tiempo apoyan su papel como el principal pilar del gobierno global.

Los grupos civiles radicales tienen el objetivo fundamental de cambiar el sistema actual. Algunos de estos grupos están constituidos por anarquistas, fascistas, feministas, ecologistas, pacifistas, fundamentalistas religiosos, etc.

La distinción general entre estas tres partes de la sociedad civil y sus tácticas y objetivos es importante, sin embargo, en práctica no siempre es fácil diferenciarlos. Por ejemplo, cooperar con autoridades no significa que el grupo civil tenga un objetivo conformista o reformista. De la misma manera, las manifestaciones no constituyen en sí grupos radicales. Por ello, cuando se valoran las actividades sociales es necesario diferenciar sus tácticas y objetivos (Scholte 2000 en Woods p177).

Hoy en día hay miles de ONGs operativas desde lo local hasta un nivel global. Algunas de ellas actúan globalmente como es el caso de Human Rights Watch (vigilancia de los derechos humanos) , Transparency Internacional (transparencia internacional), Care Internacional (cuidado internacional), Friends of the Earth (amigos de la tierra), Greenpeace, etc. Todas ellas se encuentran en posición de presionar e influir a los gobiernos y mercados. Pero paralelamente, hay otras ONGs cuyas voces no son oídas. A pesar de que estas organizaciones difieren en tamaño, capacidad y poder, pueden en mayor o menor medida influenciar las decisiones y el comportamiento de los actores principales del gobierno global. Su número, tamaño, alcance e influencia así como su desafío a la hegemonía mundial aumenta a niveles diferentes.

Algunas organizaciones no gubernamentales contribuyen a debatir sobre la necesidad de reformar las instituciones internacionales y democratizar el gobierno global existente. Estos debates están principalmente focalizados en la reforma y la mejora de las existentes instituciones y en la necesidad de que dichos organismos institucionales consulten e incluyan a representantes de la sociedad civil global.

La reforma de la ONU y la introducción de un modelo cosmopolita de gobierno global son las dos prioridades principales de estas organizaciones. Una de las ideas ampliamente respaldada por estos organismos no gubernamentales es la creación de una ‘asamblea popular’ como contrapunto a la Asamblea General de la ONU. Woods (2002 en Held p42) señala que una amplia representación de los ciudadanos del mundo y una responsabilidad pública y transparente de las instituciones internacionales es más significativo y efectivo que un reforzamiento del poder de dichas instituciones.

Según Boutros-Ghali (2000 en Holden p112) la participación de las ONGs en la ONU está más avanzada en lo que respecta a derechos humanos y acuerdos sobre los organismos de dicha organización. Agenda 21, fruto del persistente esfuerzo de estas organizaciones no gubernamentales, alentaba a la ONU y a las organizaciones intergubernamentales a intensificar la participación de las ONGs en el diseño y realización de la estrategia política mundial. Woods (en Held and McGrew 2002 p98) señala que la participación de estas asociaciones independientes en el gobierno global es un “effective means of increasing the accountability to civil society of both national governments and international institutions” (una medida eficaz para aumentar la responsabilidad pública tanto de los gobiernos nacionales como de las instituciones internacionales).

Fruto de su continuo esfuerzo, desde principios de los 70, las organizaciones no gubernamentales asistían regularmente a varias conferencias mundiales organizadas por las Naciones Unidas donde ponían en común su pericia, experiencia en el campo de las relaciones internacionales, sus visiones desburocratizadas, perspectivas y entusiasmo.

De esta manera, consiguieron influenciar los programas de acción internacional y reestructurar las políticas de los gobiernos nacionales y locales a través de agencias de regulación supraestatales (Scholte en Baylis & Smith 2001 p26). Los representantes de dichas organizaciones también han participado en conferencias auspiciadas por la ONU como delegados de algunos países como fue el caso de Australia y los Países Bajos (Scholte 2000 en Woods p187).

A nivel operacional, el apoyo de los organismos no gubernamentales a la ONU es más alto en emergencias humanitarias, medidas de reconciliación y desarrollo de operaciones. Estas actividades incluyen asistencia humanitaria, tareas de salud pública, destrucción y retirada de las minas antipersona, construcción de infraestructuras básicas, vigilancia y denuncia de los derechos humanos, cumplimiento de la ley y la legislación, crear confianza entre partes enfrentadas, contribuir al desarrollo democrático de las culturas y también de las instituciones nacionales.

A pesar de lo dicho, los desafíos surgidos del proceso de globalización económica todavía no han recibido suficiente atención, es decir, la contribución de las ONGs en el campo social y económico es mucho menor. Sin embargo, la influencia de las multinacionales en asuntos financieros internacionales es arrolladora (Baylis and Smith 2001 p196). Consecuentemente, las grandes empresas transnacionales a través de la presión a gobiernos nacionales e instituciones financieras internacionales han conseguido hacerse con el control de sus políticas, regulaciones y acciones.

A pesar de que las ONGs no han tenido mucho éxito en su intento de influenciar las políticas de las organizaciones financieras a nivel internacional, al menos han conseguido que las operaciones llevadas a cabo por el FMI, el Banco Mundial y la OMC sean más transparentes y responsables. Ellas también han resaltado las consecuencias que han tenido las reformas estructurales llevadas a cabo por el FMI sobre el bienestar de la población y los problemas ecológicos y globales causados por las multinacionales. Esto lo han hecho aumentando la concienciación pública sobre dichos asuntos, organizando debates públicos, movilizando a la población, proponiendo soluciones, buscando asistencia financiera y donaciones, etc. Además estas organizaciones cada vez están más implicadas como observadores en actividades como debates sobre la deuda externa con los países acreedores y conferencias en instituciones financieras a nivel global.

Además, Woods (2000 p187) argumenta que las actividades de las asociaciones transnacionales han contribuido a reunir a gente sin identidad territorial. El aumento en el activismo cívico, el cual busca dar mayor oportunidades a grupos sociales vulnerables como mujeres, personas incapacitadas, homosexuales e indígenas, es una manera de preservar y mejorar el actual nivel de democracia global (Scholte J. en Baylis & Smith 2001 p29). De hecho, la sociedad civil posee un gran potencial y capacidad para impulsar la democracia e igualdad entre personas de todas las nacionalidades, etnias, razas, género, clase, color, religión, orientación sexual, etc.

Sin embargo, es necesario señalar que no todas las ONGs son guardianas de la democracia. Algunas de ellas están estructuradas de una manera muy jerárquica, no son democráticas, son malintencionadas, opresivas o incluso violentas. En algunas de ellas a pesar de que su dirección no está democráticamente elegida, se autoproclaman representantes de las comunidades locales y pelean por conseguir sus propios beneficios. Otras que carecen de recursos económicos, están sometidas a un fuerte control exterior y fuertemente influenciadas por sus acreedores, grupos de presión o compañías transnacionales.

Algunas de ellas reconocen abiertamente que sirven a los intereses de sus sponsors. De hecho, Hudock (1999 p2) sostiene que “the way in which financial resources are channelled to NGO’s, and the nature of relationships forged in the process, determine NGOs’ capacity” (el modo en que los recursos financieros se canalizan a las ONGs y la naturaleza de las relaciones que se crean en este proceso de financiación determinan la capacidad de actuación de dichas organizaciones).

Por el contrario, Woods (en Held and McGrew 2002 p98) sugiere que para mejorar su imagen “a number of multilateral institutions have sought to strengthen the linkages with NGO networks, because this is seen as a way of promoting and consolidating democracy” (un número importante de instituciones multilaterales han decidido reforzar los lazos con las redes de actuación de las ONGs porque esto está considerado como una manera de promover y consolidar la democracia).

Otros déficits que obstaculizan la actividad de las organizaciones no gubernamentales y las hacen menos eficaces son las dificultades en la comunicación, particularmente estos problemas ocurren en muchas áreas del sur las cuales tienen poca o ninguna electricidad y un acceso muy limitado a internet.

Otro triste hecho es la desigualitaria distribución de las ONGs. La mayoría de ellas están situadas en los países desarrollados, ello hace que representen a los ciudadanos del mundo de una forma desproporcional.

Consecuentemente esto ha llevado a una infructuosa estrategia a la hora de abordar las desigualdades debidas a: clase social, género, nacionalidad, raza, religión… Además, Galtung (en Holden 2000 p.155) añade que aceptando el hecho de que la mayoría de las asociaciones no gubernamentales están centralizadas en los países desarrollados, darles más poder “is to double the power of the already powerful” (doblar el poder del más poderoso). Por ello, debe hacerse un esfuerzo para fortalecer el desarrollo de la sociedad civil en la parte sur del globo para así alcanzar una representación y distribución igualitaria.

Conclusión

La sociedad civil global es una característica importante de la política contemporánea y tiene un gran potencial tanto para impulsar como para menoscabar la democracia.

Por un lado, la sociedad civil global que probablemente seguirá creciendo, ayuda a la democratización del gobierno global ampliando el abanico de las prácticas democráticas y creando vías alternativas de participación popular en la negociación de los asuntos globales. No reemplaza necesariamente las antiguas vías políticas pero aumenta la participación popular y hace escuchar su voz en asuntos de interés público. “The proliferation of these groups broadens effective representations, and can enhance pluralism and the functioning of democracy” (la proliferación de esos grupos amplia las representaciones eficaces y puede impulsar el pluralismo y la funcionalidad de la democracia.

La Comisión de las Naciones Unidas sobre Gobernación Global 1995 p33). La sociedad civil global, mediante la promulgación de un conjunto universal de valores morales y la protección de los derechos humanos en general, podría convertirse en el más importante factor de democratización llegando a ser la piedra angular del gobierno global.

De manera inversa, Woods (2000 p189) señala que “global civil society has by no means fully countered the many democratic deficits that exist in the contemporary politics” (la sociedad civil global no tiene medios para contrarrestar los muchos déficits democráticos que existen en la política contemporánea). Así uno puede asegurar que de la misma manera que las asociaciones cívicas pueden contribuir a la mejora de la democracia, también la pueden deteriorar.

A pesar de lo dicho, uno puede mantener que el progreso en el proceso de transformación democrática mundial no ha sido causado por rígidas instituciones sino por el entusiasmo de la gente.

“Democratising global governance starts by recognizing the limits of democracy at the international level” (la democratización del la gobernación global empieza por el reconocimiento de los propios límites de la democracia a nivel internacional. Held 2002 p42). La democratización del mundo en el que vivimos es un proceso en el que todos los ciudadanos del mundo deberían poder participar y aportar su propia contribución.

Dimce Bukreski
MA in International Relations, Oxford Brookes University, UK.

Bibliografía:
- Baylis & Smith (2001) The Globalisation of World Politics, Oxford, Oxford University Press
- Held, D. and McGrew, A. (2002) Governing Globalization; Power, Authority and Global Governance, Cambridge, Polity Press
- Holden, B. (2000) Global Democracy, London, Routletge
- Hudock, A. (1999) NGOs and Civil Society; Democracy by Proxy?, Cambridge, Polity Press
- The UN Commission on Global Governance (1995) Our Global Neighbourhood, Oxford, Oxford University Press
- Woods, N. (2000) The political Economy of Globalisation, Houndmills, Macmillan Pres

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