miércoles, 20 de enero de 2010

Brasil: ¿Y después de Lula?

Número 18/diciembre-enero 2010
Fran Espinoza

En el año 2005, en una  de las capacitaciones sobre sistema electoral y votación en América Latina realizada en Caracas, uno de los expertos nos comentaba  que Brasil cuenta con uno de los sistemas de votación más modernos a nivel mundial. Una colega de Canadá sorprendida, le dijo ¿más moderno que el de Canadá?, el experto le respondió que sí. Y no es para menos, Brasil desde hace más de una década usa urnas electrónicas las que facilitan el voto y los escrutinios, además para la población brasileña no resulta una novedad porque la mayoría se siente familiarizada con ese sistema.

La novedad para los comicios presidenciales de este año es que por lo menos cuatro millones del electorado podrán usar las urnas electrónicas desarrolladas en ese país, las cuales  identifican al votante por su huella dactilar. Podría considerarse una cantidad poco significativa si existen 130  millones de ciudadanos habilitados para votar. Pero según el presidente del Tribunal Superior Electoral, TSE, entre seis a ocho años en Brasil se realizaran las primeras elecciones totalmente biométricas.

En las presidenciales de este año, Brasil no solamente demostrará que tiene uno de los sistemas de votación más fiables sino que además por primera vez un país latinoamericano puede decir que dentro de sus temas de campaña electoral desaparecerán preocupaciones como la deuda externa y  la intervención de Fondo Monetario Internacional. Los debates se centrarán en el cambio climático, la exploración petrolera de las reservas de la plataforma marítima, la creación de empleos y la violencia social. Y la incorporación a la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA.

Luiz Inácio Lula da Silva, exsindicalista, posiblemente hace 31 años cuando fundó junto a cien colegas suyos el Partido de los Trabajadores PT, nunca llegó a imaginar que se convertiría en uno de los presidentes más reconocido a nivel internacional. Posiblemente uno de los puntos de partida que han convertido a Brasil como país confiable y palanca de desarrollo ha sido el pragmatismo de su presidente, en su Carta al pueblo brasileño del 2002, en la que se  comprometía si era elegido a mantener la política neoliberal de Fernando Enrique Cardoso. Ofrecía garantías jurídicas y políticas sobre la propiedad privada, la libertad de expresión y la defensa a las instituciones democráticas, algo que ha cumplido hasta la actualidad.

A ello habrá que sumarle las políticas de responsabilidad fiscal en los diferentes niveles que van  desde el gobierno municipal, el regional y el federal, también la existencia de una clase empresarial comprometida e  integrada en los circuitos mercantiles y financieros internacionales, invirtiendo en la innovación tecnológica y construyendo nuevas oportunidades de negocios.

Algunos detractores de Lula da Silva, afirman que lo que el país ha logrado hasta hoy no ha sido por él, sino más bien todo ha sido gracias a Fernando Henrique Cardoso (Lula solamente vino a darle continuidad a las políticas iniciadas por el antiguo presidente). Además a Lula se le ha criticado por el apoyo que le brindó al presidente del Senado José Sarney, después de haber sido acusado de corrupción. Aparentemente es una cuestión de intercambio de favores, porque el partido de Sarney, Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB,  servirá de comodín para apoyar a la candidata del Partido de Lula en estas elecciones, Dilma Rousseff.

Posiblemente los días más difíciles para Lula serán los que están por llegar, después de haber presentado el Programa Nacional de Derechos Humanos las críticas a su gobierno comenzarán a hacer la manzana de la discordia. Se considera que dicho programa es completamente diferente al que presentó en el año 2002, el que le permitió llegar a la presidencia. El nuevo programa sigue las líneas del ALBA, entre otros puntos el texto plantea la posibilidad de una democratización de la propiedad, algo que  la clase empresarial de ese país ha asociado con las políticas de Chávez sobre  propiedad social.

Por otro lado, se prevé retirar la concesión a las empresas de radio y televisión que no sigan las directrices oficiales del gobierno en materia de Derechos Humanos. Un tema que tanto los cubanos, venezolanos y  nicaragüenses viven y conocen muy bien.

¿Qué podemos esperar de los actuales candidatos a la presidencia del 2010? en palabras de Lula, estas elecciones serán mejores que las anteriores, considera que son elecciones inéditas porque no habrá candidatos de la derecha. Es bastante prematuro para hacer algunos escenarios de futuro porque hasta el mes de marzo o abril no se tendrá la lista oficial de candidatos pero sin embargo ya han aparecido algunos nombres que se perfilan como los sucesores de Lula.

Marina Silva, del Partido Verde PV, ambientalista y pedagoga, ex-ministra de medio ambiente. Sus activos más fuertes, su propia historia de vida, de familia pobre trabajó como doméstica, fue analfabeta hasta cumplir los 14 años. Amiga y colega del líder ambientalista Chico Mendes. Crítica de las políticas gubernamentales frente a los terratenientes brasileños las cuales considera flexibles y de beneficio para las élites.

Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores PT (candidata de Lula), economista y política, ministra de la Casa Civil desde el 2005 hasta la actualidad. Lula ha apostado desde el principio por ella.

José Serra, Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB, político de ideología social demócrata. En el año 2002 perdió las presidenciales en la segunda vuelta frente a Lula. Crítico de la izquierda radical, especialmente del papel que desarrolla Hugo Chávez.

A manera de conclusión, sin duda alguna los brasileños de momento pueden estar tranquilos con su sistema electoral y de votación pero surgen algunos interrogantes con el próximo gobierno ¿continuará Brasil con el actual liderazgo a nivel latinoamericano?, ¿el próximo presidente pondrá en marcha el Programa de Derechos Humanos propuesto recientemente por Lula?

Fran Espinoza
Politólogo, doctorado en estudios internacionales e interculturales, profesor investigador Cátedra UNESCO- Santander, Universidad de Deusto, Bilbao.

Global Affairs no es responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores/as