jueves, 14 de agosto de 2008

¡El Tratado de Lisboa ha fracasado!

Número 10/Agosto-Septiembre 2008
Max Andersson

¡Fracasó! El Tratado de Lisboa ha sido rechazado. La variedad de votantes irlandeses que dieron su NO al tratado ha triunfado. Del lado del NO estaban todos los miembros del Sinn Fein, los socialistas, los sindicalistas y desde los verdes hasta los defensores de la paz, los católicos y un think tank con raíces en las grandes empresas. Han derrotado al lado del SÍ que en proporción era idéntico a la clase dirigente irlandesa.

Todos los grandes partidos políticos defendían el SÍ. Los medios de comunicación estaban posicionados en el SÍ. La UE se entrometió en la campaña y la Comisión Europea contuvo las propuestas impopulares con respecto a la agricultura y la militarización para evitar dañar la campaña a favor del SÍ. Y aún así el lado del NO ganó.

La ampliación de las críticas a la UE

La variedad de los irlandeses que dieron su voto al NO es ciertamente y particularmente irlandés y es un reflejo de una tendencia internacional. Hace tiempo las críticas a la UE eran o de Derechas o de Izquierdas en diferentes países pero esta división es muy rara de encontrar hoy en día. Actualmente las críticas a la Unión Europea se pueden encontrar en todas las partes que forman parte del amplio espectro político. Este desarrollo también puede ser observado en Suecia. La importante línea divisoria en el debate de la UE es entre aquellos que son partidarios de una institución política y aquellos que no lo son.

En las próximas semanas son de esperar muchos artículos que analicen las razones de la victoria del NO. Pero mientras esperamos a dichos análisis en detalle basados en hechos físicos de los sondeos de opinión, reflexiono sobre el análisis que escuché en un albergue el pasado verano del sabio consejero de las críticas irlandesas a la UE, Anthony Coughlan.

En aquel tiempo predijo que el SÍ irlandés tendría que enfrentarse a grandes dificultades. El Tratado menoscaba la neutralidad irlandesa y es evidente que los pequeños países como Irlanda perderán influencia. Y contrariamente a la situación de los anteriores referéndums el lado del SÍ no tiene nada positivo que ofrecer para tentar a la población a que vote afirmativamente. Auguró que el lado del SÍ se limitaría a utilizar el argumento de Europa como un grupo de presión y simplemente intentaría hacer que los votantes se sintieran culpables. Y si este es su mejor argumento, no hay un camino fácil hacia la victoria.

El fracaso del Plan B

El gran interrogante es: ¿que va a ocurrir con el Tratado de Lisboa? Todos los miembros de la Unión Europea deben ratificar el Tratado si va a entrar en vigor pero las élites europeas no tienen la intención de respetar ningún referéndum que vaya en contra de sus planes. Lo que normalmente suele ocurrir cuando una país vota NO a continuar en el camino hacia la construcción de un Super Estado europeo es repetir la votación o como ocurrió en el caso de Francia y Holanda aceptar la propuesta sin preguntar a la población una segunda vez.

Antes del referéndum irlandés los líderes de la UE sostuvieron que no había plan B si los irlandeses votaban en contra. Pero el Tratado de Lisboa es  de hecho- nada más que una versión renombrada de la Constitución Europea que ya había sido rechazada. Nos encontramos en la mitad del plan B y este plan ha fracasado.

El modelo paso por paso

No podemos estar seguros de que la UE intentará utilizar una vez más los mismos trucos. Es más probable que las partes importantes del Tratado de Lisboa sean desarrolladas con numerosos cambios menores en el tratado actual, más que volver a escribir el Tratado de Lisboa y arriesgarse a nuevos referéndum. Aquellas partes del Tratado de Lisboa que no pueden ser llevadas a cabo por este camino pueden ser camufladas a través de un tratado de adhesión con Croacia  Plan C para Croacia.

Desafortunadamente este escenario es muy probable pero expondría a la UE a una total falta de legitimidad democrática. La Constitución europea ha fracasado dos veces. Ya es hora de dejarla en paz.

La necesidad de una nueva Convención

Lo que debería hacerse es nombrar una nueva Convención que sin ninguna condición previa pueda trabajar en una nueva propuesta sobre cómo debe ser gobernada la UE, qué tareas deber ser asignadas y cómo las competencias deben ser distribuidas entre la Unión Europea y los estados miembros. Por supuesto cada país miembro debería celebrar un referéndum sobre esta propuesta. Y la Convención debería consistir en personas con ideas independientes de las cuestiones europeas. Al contrario que la anterior convención, ésta debería estar formada por gente del pueblo en lugar de políticos mayores con fuertes inclinaciones hacia la construcción de los Estados Unidos de Europa.

Max Andersson
Diputado del partido de los Verdes sueco y miembro del TEAM Board
http://www.maxandersson.blogspot.com/

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