Pages - Menu

domingo, 14 de octubre de 2007

Religión y hermandad africana: el destino de África sin ellos

Número 5/ Octubre-Noviembre 2007
M. Singo K.

Durante un viaje reciente a Chicago, mi amiga Lisa* y yo fuimos a una fiesta de cumpleaños donde conocimos a otros tres africanos: Robert* y Lucy* que estaban casados y su amigo Williams*. Todos eran de África occidental: Sierra Leona y Liberia respectivamente. Durante nuestras conversaciones mi amiga Lisa preguntó a Robert de qué conocía a Williams. En su respuesta Robert se refirió a Williams como “mi hermano africano”, “todos somos hermanos, todos nosotros. Somos hermanos africanos…” dijo. Sacudí mi cabeza y empecé a sonreír mientras me preparaba para debatir la afirmación de Robert. Al mismo tiempo Lisa que vivió en África durante unos pocos meses movió su cabeza y justo en el mismo instante en el que me disponía a hablar ella dijo a Robert: “no existe tal cosa…” esto era precisamente lo mismo que me disponía a decir.

De algún modo, los africanos pensamos en nosotros mismos como hermanos, como miembros de la misma familia, un grupo de individuos con unas mismas experiencias compartidas las cuales han creado un lazo de unión entre nosotros. Me gusta esa idea, la idea de unión y pertenencia. Pero cada vez que escucho la expresión “Hermano africano” comienzo a analizar el término hermandad y todo lo que implica. ¿Qué es lo que veo? Totalmente lo contrario de lo que cabría esperar entre los llamados hermanos. Veo odio, pobreza, avaricia, guerras, falta de respeto por los derechos humanos, falta de respeto por la vida humana, por la mujer, injusticia hacia las mujeres, veo la jungla metafóricamente así como literalmente hablando. Incluso los animales que viven en la jungla respetan y protegen a sus féminas y descendientes. La religión y la idea de la hermandad o unidad entre los africanos que viven fuera o entre los que viven dentro del continente, es causa de falta de progreso en toda África.

Foto: África, Global Affairs



Nuestra interpretación de la religión o debería decir malinterpretación de la religión ha incrementado nuestra vaguedad, creemos tanto en los milagros que casi hemos olvidado que el dios en el que creemos, adoramos y tenemos fe ya nos ha dado todo lo que necesitamos para ser un continente próspero. De hecho tenemos mucho más de lo que otros continentes desearían, nuestra tierra es fértil, tenemos abundante mano de obra y el potencial necesario para convertirnos en el continente más poderoso del planeta. En lugar de ello, todo está muerto. Tenemos la tasa más alta de mortalidad infantil, los diez primeros países con la esperanza de vida más baja son africanos, los diez primeros países con el índice más bajo de alfabetización son africanos, tenemos el índice más alto de infecciones por SIDA entre adultos y la lista sigue…

Sabiendo todo esto, ¿qué es lo que hacemos? Nada. No queremos hablar de la publicidad sobre el SIDA, preferimos ir a la iglesia y pedirle ayuda a dios, tener a la congregación que nos ayuda, tener misionarios europeos que construyan bombas de agua para así poder tener agua semipotable. Creo en dios, en los milagros y también pienso que dios quiere a la humanidad independiente. Ésta es la razón por la que nos dio cerebro para pensar, manos para trabajar, pies para andar… dios y el resto del mundo sólo pueden ayudarnos si tomamos las riendas de nuestros problemas y nos ayudamos.

En el instituto, uno de mis profesores franceses solía decir “Aides toi et le ciel t'aidera”: ayúdate a ti mismo y el cielo te ayudará. A pesar de que he oído este proverbio en numerosas ocasiones de personas diferentes, todos nosotros lo olvidamos tan pronto como se lo decimos a alguien, rara vez lo ponemos en práctica. Es como algunos pasajes de la Biblia, los que lees y piensas en ellos el tiempo que dura la lectura. Luego los olvidas tan pronto como cierras la Biblia. Creemos en dios, en los milagros, oramos pero no trabajamos duro. Creemos que el simple rezo nos ayudará en nuestras luchas cotidianas. Creemos que los misionarios europeos tienen nuestros mejores intereses. Estoy seguro de que tienen buenas intenciones. Fui a un colegio católico durante mi infancia, uno de los mejores en todo el país. Pero aunque sus intenciones sean tan puras y blancas como la nieve en la cima de una montaña, ellos no pueden reconstruir el continente para nosotros, tenemos que construir nuestra tierra materna, tenemos que sufrir para que nuestros descendientes disfruten de los resultados de nuestros esfuerzos. Con suerte, ellos harán lo mismo por sus hijos y el ciclo seguirá. La religión es magnífica porque une a la gente y nos hace sentir como una gran familia pero nos hace ser más perezosos.

La familia es un concepto maravilloso, la religión ha ampliado nuestro círculo de hermanos y hermanas, debe ser algo bueno. Sin embargo tenemos una idea equivocada de lo que significa ser miembro de una familia, nuestra concepción sobre la familia y el sentimiento de hermandad está desencaminado. Es universalmente sabido y establecido que la familia es la fundación de cualquier sociedad ya sea occidental o no, civilizada o no. Del concepto de familia se deriva la idea de hermandad y todo lo que implica como ayudarse mutuamente, protegerse, proteger las propiedades del otro, darse soporte mutuo…

Tenemos la tendencia de pensar que ser miembro de una familia nos exime de castigos y de alguna forma tenemos el derecho de tergiversar la verdad sin ningún tipo de repercusión. Hay un sentido del derecho, la mentalidad de que si mi hermano o hermana tiene un negocio yo puedo ser empleado por la empresa y mis errores deliberados o no, no deben ser penalizados. Y si no soy estable financieramente o independiente, como miembro de mi familia, él o ella deben mantenerme pero no solamente a mi sino también a mi familia porque la sangre es más pesada que el agua.

He visto y experimentado estos casos en mi propia y amplia familia y en las familias de mis amigos en distintos países africanos en los que he vivido. Mi padre tuvo la suerte de tomar seriamente su educación y consiguió su licenciatura en ingeniería en agrónomos, consiguió un buen trabajo y tuvo la oportunidad de tener un nivel de vida por encima de la media. Dado que era el único entre sus hermanos en disfrutar de tales oportunidades, ayudó a pagar la escuela de medicina de mi tío más joven. Esto es comprensible y honorable de hacer por un miembro de la familia, éste es el auténtico espíritu de la hermandad que debe ser extendido y practicado. Sin embargo, mis otros tíos vivieron todas sus vidas dependiendo de mi padre para mantenerlos a ellos y a sus familias. El hombre no pudo disfrutar de su vida con su propia e inmediata familia porque cada vez sus parientes necesitaban más dinero y él era el único medio de financiación. Tan irresponsables como eran nunca estaban satisfechos con lo que les daba así que culpaban a mi madre. Pensaban que era un deber de mi padre mantenerlos a ellos y a sus familias.

Un proverbio chino dice que si un pobre pide comida, en lugar de dársela enséñale a pescar. Mi padre aplicó este principio e invirtió en un negocio de taxis con mis tíos al frente del negocio, se quedaban con la mayoría de los beneficios pero tenían que trabajar duro y mantener el negocio porque su nivel de vida dependía del éxito de la empresa. Consiguieron acabar con el negocio y ser menos amistosos con mi madre, la cual intentó mostrarles que iban por el camino equivocado. Se encargaron de acabar con todas las oportunidades que se les dio y esperaban que todo fuese bien. Daban lo mismo las consecuencias porque éramos familia, somos familia, somos hermanos, ¡error!, esta es una mentalidad incorrecta.

Esta es una mentalidad viciada que desafortunadamente he observado durante mis viajes a las distintas regiones de la República Democrática del Congo, Zambia, Zimbabwe, Gana al igual que en las amplias familias de mis amigos, miembros de congregaciones eclesiásticas… se podría criticar que mi padre debería haber llevado a cabo medidas más estrictas pero cuando se trata de miembros de la familia con una fuerte creencia del derecho y una visión tergiversada de qué significa ser familia es prácticamente imposible salir ganando, a no ser que mantengas a la amplia familia fuera de todo, pero haciendo esto sólo consigues alienarte. Al fin y al cabo de qué sirve tener éxito si no lo puedes disfrutar con los miembros de tu familia y amigos cercanos. Desafortunadamente muchos familiares utilizan este argumento como arma arrojadiza contra sus hermanos. Deliberadamente o no, están contribuyendo a la falta de progreso en toda África.

Segundo, el individualismo no está tan presente como en la sociedad occidental, no se promueve tanto como se debería. A una edad temprana se nos enseña que debemos ayudar a nuestros hermanos, no condeno estos principios porque han aportado grandes beneficios como: niños muy humanitarios como resultado de estas enseñanzas. Sin donaciones caritativas ni ayudas financieras a África por gobiernos extranjeros, algunos países hubiesen desaparecido completamente de la faz de la tierra, así que debemos estar agradecidos. Por ejemplo, en el 2006 los ciudadanos americanos, corporaciones y fundaciones privadas contribuyeron en un 79% en la ayuda total hecha por los EEUU. Ser compasivo y ayudar a las personas que lo necesitan no es una cosa mala, animo a ello, yo mismo he sido beneficiario de dicha situación en diversas maneras.

Enseñanzas sobre cómo ayudar a los otros que lo necesitan están malinterpretadas cuando se concretan en el hecho de ser dependientes de los otros que nos ayudan en todo lo que hacemos y además, tenemos el derecho a exigirlo. Aquellos que lo han hecho nos lo deben.

La comunidad en su conjunto solamente es buena en la medida en que sus miembros individuales lo sean. Como estudiante de ingeniería a menudo tengo que formar parte de un grupo para elaborar un proyecto, a veces los grupos están dispuestos por el profesor, otras veces nosotros somos los que elegimos a nuestros compañeros. El grupo con más éxito es casi siempre aquel cuyos estudiantes trabajan duro no sólo en grupo sino también de forma separada. Trabajar en grupo es siempre mejor que trabajar sólo, siempre y cuando los miembros del grupo aporten algo útil para todo el grupo.

En cuanto haya una unión débil en un grupo habrá tensión, porque los miembros del grupo se sentirán utilizados. La situación empeorará cuando más individuos empiecen a confiar en el grupo para pedirle cuentas en cuanto haya un problema en lugar de confiar en si mismos primero, y luego en la comunidad o el grupo como última línea de defensa. Esto es común entre los africanos, a los niños se les califica de egoístas cuando establecen sus intereses como prioridad “Tu es un egoiste, ce n'est pas bien pour toi ni la famille ...” tal y como mi madre solía decirme. Significa “eres un egoísta lo cual no es bueno ni para ti ni para tu familia…”. Es comprensible que los padres y la sociedad en general no quieran criar a un puñado de adultos egoístas y arrogantes o a una generación de individuos narcisistas. Pero desacreditando al individualismo, África ha acabado con una banda de aprovechados y “bon en rien”. Una buena solución sería enseñar a los más pequeños la importancia de ambos e impulsar el individualismo. Éste es beneficioso porque crea auto-estima, confianza en uno mismo y el individuo con confianza propia será más útil para formar grupos mejores. Los miembros de dichos grupos darán lugar a grupos más fuertes y a comunidades más fuertes y prósperas.

La religión y la familia son conceptos maravillosos. La familia es la base de todas las civilizaciones y la religión provee enseñanzas como el respeto a los vecinos, la compasión, no robar o matar, respetar a todos los humanos y la lista sigue. Los africanos se toman en serio la religión y estoy orgulloso de ello. Irónicamente somos los más propensos a la guerra, a matar a los llamados hermanos y hermanas del poder, a violar mujeres, a faltarles al respeto y a matar niños a los que supuestamente se protegía. Mira donde estamos, confiamos demasiado en los misionarios europeos en cuestión de ayuda, confiamos demasiado en los miembros de la familia para que nos solucionen los problemas, confiamos demasiado en los otros para que hagan nuestro trabajo, hemos malentendido el concepto de familia y hermandad, hemos abusado de dichos conceptos hasta el punto en el que han perdido su significado verdadero y al final ¿qué hemos conseguido? ¡Nada!

Nada excepto miseria, sufrimiento, adicción a la pobreza y nuestros hijos, los inocentes, serán los que probablemente sufrirán más. Tengo veinte seis años y dado que mi esperanza de vida se encuentra entre los cuarenta y los cincuenta años no creo que jamás vea una África próspera en mi tiempo de vida. Pero esto no debe pararnos a la hora de abandonar ciertos malos hábitos. Para asegurarse un futuro mejor para las generaciones venideras, África tiene mucho que hacer, la distancia que existe entre África y el resto del mundo en lo referente a desarrollo y progreso es enorme pero no hay que dar pasos pequeños sino empezar el cambio cuanto antes. A nivel social, hay algunos pequeños pasos a seguir: África tiene que empezar a confiar en si misma. Para hacer esto, el individualismo saludable deber ser impulsado. Tenemos que respetar los derechos humanos, a las mujeres, proteger a los niños, redefinir y tener una mejor comprensión de la religión, familia y hermandad. Estos conceptos nos deberían hacer pensar dos veces antes de lanzarnos a la guerra los unos con los otros. Sobre todo, los africanos tenemos que entender que podemos vivir sin religión.

NOTAS
*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los individuos.

Global Affairs no es responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores/as