viernes, 15 de agosto de 2008

Perspectivas de futuro en Zimbabue tras la farsa de las elecciones

Número 10/Agosto-Septiembre 2008
Daniil Gorbatenko

Durante los últimos meses el mundo ha sido testigo de la represión del régimen de Roberto Mugabe, testigos de su campaña de violencia e intimidación que obligó al líder de la oposición Morgan Tsvangirai a retirar su candidatura en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El opositor hubiera ganado con casi toda seguridad si las elecciones se hubieran celebrado de forma libre y justa.

A pesar de la presión que la comunidad internacional ha ejercido sobre el régimen de Mugabe para que se pospusiera la segunda vuelta de los comicios, se llevó a cabo la votación que otorgó una “victoria” fácil a Mugabe.

El único logro de las elecciones en Zimbabue ha sido la reacción sin precedentes de ciertos estados africanos, como Zambia, Botswana, Tanzania, Kenia e incluso Angola. Asimismo, ha de destacarse la reacción de personalidades tan importantes como Nelson Mandela que condenó rotundamente el tratamiento del régimen hacia la oposición y se negó a otorgar legitimidad a Mugabe.



Sin embargo, de momento no se reforzó la resolución adoptada recientemente por la Unión Africana en la última cumbre celebrada en Sharm El Sheikh [Egipto].

La Unión Africana, en lugar de rechazar rotundamente las peticiones de Mugabe de obtener la legitimidad y declarar nulos los resultados de la última vuelta de los comicios, pidió a la ZANU-PF (el partido de Mugabe) y al partido opositor [Movimiento para el Cambio Democrático, MDC] que negocien un acuerdo para tratar la crisis (1).

Mientras tanto, la campaña de violencia desplegada por el Gobierno de Zimbabue no ha finalizado tras haber alcanzado su objetivo, como se esperaba en la comunidad internacional. Con ello, se ha impedido al partido de la oposición MDC que se siente a negociar con la ZANU-PF (2).

Por tanto, ¿podría decirse que el final de la crisis está cerca? El análisis que se detalla a continuación muestra que existen al menos cinco perspectivas de futuro  analizadas en orden desde la mejor perspectiva a la peor- distintas en el modo en que podrían desarrollarse las circunstancias en un futuro inmediato en Zimbabue.

LAS CINCO PERSPECTIVAS DE FUTURO

Muchas personas afirmarían que la mejor solución posible a la crisis actual en Zimbabue sería iniciar negociaciones con Mugabe, en las que éste dimitiera o permitiera llevar a cabo unas elecciones normales. El principal defensor de esta hipótesis es el presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki, cuyo leve esfuerzo diplomático ha dado escasos resultados a corto plazo, excepto los de la primera ronda de las elecciones parlamentarias y presidenciales en Zimbabue, parcialmente libres (3).

No obstante, las probabilidades de que Mugabe dimita de esta forma son mínimas. El hecho de haber llegado tan lejos para mantener el poder y el estar rodeado de seguidores que tendrían demasiado que perder si él dimitiera, hacen pensar que Mugabe parece convencido de aferrarse al poder de forma vitalicia cueste lo que cueste. Otro indicio de esta realidad truculenta son las propias declaraciones de Mugabe, según las cuales sólo Dios podrá sacarle del poder.

Las experiencias vividas por otros dictadores africanos tampoco permiten ser demasiado optimistas. Así, incluso el infame Charles Taylor, que dimitió como Presidente de Liberia, lo hizo por la presión ejercida por los rebeldes, Estados Unidos y la CEDEAO (4). El único factor que podría (o no) hacer acabar finalmente con el régimen de Mugabe, incluso si su mandato no sigue siendo cuestionado de forma significativa, es la quiebra total de la economía, que actualmente se caracteriza por presentar un 80% de desempleo y una hiperinflación de al menos 1 millón por ciento anual (5). La única cuerda de salvamento que parece mantener la economía de Zimbabue a flote es el suministro de electricidad que les proporciona Sudáfrica, el envío de dinero de los zimbabwenses que han huido del país y las ayudas internacionales directas.

Es cierto, los dictadores dimiten rara vez de forma pacífica y por su cuenta, pero pueden ser presionados a hacerlo. En este sentido, se cree que las sanciones políticas y económicas tienen suficiente poder para ejercer tal presión, aunque existe un serio dilema en este asunto. El paquete estándar de sanciones económicas y políticas pensadas para llevar a cabo este objetivo apenas es válido para ejercer la presión suficiente sobre el régimen de Mugabe, para que cambie su forma de actuar. Este paquete de sanciones, entre las que se incluyen prohibiciones de viajes a Mugabe y a los altos cargos de la ZANU-PF, será estudiado en un breve periodo de tiempo por el Consejo de Seguridad de la ONU, debido a la presión ejercida por los Estados Unidos y el Reino Unido (6). Como se mencionó anteriormente, la economía de Zimbabue está en peligro de una quiebra absoluta, cuya única cuerda de salvamento es proporcionada por Sudáfrica, por los zimbabwenses que emigraron para evitar la violencia y la pobreza absoluta y por las donaciones de ayuda internacionales (7).

En circunstancias así tan sólo las sanciones más duras (como un embargo total del comercio) afectarían a la posición del régimen. La experiencia vivida por estados tan desesperados económicamente como Corea del Norte o Birmania muestra que sus economías se mantienen a flote por formas parecidas de comercio exterior, así como por la ayuda de China. Esto sugiere que acabar con esta cuerda de salvamento sería probablemente el último paso que acabaría con el régimen de Mugabe. Sin embargo, tales sanciones empeorarían con toda certeza el estado de desesperación en que se encuentra la población, que ha obligado a millones de zimbabwenses a huir del país.

Los países vecinos probablemente nunca llegarán a un acuerdo sobre esto, no sólo porque no sienten compasión por la difícil situación de los zimbabwenses, sino también por miedo a otra llegada de refugiados, cuya presencia ya ha provocado brotes de violencia étnica en Sudáfrica. Dichos brotes de violencia han desestabilizado los cimientos democráticos, aún frágiles, que siguieron al importante éxito que tuvo la reconciliación alcanzada después de la caída del Apartheid.

Todavía se plantea la cuestión de si será posible diseñar un paquete de sanciones que no empeorara la difícil situación de los ciudadanos ordinarios de Zimbabue, y que al mismo tiempo afectaran de forma considerable al bienestar de los hombres fuertes del régimen, de forma que dejaran de beneficiarse económicamente del mismo y se volvieran en contra de las políticas radicales de Mugabe. Dichas sanciones tendrían que incluir al menos la prohibición de ciertas exportaciones rentables del país y restringir los envíos de dinero mencionados anteriormente. Sin embargo, en tal caso Zimbabue quedaría probablemente sin divisas extranjeras para financiar las importaciones de alimentos tan desesperadamente necesarias para la población, y esto tendría como consecuencias tanto el hambre, como la llegada de refugiados a los estados vecinos.

Si las sanciones y negociaciones no funcionaran, ¿sería posible que las personas cercanas a Mugabe se llegaran a dar cuenta de la gravedad de la situación y obligaran a Mugabe a dimitir? Aunque esta posibilidad siempre está ahí (y las gestiones de Simba Markoni son una señal del descontento cada vez mayor dentro de la ZANU-PF), el papel más importante lo desempeñan los servicios de seguridad de Zimbabue, que fueron claves en la intimidación ejercida sobre Morgan Tsvangiri hasta que éste retiró su candidatura, así como en la de los resultados de las elecciones, calificadas como truncadas. Incluso es posible que ellos tengan la máxima autoridad (8) y está claro que sus miembros no tienen mucho que perder y apoyarán a Mugabe hasta que se produzcan eventos extraordinarios que les hagan cambiar de opinión. Además, incluso si quisieran derrocar a Mugabe, esto no garantizaría la vuelta a un buen gobierno.

¿Y la posibilidad de una intervención militar en Zimbabue? Teóricamente, tal intervención podría tener lugar de tres maneras diferentes.

En primer lugar, podría ser autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU, como ocurrió en el caso de Sudán, cuando el Consejo de Seguridad autorizó el despliegue de fuerzas de paz de la ONU en Darfur antes de que Sudán lo aceptara. Aunque no es probable que esto ocurra, también podría tener lugar una intervención a iniciativa de Estados Unidos o de Gran Bretaña, la anterior potencia colonial. Por último, la intervención podría surgir a iniciativa africana, es decir, podría ser autorizada por la Unión Africana, como una fuerza de protección de la Unión Africana, o bien como parte de otra organización regional (la CEDEAO o la SADC, la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional) o incluso dicha intervención podría llevarla a cabo Sudáfrica. De las tres alternativas que se acaban de mencionar, es improbable que alguna de las dos primeras se produzcan si no existe genocidio u otra forma de sufrimiento de seres humanos, lo que probablemente daría lugar al comienzo de la intervención de la ONU, según el principio de “responsabilidad de proteger”. Sin embargo, incluso en circunstancias así de extremas, la intervención de la ONU no está garantizada. Existe la misma posibilidad de una intervención unilateral por parte de los Estados Unidos o del Reino Unido, aunque es más probable que sea éste último el que intervenga en antigua colonia. El Reino Unido llevó a cabo una intervención militar en Sierra Leona en el año 2000, que sin embargo, se convirtió en guerra civil cuando incluso la misión de paz de la ONU no consiguió mitigar la crisis (10). Además, en el caso de Zimbabue, Mugabe lleva tiempo sacando provecho del sentimiento anticolonial, y lo último que querría el Reino Unido es alimentar este sentimiento.

Sin embargo, la situación no parece tan nefasta en caso de una intervención llevada a cabo por países africanos. Las organizaciones regionales africanas tienen gran experiencia en intervenciones militares en conflictos internos (11). La CEDEAO intervino en Liberia en 1990 y en 2003, en Sierra Leona en 1997, en Guinea Bissau en 1998 y en Costa de Marfil en 2003. La SADC, que cuenta con una mejor situación para llevar a cabo una intervención en Zimbabue, realizó sendas intervenciones militares en Lesoto y en la República Democrática del Congo en 1998. La Unión Africana intervino en Burundi en 2003, en Darfur y Sudán en 2004 y en Comoros en 2008. A primera vista puede parecer que la experiencia, mencionada anteriormente, de las intervenciones militares realizadas por países africanos, no permite ser muy optimista a la hora de analizar el caso de Zimbabue, puesto que éstas se llevaron a cabo para apoyar a los gobiernos que se encontraban en aquel momento en esos países (con la excepción de Liberia en 2003 (12) y Sudán en 2004), y para luchar contra los estados prácticamente fallidos.

Un tema cuestionable es si Zimbabue es un estado fallido, en el sentido estricto del término. El régimen actual de represión está fracasando en su función de proporcionar los servicios básicos estatales a sus ciudadanos. Sin embargo, si se analiza en términos de control sobre el territorio, Zimbabue se encuentra en una posición fuerte, lo que por otro lado no significa necesariamente que las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad zimbabwenses puedan resistir una intervención exterior.

Sin embargo, también es cuestionable si el hecho de que se tratara de estados fallidos fue la principal razón para efectuar las intervenciones anteriormente mencionadas, llevadas a cabo por países africanos en dichos lugares. Quizá las consecuencias de las crisis internas en dichos estados tuvieron también un papel importante. Por su parte, Zimbabue está causando problemas muy graves a sus estados vecinos, especialmente a Sudáfrica y Botswana. Tanto la decisión que Botswana tomó el pasado 4 de julio de efectuar un despliegue de unidades armadas en la frontera zimbabwense, (13) como los brotes de violencia étnica contra los inmigrantes zimbabwenses en Sudáfrica (14) son indicios del aumento creciente de dichas consecuencias, que finalmente pueden incluso obligar a los simpatizantes sudafricanos de Mugabe a abandonarle y a efectuar una intervención militar.

Es poco probable que tenga lugar esta perspectiva mientras que el Presidente Mbeki esté en el cargo, pero pronto será reemplazado por Jacob Zuma, cuya postura hacia Mugabe es más hostil (15). Ahora bien, esto no quiere decir que la perspectiva de una posible intervención militar en Zimbabue sea la situación ideal; sin embargo, por el momento parece que es la única alternativa viable a la pasividad llevada a cabo hasta el momento.

La quinta perspectiva de futuro, y probablemente la peor de todas, sería la continuidad del reinado sangriento de Mugabe en Zimbabue. Esto ocurriría además si Mugabe liderase el así llamado gobierno de unidad nacional, en el que la MDC  como sugiere la experiencia de Joshua Nkomo de la ZAPU (16) no tendría ninguna posibilidad de ejercer influencias sobre cuestiones de política y sobre el gobierno en el país. Si se permite al régimen de Mugabe seguir gobernando libremente en Zimbabue, las consecuencias serán desastrosas. El 1 de julio el ministro sudafricano de desarrollo social advirtió de que si la situación en Zimbabue permanece igual, existen grandes posibilidades de que se produzca un genocidio (17). Además, advertía de que el genocidio no debe perpetrarse necesariamente de forma directa. Así, Ralph Blank, el representante de la MDC ante los Estados Unidos, señaló durante el programa radiofónico de Diane Rehm, que el genocidio podría perpetrarse incluso si no se proporcionaran los medicamentos adecuados a los zimbabwenses enfermos de sida (18).

RESUMEN Y MANERA POTENCIAL DE AVANZAR

De las cinco perspectivas de futuro para Zimbabue que han sido analizadas anteriormente, hay dos que tienen posibilidades de desarrollarse. Aún es probable que Mugabe pueda gobernar Zimbabue sin ningún tipo de dificultad, con todas las implicaciones pesimistas que esta situación podría provocar. Sin embargo, también existe la posibilidad de que tenga lugar una intervención por iniciativa africana, ya que las consecuencias de la crisis en Zimbabue siguen aumentando. A la luz de las observaciones realizadas en este artículo, dicha intervención parece incluso más posible que el establecimiento de sanciones económicas duras y el acuerdo de alcanzar una negociación. Y tal intervención no debe efectuarse necesariamente de forma militar contra las fuerzas zimbabwenses. Así, una amenaza creíble de dicha intervención o una resolución de la Unión Africana o de la SADC sobre el despliegue de una misión de paz que estuviera, por ejemplo, autorizada a preparar a Zimbabue para llevar a cabo unos comicios libres y justos, sería suficiente para acabar con el reinado de Mugabe y comenzar un nuevo capítulo en la historia de Zimbabue.

Daniil Gorbatenko
Departamento de Derecho de la Escuela Superior de Economía de Moscú.

Referencias

1. http://www.alertnet.org/thenews/newsdesk/L01178217.htm
2. http://www.latimes.com/news/nationworld/world/la-fg-zimbabwe3-2008jul03,1,7133264.story
3. http://www.ft.com/cms/s/0/ca920680-0ca9-11dd-86df-0000779fd2ac,dwp_uuid=70bd196c-ffc3-11dc-825a-000077b07658.html
4. http://www.un.org/apps/news/infocusnewsiraq.asp?NewsID=575&sID=
5. http://magroeconomics.wordpress.com/2006/12/04/infaltion-more-than-1000-unemployment-around-80-imf-examining-zimbabwe/
6. http://www.voanews.com/english/2008-07-03-voa6.cfm
7. http://www.crisisgroup.org/home/index.cfm?id=1233
8. http://www.cfr.org/publication/15793/
9. http://www.responsibilitytoprotect.org/index.php/pages/2
10. http://www.guardian.co.uk/world/2002/may/14/sierraleone1
11. http://www.hrw.org/wr2k4/4.htm
12. http://www.wsws.org/articles/2003/aug2003/lib-a07.shtml
13. http://allafrica.com/stories/200807041088.html
14. http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/africaandindianocean/southafrica/1989673/
Zimbabwe-refugees-flee-South-Africa-as-violence-erupts.html
15. http://allafrica.com/stories/200806241061.html
16. http://www.irinnews.org/report.aspx?ReportID=78827
17. http://www.pretorianews.co.za/?fArticleId=4482962
18. http://wamu.org/programs/dr/08/06/24.php

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