lunes, 29 de noviembre de 2010

La irrupción del Tea Party en la política norteamericana

Número 22/octubre-diciembre 2010
Norberto Emmerich

El pasado martes 2 de noviembre se realizaron en Estados Unidos las elecciones legislativas de medio término. La derrota demócrata estaba preanunciada en todos los medios de comunicación y la jornada electoral no hizo más que confirmar esos pronósticos.

En estas elecciones se elegía a la totalidad de los miembros de la Cámara de Representantes, 435 diputados, 37 de los 100 miembros de la Cámara de Senadores y a 37 gobernadores. Además se realizaba una gran cantidad de elecciones locales y territoriales, como la legalización de la marihuana en California, que finalmente no fue aprobada.

Los resultados significaron una fuerte victoria republicana en la Cámara de Representantes, combinada con una victoria pírrica pero suficiente de los demócratas en el Senado y un desempeño electoral frustrante de los candidatos del Tea Party. En la Cámara de Representantes el Partido Republicano tendrá 242 bancas (que incluyen las del Tea Party, aunque no sean la misma cosa), frente a 193 bancas del Partido Demócrata. En el Senado, el Partido Demócrata tendrá 52 bancas contra 46 del Partido Republicano.

Es la derrota demócrata más importante desde la caída de Clinton en las legislativas de 1994 y es el triunfo republicano más importante desde 1928.

Este resultado se debe tanto a las limitaciones de la gestión de Obama como a la violenta reacción por algunos de sus aciertos parciales. Los demócratas desilusionados le criticaron su timidez y los republicanos iracundos le criticaron su virulencia. La administración perdió votos por izquierda y por derecha, por frustración y por odio.

Por izquierda las tradicionales bases electorales demócratas optaron por la abstención, en un clima de desencanto. Los sindicatos y movimientos sociales progresistas, junto con el movimiento ecologista y el movimiento de derechos civiles restaron su apoyo en rechazo a tres decisiones del gobierno de Barack Obama:





  1. La temprana elección de un gabinete cercano a Wall Street, como es el caso de Lawrence Summers o Rahm Emanuel, con personajes conservadores y neoliberales.





  2. Abandono del compromiso electoral de facilitar la sindicalización de los trabajadores norteamericanos. Un 62% de la población trabajadora quiere sindicalizarse pero no lo hace porque la empresa es muy pequeña o porque los empresarios dificultan la sindicalización. Quedó en evidencia que los derechos laborales y sindicales no eran prioridad del gobierno.





  3. La forma en que realizó la reforma del sistema de salud. Ninguno de los tres sectores que conforman la izquierda demócrata fue convocado a participar en la negociación previa a la ley. El proyecto final de Obama mantuvo el protagonismo de las compañías de seguro y aumentó los impuestos a los sindicatos, por tener una mayor cobertura sanitaria, reduciendo la financiación del programa de cobertura pública a los ancianos, el programa Medicare. Este ajuste se justificó por la necesidad de financiar la incorporación al sistema de salud de los 45 millones de norteamericanos que carecían de ella.


  4. Los republicanos fueron más eficientes en volcar la frustración de la población por la crisis económica contra Obama de lo que éste lo fue en generar una expectativa de cumplimiento de las promesas de campaña. Si en la campaña electoral presidencial primaba la vitalidad de las organizaciones de base que buscaban un cambio por izquierda ahora esos movimientos de base buscan alternativas de ultraderecha.

    Como ninguno de los partidos ofrece un verdadero cambio estructural, el sistema de partidos amenaza romperse y la elección sacó a luz la incertidumbre que aqueja a la democracia norteamericana, esa alternancia indiferenciada entre republicanos y demócratas que ha demostrado ser incapaces de resolver la crisis económica.

    El Tea Party amenaza tanto a republicanos como a demócratas, sin embargo no se organizó en la forma de "tercer partido" sino que irrumpió en la interna republicana. Así sacudió la rutina burocrática republicana y se autoencerró en el ejercicio del mismo poder que denuncia en sus consignas. La organización cuya mística es la destrucción de la hipocresía política terminó de cargar sobre sus hombros la tarea de salvar al sistema político, transformando la genérica denuncia contra "todos" en la específica denuncia contra Obama. Mediante un programa y una serie de reclamos antipolíticos los grupos organizados tras el Tea Party politizaron sus demandas protagonizando un voto de última confianza en un sistema que amenaza romperse por todos lados.

    2009 Virginia Beach Tea Party


    Los sectores empobrecidos, políticamente independientes pero ideológicamente conservadores, se volcaron ahora por los republicanos y se entusiasmaron por las ideas y consignas inconducentes e impresentables del "Tea Party".

    Las promesas republicanas para esta campaña promueven la reversión de la reforma del sistema de salud y la continuidad de las exenciones impositivas de Bush, que vencen a fin de año y que Obama amenaza con no renovar. La propuesta de Obama es reponer las cargas fiscales para las familias con ingresos superiores a 250 mil dólares anuales y eliminarlas para quienes tengan menores ingresos.

    El nuevo presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, es un buen ejemplo de esta oleada de hipocresía conservadora: lleva 18 años viviendo en Washington como diputado, es el jefe de la bancada republicana y ha votado e impulsado el voto de todas las iniciativas legislativas que marcan la política norteamericana de las últimas décadas, que llevaron a Estados Unidos a la crisis actual.

    Por supuesto, las dos guerras en las que está mal embarcado Estados Unidos, no fueron tema de campaña, tema en el que ambos partidos se comportaron de acuerdo. El foco de atención quedó concentrado en el alto desempleo y la inseguridad económica.

    Estados Unidos ha perdido 5.000 soldados en los 9 años de guerra y 35 mil soldados gravemente heridos. Pero a diferencia de la guerra de Vietnam cuando millones de ciudadanos fueron reclutados para pelear en la guerra y terminaron protagonizando inmensas protestas públicas, ahora se trata de menos de un 1% de la población, en su mayoría gente de la clase trabajadora mediocremente educada, de pequeñas localidades del interior de Estados Unidos.

    Esta campaña fue la más cara de la historia de Estados Unidos con un total 4 mil millones de dólares. Los fondos fueron canalizados a través del Partido Republicano, del Tea Party y de organizaciones que se presentan como independientes y en razón de ello no deben revelar la totalidad de sus miembros ni el origen de sus fondos.
    El acto de cierre de campaña del partido Demócrata se realizó en Ohio, en el campus de la Cleveland State University. El lugar disponía de 13 mil ubicaciones y apenas 8 mil de ellas estaban ocupadas.

    En realidad gran parte del procedimiento electoral del martes 2 de noviembre ya estaba efectuado, porque la mitad de los votantes había emitido su voto por correo en las cuatro semanas anteriores. Pero faltaba el acontecimiento político, la constatación de la derrota.

    Esta elección desnudó el conocido hecho de que Obama no cuenta con el apoyo de todos los sectores del Partido Demócrata. Miembros del propio bloque demócrata se opusieron a investigar las violaciones a los derechos humanos del gobierno anterior, le impidieron cerrar la base de Guantánamo y licuaron las reformas de la ley de salud.

    Como cualquier partido político occidental el Partido Demócrata tiene varias facciones y Obama debe arbitrar entre ellas. Los sectores más liberales, equivalente en Estados Unidos a "izquierda" o "progresista", lo critican por ser demasiado tímido. Este sector, el "Progressive Caucus", cuenta con 78 diputados en la Cámara de Representantes sobre un total de 255 legisladores demócratas. Sus legisladores le piden a Obama que se apoye en ellos para encarar el programa de gobierno. Pero son los "Blue Dogs" y los "New Democrats", los sectores moderados y los centristas, que acumulan 105 escaños y tienen la mayoría del bloque, quienes ostentan el peso decisivo en la toma de decisiones. Según una reciente encuesta de Gallup, el 42% de los ciudadanos norteamericanos se dice "conservador", un 35% se dice "moderado" y solo un 20% se reivindica "liberal".

    Una apertura de Obama hacia la derecha no tiene posibilidades de convencer a sus adversarios republicanos, que ya están luchando por la gran revancha. Sea cual fuera la decisión que tome el presidente demócrata no dejará de ser asociado por los republicanos a las políticas de redistribución "socialista" que pretenden confiscar la riqueza de los "empresarios" y llevan a la asfixia del crecimiento. En lugar de escuchar los reclamos del "Progressive Caucus", Obama se apoyará previsiblemente en las líneas moderadas y centristas de su partido, en un intento por conectar con los deseos mostrados por los ciudadanos con sus votos. Lo mismo hizo Clinton tras la estrepitosa derrota de 1994 y ganó todas las elecciones siguientes.

    El Tea Party

    Alrededor del partido Republicano nació el Tea Party, en recuerdo del "Tea Party" de Boston de 1773, que inició el proceso de independencia norteamericano. El Tea Party y el Partido Republicano no son la misma cosa, aunque convivan en un espacio político incómodo para ambos, porque este movimiento también amenaza la quebradiza unidad del Partido Republicano.
    Un reciente sondeo de Gallup publicado en "USA Today" revela que un 37% de los norteamericanos simpatiza con el Tea Party. Como parte de una revolución feminista conservadora el último sondeo Quinnipiac indica que el 55% de sus militantes son mujeres. De los 8 miembros del Consejo de Patriotas del Tea Party, a cargo de la coordinación nacional del movimiento, 6 son mujeres.

    Detrás del crecimiento geométrico del Tea Party se esconden profundos temores casi atávicos. Dentro de unas cuantas décadas la población no blanca será mayoría entre la ciudadanía estadounidense. Muchos cristianos evangélicos blancos se sienten sitiados y las mujeres, por su parte, sienten que deben proteger públicamente a sus familias de cambios tan vertiginosos y posiblemente dañinos. Sienten que burócratas, inmigrantes o minorías anónimas a las que identifican como "los otros" han tomado la sociedad y amenazan su pureza moral.

    Estados Unidos es un extraño lugar donde el catolicismo no es dominante, los sindicatos típicos nunca existieron, la clase obrera nunca fue una clase para sí, el comunismo no echó raíces, nunca hubo un partido o un líder socialdemócrata y ningún general ha dado golpes de Estado. Un lugar donde la polarización política no desmiente la cohesión ideológica cuyo centro no es una doctrina, sino un conjunto de metas compartidas centradas en el individuo y el éxito económico.

    ¿Por qué el Tea Party se acopla a la estructura del Partido Republicano? Porque en las 16 elecciones presidenciales que se realizaron en Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial solo en 1992 hubo un tercer candidato, Ross Perot, que en ningún momento fue alternativa para conquistar la presidencia.

    El remedio para los republicanos no ha cambiado desde hace 30 años: nuevas reducciones de impuestos y recortes más drásticos en lo que queda de los programas sociales.

    El Partido Republicano está dividido entre los partidarios de la cruzada antiterrorista y antimusulmana y los apóstoles del aislacionismo que no quieren pagar los costos de guerras lejanas y antieconómicas.
    Es un movimiento con valores ultraconservadores, xenófobo e islamofóbico, enemigo de toda noción de Estado. Aunque tenga un perfil ideológico muy elevado, el Tea Party carece de estructura, de programa, de dirección centralizada y de conducción. Está lleno de contradicciones y en síntesis expresa la fuerte tendencia anti-política del electorado norteamericano.

    En un país donde el 25% de la población cree que Obama es musulmán, los excesos de los candidatos y partidarios del Tea Party motivaron a dos cómicos de la televisión a organizar el "Acto para restaurar la cordura" en Washington, donde asistieron entre 150 mil y 200 mil personas. Obama tuvo que cancelar una visita programada al Templo Dorado de Amritsar, en el Punjab indio, donde obligatoriamente debía utilizar turbante, para no parecer musulmán. Lo llamativo es que el Templo Dorado de Amritsar no es musulmán, ni siquiera hindú, sino de la religión Sikh, mayoritaria en el Punjab y minoritaria en la India.

    Sarah Palin, la ex candidata a la vicepresidencia en la fórmula con John McCain, también ex gobernadora de Alaska, un estado cuya economía está subsidiada en un 40% por el gobierno federal, se convirtió en la propagandista del movimiento. No era candidata a ningún cargo en estas elecciones, pero se ha convertido en una gran figura nacional gracias a este movimiento y aspira a llegar a la Casa Blanca. Pero las elecciones del Tea Party no fueron lo que parecía. El candidato de Sarah Palin en Alaska, Joe Miller, un candidato que no contesta a preguntas en los reportajes, perdió las elecciones a manos de la republicana moderada Lisa Murkowski, que había perdido las internas y se presentó como independiente. Como los electores deben escribir el nombre del candidato a mano, el resultado definitivo se conoció el 19 de noviembre.

    Colonial Soldier,Tax Day Tea Party

    Una de las figuras más peculiares del Tea Party fue Christine O'Donnell, de Delaware, completamente desconocida e ignorante en cuestiones políticas. A pesar de ello, logró derrotar en la interna partidaria a Michael Castle, un veterano ex gobernador del Estado y diputado desde 1991. En total 138 candidatos del Tea Party lograron imponerse en las internas republicanas.
    El rasgo común de los miembros del Tea Party es la protesta contra el Estado federal y contra la carga impositiva que implica cualquier obra o política pública con efectos redistributivos o inclusivos. El Plan de Salud, la construcción de un túnel entre New Jersey y New York, la educación pública, la legalización de los inmigrantes indocumentados, la extensión del seguro de desempleo en época de crisis, el paquete de estímulo para reactivar la economía, terminar con las exenciones impositivas de Bush.

    Todo esfuerzo para hacer más igualitaria la sociedad implica el riesgo de cercenar algún grado de libertad económica y ese es el comienzo del totalitarismo. Este anarco-liberalismo forma parte de una corriente de pensamiento muy fuerte en el conservadurismo norteamericano, que defiende la "pureza" de la mano invisible del mercado y sostiene un modelo de ajuste automático de la economía. Por ahora, tras este fracaso electoral, será más difícil que el gobierno pueda lanzar una segunda ronda de estímulos fiscales para sacar a la economía de la recesión.

    Aunque los legisladores electos por el Tea Party son formalmente candidatos del Partido Republicano, las agendas de ambos grupos son diferentes. Mientras los candidatos del Tea Party responden solo a sí mismos, el Partido Republicano y su líder en el Congreso, John Boehner responden a una estructura política centralizada, con objetivos nacionales.

    Todo indica que el presidente Obama enfrentará un legislativo al mismo fragmentado (al interior de la Cámara de Representantes - entre republicanos, demócratas y Tea Party) y dividido (mayoría en el Senado, minoría en Diputados), con el cual será difícil y quizás innecesario negociar, acentuando el presidencialismo del régimen republicano norteamericano. A no ser que los miembros del Tea Party abandonen sus consignas fundamentalistas y se adapten a la maquinaria burocrática del régimen parlamentario, con lo cual el tono populista de su discurso político perderá sustancia.

    Muchos de sus candidatos han conseguido bancas en el Congreso y se desconoce el grado de fidelidad al Partido Republicano, no se sabe si votarán orgánicamente o intentarán liderar un movimiento principista contra Obama. Por ahora el gobierno solo negociará con la bancada republicana moderada que dirige John Bohener.

    Adicionalmente dado que no logró la mayoría en el senado la ofensiva republicana no será sencilla ya que sus propuestas o un eventual "impeachment" al presidente, requieren del visto bueno de la Cámara alta. En materia de política exterior y nombramiento de los altos funcionarios, embajadores, jueces (incluso los del Tribunal Supremo), es el Senado y no la Cámara de Representantes el que ratifica los nombramientos del presidente. En términos institucionales las elecciones no han sido totalmente calamitosas para la Casa Blanca.

    En ese juego de pinzas entre los imperativos políticos del momento y las posibilidades institucionales de la estadística electoral, los legisladores del Tea Party que se nieguen a acordar podrían descubrir que carecen de importancia. Con menos instrumentos institucionales de los necesarios y una enorme presión política por resultados, el Tea Party ingresa a una arena política cuyas reglas parece desconocer. Y estará tentado a aprenderlas.
    Para Estados Unidos el principal problema del planteamiento del Tea Party y del Partido Republicano es que sus propuestas profundizan la recesión. Si hay que dejar de gastar para reactivar la economía para ponerse a pagar las deudas, como quiere el Tea Party, la economía mundial se desploma, tal como sucedió con los planes de ajuste que el FMI implementó en la economía latinoamericana durante la década del 90.

    Con un gasto privado que está deprimido por la crisis económica, el Estado necesariamente debe gastar más, no menos. El Tea Party inició una cruzada moralizadora que convenció a los votantes de que se necesita menos estímulo fiscal y más castigo a los deudores. Con su determinación de castigar a los votantes que no lo merecen, se castigan a sí mismos, perpetuando el desempleo.
    El Tea Party ha logrado que los ciudadanos voten en contra de sus propios intereses. En Florida lograron el voto de los ancianos cubanoamericanos hablándoles de que van a "liberar" a Cuba del gobierno revolucionario, mientras eliminan programas sociales que los demócratas apoyan.

    La victoria republicana es la victoria de un programa de ajuste interno, un problema para Estados Unidos que seguirá sin exportar su crisis. Para América Latina algunos proyectos seguirán congelados como la reforma migratoria y la política hacia Cuba.

    Un movimiento que nació encabezando una utopía de protesta ahora debe acostumbrarse a ejercer el poder en el Capitolio. La pantalla en blanco donde se proyectaban todo tipo de frustraciones y odios no siempre compatibles y realistas, intentará transformarse en una fuerza política ordenada. Un movimiento que expresa el odio a la política, comienza a hacer política.

    Algunos indicadores





    • Cuando Obama era senador en el año 2007 el índice de desempleo era del 6%, ahora es del 10%, tras tres años consecutivos de estancamiento y recesión. Esto quiere decir que 26.8 millones de ciudadanos norteamericanos están sin trabajo o subempleados, una tasa que es superior a los 14.8 millones de desempleados "oficiales". A éstos hay que sumarles 9.5 millones de personas que trabajan a tiempo parcial y 2.5 millones de personas que han dejado de buscar trabajo. Entre los trabajadores afroamericanos la tasa del desempleo es del 16.1%.





    • Estados Unidos está teniendo la tasa de pobreza más alta desde hace 51 años, un 14.3%, 43.6 millones de pobres. Entre los niños, la tasa de pobreza llega al 20%. Sin embargo la riqueza de las 400 personas más ricas creció un 6% en el último año. Estados Unidos ocupa el puesto 45 en el ranking mundial de desigualdad social, 50 millones de personas sin seguro médico y 49 millones de estadounidenses se alimentan gracias a los vales de comida otorgados por el gobierno.





    • Bill Clinton perdió las legislativas de 1994. En esa ocasión el Partido Demócrata perdió 54 bancas y por primera vez cedía el control de la Cámara de Representantes desde la segunda guerra mundial. Newt Gingrich lideró la bancada republicana, partido que perdió las presidenciales de 1996. Bill Clinton no solo obtuvo su reelección sino que se convirtió en el político más popular de Estados Unidos. Desde 1992 hubo gobierno dividido en todas las elecciones legislativas, excepto en 1996 y 2004.





    • En Delaware el candidato republicano tenía asegurada su ventaja hace unos meses hasta que Christine O'Donnell, la candidata del Tea Party, le ganó la candidatura. En sus presentaciones públicas O'Donnell comenzó oponiéndose a la masturbación y terminó oponiéndose a toda forma de relación sexual. Finalmente el candidato demócrata Chris Coons ganó por 20 puntos de ventaja.





    • En Florida, un Estado con una tasa del 12% de desocupación, el gobernador republicano moderado Charlie Christ perdió su candidatura interna en manos del ultraconservador Marco Rubio. A pesar de ser hijo de inmigrantes cubanos apoya la ley anti-inmigratoria de Arizona y propone una legislación todavía más dura (1) con los inmigrantes ilegales. Los demócratas, para ayudar al republicano Christ, retiraron a su candidato a fin de sumar votos contra Rubio. La maniobra no resultó y Rubio ganó con el 50% de los votos.


    • Conclusiones

      Dado que todas las leyes deben ser votadas por ambas cámaras es difícil que el Senado, que sigue siendo demócrata, apoye las iniciativas de la Cámara de Representantes que desde el próximo mes de enero se convertirá en republicana. El objetivo de los republicanos está claro, dicho por el jefe de la bancada republicana en el Senado, Mitch McConnel: "lo más importante que queremos conseguir es que el presidente Obama solo tenga un mandato".

      Dr. Norberto Emmerich
      Licenciado en Relaciones Internacionales
      Doctor en Ciencia Política
      Investigador Senior del CAEI - Centro Argentino de Estudios Internacionales



      REFERENCIAS:
      1. Rubio propone la negativa a dar beneficios sociales a los indocumentados y negar la ciudadanía a los hijos de inmigrantes ilegales nacidos en Estados Unidos.

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