miércoles, 15 de agosto de 2007

India y Pakistán: el espíritu de la Habana

Número 4/ Agosto-Septiembre 2007
Carolina Ferreiro Fajardo

La ciudad de la Habana tuvo la oportunidad el pasado mes de septiembre de 2006 de acoger el esperado reencuentro de los mandatarios de la India y Pakistán. Estas dos potencias atómicas viven inmersas en disputas desde hace ya 50 años y en la XIV Cumbre de los Países No Alineados celebrada en la Habana, demostraron que existía la posibilidad de restaurar el diálogo puesto en entredicho desde los fatales atentados de Mumbai del 11 de julio de 2006 en los que murieron 200 personas. El diálogo entre las dos potencias nucleares “de facto” se había iniciado en enero de 2004 y durante dos años había mostrado increíbles avances, pero no los suficientes para poner fin al eterno conflicto entre ambos: la cuestión de Cachemira.

Desde el año 1947 fecha de la creación de Pakistán como país totalmente independiente de la India, comenzó el reclamo de Cachemira (una región del Himalaya que quedó dividida tras el proceso de descolonización británico por parte de ambas potencias). Finalmente cada país se quedó con una parte del territorio pero el reclamo histórico de las dos naciones es la unión de Cachemira y su futura adhesión. Este problema vislumbra una difícil solución, dado que ambas potencias piden lo mismo.


El terrorismo; el problema de las minorías que se ha generado en torno a la región de Cachemira; los múltiples ensayos nucleares que han llevado a cabo las dos potencias y las constantes disputas por el glaciar cachemir de Siachen (en el que los dos países mantienen tropas), han sido otros agregados de importancia a la eterna rivalidad entre las dos naciones.

Antes de su encuentro en la Habana, sendos presidentes de India y Pakistán, Singh y Musharraf, mantuvieron un encuentro en abril de 2005 durante la primera visita que el pakistaní realizaba a la India tras ser elegido presidente. Este encuentro suponía el primer paso hacia la apertura nuevo cauce de diálogo entre las dos potencias.

En la anterior cita presidencial de Países No Alineados celebrada en Malasia en el año 2003, el documento final del encuentro hizo una extensa alusión a la necesidad de resolver el problema de Cachemira pues suscita, desde sus inicios, una gran preocupación mundial. A la Sociedad Internacional de hoy no le interesa que dos potencias nucleares se encuentren enfrentadas dado que esta feroz rivalidad podría devenir en cualquier momento en una confrontación nuclear de enormes magnitudes.

Buenas intenciones:

De camino a la XIV Cumbre del NOAL, el presidente pakistaní Musharraf, manifestó su buena voluntad para reunirse con su homólogo indio Singh, pero advirtió que Pakistán solo cedería en su posición si India lo hacía primero. Esta tajante declaración contrastó con su reconocimiento de que “existía una oportunidad” para resolver el histórico contencioso de Cachemira. Afirmación que nunca han llevado a la práctica ninguno de los dos gobiernos pese a expresar en reiteradas ocasiones su voluntad de hacerlo.

En las anteriores declaraciones Musharraf llegó a reconocer que si India mostraba un esfuerzo por la solución del conflicto, podría incluso darse un compromiso por parte de Pakistán para convocar un plebiscito en la convulsa región. El mandatario mostraba una confianza plena en que el proceso de paz seguiría adelante, y esto debió ser considerado como un importante punto de partida en el proceso.

El primer ministro indio también expresó, antes de acudir a la Habana, su deseo de avanzar en el diálogo con Pakistán durante dicha cumbre del NOAL. Pero este puso como condiciones que para ello era necesario que el país vecino pusiera más esfuerzos para controlar el feroz terrorismo que desde hace años sufre la India.

Y todas estas declaraciones e intentos de acercamiento por ambos mandatarios dieron su fruto, dado que el día 16 de septiembre India y Pakistán anunciaron en la Habana que reanudaban sus conversaciones de paz, truncadas desde el mes de julio. Tras una reunión conjunta entre ambos mandatarios, el primer ministro indio leyó un comunicado en el que las dos naciones se comprometían a “reanudar el proceso de diálogo lo antes posible”. Este comunicado condenaba además todas las actividades terroristas e indicaba que los gobiernos de los dos países iban a poner en marcha un “mecanismo antiterrorista” que evitaba que se produjeran espantosos acontecimientos como los acaecidos en Mumbai el 11 de julio de 2006.

En la cuerda floja

Semanas después de este encuentro que reactivaba el proceso de paz entre los dos países, el gobierno indio lanzó una acusación sobre Pakistán acerca de la posible implicación de los servicios secretos de este país en los atentados de Mumbay. Fruto de estas acusaciones, que el presidente Musharraf calificó de “lamentables”, el gobierno pakistaní descartó poner en práctica una estrategia conjunta antiterrorista indo-pakistaní, por lo que parecía que el espíritu de reconciliación creado en la Habana se venía abajo en pocas semanas.

Pero evidentemente algo quedó sembrado después de esta conversación del 16 de septiembre puesto que en noviembre del mismo año, India y Pakistán renovaron en Nueva Delhi su compromiso antiterrorista, sentando las bases de un nuevo mecanismo conjunto para combatir el terrorismo.

La renovada cooperación se materializó en la creación, a partir de marzo del año 2007, de un mecanismo mixto integrado por seis miembros, tres indios y tres pakistaníes, que estaría coordinado por los Ministerios de Exteriores de ambos países. La misión de este nuevo sistema no era otra que evaluar y establecer medidas antiterroristas conjuntas, incluyendo un intercambio regular de información entre los servicios de inteligencia de ambas naciones.

Tras este importante avance en materia de cooperación antiterrorista, todo apuntaba a que se estrechaban lazos de paz entre las dos naciones. En diciembre del pasado año, el presidente Musharraf manifestó en una entrevista a la televisión india NDTV que, de momento, “tanto India como Pakistán se encontraban en la misma postura que mantenían desde el año 1948, pero que ambos debían estar preparados para dejar de lado todo lo que se habían estado diciendo y sentar las bases para un posible acuerdo de paz entre los dos países”. Este posible compromiso, esbozado en las palabras del presidente pakistaní conllevaba que ambas partes fueran capaces de dar marcha atrás en sus posiciones, ya que con que uno de los dos no fuera capaz de dar marcha atrás, este conflicto no alcanzaría nunca una solución perceptible.

Hacia una postura común

El gobierno de Musharraf propuso cuatro puntos que consideraba indispensables para alcanzar la solución al conflicto de Cachemira. Uno de los requisitos pakistaníes era que el territorio de Cachemira mantenga sus fronteras actuales, pero que la población se pueda mover libremente en el territorio. El otro, mucho más complicado, se trataba de concederle a la región un autogobierno pero en ningún caso la independencia. Así como que las tropas de ambos países se retirasen de forma escalonada del territorio cachemir, y que se creara un mecanismo de supervisión integrado por representantes de India, Pakistán y la propia Cachemira.

El “espíritu de la Habana” volvió a hacer su aparición unos días más tarde de las declaraciones de Musharraf en la televisión india ya que el primer ministro Singh dio la bienvenida unos días más tarde a “todas las nuevas ideas con una mente abierta”. Esto significaba que la nueva fórmula de solución propuesta por Pakistán para Cachemira, parecía ir calando en las ideas del gobierno indio.

Otro paso importante hacia la materialización de la concordia entre los dos países fue el intercambio de prisioneros que ambos llevaron a cabo el 25 de diciembre del pasado año. Este gesto parecía vislumbrar una posible solución a las disputas de aguas territoriales que ambas naciones llevan a cabo desde hace 50 años, especialmente a las generadas en torno al Golfo de Sir Creek (fronterizas entre la India y Pakistán).

En este punto han sido muy frecuentes desde hace años los apresamientos de embarcaciones pesqueras bajo la acusación de faenar en aguas territoriales del país vecino. Esto ha llevado a que cientos miles de pescadores se conviertan en prisioneros en uno y otro territorio.

Con esta acción, India liberó a 54 ciudadanos pakistaníes con lo que consiguió un equivalente gesto de su vecino, ya que tras estas liberaciones, Pakistán hizo lo mismo con 70 ciudadanos indios, la mayoría de ellos pescadores.

Los avances en 2007

Los pasos de avance en las relaciones indo-pakistaníes continúan su andadura en el presente año 2007. El día 13 de enero el ministro indio de Exteriores, Pranab Mukherjee viajó a Islamabad para reunirse allí con su homólogo, Khurshid Kasuri. Ambos mandatarios, conscientes de la gran expectación y esperanzas que suscitaba su encuentro, se esforzaron por ofrecer un mensaje positivo sobre el desarrollo de sus entrevistas y anunciaron una serie de nuevas rondas de negociaciones sobre la mayoría de las disputas pendientes entre las dos potencias.

Tras este encuentro India y Pakistán volvieron a mostrar evidentes deseos de poner en práctica medidas antiterroristas eficientes. Y como muestra a la persistencia del “espíritu de la Habana” como fondo de las conversaciones, se informó también de la creación de un Comité encargado de Prisioneros, compuesto por jueces retirados.

El cometido de esta propuesta era asegurar que los presos indios en Pakistán y los pakistaníes en la India recibieran en las cárceles un trato humano y fueran liberados inmediatamente tras cumplir su condena.

Otro de los acuerdos importantes puestos en marcha durante el pasado mes de enero y que mostró claramente la persistencia de un deseo de mejora de las relaciones entre las dos naciones fue el que puso en marcha la creación de un sistema de visados de múltiple entrada a las familias separadas a ambos lados de la frontera. Tras la independencia y partición de la India en 1947, miles de familias quedaron separadas a lo largo de la frontera, y las guerras entre la India y Pakistán impidió que los lugareños de ambos países llevaran a cabo cualquier contacto entre ellos. Con estos nuevos visados, que tienen una vigencia de hasta dos años, los ciudadanos podrán visitar India y Pakistán tantas veces como estimen oportuno.

Cooperación nuclear

En materia nuclear también se han apreciado intentos de avance por parte de las dos naciones. En la reunión del 13 de enero que mantuvieron los ministros de Exteriores de los dos países, se vislumbró la posibilidad de la rubrica de acuerdos para la reducción de accidentes nucleares.

Esta iniciativa alcanzó su materialización el día 21 del mes de febrero cuando los ministros de Exteriores indio y pakistaní decidieron suscribir un pacto para la reducción del riesgo de accidentes nucleares y para el control mutuo de las pruebas militares que desarrollan ambas naciones asiáticas. India y Pakistán realizan con frecuencia ensayos con misiles, algunos de ellos con capacidad para portar cabezas nucleares, como parte de sus respectivos programas armamentísticos y cada uno suele justificarlos siempre como una respuesta a la prueba del vecino.

No debemos pasar por alto que la rúbrica de este importante acuerdo (de repercusión e interés para toda la Sociedad Internacional) se llevó a cabo en el contexto del atentado al tren llamado “el Expreso de la Concordia”, uno de los pocos trenes que unen ambos países. En este atentado murieron 68 personas que cubrían la ruta Delhi y Lahora (Pakistán) y pudo suponer otro duro revés a los cimientos construidos desde la Cumbre del NOAL en la Habana.

Tan sólo un día después del terrible atentado a este tren, el ministro de Asuntos Exteriores pakistaní, Kasuri, llegó a la India para mantener una nueva ronda de negociaciones bilaterales y para mostrar que el Gobierno pakistaní seguía interesado en mantener la cooperación antiterrorista acordada en el mes de noviembre de 2006.

El acuerdo contra riesgo nuclear se llevó a cabo y, además en la reunión del día 21 de febrero entre los dos ministros, se volvió a tocar el contencioso de Cachemira. Ambos países dejaron patentes en este encuentro que confiaban en que las reuniones venideras pudieran ayudar a acercar posturas en este tema.
El día 6 de marzo de este mismo año ambos países inauguraban un organismo conjunto en materia antiterrorista y comenzaban a intercambiar por primera vez información sobre este tema.

En este encuentro India volvió a insinuar que Pakistán seguía alentando el terrorismo transfronterizo. El país vecino respondió que todos los atentados cometidos hasta el momento en territorio indio han sido obra de terroristas cachemires.

Parece que pese a la creación del nuevo organismo de cooperación antiterrorista, los puntos de vista entre las dos naciones seguían estando duramente enfrentados y la desconfianza del uno en el otro continuaban siendo una constante en las relaciones entre ambos. Estas posturas quedaron patentes en la reunión Indo-pakistaní para abordar el conflicto de Siachen celebrada el pasado día 7 de abril. En este encuentro no se consiguió ningún avance a causa de las divergencias para reconocer las posiciones de las tropas de uno y otro país.

Fuentes del Ministerio de Exteriores pakistaní mostraron su decepción tras el encuentro por el fracaso que supusieron estas conversaciones. Desde este Ministerio argumentaron que India rehusó a tomar en cuenta el plan pakistaní para la resolución amistosa del conflicto.

Por su parte, el Ministerio de Exteriores de India aseguró tras el encuentro que el objetivo de India era que Islamabad considerase como definitivo el actual despliegue de tropas y garantizara el respeto a la división territorial de facto, algo que hoy por hoy rechazan los pakistaníes.

Pero la puesta en marcha de medidas de cooperación de este tipo, así como las que hemos comentado anteriormente proporcionan, aun hoy, un halo de luz en la oscuridad que habían mantenido las relaciones indo-pakistaníes años atrás.

La cooperación a nivel tecnológico también quedó patente meses después del encuentro en la Habana. En mayo de este año ambos países anunciaron la puesta en funcionamiento de un cable de fibra óptica que atravesará la frontera de Wagah, en la zona del Punjab. La finalidad de este proyecto es el impulso las comunicaciones entre ambos países mediante un abaratamiento de los costes de las transmisiones telefónicas y facilitar con ello el tráfico de datos a través de Internet entre los dos países.

Este avance supuso un paso adelante muy significativo dado que el tráfico de datos y voz entre la India y Pakistán se ha hecho siempre a través de centros terrestres situados en terceros países, lo que les suponía a ambos elevados costes.

La buena marcha en las relaciones indo-pakistaníes se vio bastante enturbiada por la crisis política en la que está inmersa el gobierno de Islamabad desde el pasado mes de abril. Esta situación de revuelta social y religiosa que vive Pakistán ha llevado a la India a tomar una postura de espera hasta que se normalice la situación en el país vecino.

La actitud india quedó visible cuando el primer ministro Singh decidió el pasado 25 de junio aplazar un encuentro bilateral con Musharraf previsto para el día siguiente. El objetivo de este frustrado encuentro era que sendos mandatarios discutieran sobre la polémica construcción de la presa de Wullar por parte de la India.

La presa del río Jhelum (ubicado en la frontera entre los dos países), la comenzó a construir la India en el año 1980 pero siete años más tarde se vio en la obligación de abandonar el proyecto por la oposición presentada por parte de Pakistán.

El avance más reciente en materia de cooperación se dio el pasado día 3 de julio cuando los secretarios de Interior de ambos países se sentaron, por primer vez, en una mesa para dialogar sobre terrorismo y tráfico de drogas.

Esta claro que aún quedan muchos conflictos por resolver y muchos puntos de vista enfrentados que tratar de disuadir, pero los intentos políticos que se sembraron en la Cumbre de la Habana y el encuentro entre los dos mandatarios, supuso, sin duda alguna y como hemos demostrado a lo largo de estas líneas, un avance cualitativo en las relaciones a corto plazo entre ambos países.

Carolina Ferreiro Fajardo
Periodista

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