viernes, 5 de febrero de 2010

La reforma del Sistema de Salud norteamericano

Número 19/febrero-marzo 2010
Franco D. Bonaro

Sin hacer demasiado énfasis en detalles técnicos que son de público conocimiento, me gustaría centrarme en el debate ideológico que dispara el tan mentado plan de Reforma de Salud de la Administración Obama.

¿Se encuentra la sociedad norteamericana preparada para un cambio de semejante envergadura?

La respuesta no se vislumbra hasta el momento con claridad, lo que sí se puede apreciar es que una gran parte de los contribuyentes no ve con buenos ojos las políticas de estado inclusivas que quiere llevar a cabo el gobierno demócrata. La economía norteamericana pese a ser la mÁs grande del mundo dista mucho de satisfacer las necesidades básicas de salud de sus habitantes.

El modelo de Estado de Bienestar, siguiendo a Sping Andersen, adoptado por EEUU se ha caracterizado por focalizar sus políticas sociales solamente en aquellos sectores de la población que demuestren una necesidad (1). Dentro de este esquema de estado liberal, la ayuda social sólo se centraliza en los "perdedores" del sistema, generando un efecto negativo de estigmatización de la pobreza. Estas personas reciben cobertura de salud a través del sistema medico asistencial: Medicaid.

Las personas mayores de 65 años lo hacen a través del Medicare.

El sector de la sociedad más rico accede al sistema de salud a través del sistema privado, con costos exorbitantes a raíz de la perversidad del sistema que genera una demanda exagerada de estudios y prestaciones.
Sin embargo 47 millones de personas no tienen acceso a cobertura alguna, ya que no son lo "suficientemente" pobres para recibir la ayuda del estado, pero tampoco lo suficientemente ricos para acceder al sistema privado. Ahí radica la iniciativa del gobierno de Obama, lograr el acceso universal al sistema de salud para todo ciudadano norteamericano.

Ante este panorama, amplios sectores de la sociedad norteamericana no están de acuerdo en que parte de  sus impuestos sean transferidos para subsidiar a aquellos que no pueden costear su salud.

Llama la atención que, siendo EEUU una potencia política-económica presente un cuadro tan excluyente con respecto a la cobertura social de sus habitantes. Las expresiones de su sociedad reflejan un crudo individualismo y un desprecio por aquellas personas que el mismo sistema ha marginado.

Sin lugar a dudas el paradigma neoliberal esta vigente hoy más que nunca y hay que tener en cuenta que el lobby de la corporación de salud privada presiona sobre el congreso norteamericano torciendo voluntades para que no se reforme el sistema. Se trata de una política social muy importante que no solo pondría límites a un negocio fabuloso sino que también le daría mayor calidad de vida a millones de personas.

La intervención del estado en la economía no está bien vista por ciertos grupos de presión y reaccionan cuando sus intereses se ven amenazados.

Es curioso pensar que los mismos sectores que se oponen a la reforma callan ante el fastuoso déficit que el estado gasta en el complejo militar-industrial.
Los detractores de la reforma denuncian un intento de "socialización" del sistema y acusan de "comunista" la iniciativa, en un intento por descalificar una medida que daría cobertura médica a más del 15% de la población del país.

Por otra parte en el Congreso, la ley no solo tendría la oposición del sector republicano sino que  también existe un sector dentro del partido demócrata que no apoyaría la iniciativa del gobierno, esto se debe en parte a que en EEUU los senadores y representantes no están disciplinados con sus partidos, lo cual muchas veces favorece el juego democrático y otras tantas perjudican las iniciativas de gobierno.

Aquí surge una nueva pregunta, ¿Cómo afectaría a la imagen del presidente el rechazo de la reforma?
Hay que tener en cuenta que esta iniciativa fue unos de los pilares de Barak Obama tras llegar a la presidencia y de no lograr la reforma este año, su figura política quedaría muy debilitada teniendo en cuenta que su mandato promedia el segundo año.

Por otra parte el rechazo a la reforma  provocaría una derrota política que, sin exagerar, significaría tal vez el principio del fin, y con ello también el fin de la esperanza de miles de norteamericanos que votaron por un cambio dentro del sistema para disminuir la escandalosa desigualdad que hoy tiene la sociedad norteamericana.

¿Tendrá el gobierno de Obama el "poder real" suficiente para llevar a cabo tales reformas?

Franco D. Bonaro
Relaciones Internacionales y Ciencia Política.
Universidad Católica de La Plata
Buenos Aires- Argentina

Referencias

(1) Gosta Sping-Andersen "The Three Worlds of Welfare Capitalism", 1990

(2) Organización Panamericana de la Salud new.paho.org/hq/

(3) www.barackobama.com

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