lunes, 8 de noviembre de 2010

Hugo Chávez, el hombre de las mil caras y una sola realidad

Número 22/octubre-diciembre 2010
Juan Luis Dorado Merchán

Todo sigue igual en Venezuela. Pese al contundente varapalo electoral sufrido por el proyecto bolivariano de Hugo Chávez -reforzando y volviendo a otorgar un papel a la oposición en el Régimen- las cosas no han cambiado por Caracas. Chávez sigue haciendo y deshaciendo a su antojo a través de sus múltiples canales de comunicación. El último en incorporarse a esta lista ha sido Twitter.

Como consumado ‘twittero' -lo que nos hacía falta- el máximo mandatario de Venezuela se ha convertido en uno de los grandes generadores de opinión en esta red social. Incluso dio el pésame a Argentina tras la muerte de Nestor Kirchner a través de su sitio en Twitter.

Esta ‘cara tecnológica' es una de las mil que presenta habitualmente Hugo Chávez. Capaz de ser simpático y adorable con sus ‘amigos', como es el caso de sus visitas a Ahmadineyad en Irán. Tirano e infernal para sus ‘enemigos'. En este caso, los ejemplos son multitudinarios.

Chávez ha acuñado el ‘conmigo o contra mí' que ha hecho fuertes a otros mandatarios a lo largo de la historia. Por ejemplo, era uno de los lemas subliminales que impregnaban todos los discursos de su admirado Fidel Castro. Y ahora que Fidel ha vuelto a la actualidad y ha ocupado su hueco mediático, Chávez tiene que buscarse un nuevo rincón desde el que lanzar sus consignas y proseguir con la Revolución Bolivariana.

Ya sea desde Twitter o desde cualquiera de los múltiples medios de comunicación que controla el mandatario venezolano, Chávez es incapaz de dejar indiferente a nadie. Es consciente de que la crisis mundial le ha dejado en un segundo plano, especialmente en materia petrolífera. No obstante, ha conseguido que algunos Gobiernos, como el español, han aconsejado a sus empresarios que quizás invertir en Venezuela no sea la mejor opción.
Hugo Chávez Frías, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela en la ONU. UN Photo/Marco Castro

Pero Chávez, experto en tensar más que nadie las relaciones internacionales y diplomáticas, sabe que tiene un as en su mano en cuanto a las inversiones empresariales de otros países en Venezuela. Es conocedor de su importancia y no tiene ningún reparo en ponerlas en la picota con tal de salirse con la suya. Y si el rival no cede, expolia, nacionaliza y a seguir para adelante.

Por un lado, es lógico imaginar el daño a largo plazo que esto hace a Venezuela. Algún día él no estará y los venezolanos tendrán que competir en condiciones normales en una economía de libre mercado. Si Venezuela quiere convertirse en una potencia emergente -cualidades tiene para ello- se encontrará con que la inversión extranjera ha apostado por otros países en los que no había trabas a su labor. Muchas grandes compañías multinacionales han optado por invertir en otros países de la región o del mundo, aún sabiendo que Venezuela tenía las mejores condiciones para su negocio, debido al miedo que causa que una ‘genialidad' de Hugo Chávez les haga perder su inversión.

Pero no sólo tenemos que ceñirnos al aspecto económico de la Revolución Bolivariana. Chávez es especialmente hábil en lograr desacuerdos diplomáticos en cuestiones políticas. Para esto tiene una estrategia muy clara: apelar a la larga y tenebrosa sombra del enemigo exterior. Como aprendió de su maestro Fidel Castro.
Y es que ya se ha convertido en habitual. Cada vez que Venezuela tiene algún problema con algún Estado, automáticamente Chávez lo convierte en el ‘Estado agresor'. Esto es muy habitual con Estados Unidos desde siempre, y en los últimos años, España ha sido el receptor habitual de las críticas del máximo mandatario de la Revolución Bolivariana.

En los últimos años, su apuesta por una América Latina lanzada hacia la izquierda que él proclama se ha paralizado. Poco a poco, los políticos de su línea -Evo Morales o Rafael Correa- que han ido llegando al poder en la región, se han visto incapaces de seguir las doctrinas de Chávez. De manera muy sutil, estos mandatarios han dado un giro de tal forma que han quedado bien con Chávez, pero han podido fortalecer las relaciones con otros países para poder subsistir.

En resumen, podríamos decir que Chávez se ha dado cuenta de que no va a poder ser el mecenas de América Latina, como siempre ha sido su sueño. Y, ni mucho menos, tiene ni tendrá el carisma mediático de su adorado Fidel Castro. Pese a tratar de imitarlo continuamente, la distancia como líder de Hugo y Fidel es insalvable. Y no lo alcanzará aunque siga haciendo discursos de horas... no es tan buen orador.

Por lo tanto, Hugo Chávez -especialmente tras la derrota, aunque no reconocida por él, electoral de hace unas semanas- ha vuelto a poner en su punto de mira las maniobras externas que, supuestamente, tratan de desbancarle del poder y con ellas, destrozar el futuro de los venezolanos y venezolanas. El futuro que él, con tanto cuidado, ha preparado para su pueblo.

Chávez sabe que tiene que tener a sus fieles -que no a su pueblo, porque por suerte el pueblo es soberano y no toda Venezuela es chavista- en continua situación de alerta. Por lo tanto, todo lo que viene de fuera y no beneficia es malo. Todo lo que no satisface a los intereses de Chávez es considerado una amenaza. Y sobre todo, todo lo que señala a Chávez como culpable... hay que atacarlo. Es el caso del caso ETA-FARC que gestiona la Audiencia Nacional de España.

¿Y si Chávez sí acoge a terroristas?

El pasado mes de marzo, la Audiencia Nacional de España, a través del juez Eloy Velasco, procesó a seis presuntos miembros de ETA y a siete de las FARC acusándolos por cooperación terroristas ya que, según el auto, los miembros de las FARC pidieron ayuda a ETA para atentar contra altos cargos venezolanos, entre ellos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana.

No era un secreto ni muchísimo menos. Desde hace años, se suponía la estrecha relación existente entre las FARC y la banda terrorista ETA. Pero había una novedad, ya que el juez Velasco incluía en su auto un nuevo actor: Venezuela. La Venezuela de Hugo Chávez.
Desde España siempre se ha asegurado que en América Latina -especialmente en México, Venezuela y Cuba- hay una gran colonia de etarras. Esto no es la novedad.  El bombazo informativo llegó porque Eloy Velasco acusaba al Gobierno de Venezuela de "cooperar" en la alianza de los dos grupos terroristas.

Además, el auto de la Audiencia Nacional señalaba con el dedo al etarra Arturo Cubillas Fontán, histórico de la banda y reclamado por la justicia española. Hasta ahí puede parecer normal. Lo lógico sería aplicar el tratado de extradición existente desde hace años entre España y Venezuela y los terroristas tendrían que venir a España para comparecer ante la Justicia. Sería lo lógico... pero no para Chávez.

Porque hay grandes curiosidades. Primero, Arturo Cubillas adquirió la nacionalidad venezolana hace unos años. Una doble nacionalidad que, según han denunciado varios medios de comunicación, se realizó a prisa corriendo. Seguro que Cubillas sabía lo que iba a suceder años después.

Y además, Cubillas es empleado de Chávez. Trabaja, con un cargo importante, en el Instituto Nacional  de Tierras (INTI). Y no sólo él, algunos etarras reclamados por la Audiencia Nacional en el mismo sumario también han sido reconocidos como trabajadores de esta institución.

La reacción de Chávez ya la conocen. Y si no, ya la imaginan. Despotricó contra España, contra la derecha, contra la izquierda y contra todo el mundo. Defendió a Cubillas. Señaló que él nunca ha amparado el terrorismo, aunque, haya lamentado de forma muy ‘original' la muerte de muchos miembros de las FARC y las operaciones exitosas del Gobierno de Colombia.
Genio y figura. De nuevo un problema diplomático con España. De nuevo el hombre de las mil caras. Unos días, buena cara y palabras encaminadas a facilitar la cooperación entre ambos gobiernos. Otros días, ataques furibundos sin sentido. Chávez se alineó en la lucha contra el terrorismo internacional pero se negó a investigar la relación de Cubillas y los otros etarras con su Gobierno.

Además, no comprobó que las FARC entrenaban en su territorio junto a miembros de ETA. Simplemente dijo que en ‘su' Venezuela eso no pasaba. Y si Chávez lo dice...

Pasaron los meses y la bomba informativa volvió a estallar. Juicio contra dos terroristas de ETA en la Audiencia Nacional. Confiesan. Recibieron e impartieron entrenamiento en Venezuela. El caso vuelve a las portadas de los periódicos. España se incendia y partidos políticos y asociaciones de víctimas piden responsabilidades al Gobierno español. Y Chávez estalla.

El primero en salir a escena es el Embajador de Venezuela en España, Isaías Rodríguez, señalando que es una confesión falsa que debe haberse conseguido mediante torturas. Y Chávez acompaña atacando a diestro y siniestro por un lado, y por el otro, afirmando que habrá cooperación con el Gobierno español y que no permite el terrorismo dentro de sus fronteras. Nuevamente, dos caras de la misma moneda. ¿Cuál es el auténtico Hugo Chávez?

Chávez, ETA y las FARC

Esta historia sigue escribiéndose y parece ser que tendrá muchos más capítulos. Finalmente, el Gobierno español, tras la insistencia de la Fiscalía, decidió solicitar la extradición a Cubillas. Y Chávez dejó claro, a través de diferentes canales, que no iba a extraditar al terrorista. Recordemos que Cubillas tiene en España cargos por varios asesinatos.

Chávez se amparó en la nacionalidad venezolana del terrorista pero hay muchas opciones de que este procedimiento fuera ilegal, especialmente por las prisas en las que se hizo. Y también hay que recordarle al mandatario venezolano que desde España, ya se lleva denunciando esta situación mucho tiempo, incluso muchos años antes de la llegada de Chávez al poder en Venezuela.

¿Qué hará Chávez? Pues tiene pinta de que seguirá echando balones fuera. Si en un principio hubiera aceptado colaborar con la Justicia española, Chávez habría optado por una vía sencilla. Pero él no es así. Él tiene que tener el control de todo lo que pasa en Venezuela. Si la Justicia de un país con el que tienes un tratado de extradición -caso de España- reclama a un terrorista, Chávez tiene la habilidad de vender ante sus ciudadanos el asunto como una injerencia en los asuntos internos del país. Un nuevo ataque del enemigo externo.
Ya no es cuestión de entrar o no en la inocencia o culpabilidad de Cubillas. Eso lo debe decidir la Justicia. Hablamos de la imperiosa necesidad que tiene Chávez de crearse enemigos. Necesita sentirse ‘atacado' para que sus seguidores estén a su lado. Siempre habrá un enemigo contra la soberanía de Venezuela. Y la mayoría de las ocasiones serán inventados.

Y es que en esta ocasión, Hugo Chávez ha sabido jugar muy bien sus cartas. Por un lado, consciente de la situación en el Ministerio de Exteriores español, dónde Moratinos no vivía su mejor momento. Finalmente fue revelado por Trinidad Jiménez. Y segundo, como hemos comentado anteriormente, tenía la baza de las relaciones comerciales.

Tanto el Gobierno de España como muchas empresas españolas tienen enormes intereses en Venezuela. Chávez jugó esa baza y de momento está ganando. Pese a la petición de extradición cursada por el Gobierno que dirige José Luis Rodríguez Zapatero, el máximo mandatario de la Revolución Bolivariana ya ha dejado clara su postura: hacer oídos sordos, no investigar y seguir subido en el carro de que en su país no se acogen a terroristas.

Probablemente los meses pasarán y Chávez volverá a tratar de apretar las tuercas al Gobierno español. Además, toda esta situación, le pone en bandeja uno de los aspectos favoritos de su política exterior: atacar ferozmente a la derecha española y recordar la época de la conquista de América.

Y es que esa es su política exterior. Si estás con Chávez eres el mejor político de la historia. Si te enfrentas a Chávez, eres enemigo de Venezuela. Recordemos el "por qué no te callas" histórico del Rey Juan Carlos en la Cumbre Iberoamericana de Chile. Chávez calló allí. Pero cuando pisó Venezuela, salieron sapos por la boca.
Hugo Chávez sabe que en Venezuela y en buena parte de América Latina, es fácil señalar a España como un enemigo, aludiendo al pasado y acusándolo de injerencias internas. Ahora resulta que, en este caso, pedir la extradición de un acusado de terrorismo y con varios asesinatos en su carrera sangrienta, es injerir en los asuntos internos del país.

Lo que para la Justicia española es simplemente un procedimiento formal entre dos países amigos debido a la existencia de un tratado de extradición firmado por los Gobiernos de los dos países, para Chávez es una afrenta. Necesita venderlo así. Necesita crearse nuevos enemigos para dar consistencia a una Revolución Bolivariana que sufre horas bajas.

El caso se volverá a reactivar. La Justicia española volverá a reclamar a Cubillas y al resto de etarras. Chávez volverá a sacar su doble cara. Hablará de cooperación y despotricará contra España. Es su juego. Aunque en esta ocasión, esperemos, al menos, que lo haga por Twitter... así sólo tendrá 140 caracteres para hacerlo.

Juan Luis Dorado Merchán
Periodista Especializado en América Latina y el Caribe



Global Affairs no es responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores/as