miércoles, 13 de enero de 2010

La crisis Internacional y el impacto en el equilibrio de poder entre Estados Unidos y la República Popular China

Número 18/diciembre-enero 2010
Fernando Laborde

Hoy por hoy es normal escuchar en más de un medio de comunicación que el "Imperio" norteamericano se está derrumbando. La última crisis financiera que el mundo aún atraviesa fortaleció este punto de vista. En torno a esto se debate sobre un viraje de poder que favorecería a China, ubicando a la República Popular como el nuevo y principal núcleo de poder en el globo.  No hay duda del despertar de la República Popular China (RPC) y la modificación que ésta está generando en el "counterbalance" o equilibrio de poder en la arena internacional ¿Pero este nuevo equilibrio es realmente en detrimento de los Estados Unidos? ¿O más bien el país del norte encontró en la RPC un socio que lo reafirme en lo más alto del ágora política internacional?

Es cierto que el mayor acreedor de la deuda pública norteamericana es hoy por hoy la RPC (dos tercios de la totalidad de la misma, 2.700 millones de dólares norteamericanos en bonos del Tesoro Norteamericano están en manos chinas) y que los márgenes con los que acostumbra a moverse los Estados Unidos en la escena internacional se vieron reducidos ante la emergencia de este nuevo foco de influencia y más aún después de la crisis. Pero también es cierto que a la RPC le falta mucho camino por recorrer si quiere tomar la posta de manera ordenada.

No olvidemos que si bien el coloso de oriente tiene una cultura milenaria y no hay duda de que su tradición política es de larga data, el surgimiento de China como República se remonta a 1912 y excepto el período durante el cual gobernó el Kuomintang, el partido nacionalista chino, el funcionamiento de ésta como un estado moderno unificado podemos recién encontrarlo bajo el reinado de Mao. Además de la carga ancestral bimilenaria opuesta a los nuevos regímenes, China, en estos últimos cincuenta años vivió una mutación de su sistema económico, pasando de uno de tipo estrictamente comunista al actual, cada vez más afín a una economía de mercado. Mientras que Estados Unidos, por otro lado, nació de la mano de la idea de libre mercado y las estructuras sociales y políticas que no sólo desarrolló al interior de su país sino que llegó a exportar e imponer en todo el mundo, donde su espolón de proa es la sociedad de consumo. Si bien por un lado tenemos un país bimilenario contra un país con no más de trescientos años de historia independiente, por el otro, tenemos un país que desde su mismísima creación está funcionando y evolucionó con el sistema económico vigente aún hoy día, en comparación con China que aún sigue dando sus primeros pasos en la economía de mercado, paso firme y arrollador, vale aclarar.

El cuco del Nido, símbolo del creciente poderío de China. Foto: Global Affairs


Entonces decir que se está dando un viraje en este preciso momento me parece que sería sacar conclusiones apresuradas sobre el impacto de la crisis en el sistema internacional. Después de todo no olvidemos que una potencia no sólo tiene este status por sus altos niveles de producción. Si bien China en materia económica, tecnológica y militar está firmemente encaminada a ser la superpotencia por excelencia del mañana, ni hablar en materia demográfica aunque aún tenga varios déficits en los que trabajar, como por ejemplo las libertades cívicas y la igualdad social. Además teniendo en cuenta que las ideologías políticas están cayendo en desuso, las herramientas de China para imponer un sistema distinto al vigente son acotadas, en caso que lo quiera hacer, si no, con más razón, deberá amoldarse al sistema ya establecido.

No sólo es necesario ser el acreedor número uno o el ejército más grande del mundo para alcanzar el podio de liderazgo mundial sino que también es necesario vender una cosmovisión del mundo que compre el resto de los actores internacionales e influya en las decisiones sobre los caminos a tomar de éstos. Una "weltanschauung".

Hoy podemos decir que muchas políticas económicas están orientadas a saciar el hambre de este gigante, pero no por atracción de su cosmovisión sino por la amplitud de su mercado. Para ser honestos, la sociedad de occidente con la RPC es de un carácter exclusivamente económico y si bien existe buena voluntad para forjar alianzas de tipo militar, éstas tienen más que ver con el temor a verse de frente con el Ejército Rojo que a otra cosa. Es cierto que hay cooperación a otro nivel, como el educacional, aunque la mayoría de las veces ésta se da en función de los negocios. Aún existen varias barreras culturales para derribar la gran muralla entre la RPC y occidente. La realidad es que un país de corte occidental, durante algún tiempo más, va a preferir seguir tomando como referente a los Estados Unidos antes que realizar un viraje de 180 grados hacia la RPC. Más allá de la independencia de la que puedan llegar a gozar algunos países, la agenda internacional, en gran parte, está aún determinada por los Estados Unidos.

Por mal que les pese a muchos, el sistema imperante hoy en día sigue siendo el impuesto por occidente, patrocinado por Estados Unidos desde finales de la Segunda Guerra. La moneda fuerte sigue siendo el dólar desde que reemplazó al patrón oro y la mayor parte de las políticas internacionales siguen una dinámica o van con la lógica del predominio norteamericano en las Relaciones Internacionales. Si bien hay muchos países que buscan alternativas y una de las más tentadoras es la RPC, ninguno puede darse el lujo de darle la espalda a Estados Unidos, ni siquiera Hugo Chávez, al ser Estados Unidos, su enemigo visceral, el principal comprador de crudo venezolano.

La realidad es que a lo largo de la historia siempre existió una Roma y nuestra época no es la excepción a la regla ¿China se encamina a ser la nueva Roma? Las condiciones poco a poco se van dando pero las barreras son enormes y tal vez llegue a serlo, pero sólo dentro de su esfera de influencia.

Una de las características de un imperio en decadencia o superpotencia en decadencia para utilizar términos más acordes con la política contemporánea, es la contracción del mismo y está claro que en estos últimos años la influencia de los Estados Unidos, ocupando vacíos de poder que dejó el derrumbe de la URSS, por ejemplo en Asia Central es más que evidente. El caso de Azerbaiyán es otro claro ejemplo. Tampoco olvidemos que la apertura china no sólo favorece a este país, sino que le abre las puertas a miles de empresas hambrientas de un mercado como el chino. Kissinger dio el primer paso con la diplomacia triangular en los setenta y desde ese momento, gradualmente, la RPC se convirtió en la usina de los Estados Unidos. Vuelvo con la pregunta inicial ¿Es la RPC la sucesora de los Estados Unidos? O ¿Simplemente es la socia que le confirma su status de superpotencia?

Fernando Laborde
Licenciado en Relaciones Internacionales

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