miércoles, 15 de octubre de 2008

Viet Nam: Ideología en Apuros

Número 11/octubre-noviembre 2008
Javier Delgado Rivera

Viet Nam es un país en movimiento. Esta prospera economía del Sureste asiático se encuentra sumergida en una constante evolución política, económica y social. Todo comenzó a mediados de los años 80, cuando el Partido Comunista Vietnamita (PCV) reconocía de forma indirecta su incapacidad para hacer prosperar el país tras décadas de guerra contra agresores extranjeros. El colapso económico sufrido entre 1978 y 1982 obligó a sus líderes a adoptar una serie de medidas propias del bando opuesto; las reformas de mercado de Doi Moi hacían su entrada en el Viet Nam comunista. Además de mejorar considerablemente los niveles de vida de los vietnamitas, las políticas de Doi Moi también desfiguraron las bases ideológicas del PCV. La doctrina marxista-leninista del Partido afronta hoy su mayor reto (mayor incluso que el representado por el ejército norteamericano en los años 60 y 70): justificar que aún es relevante en la era de la globalización.

El mejor instrumento que tenemos para calibrar las contradicciones ideológicas a las que hoy hace frente el PCV es el estudio de la interacción entre sus facciones. Para el bloque conservador, las reformas de Doi Moi han tenido un desorbitado precio; traicionar los principios proyectados por Ho Chi Minh a costa de las realidades del día a día defendidas por los pragmatistas.

Este artículo evalúa la conmoción sufrida por la ideología del PCV a raíz de la ejecución de las políticas Doi Moi; la fractura en la unidad del Partido, las repercusiones en las instituciones del país y la huella dejada en la actitud del PCV hacia las libertades políticas y civiles ofrecidas a los vietnamitas.

El Partido Comunista de Viet Nam (PCV) es la institución suprema del país; ‘lidera el Estado a través de sus declaraciones políticas, estrategia y dirección; por medio del ejercicio ideológico e inspección de la acción del estado (1),’leen los estatutos del Partido.

Tras la victoria en 1976 de Viet Nam del Norte sobre el capitalista Sur apoyado por Washington (en la tristemente célebre Guerra de Vietnam,) la reunificada República Socialista de Viet Nam (RSV) se dispuso a desplegar la teoría marxista-leninista en el recién-nacido país.

Durante su primera década de existencia, la RSV sufrió una severa crisis económica, obligando al Partido a suavizar la hasta entonces dogmática aplicación de los preceptos comunistas. De este modo y en 1986, se introducían las reformas de Doi Moi (renovación en vietnamita) de mercado, similares a las políticas implementadas por Deng Xiaoping en China allá por 1978. Los reajustes Doi Moi no solo abrían la economía a la inversión privada (tanto nacional como extranjera,) sino que también abolían el monopolio estatal sobre la mayoría de productos. Estas medidas dejaron varios sectores económicos fuera del alcance del Partido, desatando el recelo entre conservadores e ideólogos, que veían en la dirección tomada con las medidas de Doi Moi una seria amenaza a los ideales socialistas. Los sectores tradicionalistas del Partido creen que la dependencia económica con Occidente resultante de las reformas de Doi Moi se mostrará, a la larga, letal para las fundaciones ideológicas del PCV- consideran que la privatización de activos públicos es, en esencia, contradictoria con los principios socialistas y por lo tanto, no solo dañará irreparablemente la capacidad del Partido para gestionar el estado, sino también su credibilidad y legitimidad de cara a los ciudadanos. De hecho puede que no les falte razón, pues en los últimos años, la emergente clase media vietnamita, seducida por su floreciente cuasi-capitalismo, se está mentalmente distanciando de sus orígenes ‘revolucionarios.’

El 9º Congreso del Partido (2001) etiquetó dichas reformas con el término ‘economía de mercado con orientación socialista’; aparentemente los sectores conservadores y reformistas acababan de alcanzar la fórmula mágica. Según David Koh, del Instituto de Estudios del Sureste Asiático en Singapur, durante los últimos años los criterios teóricos del PCV han ido siendo diseccionados hacia una doctrina de doble-entrada:

socialismo‘Nacionalismo basado en el Pensamiento de Ho Chi Minh  combinado con sus propias consideraciones sobre la Revolución , junto a la legitimidad que le otorgan los frutosvietnamita económicos (2).’ En términos propagandísticos, estos dos principios se traducen en el eslogan dan giau, nuoc manh, xa hoi cong bang, van minh: Una población acomodada, un país fuerte, una sociedad civilizada e igualitaria.
Es evidente que uno de los dos pilares que forman la teoría socialista (propiedad y gestión pública de los medios de producción y distribución de bienes) queda seriamente dañado en la consecución del otro (edificación de una sociedad igualitaria.) Esto es, asumiendo que la incorporación del sector privado acelerase la igualdad de ingresos entre vietnamitas. Con esto, además de aprobar ideológicamente sus propias reformas, el Partido apuntala su identidad y de paso, la legitimidad de mantener el beneficioso status quo de partido único. Como un estudio del Gobierno australiano concluye, ‘el foco del partido se desplaza de la lucha de clases, al desarrollo económico (3).’
El inconveniente de tales maniobras ideológicas es el daño causado a la noción socialista de ‘unidad frente a las fuerzas imperialistas.’ La apertura del mercado vietnamita a la inversión extranjera es, en cierto modo, interpretada por los sectores más conservadores en estos obsoletos términos. Por el contrario, el autóctono (no derivado del legado de principios marxistas-leninistas) elemento ideológico de unidad nacional parece no salir dañado de este debate.

Los informes políticos hechos públicos antes de cada congreso del Partido son clave para definir la dirección tomada tanto por la ideología como por las políticas del PCV en los siguientes cinco años. Por lo tanto, una evaluación de los dos últimos informes políticos (2001 y 2006) sin duda agilizaría la tarea de descifrar como los mecanismos internos del Partido son capaces de reconciliar las discrepancias entre conservadores y reformistas. Conscientes de ello, Elizabeth St. George y Mary Quilty, dos académicas australianas, se embarcaron en dicho análisis. En su estudio concluyen que:

En el informe político correspondiente al 9º Congreso del Partido (2001), ‘socialismo es descrito como la prospera vía a través de la cual el PCV lidera la nación, evitando los escollos inherentes al  El informe de 2006 se basa enPor el contrariocapitalismo.  evidencias estadísticas, empleadas para justificar lo acertado de la actual estrategia de Doi Moi (4).’

La alteración que sufre el mensaje contenido en ambos informes es extraordinariamente significativa. El Partido rebaja su retórica para centrarse en el hecho que Viet Nam progresa hoy gracias a las transformaciones económicas incorporadas por el Partido. Y dado que las consecuencias son indudablemente beneficiosas para el pueblo de Viet Nam, las reformas deben ser encuadradas en la consecución del verdadero socialismo.

Los Pragmáticos Aventajan, pero aún Están Lejos de Prevalecer

En Viet Nam no existe una figura como la de Gorbachov o Deng Xiaoping, en base a quien el programa reformista sea brillantemente ejecutado. En su lugar, el PCV actúa por medio del consenso. Intricados debates políticos e ideológicos no solo son consumados cada lustro en los congresos del partido, sino de manera mucho más regular a través del Comité Central (el cuerpo legislativo del Partido) y sus plenos, los distintos comités del Aparato y el Politburó (la oficina permanente del Comité Central y a la vez, órgano supremo del Partido.) La interacción entre estas instituciones no podría ser completamente entendida sin hacer referencia a un episodio crucial en la reciente historia del Partido- en tan solamente cuatro años (de 1986 a 1990,) las cuatro figuras más influyes del Politburó fallecieron (entre ellas Le Duan, secretario general del Partido desde 1960 hasta 1986). Estos cuatro líderes representaban la vieja guardia, lo que quedaba de la clase dirigente del movimiento anti-colonial. Esto no hizo más que acelerar la reestructuración de las elites del Partido, posibilitando la incorporación de generaciones más jóvenes de mandatarios que a su vez, se vieron de inmediato sujetas a diversos mecanismos de supervisión interna; el objetivo era impedir que introdujesen cambios de manera demasiado apresurada. Poco después, estos mecanismos serian integrados en la Constitución de 1992. En definitiva, la incorporación de nuevas caras en la cúspide del aparato obligó a hacer más transparentes los procesos de toma de decisión dentro del Partido.

Incluso más que la previa, la actual clase dirigente debe dividirse para entender las tensiones y mutuos intereses en los que la política vietnamita se desenvuelve hoy. La primera lección que deber ser aprehendida es que los días de intocables líderes han pasado a la historia. Tras los dieciséis años de Le Duan como secretario general del Partido, sólo el excesivamente ambicioso Le Kha Phieu (en poder desde 1997 hasta 2001) amenazó el consenso que actualmente rige el PCV.

La desaparición de la vieja guardia junto al escrutinio al que el secretario general está sujeto, hablan por si solos de la capacidad que tienen las nuevas y más jóvenes figuras del Partido para influenciar el curso del PCV. Un claro ejemplo se encuentra en la decisión tomada en el último congreso cuando la afiliación se extendió a empresarios. La mayoría de observadores interpretaron esta medida como un éxito clave de los sectores pragmáticos, dado que los hombres de negocios tienden a ser jóvenes e innovadores individuos partidarios de la introducción de reformas en el país. Aun así, está por ver si este parcial rejuvenecimiento de la dirección del Partido desnivelará la laboriosamente equilibrada balanza entre tradicionalistas y pragmáticos.

La Fina Línea entre Partido, Estado e Ideología

‘El Partido como líder, el Pueblo como dueño y el Estado como administrador.’ Eslogan propagandístico del PCV.

La dirección del Partido se encuentra personificada en la troica: el secretario del Partido junto al presidente y al primer ministro del Gobierno. En la actualidad, el secretario general es Duc Manh, en el cargo gracias a su declarada imparcialidad, aunque el hecho de que por edad no participara en el movimiento revolucionario desde sus orígenes, le define en cierta manera como pragmático. Sin lugar a dudas, Duc Manh es a día de hoy esencial para nivelar las tensiones del Partido.

Aunque según Zachary Abuza, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad norteamericana de Simmons, el secretario general sea considerado como primus inter pares (5),’ las decisiones más importantes son tomadas en consenso por la troica, con la implicación de la cada vez más independiente Asamblea Nacional (AN).

La Constitución de 1992 institucionalizó la AN como principal órgano del Estado- acorde con la traducción de la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional, se le dotó de ‘competencias exclusivas para promulgar leyes, aprobar el presupuesto estatal y ejercer control de los poderes ejecutivo y judicial (6).’ En otras palabras, se le dieron competencias para supervisar la adhesión del Partido a la ley.

No debe pasarse por alto que, obviamente, tanto el presidente como el primer ministro son miembros del Partido (elegidos cada 5 años en los congresos) y que además, alrededor del 90 % de los diputados de la AN son militantes del PCV. Por lo tanto y a pesar de la creciente división de competencias entre los cuatro (la troica más la AN,) Partido y Estado continúan siendo parte del mismo todo, y en consecuencia, la ideología sigue poniendo rumbo al país en conjunto.

Justificando la Vieja Mano de Hierro

La apertura de la economía vietnamita trajo consigo múltiples demandas para, de forma similar, abrir la escena política. A regañadientes, el Partido reaccionó relajando su férreo control sobre las escasas voces que se habían atrevido a poner en duda lo hasta entonces incuestionable- el sistema uní-partidista del país. Esta nueva actitud no duraría mucho; las pocas personas que se atrevieron a hablar callaron o fueron silenciadas: La masacre de Tiananmen en 1989 y la desintegración de la URSS y los regímenes comunistas de Europa del Este pusieron en estado de alerta al Partido en conjunto. El Aparato aprendió la lección- sus ideólogos se pusieron manos a la obra con el fin de ajustar las bases doctrinarias a la nueva configuración geopolítica del planeta. Poco después y como Trong Nghia (vicepresidente del Centro de Desarrollo, Inversión y Comercio Exterior vietnamita) expone; el 7º Congreso del Partido (1991) determinó que ‘el principal pilar de la reforma política en Viet Nam es el desarrollo de una democracia socialista… y el pluralismo político no es una consecuencia de la democracia (7).’

Desde entonces, el Gobierno ‘aconseja’ a funcionarios, periodistas, jueces, académicos así como a cualquier otro cargo con cierta influencia en el país que, siempre que traten temas considerados sensibles por el Partido, se adhieran a este principio.

En el siguiente Congreso (el 8º en 1996) y como fruto de las deliberaciones entre reformistas y conservadores con que se establecen las líneas de acción, el Partido endurece si cabe su postura al definir la noción de ‘estabilidad política’ como eje fundamental de trabajo del Partido. Dicho de otra forma, se normalizaba la supresión de cualquier tipo de iniciativa encaminada a presentar una opción al PCV.

Doce años más tarde, el tabú de la democracia no se muestra tan intratable como en los noventa, aunque siempre y cuando se trate de la modernización interna de las estructuras del Partido, nunca de permitir la legalización de otros movimientos políticos.

Si ideología (lucha contra las fuerzas imperialistas, unidad nacional, sociedad igualitaria por medio del socialismo etc) fue el elemento cardinal que llevó al PCV a guiar al pueblo vietnamita hasta la consecución de su independencia, la espectacular mejora de los niveles de vida que la gran mayoría de los ciudadanos de Viet Nam están actualmente experimentando, es sin lugar a dudas, el mayor aliado del Partido. Este éxito económico permite que el PCV sorteé (relativamente ileso, hablando en términos ideológicos) las aún débiles llamadas pro-democracia. Fuera de Viet Nam y por lo tanto, libres de la coerción que sufrirían en el país, ciertos sectores del Viet Kiev (la diáspora vietnamita,) se han mostrado bastante más agresivos en sus demandas de apertura de la escena política, aunque de momento, sin demasiado éxito.

Junto a la negativa del Partido a iniciar un dialogo público sobre cuestiones políticas, tanto disidentes como analistas extranjeros han acusado al PCV de ignorar de manera constante la cuestión de las libertades sociales. El hecho de que el Partido haya sido capaz de lograr altos niveles de desarrollo económico (el crecimiento del Producto Interior Bruto vietnamita fue el año pasado de un 8.6 %) no puede legitimar su continuo desprecio a la esencial cuestión de los derechos humanos. A modo de ejemplo, esta actitud se puede ver en el trato que el gobierno vietnamita dispensa a los periodistas que se alejan ligeramente de las pautas impuestas por el PCV- encarcelados tras ser oficialmente acusados de ‘informar de manera imprecisa.’

Al igual que el resto de lo estados comandados por dictaduras de partido único, el PCV tiene la mala costumbre de acallar, en ocasiones por medio de la violencia, cualquier reclamo público de ampliación de las libertades políticas, religiosas y civiles. En un artículo publicado recientemente, el historiador en asuntos asiáticos Lawrence E. Grinteri refleja una conversación mantenida entre altos diplomáticos vietnamitas y estadounidenses, en la cual un diplomático vietnamita matiza: ‘Nos estamos moviendo hacia una interpretación más universal de los derechos humanos, pero cada nación tiene sus propias normas y valores. En Viet Nam, este tránsito no puede acontecer de la noche a la mañana. No podemos arriesgarnos y permitir que surjan disturbios. Nuestra máxima prioridad es hoy en día la estabilidad social y política (8).’

Tal y como ha sido mencionado anteriormente, desde su fundación y siempre que lo ha necesitado, el Partido ha jugado la baza de la unidad nacional. No deberíamos pasar por alto que el PCV dirigió la expulsión de los ocupantes extranjeros (incluyendo una breve guerra con China en 1979,) reconcilió el norte y el sur del país, restituyó el orgullo perdido de la nación bajo una misma bandera y por último, esta haciendo prosperar un sobre-poblado país de 86 millones de personas. El PCV ha mostrado de forma sobrada que está dispuesto a hacer todo lo que esté en sus manos para asegurar el mejor porvenir a su pueblo- no estamos por lo tanto ante un estado dictatorial únicamente preocupado por mantener el poder a toda costa. La prioridad del PCV es el progreso de Viet Nam, hasta el punto de haber sacrificado parte de su ideología con el fin de adaptar las bases económicas del país a los requerimientos del fenómeno de la globalización. Esto no quiere decir que el PCV no hará ‘casi’ todo lo que crea necesario con el fin de mantener su absoluto control sobre la mayor parte de las facetas del Estado. Como apunta Martin Gainsborough, analista político del Sureste asiático en la Universidad de Bristol, la apertura del ‘espacio político  probablemente provenga de cambios emanados desde dentro devietnamita las instituciones, más que a través del firme alzamiento de la sociedad civil, tal y como se imagina Occidente (9).’

Pronosticando el Futuro

‘La naturaleza del sistema político… que el Presidente Ho Chi Minh inició no cambia. En efecto, la economía mejorará, las estructuras se modernizarán. Los principios permanecerán (10).’ Le Kha Phieu en una entrevista concedida a la publicación Asian Affairs en 2000.

A lo largo de este artículo, el lector puede haberse sentido seducido por la idea de que es una mera cuestión de tiempo que los sectores pragmáticos del Partido se lleven el gato al agua. Este no es ni será el caso en un futuro próximo. En primer lugar, la mayoría de los miembros del Partido, tradicionalistas y pragmáticos por igual, disfrutan de una serie de privilegios e inmunidades impensables en un estado de derecho multipartidista. Ideología provee un escudo que, aunque progresivamente hueco, es indispensable de cara a la perpetuación de este beneficioso sistema. Como la mayoría de los escudos, este está custodiado por las fuerzas armadas (que a pesar de las múltiples empresas que la jerarquía militar posee a modo privado,) respalda abiertamente a la facción conservadora. Los reformistas tampoco cuentan con el apoyo de los teóricos del Partido- el Consejo Teórico Central mantiene el (adulterado) credo marxista-leninista en lo más alto de sus prioridades.

Teniendo en cuenta que se espera que Viet Nam mantenga sus altas tasas de crecimiento económico, los sectores tradicionalistas necesitarán elaborar un convincente surtido de nuevos argumentos con que justificar como el éxito del viraje Doi Moi puede ser aún encuadrado con su alegato de que el país está todavía inmerso en el proyecto de alcanzar el ideal socialista.

Tal y como se ha demostrado en este artículo, desde la parcial liberalización de la economía vietnamita, el Partido Comunista de Viet Nam afronta el colosal reto de justificar el adjetivo ‘Comunista’ (intercambiable aquí por el término socialismo) encajado entre Partido y Viet Nam. El PCV es un superviviente, una reliquia de la Guerra Fría. A raíz de la implantación de las reformas Doi Moi, la identidad del régimen ha sido debatida, cuestionada y redefinida en cada uno de los congresos del Partido. Para subsistir, el PCV tiene que mostrar un sincero compromiso con su ideología marxista-leninista. Por esta razón, solo permitirá cambios que, más allá de expandir el cuasi-sistema de mercado, se puedan enmarcar como nuevas lecturas de la vieja doctrina. Si fracasa, se le habrán acabado los argumentos en defensa de quienes le acusan de conducir una mera dictadura.

Javier Delgado Rivera
Periodista especializado en política asiática

Bibliografía

(1) LUU, Anh, “Vietnam Legal Research, Globalex-Viet Nam,” 2006.

(2) YIN HLAING Kyaw y KOH David, “Political Developments in Myanmar and Vietnam,” Institute of Southeast Asian Studies (Trends in Southeast Asia Series: 6), 2003; p. 44.

(3) The Australian Government’s Overseas Aid Program, “Viet Nam Legal and Judicial Development,” Abril 2000; p. 4.

(4) ST. GEORGE, Elizabeth y QUILTY, Mary, “Reconfiguring Socialist Ideology in Vietnam: The 2006 Tenth National Party Congress and the lead-up to Vietnam’s entry into the World Trade Organisation,” 16th Conferencia Bienal de la Asociación Australiana de Estudios Asiáticos, Junio 2006; p. 6.

(5) ABUZA, Zachary, “The Lessons of Le Kha Phieu: Changing Rules in Vietnamese Politics,” Contemporary Southeast Asia, Volume 24, Number 1, April 2002; p. 134.

(6) Swedish International Development Cooperation Agency (SIDA), “Strengthening the Capacity of the Office of the Vietnam National Assembly,” Sida Evaluation, 2002; p. 7.

(7) TRONG NGHIA, Truong, “The Rule of Law in Viet Nam,” Mansfield Dialogues in Asia, 2002; p. 134.

(8) E. GRINTER, Lawrence, “Vietnam’s Security Challenges: Dilemas of Reform Communism,” Southeas Review of Asian Studies, Volume 29, 2007; p. 93.

(9) GAINSBOROUGH, Martin , "Political Change in Vietnam: In Search of the Middle-Class Challenge to the State," Asian Survey, 42, 2002; p. 253.

(10) MALVEZIN, Laurent, “Interview with Le Kha Phieu,” Asian Affairs, Spring 2002; p. 3.

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