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martes, 25 de octubre de 2011

¿Qué hay detrás de la política de "Eficiencia energética" de la UE?

Número 25/ septiembre- diciembre 2011
Cristina Querol

Dicen que la mejor energía es la que conseguimos ahorrar, y esa es hoy la máxima irrenunciable bajo la que la Unión Europea ha definido su estrategia energética para los próximos años. En términos geoestratégicos, no le falta sentido a una estrategia basada y centrada en el ahorro. Para los europeos, la energía está dejando de existir como concepto si no es asociado a la palabra "eficiencia".

Y es que si hay un término clave que tradicionalmente ha definido las relaciones de poder es, justamente, la idea de "dependencia". Esa dependencia es, precisamente, la que intenta evitar Bruselas cuando apuesta firmemente por una política energética basada en la diversidad de fuentes, en el carácter renovable de éstas y, especialmente, en el ahorro. Que este valor se revista de "lucha contra el cambio climático" es una cuestión de legitimación de una estrategia que se fundamenta en la aparente panacea que suponen los intangibles.

Vulnerabilidad, sensibilidad y dependencia energética en Europa


La potencia civil por excelencia no sólo juega con el "softpower" como arma principal en la llamada "cuestión energética" sino que cuenta en su seno con una cada vez más amplia red de actores que hacen de la lucha contra el cambio climático su razón de ser y que, a través de la acción lobista, configuran una superestructura de intereses medioambientales. Éstos revisten de credibilidad y de adeptos esa lucha contra el cambio climático que se sustenta en el nada desdeñable objetivo a largo plazo de dotar a los países de la Unión de herramientas eficaces para reducir la dependencia energética en un escenario de crisis y en un futuro incierto entérminos geopolíticos.

La isla de Samsoe. Fuente: Comision Europea"


Es en este contexto de incertidumbre en el que debe entenderse una política energética que a nivel mundial no cuenta con consensos capaces de garantizar el abastecimiento a medio plazo a la población mundial, y es entonces cuando los conceptos de vulnerabilidad y sensibilidad internacionales cobran sentido. Por todos es sabido que una subida unilateral de los precios del petróleo por parte de los países de la OPEP afectaría, por ejemplo, a Portugal y a Estados Unidos por ser ambos importadores de petróleo. Ambos países serán, por tanto, sensibles a esa subida de precios.

Pero Portugal será, además de sensible, vulnerable, por no tener ni la misma diversidad de fuentes energéticas ni las reservas de petróleo ni la posición en el sistema internacional que tiene Estados Unidos, capaz de ejercer una presión efectiva sobre los países de la OPEP, bien porque tiene tropas desplegadas en países cercanos a los exportadores, bien por su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, bien por su capacidad militar. En definitiva, un complejo compendio de particularidades que atesora Norteamérica y que le confieren una nunca antes vista posición hegemónica en el sistema internacional.

La posición europea en el sistema internacional y la cuestión energética


Una vez conocido este concepto de "vulnerabilidad" internacional, es fácil entender por qué para la UE es hoy vital apostar por una política energética que le proporcione seguridad a medio y largo plazo. Posiblemente, la apuesta por la eficiencia sea una cuestión de imagen, de legitimidad de sus acciones. Probablemente haya en ello elementos de responsabilidad para con el planeta. Muy probablemente se base la Unión en un objetivo de ahorro económico y casi seguro que hay razones como la de garantizar el abastecimiento a la población que hacen que la UE apueste por una política energética basada en criterios de eficiencia.

Pero lo que parece incuestionable es que la UE necesita adoptar esta posición como una vía para el posicionamiento en un sistema internacional en el que ya no es el amigo americano el que hace sombra a una Unión Europea cargada de buenismo sino son que chinos, indios, brasileños, árabes o africanos los que se están labrando espacios temáticos en los que afianzaran su hegemonía y, por ende, su poder y su capacidad sobre el resto.

En este contexto, toda acción encaminada a reducir la necesidad de energía para los ciudadanos de la Unión se traducirá de forma directa en un mayor potencial de posicionamiento internacional para una Unión Europea que lidia hoy con amenazas externas pero también con una idiosincrasia que la obliga a poner en común la voluntad de 27 estados para dar cualquier paso en la dirección correcta.

Por esta razón, la Europa comunitaria identificó de forma temprana el "problema energético". La preocupación se manifiesta en su Libro Verde de 2000, en el que se revela el impacto de la subida de precios del petróleo como uno de los factores determinantes que pudieran socavar la reactivación de la economía europea. Se hace alusión, así mismo, a las debilidades estructurales del abastecimiento energético de la Unión y se alerta de que "si no se hace nada, de aquí a 20 o 30 años la Unión cubrirá sus necesidades energéticas en un 70% con productos importados, frente al 50% actual" (1). Esta predicción se apoya en el hecho de que Europa es hoy el mayor importador de energía del mundo, con 500 millones de consumidores.

Imaginemos una década después, y con la crisis que afecta hoy a los países de la Unión, lo que significa tal pronóstico y lo que supone una dependencia que no es, ni más ni menos, que exponer las posibilidades de desarrollo económico de Europa a las variaciones erráticas de los precios internacionales de las energías fósiles.

Cristina Querol
Master en Relaciones Internacionales y Asesora política


BIBLIOGRAFIA
(1) Libro Verde •"Hacia una estrategia europea de seguridad del abastecimiento energético" adoptado por la Comisión Europea el 29 de noviembre de 2000. COM (2000) 769. Disponible en http://europa.eu/legislation_summaries/energy/external_dimension_enlargement/l27037_es.htm




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