sábado, 15 de diciembre de 2007

Doha o el viaje a ninguna parte

Número 6/ Diciembre-Enero de 2008
Lucía Valero

La Organización Mundial de Comercio (OMC) descartó el pasado 22 de noviembre el fin de las negociaciones de la Ronda de Desarrollo de Doha este año, poniendo 2008 como fecha límite para el término de las complejas conversaciones. Pascal Lamy, director general de la organización, declaró que sería mejor establecer un parámetro temporal para las negociaciones en lugar de presionar con fechas límite a corto plazo debido a los progresos alcanzados hasta el momento.

El aplazamiento de las conversaciones deja de nuevo al descubierto la incapacidad de los miembros de la OMC de llegar a una solución comprometida en materia de comercio. En el ojo del huracán, los acuerdos sobre el tema agrícola. Estados Unidos, la Unión Europea y otros estados industrializados se comprometieron a propiciar una mayor apertura de sus mercados en el sector agrícola, fuertemente protegidos por subsidios a la exportación.

La reducción de los subsidios y las tarifas arancelarias permitirían a los países subdesarrollados comercializar sus productos a nivel internacional y en igualdad de condiciones. Sin embargo, la realidad es que los países más ricos no han renunciado a las prácticas proteccionistas y los países en desarrollo no pueden competir en un mercado donde el primer mundo defiende a sus agricultores con ayudas.

Las conversaciones en materia de comercio han sufrido sus idas y venidas en los últimos 6 años, alcanzando su punto más bajo en julio de 2006. Fue entonces cuando Pascal Lamy suspendió formalmente las negociaciones después de que los 151 países miembros de la OMC fueran incapaces de llegar a ningún acuerdo para reducir los subsidios a la agricultura y bajar el precio de los aranceles de productos agrícolas e industriales. No era la primera vez: la Ronda de Uruguay, que empezó en 1986 y que sustituyó el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio) por la OMC en 1995, se congeló durante un año en 1990 debido al antagonismo entre la Unión Europea y Estados Unidos, aunque nunca llegó a suspenderse formalmente.

Las negociaciones son inevitablemente complicadas porque cada estado miembro de la OMC tiene capacidad de veto sobre el acuerdo final.

La Ronda de Desarrollo de Doha fue promovida por los ministros de los estados miembros de la OMC en noviembre de 2001 en la capital de Qatar, Doha, y fue seguida de conversaciones en Cancún en 2003, en Ginebra en 2004, en Hong Kong en 2005, de nuevo en Ginebra en 2006 y finalmente en Davos en 2007.

Los negociadores esperaban que las negociaciones finalizaran en 2007 pero su aplazamiento hasta finales de 2008 demuestra que las posturas de los países miembros están más polarizadas que nunca.

El problema de los subsidios

Para que la Ronda de Doha pudiera concluir con cierto nivel de éxito, tanto la Unión Europea como Estados Unidos tenían que resolver el asunto de las modalidades, o lo que es lo mismo, los acuerdos en el área agrícola e industrial, estableciendo los principios para el recorte de aranceles y subsidios y las excepciones a esas reglas.

En este sentido, la Unión Europea acordó eliminar los aranceles y subsidios culpables de las distorsiones del mercado en un 75%, tal y como el G20 de países en desarrollo solicitaba. Con esta medida, las ayudas europeas a su agricultura habrían pasado de 58.100 millones de euros a 28.000 millones de euros.

Por su parte, la propuesta norteamericana consistía en disminuir los subsidios en un 53%, reduciendo el gasto norteamericano de 48.200 millones de dólares a 22.700 millones. Sin embargo, la medida tenía su trampa. Estados Unidos se gastó en 2005 unos 19.700 millones de dólares en ayudas a la agricultura por lo que la reducción del 53% no hacía más que incrementar el presupuesto destinado a subsidios a la cifra de 22.700 millones de dólares.
El G20 reclamó un reducción mínima de los subsidios del 75% a EEUU y del 60% a la UE. Estados Unidos se negó a dar su brazo a torcer.

Los intentos para reactivar la Ronda de Doha, ante esta situación, se han convertido en un constante cruce de acusaciones sin ningún resultado concluyente. La mayoría de los delegados responsabilizan a Estados Unidos del estancamiento y afirman que hasta que Washington no acepte la reducción de sus ayudas a la agricultura, no habrá ningún acuerdo. Como respuesta, la representante de comercio exterior de EEUU Susan Schwab, declaró que su país reduciría los subsidios sólo si los países en desarrollo y la Unión Europea abrían sus mercados a más productos agrícolas norteamericanos.

Los europeos, por su parte, manifestaron su disposición a recortar los aranceles a la importación con la condición de que Washington redujera los subsidios a la agricultura. En conclusión, ninguna de las dos potencias estaría dispuesta a ceder primero y por lo tanto, las conversaciones se podrían extender hasta el infinito.

El tira y afloja entre EEUU y la UE no es sin embargo, el único motivo del estancamiento de las negociaciones. Dentro del seno europeo existen discrepancias sobre qué se entiende por liberalización de los mercados. El ejemplo más representativo lo da el presidente Nicolás Sarkozy.

El dignatario francés aterrizó en Estrasburgo el pasado 13 de noviembre para exponer ante el Parlamento Europeo su idea de la Unión Europea. Sarkozy declaró que, en tiempos de globalización, las medidas para proteger a empresarios y agricultores europeos eran más necesarias que nunca y que por lo tanto, no pensaba abandonar la tradición proteccionista francesa que defiende a sus productos agrícolas. Propuso, además, el sistema de la denominada preferencia comunitaria, para que así primaran los productos europeos frente a los de otros países, sobre todo a los procedentes de China.

El líder francés declaro que “en la democracia europea que queremos construir, la palabra protección no debe prohibirse.” “Si no queremos que un día los pueblo hartos de ser víctimas de la competencia desleal y de los dumpings reclamen de nuevo el proteccionismo y el cierre (de los mercados nacionales a productos de fuera), debemos ser capaces de debatir un verdadero sistema de preferencias comunitarias. Tenemos que protegernos tanto como los demás”.

Las tesis de Sarkozy chocan frontalmente con la doctrina comunitaria que defiende la apertura y la eliminación de las barreras comerciales de la Organización Mundial del Comercio, postura a la que se adhiere la UE. La posición francesa es la nota discordante europea que puede vetar cualquier intento de negociación en materia de liberalización comercial y que supone un obstáculo más para que la ronda de conversaciones de Doha llegue a buen puerto.

Un rotundo fracaso

Si EEUU se niega de plano a reducir los subsidios, si la UE no los va a eliminar hasta que los norteamericanos lo hagan, si estados europeos como Francia se muestran partidarios del proteccionismo... la Ronda de Doha se va a quedar en una simple declaración de intenciones.

Por mucho que se quiera aplazar la finalización de las negociaciones, lo cierto es que la Ronda de Doha ya está herida de muerte. El fracaso de las negociaciones radica en la lucha de las grandes potencias, lobbies y empresas por obtener más ventajas en los mercados agrícolas de las que ya tienen, como aseguró la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación, (FAO) en 2006.

El primer mundo quiere seguir beneficiando a sus productores con altos subsidios a las exportaciones (de productos como maíz, azúcar, arroz y lácteos, justamente los mismos en que los países pobres tendrían algún grado de competitividad) que hace que los productos de los países pobres sean más caros frente a los de los países ricos. Además, los países ricos presionan a los países pobres para que éstos últimos abran sus fronteras y así el primer mundo pueda introducir sus productos subsidiados.

La desventaja es por partida doble: los países subdesarrollados no pueden exportar sus productos porque son más caros que los del primer mundo ni pueden venderlos en su propio país porque los importados de los países ricos son más competitivos. El Instituto Internacional para la Investigación en la Política Alimentaria (IFPRI) sostuvo en un informe publicado el pasado mes de agosto que, con sus prácticas proteccionistas y subsidios, los países industrializados impiden que el Sur en desarrollo exporte 40.000 millones de dólares al año en productos agrícolas.

En este contexto, la OMC debería haber centrado sus esfuerzos en conseguir un acuerdo para acabar con el dumping (cuando un país vende en el exterior bienes a precios más baratos de los que adjudica en su propia nación a los mismos productos) que la Unión Europea, EEUU y Japón practican en los mercados en desarrollo, uno de los peores abusos del sistema de comercio internacional. La agricultura representa solo un 8% del comercio mundial, pero significa el mayor recurso de riqueza para 2500 millones de personas, principalmente de países en desarrollo.

Un comercio justo supondría una solución realista para luchar contra la pobreza

Desafortunadamente, las conversaciones de la Ronda de Doha se han ido centrando en un solo factor: la liberalización de los mercados. Los países pobres tendrían poco que ganar y mucho que perder en un acuerdo centrado en las necesidades del primer mundo, que lo único que persigue es la apertura de nuevos mercados donde poder colocar sus productos a precios irrisorios. Grandes multinacionales con la última tecnología compitiendo por introducir sus productos en países donde pequeños campesinos carecen de infraestructuras rurales básicas y del control del agua y que son incapaces de vender sus materias primas a países ricos proteccionistas.

A pesar de que las perspectivas de reanudar las negociaciones no son esperanzadoras, la FAO considera que todavía se puede aprovechar la oportunidad. “Cuando se reanuden las negociaciones, la Ronda de Doha debería pasar a ser una auténtica Ronda del Desarrollo, planteada de una forma más amplia y participativa". Por un lado, deberá ocuparse de los subsidios domésticos y del acceso a los mercados de forma que no frenen el desarrollo, y por otro "abordar de forma seria las cuestiones relacionadas con la capacidad de suministro y las inversiones necesarias para que los países menos desarrollados se beneficien de las oportunidades de mercado que conlleva el comercio justo”.

Los detractores de la OMC y la Ronda de Doha argumentan, sin embargo, que los beneficios de las negociaciones no recaerán en los que más lo necesitan. Los pobres serán los grandes perdedores, o por la falta de preferencias que los países en desarrollo tienen en el comercio o por el impacto del neoliberalismo económico en sus sectores agrícolas, industriales y de servicios. Al menos, el colapso de la ronda de Doha abrirá, según ellos, el debate sobre qué tipo de medidas se deben llevar a cabo para regular la economía del siglo XXI. Ante las políticas neoliberales de la OMC, se podría iniciar un debate alternativo para implantar un comercio justo y de desarrollo sostenible.

En teoría, el libre comercio aboga justamente por el principio de la libertad a la hora de negociar, es decir, por la no existencia de trabas arancelarias o subsidios que puedan frenar la entrada y/o salida de productos de un país o continente hacia otro. Esta teoría sería aplicable en un mundo globalizado de mercados perfectos, donde no existieran elementos que distorsionaran el comercio como los subsidios a la exportación o los aranceles, y donde todos los países compitieran en igualdad de condiciones.

La Ronda de Desarrollo de Doha estaba destinada a liberalizar el comercio internacional y extender los beneficios de la globalización a los países en desarrollo. Sin embargo, a pesar de que las conversaciones están inacabadas, la ronda es ya un rotundo fracaso. No sólo no ha cumplido ningún objetivo de desarrollo sino que ha dejado al descubierto la hipocresía de los países industrializados, que proclaman a los cuatro vientos su compromiso con la lucha contra la pobreza mientras se oponen rotundamente a la verdadera solución: la implantación de un comercio más justo.

Lucía Valero
Periodista especializada en Relaciones Internacionales

Fuentes:

FAO www.fao.org/newsroom/es/news/2006/1000375/index.html
ONG Sodepaz http://www.sodepaz.net/modules.php?name=News&file=article&sid=1125
Euractiv
http://www.euractiv.com/en/trade/wto-doha-development-round/article-157082

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