sábado, 13 de octubre de 2007

Cuarto Mundo y Globalización

Número 5/ Octubre-Noviembre 2007
Lázaro Rosa

Mucho se habla y se polemiza sobre el proceso de globalización actual con sus consecuencias y efectos contraproducentes para los llamados países Tercermundistas que, desde mis perspectivas, ahora como nunca, se han despeñado por las paredes asimétricas de los abismales e inhóspitos barrancos que los han retrocedido a las estrecheces infrahumanas de un Cuarto Mundo.

Si bien es cierto que en el seno de las naciones emergentes hay un grupo de estados de vanguardia representados por Rusia, China, India , Turquía y Brasil, que continuamente manifiestan un ascendente y estable crecimiento en el orden económico ( no en el aspecto social pues aún en China, Rusia e India hay notables niveles de pobreza ) no se concibe que todavía estemos hablando de tercer mundo cuando en la práctica, en las décadas más recientes , la brecha que siempre ha separado a las naciones pobres de las ricas e industrializadas; siendo estas últimas las que conforman el núcleo central del avance tecnológico del planeta, se ha hecho cada vez mayor ampliándose hasta parecer que por sus diferencias existen dos planetas en uno.

La llamada globalización no es otra cosa que el acrecentamiento de la disparidad existente entre los sujetos gestores de las relaciones internacionales actuales, fundamentalmente, a la hora de tomar decisiones que puedan promover cambios en el panorama mundial. Este proceso viene dado antes que nada por el desarrollo acelerado de las altas tecnologías que han despuntado en el área de las comunicaciones, permitiendo que un comunicador social desde su oficina en Bilbao esté bien actualizado y, en contacto ininterrumpido, con los corresponsales que informan sobre los sucesos que se están produciendo en la remota isla de Timor Oriental, digo esto para ejemplificar.

El mundo parece hoy en día más pequeño, es indudable, pero esta realidad no ha conllevado a que los crónicos problemas sociales y de marginación que padecen las naciones meriodionales de Latinoamérica, Africa y el Asia de los monzones, hayan sido resueltos sino que por el contrario se han multiplicado en nuestros tiempos, vuelvo a retomar mi planteamiento inicial.

Mientras se habla de que Suecia y Noruega tienen evidentes y sonados logros en materia de desarrollo humano que hacen de estas dos naciones escandinavas paraísos de acogida para los recién nacidos. En el Oriente Medio, en Colombia y en el África nororiental y central, se registran a diario miles de muertes entre civiles indefensos por los efectos de las guerras tribales y los atentados terroristas de los grupos extremistas.

Esto tiene su propia expresión en Irak ya sea por la guerra entre comunidades religiosas como los Sunnies y Chiítas o por los combates y emboscadas sangrientas que lleva a cabo la insurgencia armada en contra de los ocupantes militares estadounidenses. En Afganistán los rebeldes talibanes con sus guerrillas luchan apelando a cualquier método y, a las formas más cruentas, por derrocar al gobierno de este país que está apuntalado por las potencias occidentales.

Al Qaeda continúa atacando y contraatacando con sus acciones suicidas en diferentes partes del planeta y no cesa de hostigar a los ciudadanos norteamericanos a través de los mensajes y videos grabados por su líder. De otra parte el cuerno africano, en especial Somalia, se asemeja a un polvorín donde se dan constantes masacres por sus frecuentes estallidos de violencia.

¿Qué globalización estamos avistando?

Las violaciones a los derechos humanos se están dando hoy en día, incluso, dentro de las naciones desarrolladas del primer mundo donde fundamentalmente los inmigrantes se tropiezan a diario con las nuevas manifestaciones de la discriminación y el racismo cultural.

Los EE.UU se han valido del proceso global actual para imponer en el mundo el sello de su influencia y sus legítimas voces de moda en todos los patrones de la vida social. Es tristemente frustrante observar que para los anglófonos del mundo técnicamente avanzado los refugiados que llegan a sus países, proviniendo de otras lenguas y nacionalidades, por no hablar el idioma inglés sean considerados individuos de segunda clase rebajados en su condición humana. Hasta ese punto se ha llegado.

En algunas naciones europeas y en América del Norte están resurgiendo con extraordinaria fuerza los grupos neonazis que inclusive en Rusia han efectuado linchamientos de personas, dentro de ellas jóvenes, pertenecientes a minorías étnicas del interior de este gigantesco y multicultural país con extensiones continentales. No menos gravosa en la actualidad es la decisión del gobierno de los EE.UU de emplazar un polémico escudo antimisiles dentro de países de Europa Oriental, específicamente, en la República Checa y Polonia. Según la Casa Blanca este escudo serviría para proteger a Norte América y los países del occidente europeo de un eventual ataque nuclear por parte de Irán.

Rusia se opone de manera encendida a la decisión tomada por Washisgton al respecto alegando que su seguridad nacional se ve seriamente amenazada en su parte europea y por esta razón el presidente Vladimir Putin le ha propuesto muchas veces a su colega estadounidense George Bush el reemplazo de Chenia y Polonia por la base militar rusa de Azerbaiyán. De esta forma los dos países desarrollarían un proyecto de protección conjunta pero al parecer la idea de Putin no ha sido bien recibida por los funcionarios de la Casa Blanca que prestan oídos sordos ante sus proposiciones.

A mi juicio la verdadera preocupación de Washington es el vigoroso crecimiento económico de potencias regionales como China y Rusia y la constante ampliación de sus fronteras en el ámbito de sus intercambios comerciales. El mismo inquilino de la Casa Blanca ha reconocido públicamente, en varias ocasiones, que es muy difícil la relación con estos dos gigantes.

EE.UU se preocupa antes que nada por tener el control de las nuevas y vastas reservas de hidrocarburos que recientemente han sido descubiertas bajo las aguas del inmenso lago Caspio y en los territorios de las ex repúblicas soviéticas del Asia Central. Téngase en cuenta que para la administración Bush los asuntos referentes a las reservas de crudo que aún quedan en el mundo son considerados como temas de seguridad nacional para su país.

Otro punto que suscita interés es la situación de Irán, una nación que se ve cada día más aislada dentro del panorama geopolítico mundial debido a la postura de bloqueo y sanciones que a través de los organismos internacionales de la ONU mantienen la admistración Bush y sus contrapartes europeos para presionar al gobierno ultranacionalista de Mahmoud Ahmadinejad debido al desarrollo de su programa pacífico de energía nuclear.

Para ser sinceros debemos reconocer que ni la misma Agencia Internacional de Energía Atómica, hasta el día de hoy, ha podido comprobar que existan evidencias que nos puedan hacer pensar que en las instalaciones nucleares iraníes se esté desarrollando secretamente material bélico de destrucción masiva. En mi opinión no comprendo cuáles serán las razones morales que tiene el presidente norteamericano George Bush para que junto a sus halcones militares del pentágono esté planeando bombardeos sorpresivos con el fin de destruir los objetivos estratégicos iraníes incluyendo sus reactores atómicos.

Digo esto porque el mismo mandatario estadounidense en una visita reciente al subcontinente indio suscribió con el primer ministro Dr Monmahan Singh un acuerdo bilateral mediante el cual los EE.UU les venderá a esta nueva potencia emergente plantas nucleares con las más avanzadas y altas tecnologías. Antes que nada se trata de los intereses norteamericanos, la política exterior de esta superpotencia siempre ha sido demasiado pragmática en dependencia de su agenda comercial. Al enemigo lo lleva siempre contra las cuerdas del cuadrilátero internacional mientras que a sus amigos, hagan estos lo que hagan, les acepta todas sus actuaciones irresponsables y las excusas evasivas.

Quiero retroceder un poco en el tiempo para recordar que la Guerra Fría fue un escenario de grandes tensiones políticas entre los bloques diametralmente opuestos de los países del este de Europa que conformaban el Pacto de Varsovia y los estados miembros de la OTAN.

Un escenario donde se vivió dentro del alto espionaje secreto entre la KGB y la CIA y donde hubo además un desarrollo vertiginoso de la carrera armamentista sobre todo en lo referente a la construcción de novísimos equipos y costosos medios de destrucción masiva.

Sin embargo a decir verdad las cosas nunca pasaron de las amenazas y las aguas jamás llegaron al tenebroso río de una real confrontación nuclear.

Durante todo este período lo que nunca pudo hacerle la extinta Unión Soviética a los EE.UU, ni aún con sus insuperables misiles intercontinentales SS- 20, lo llegó a hacer tiempos más tardes la organización terrorista Al Qaeda lidereada por el árabe Osama Bin Laden al destruir las torres gemelas del World Trade Center de la ciudad de New York.

Muchos creíamos que tras la caída del muro de Berlín y la desaparición del comunismo de la Europa Oriental el planeta se convertiría en un paraíso donde primaría la paz y la solidaridad internacional, en un hogar feliz donde nunca se repetirían hechos como los de la primavera sangrienta de Praga pero estábamos del todo equivocados y muy alejados del realismo.

Por el contrario en la actualidad están resurgiendo nuevas tensiones globales y se está observando un acelerado rearme armamentístico por parte de países como Rusia que construye submarinos atómicos de quinta generación provistos de misiles Bulova con diez cabezas nucleares cada uno.

Israel y otras naciones también poseen, más recientemente, armamentos de destrucción masiva al igual que las cinco potencias antiguas tradicionales y no son condenados por el consejo de seguridad de la ONU ni por los miembros de la OTAN en su conjunto. En mi opinión la Guerra Fría de baja intensidad nunca ha desaparecido del contexto internacional llegando a veces a convertirse en conflictos armados directos dada las tensiones existentes entre potencias regionales como la India y Pakistán. Además por las nuevas tensiones que se intensifican a diario motivadas por las contiendas que surgen ante la repartición de lo que queda de los recursos energéticos mundiales. La invasión a Irak por parte de los EE.UU fue una demostración de ello.

Hoy en día no se puede augurar para el mundo un futuro de paz por las siguientes razones: de una parte el terrorismo con sus acciones vandálicas y sangrientas que cobran cada vez más vidas humanas inocentes y de otra las cruentas tensiones que se dan en diferentes regiones del globo como consecuencias de los movimientos separatistas y ultranacionalistas que existen en algunos territorios.

Con la desaparición de la Unión Soviética en la Rusia actual se llegó, en los años noventas, a una guerra interior con miles de muertos civiles y ciudades enteras arrasadas como fue el caso de Grozny capital de Chechenia, también surgió un conflicto de alta intensidad entre Azerbaiyán y Armenia por el control de Nagorny Karabaj. Esta última contienda trajo consigo la muerte de casi treinta mil personas y produjo cerca de un millón de refugiados.

Más que una pacífica y aburrida aldea global nuestro planeta se ha convertido en una tribu incendiaria que no conoce el reposo de las guerras, ese es nuestro rumbo actual de cara a los acontecimientos. La globalización es un proceso envuelto en tinieblas que ha seguido dando muy buenas cosechas para unos pocos países del área privilegiada del eje central mientras que a la gran mayoría de las naciones pequeñas de África, Latinoamérica y el sur de Asia las ha arrastrado hacia las hostilidades y marginaciones propias de un Cuarto Mundo.

Esto queda demostrado por el hecho de que la inmigración todos los años desde los países pobres hacia los ricos, lejos de disminuir, es un fenómeno ascendente que se hace cada vez más alarmante. Si una década atrás los inmigrantes anuales que emigraban desde África y América Latina hacia Europa y Norteamérica se contaban en dos millones en nuestros días esa cifra puede que se haya triplicado.

Por ejemplo, una de las explicaciones a la situación económica general del África tiene como rasgo característico la desintegración. Las necesidades vitales de la población de este gigantesco continente no se compensan con los productos que se elaboran dentro de sus fronteras. La economía sigue siendo extractiva y depredadora con el medio natural además de encontrarse mayormente en un grado de subsistencia.

En este continente los servicios de todo tipo son de pésima calidad y los gobiernos de sus países apenas ofrecen prestaciones. En esta parte del mundo aún los ferrocarriles y las carreteras son en su gran mayoría de la época colonial. Pongamos un ejemplo: en Costa De Marfil la mortalidad infantil es de 118,3 por cada 1000 nacidos vivos y la esperanza de vida al nacer es de solo 45, 4 años. El analfabetismo alcanza aquí el 39,2 % en los hombres y el 61,4 % en las mujeres, el gasto en educación es tan sólo del 4,6 % del PIB. Estos datos tienen similitud con todos los países del África Subsahariana donde también las violaciones de los derechos humanos se dan de manera muy constantes.

En Bangladesh ( en el Asia de los monzones ) la realidad social, política y económica es crítica, este país vive casi en una situación de emergencia humanitaria nacional agravada por las grandes catástrofes naturales que sufre generalmente todos los años. Es una nación donde su excesiva población demográfica que pasa de los ciento cuarenta millones de habitantes vive con las carencias más absolutas de los productos básicos que se necesitan para lograr un adecuado, mínimo, desarrollo humano.

Conclusión

Cuarto Mundo y Globalización, debemos adaptar el lenguaje social a nuestras realidades contemporáneas. Un reducido grupo de grandes países de vanguardia dentro de las llamadas naciones emergentes han logrado estabilizar un crecimiento económico sostenido a costa de sus graves problemas sociales mientras que el resto, la gran mayoría de las naciones meridionales del planeta, se alejan de todas las perspectivas y esperanzas de lograr equilibrar sus horizontes de prosperidad en el futuro.

Es muy importante establecer dentro del mundo emergente una clara diferencia entre aquellas naciones que se consolidan como potencias regionales, entre ellas China y Rusia, de las otras que aún se mantienen en retroceso como si permanecieran todavía en la época colonial.

A mi modo de ver, las naciones emergentes son las que se representan por un alto nivel de crecimiento y avance en el área económica como los dos ejemplos que cité anteriormente, pero en África, la mayoría de los países latinoamericanos y los estados del sureste asiático se encuentran en la categoría de un Cuarto Mundo.

Lázaro Rosa
Exiliado cubano en Canadá, licenciado en educación, en el área de historia y ciencias sociales por el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela de Santa Clara, Cuba.

Notas:

Datos sobre Africa ( Costa de Marfil ) procedentes de "El Estado del Mundo 2007". Ediciones Akal.

Global Affairs no es responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores/as