miércoles, 27 de octubre de 2010

Contrainsurgencia preventiva en Yemen y estabilidad en el Índico

Número 22/octubre-diciembre 2010
Antonio Oliver

La gestión correcta del agua en Yemen, país clave en el Indico, puede contribuir a la contención de Al Qaeda y a la estabilidad del  área.

Las rutas marítimas más importantes  que conectan Oriente Medio y África Oriental con Europa y América transcurren por el Océano Índico ya que una parte creciente  del tráfico de petróleo desde el Golfo Pérsico a  Indonesia, China, Japón y Corea se transporta por este océano. Barcos pesqueros rusos, coreanos y japoneses capturan aquí una buena parte del pescado y del marisco que son la base de sus cocinas. Además, el imprescindible tráfico de mercancías, maquinaria y bienes de equipo que China está introduciendo en África depende crecientemente de la estabilidad en el Índico. A pesar de  su peso económico, su importancia es hoy principalmente geopolítica.

¿Ejemplos de esa importancia?: la viabilidad de Al Qaeda como principal jugador no estatal de relevancia global en los próximos diez años y la estabilidad de Arabia Saudí y el control efectivo del estrecho de Ormuz, cuyas condiciones cambian con la instalación de la nueva base chino pakistaní en Gwadar, se están decidiendo en este océano. La única gran hegemonía regional que aún no presenta un resultado claro y no sólo por la competición entre las armadas china e india, la decidirá quién despliegue cuanto antes el "collar de perlas", nombre con el  que la armada china de alta mar ha bautizado  al conjunto de sus bases en Gwadar(Pakistan). Hambantota(Sri Lanka) Sittwe y Chittagong (Myanmar) y próximamente  en Kenia.

El interés de Estados Unidos por la zona ha sido más bien tardío, Diego García, la base anglo norteamericana a mil setecientos kilómetros al suroeste de la India, fue inaugurada en 1970 y el resto de las bases, Camp Lemonier en Djibouti o las muy limitadas en Bahrain y Dubai se construyeron aprovechando campamentos franceses y británicos preexistentes. El Pacífico sustituyó al Atlántico en el protagonismo de la  atención de los planificadores de la Navy hasta bien avanzada la Guerra Fría, y el relativo vacío de poder ha sido aprovechado por las dos nuevas potencias emergentes conocedoras de primera mano de que existen países relativamente remotos de los que es imposible desentenderse sin poner en riesgo su propia estabilidad, al mismo tiempo sus planificadores son crecientemente conscientes de que una parte considerable del equilibrio del nuevo mundo multipolar se juega en este océano.

Como afirma Robert D. Kaplan  el Índico cubre el arco entero del Islam y  una buena  parte de los conflictos a los que vamos a enfrentarnos durante esta segunda década del siglo XXI. A problemas tan espectaculares como la desaparición de países por el cambio climático, como las Islas Seychelles, se añade la piratería de la que el comandante de la pequeña flota de la UE en el Índico ha confesado recientemente que no está en condiciones de detener. Los piratas no se limitan al Golfo de Adén ni a las aguas que bañan el Cuerno de África y ya alcanzan las Comores y la parte Oriental del Océano, la Bahía de Bengala y el Estrecho de Malaca.

Nos encontramos ante una nueva edición del Gran Juego que no se desarrolla ya en las estepas de Asia Central sino en el océano. La atención que los estudiosos de la geopolítica habían dirigido a Mackinder durante la década de los 90 se vuelve ahora a Alfred Mahan, el teórico de la hegemonía naval, aunque esta cuestión no parece haber suscitado aún el interés de los encargados de los planes estratégicos de la UE.

Escasez de agua en Yemen. UN Photo/Ian Steele 


Ese Gran Juego presenta inicialmente tres partidas de las que depende el reparto del nuevo poder global: la piratería que puede dificultar las expectativas de desarrollo de África  Oriental y el aprovisionamiento de petróleo de medio mundo, la competición por la hegemonía naval que llevan a cabo China e India con sus cada vez mejor equipadas flotas de alta mar y con sus nuevas bases dedicadas al bloqueo mutuo en este océano y, por último la presencia de Al Qaeda en el cuerno de África.

Dos de estos tres conflictos cuentan con Yemen como protagonista y allí la escasez de agua resulta un factor crítico como ningún otro, hasta el punto de que puede afirmarse de que la estabilidad de esta parte del mundo depende de la adecuada gestión de los recursos hídricos del país que los romanos llamaron Arabia Félix. Desde siempre los yemeníes han  considerado el agua como un bien precioso, bien alejado de los que podría considerarse un uso industrial. Sus procedimientos de cultivo en terrazas, la atención a cada una de sus fuentes y la dedicación a una agricultura cuyo rendimiento no excedía el umbral de supervivencia de las comunidades que sustentaba aseguraban un uso relativamente sostenible, aunque amenazado por el constante crecimiento de la población.

Sin embargo, el nuevo estado unificado que siguió a la  guerra civil  permitió una sobreexplotación de los acuíferos tan intensa que sigue produciendo cortes de suministro en Saná, la capital. Las  causas principales de esta dramática escasez se relacionan con el crecimiento de la población, la inexistencia de políticas de explotación sostenible y en cierta medida por  la insistencia en el cultivo del  qat, el Catha edulis,  planta muy resistente y capaz de esquilmar los acuíferos sobre los que se cultiva para brindar una  moderada euforia a los siete millones de yemeníes que lo mastican a diario.

Según su Ministerio de Agricultura el 90% del consumo de agua de Yemen se dedica a este menester y casi la tercera parte de todo el uso agrícola al cultivo de qat. La Autoridad Nacional de los Recursos Hídricos (NWRA) estima un déficit anual de casi mil millones de metros cúbicos, a pesar de que su consumo de agua por habitante se cuenta entre los más bajos del mundo, siempre según sus propias  fuentes. El cultivo del qat se ha doblado prácticamente en una década y es una de las industrias preferidas por el gobierno cuya recaudación fiscal depende casi al 50% de los ingresos que produce este arbusto, hasta el punto que una parte creciente de la superficie que se le dedica es de propiedad estatal.

Otra de las razones de que el cultivo de qat se haya disparado se debe a que los donantes internacionales han proporcionado acceso a técnicas de irrigación muy eficaces como bombas de riego diesel, nuevas canalizaciones  y técnicas de extracción que les permiten acceder a acuíferos impensables hace dos décadas. A pesar de que estas tecnologías fueron adquiridas por las instituciones donantes para diversificar cultivos su efecto ha sido el contrario, ya que han acabado beneficiando la extensión de un cultivo tan pernicioso que está poniendo en peligro la misma viabilidad del Yemen.

El país celebra el vigésimo aniversario de su independencia en guerra con la minoría chiíta Houthi en el norte del país, con escaramuzas secesionistas en el sur y con miembros de Al Qaeda camuflados en Marib y Shabwa. El presidente Saleh empieza a tener problemas para seguir cooptando a las elites de base tribal y familiar que hasta ahora le apoyaban. A esa crónica debilidad del gobierno se une el rápido crecimiento de la población, la pobreza y la escasez de agua. De estos factores, el único que puede ser atendido inmediatamente con medios técnicos que den paso a soluciones institucionales es la correcta gestión de sus recursos hídricos con un enfoque que podría calificarse de contrainsurgencia preventiva.
¿Debemos esperar a que se desencadene un conflicto que implique definitivamente a Arabia Saudí y a la intervención occidental? Las tropas sauditas ya  entraron en Octubre de 2009 en territorio yemení y Riyadh  corre el riesgo de entrar en una guerra tribal absurda que ha durado ya seis  años. Mientras, el Presidente  Saleh se beneficia de su sorda lucha con Al Qaeda.

Si se produjera una escalada se concluiría en pocos meses que no hay solución militar y que debemos ganar las mentes y los corazones de los yemeníes mediante prácticas de contrainsurgencia y "nation building". Sería mucho más eficaz y considerablemente más barato empezar con esas técnicas de contrainsurgencia antes de que las tribus que ahora se enfrentan en el Norte con los Houthis, los secesionistas del sur y los miembros de al Qaeda, se organicen contra el invasor occidental que, afortunadamente aun no ha llegado, y ganar desde ya mismo, el apoyo de la población civil. Podría empezarse con los 250.000 refugiados que estos conflictos ya han producido y que son uno de los viveros de reclutamiento más prometedores que Al Qaeda tiene en la zona. De las dos guerras  que Yemen está padeciendo en este momento, con los Houthis y con Al Qaeda, una interesa a Occidente y otra a Arabia Saudí pero las dos benefician a Irán, en la medida que añaden problemas a toda la península arábiga y que  el conflicto se mantiene, como en Irak, con una fracción chiíta, en este caso minoritaria.

La conferencia de Riyadh que ya se habrá celebrado cuando se publique este artículo debiera ser una oportunidad para convocar una nueva conferencia de donantes centrada en el agua y en la lucha contra la pobreza. Afortunadamente, la potencia que se percibe como agresora en Yemen no es por el momento, a pesar de los esfuerzos de Al Qaeda,  ni Estados Unidos ni Inglaterra sino Arabia Saudí, lo que quizás permitiría moderar la percepción de que la ayuda responde a objetivos políticos y militares directos. Dado su prestigio y su ausencia de interés estratégico  directo en la zona, España podía jugar un papel protagonista en la mejora de la gestión de los recursos hídricos en Yemen.

No se trata tanto de ayuda al desarrollo sino de prácticas de contrainsurgencia preventiva, lo que significa asegurar el abastecimiento de agua y de tecnologías de explotación agraria para que el gobierno yemení controle efectivamente todo el territorio, lo que no es del todo capaz de hacer en la actualidad. Esta práctica es diferente de los usos habituales de la cooperación y significa entre otras cosas asegurar perímetros, dar primacía a la seguridad del donante y contar con una estrategia de salida y mantenimiento claras, siempre con el ejército de Yemen como protagonista pero no como único agente en la zona. La ya larga experiencia internacional de las Fuerzas Armadas Españolas en entornos similares y la figura del asesor a la que el gobierno yemení se encuentra habituado permitirían lograr sin grandes riesgos ni costes una necesaria presencia en el país.

Esta presencia ofrecería consecuencias geopolíticas de importancia, ya que permitiría al gobierno español controlar sobre el terreno  los importantes apoyos que ciertos círculos yemeníes prestan a la piratería en el Índico a la vez que aumentaría la capacidad de negociación e influencia de España en un país de importancia creciente para nuestros intereses aunque se encuentre  fuera de nuestra área tradicional de actuación. Sería de crucial importancia para la contención de Al Qaeda el ayudar a impedir que continuaran con sus planes de sustracción del territorio yemení al control del poder del estado como la organización yihadista ya ha hecho en Afganistán o en Mauritania.
Afortunadamente Al Qaeda se ha mostrado tan incapaz de instalar desaladoras como la UE de destacar una flota suficiente en la zona.  Afortunadamente un buen  plan de contrainsurgencia preventiva puede ser tan decisivo como ese par de fragatas adicionales que no han llegado todavía al Índico, el océano donde se juega buena parte de la estabilidad mundial.

Antonio Oliver
Presidente de Corporate Diplomacy Network



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