viernes, 14 de mayo de 2010

Gadafi-Europa: anatomía de una relación difícil

Número 20/Abril-Junio 2010
Andrea Bonzanni

El 27 de marzo, después de la cumbre de la Liga Árabe en Sirt, Libia, el gobierno español, como presidente de la UE, en declaraciones se disculpó con Libia y su líder Coronel Muammar al-Gaddafi por la inclusión (a petición de las autoridades suizas) de 188 ciudadanos libios un una lista negra de "personae non gratae" en el área de Schengen, un acuerdo de fronteras con 22 países más Noruega e Islandia, del que Suiza es miembro desde diciembre de 2008. Todos los individuos fueron inmediatamente eliminados de la lista. Éste es el último de los muchos sucesos desde la disputa entre Suiza y la "Jamahiriya" de Gadafi a principios de julio del 2008. La polémica comenzó con el arresto en Ginebra del hijo del coronel Aníbal, de 29 años y su esposa por maltratar a su personal.

Libia respondió de inmediato con represalias, incluyendo un corte del suministro de petróleo, una reducción drástica de los vuelos comerciales y el cierre de sucursales en Libia de varias empresas suizas. Además dos empresarios suizos fueron arrestados (o secuestrados según las autoridades suizas) por supuestas irregularidades en sus visados. Gadafi continuó con varias humillaciones públicas hacia Suiza desde sus continuas declaraciones de la partición del país entre Alemania, Francia e Italia hasta la declaración en febrero de la "jihad" contra los suizos. En agosto de 2009, Gadafi expresó su deseo de "borrar a Suiza del mapa" si tuviera armas nucleares.

Lo que ha sido verdaderamente sorprendente en todo este asunto es la respuesta débil por parte de Europa. Ningún líder europeo ha hecho una sola declaración contra el líder norteafricano en al menos dos años. Por el contrario, el lado que parecía obtener más apoyo era Libia a pesar de la poca simpatía popular que despierta su líder en el continente. Mientras que países europeos a través de la UE y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), presionaban a Suiza para que reestructure su sistema bancario y ponga fin al secreto bancario centenario, Gadafi era recibido con todos los honores (y una tolerancia inusual por sus comportamientos megalómanos) en Francia, España e Italia.

El Secretario de la ONU se prepara para la foto de familia de la cumbre del G-8. A su izquierda el líder de Libia, Gadafi. UN Photo/Mark Garten
El Secretario de la ONU se prepara para la foto de familia de la cumbre del G-8. A su izquierda el líder de Libia, Gadafi. UN 
Europa parece creer que Gadafi no es serio. La tesis más extendida sostiene que su extravagancia, más focalizada hacia el consumo de artículos, no debería ser tomada en serio. Ciertamente las represalias económicas a Suiza sólo han tenido un efecto marginal en una economía estrechamente integrada entre sus vecinos y la supuesta "Guerra Santa" todavía no ha producido las consecuencias desastrosas que Gadafi parecía buscar cuando apeló a ella. Libia permanece comprometida con las políticas amistosas económicamente que recientemente firmó y las empresas europeas de petróleo trabajan de forma segura y fácil a pesar de la vuelta global al nacionalismo como recurso.



No existe ninguna evidencia de la reanudación del programa WMD que abandonó en 2003 o de apoyo a ninguna organización terrorista. Otro factor que inclina la balanza a favor de Gadafi es su edad. El coronel cumplirá pronto los 70 años (está en el poder desde 1969) y no parece tener buena salud. Es bastante evidente que su única (y apenas entendida por los observadores internacionales) rama del Islamismo socialista y relaciones con los grupos tribales libios no sobrevivirán a su fundador. Los países europeos ya están posicionándose para su futura desaparición. Particularmente, el candidato más plausible a su sucesión es su hijo mayor Saif al-Islam (doctor en ciencias políticas por la London School of Economics), éste despierta esperanzas respecto del futuro del país gracias a sus declaraciones públicas y ocasionales sobre la democracia y las reformas económicas en el mundo árabe.

Aunque algunas experiencias anteriores con líderes árabes educados en occidente como Hamad al-Thani of Qatar y Bashar al-Assad de Siria, no dieron los resultados esperados. El factor principal que determina la posición europea hacia Libia es, sin embargo, la lógica de competencia entre sus gobiernos nacionales (especialmente los mediterráneos, cuyos acercamientos a Libia son mayores) para parecer el país más pro Libia a los ojos de su líder y ser recompensados con contratos altamente beneficiosos sobre derechos de explotación del petróleo y el gas. Los últimos viajes de Gadafi a Francia e Italia han resultado en inversiones lucrativas en energía, tecnología nuclear e infraestructuras de carreteras para empresas locales. Las situación es, sin embargo, casi paradójica si consideramos que Europa en general tiene bien poco que perder. Gadafi de hecho no tiene otra alternativa que cooperar con Europa si quiere continuar el proceso de reintegración en la comunidad internacional.

 Una mejora del actual estado de tensión (y nada apunta hacia una resolución optimista del conflicto) puede tener repercusión en la posición no demasiado alta de Europa en asuntos internacionales ya que la imagen de los 27 países al servicio de Libia afectará definitivamente a la percepción de la UE en el mundo, especialmente en África, donde Gadafi, quien estuvo peleando para obtener la presidencia de la Unión Africana el año pasado, goza de una influencia creciente. La señal que transmiten estos hechos es de una suavidad excesiva y traerá consecuencias nada beneficiosas en las futuras negociaciones con Libia y otros países en vías de desarrollo. Además, la tolerancia hacia el estilo de gobierno autoritario de Gadafi está dañando la imagen de países que, muy a menudo apelan a los derechos humanos y otros argumentos normativos como una de sus principales herramientas de diplomacia.

 Y el juego debe llegar a su final pronto y está sea quizás la ventana de oportunidades del supremo de la política exterior de la UE, Lord Catherine Ashton, para agrupar a todos los miembros mientras fortalece la influencia de su nuevo puesto.

Andrea Bonzanni
Licenciado en el Institute of International and Development Studies en Ginebra.

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