jueves, 14 de junio de 2007

La energía suramericana ¿fuente de integración?

Número 3/ Junio-Julio 2007
Carolina Ferreiro

“El mundo ha vivido 110 años de derroche sin límites de combustibles que aún hoy, algunos, pretenden seguir derrochando. El mundo se está cocinando a fuego lento en una crisis energética que genera guerras y tensiones geopolíticas”.

Con estas palabras el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, inauguraba la I Cumbre Energética Suramericana en Isla de Margarita que tuvo lugar los días 16 y 17 del pasado mes de abril. Era la primera vez que los doce países que componen el Cono Sur de América se reunían para tratar estrechar lazos y relaciones de cooperación en materia energética. Las intenciones eran buenas, pero como veremos a lo largo de este reportaje, las diferentes posturas y la dificultad para alcanzar consensos fueron la tónica general de este encuentro.

Contexto de la energía en Suramérica:

Muchos países de América Latina son ricos en hidrocarburos y energías renovables pero viven, sin embargo, agobiados por la pobreza e intentando día a día atraer inversiones extranjeras para aprovechar sus recursos y con ello impulsar el crecimiento de sus economías. En la región Sudamericana conviven auténticas “potencias del petróleo”, como es el caso de Venezuela. También hay Estados que dominan el terreno de las energías renovables, como Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, éstas son pequeñas economías que buscan salir de las sacudidas que les propina el alza mundial del precio del petróleo. Todos ellos tenían muchos puntos de vista que exponer en la I Cumbre Energética Sudamericana. En el este encuentro participaron un total de diez mandatarios latinoamericanos procedentes de Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, Perú, Chile, Argentina, Paraguay, Guayana, Surinam, Uruguay y Venezuela, reunidos con el objetivo de “fomentar la integración” en torno a uno de los principales activos regionales: la energía.

América del Sur podría hoy constituirse en una potencia energética de primer nivel mundial dado que cuenta con suficientes fuentes energéticas renovables y no renovables, entre las que sobresalen los mercados de gas, electricidad y combustibles. Los países de la Comunidad Sudamericana de Naciones (conocidos también como la Unión de Naciones Sudamericana), han demostrado a lo largo de los años que tienen complementariedades y se necesitan los unos a los otros en virtud de la oferta y la demanda de energía.

Caso especial es el venezolano. Venezuela se ha erigido en uno de los principales países en cuanto a potencial petrolífero y de gas en la actualidad. Es un país que trata de complementarse cada vez más con la potencialidad de gas que posee Bolivia y que presta especial atención e interés por el suministro futuro de energía del Cono Sur. Por otro lado, Brasil tiene una posición cada vez más sólida en la diversificación de su sector energético y ofrece un gran potencial de liderazgo y apoyo a sus países vecinos, sobre todo en el sector de los biocombustibles.

Según indican los datos del último “Informe de Estadísticas Energéticas 2005” elaborado por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), las reservas regionales de petróleo alcanzaron en el año 2005 los 115.000 millones de barriles de los que 80.550 millones estaban en Venezuela y los 11.770 millones restantes en Brasil. De acuerdo a este documento, las reservas probadas de petróleo en Latinoamérica han crecido a un ritmo del 2,06 % anual desde el 2004. Sin embargo, la producción ha retrocedido un promedio de un 1,16 % respecto al 2005 por la caída en países como Chile, Perú y Argentina. En ese año, el bombeo de barriles por día en Latinoamérica llegó a alcanzar un ritmo de unos 6.704 millones, lo que supone un 8,38 % de los 80 millones de barriles que se extraen diariamente en todo el mundo.

OLADE prevé una producción de crudo en América Latina de 3.857 millones de barriles para el próximo año 2008 en un “escenario de baja integración”. En uno de “alta integración” este organismo prevé la producción de cerca de 4.200 millones de barriles. Si se llegara a producir este escenario la economía latinoamericana podría crecer en torno de un 4,8 % hasta el año 2010 y Suramérica seria capaz de producir unos 5.572 millones de barriles diarios a partir del año 2008. Sin embargo, “la sed de inversiones” que tiene el subcontinente americano sigue siendo hoy uno de sus principales problemas de crecimiento. Con una importante inyección de inversiones adicionales el mercado interno latinoamericano ganaría en agilidad y daría estabilidad jurídica a un negocio de alto riesgo: el energético.

La I Cumbre de la Energía: los puntos de vista

Los países latinoamericanos asistieron a la Cumbre de Isla Margarita con la expectativa de poder acordar políticas para garantizar la seguridad en esta materia. Los grandes objetivos subyacentes del encuentro eran, sin embargo, resolver los problemas que la energía crea entre los distintos países vecinos así como caminar hacia una unión energética. Los distintos puntos de vista estuvieron marcados ante todo por las intervenciones de Brasil y Venezuela quienes mostraron que tienen intereses muy opuestos en materia energética.

Hugo Chávez, presidente del país anfitrión de la cumbre y quinto explotador mundial de petróleo, aseguró en el marco de la misma que utiliza su riqueza energética para impulsar la integración regional mediante “convenios de cooperación”. El líder venezolano insistió desde el principio que el encuentro debía convertirse en “el motor de la integración del Sur”. Y es que, uno de los principales objetivos de Chávez al convocar la cumbre fue el de encontrar un escenario idóneo para los análisis de proyectos que en materia energética se desarrollan en la región.

El presidente de Venezuela mostró su convicción en esta cumbre de la necesidad de integración que necesita Latinoamérica para hacer frente, en el futuro, a sus eminentes necesidades de petróleo y gas, dado que el consumo, según Chávez, se incrementará en los próximos años muy por encima del promedio mundial. El mandatario explicó que, según fuentes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el consumo mundial de crudo se ubica hoy en 84 millones de barriles por día y crecerá en los próximos años un 22 por ciento, llegando hasta los 103 millones de barriles diarios.

“En América Latina el consumo de petróleo va a ser el doble del promedio mundial, eso requiere desde ahora tomar decisiones de inversiones, tecnología, y acuerdos entre países y empresas petroleras”, advirtió Hugo Chávez. Este mandatario aseguro también que Suramérica debe buscar nuevas inversiones para aprovechar sus recursos y satisfacer sus crecientes demandas energéticas y poder llegar así a exportar sus excedentes.

En cuanto a la producción y consumo de gas en la región, el presidente venezolano advirtió que las cifras “son aun mas alarmantes”. Chávez aludió también a cifras de la OPEP para demostrar esta afirmación: el consumo mundial de hidrocarburos debe incrementarse en un 62 por ciento en los próximos 15 años, desde los actuales 99 billones de pies cúbicos al año hasta los 161 billones en el año 2022. “En América Latina el consumo hoy es de 11 millones de pies cúbicos, para saltar a la cifra que indica la OPEP necesitaremos crecer al 127 por ciento, mas del doble de la perspectiva mundial”, señalo Hugo Chávez.

Por su parte el vicepresidente de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, acudió a la cumbre de Margarita para participar en representación del presidente uruguayo, Tabare Vázquez. Nin Novoa aseguró que la celebración de este encuentro seria una buena oportunidad para afirmar una política que permitiera una distribución solidaria de la energía en la región. El político uruguayo coincidió con Chávez en la necesidad de que América Latina ponga en marcha un plan de coordinación para una mejor distribución de los recursos con “un espíritu solidario”, que permita que aquellos países que tienen ciertos bienes y ciertos servicios, puedan ser usados por otros países que no los tengan.

“Uruguay no produce ni petróleo ni gas pero está apostando mucho por la integración energética que nos permita desarrollar obras de infraestructura que son uno de los principales desafíos que tenemos”, añadió Nin Novoa.

Por su parte, el mandatario colombiano, Álvaro Uribe, precisó al respecto que la Cumbre Sudamericana de Energía, sentaba las bases para “un futuro acuerdo sudamericano en el que se incluirá el tema del petróleo, del gas, de los biocombustibles y de la energía hidroeléctrica”.

Evo Morales, presidente de Bolivia, aprovechó la oportunidad de la cumbre para poder explicar al mandatario brasileño los nuevos contratos petroleros que se firmarán entre los dos países.

Néstor Kirchner, presidente de Argentina, insistió en la necesidad de avanzar en la integración energética regional y puso como ejemplo de ello los actuales acuerdos que Argentina mantiene con Bolivia y Venezuela.

En el otro extremo se encontró la postura de Brasil que muy fue diferente de la que mostraron sus países vecinos pero no fue una actitud nada sorprendente. Luiz Inacio Lula da Silva, defendió en el marco de la cumbre el “incomprendido” etanol, un combustible alternativo a los existentes y muy criticado por frentes tan opuestos como Fidel Castro, el FMI, Hugo Chávez y la compañía petrolera Shell.

El presidente de Brasil promovió la estrategia que desde hace tres décadas ha convertido a su país en una potencia productora de etanol utilizando la caña de azúcar frente a la variante estadounidense, elaborada a base de maíz. Actualmente la producción de este biocombustible se concentra entre Estados Unidos y Brasil ya que juntos fabrican el 70 por ciento del total mundial. Este dato puede pasar muy desapercibido, sin embargo, en la actualidad está creando estrechos vínculos entre Estados Unidos y Brasil ya que ambas potencias han caído en la cuenta de que el bioetanol se presenta como una energía alternativa “muy sugerente” frente al codiciado petróleo.

El asunto de los biocombustibles presentado por Brasil fue el principal motivo de disenso de la cumbre. El presidente Chávez junto a Evo Morales, presidente de Bolivia y Fidel Castro han mostrado en numerosas ocasiones su oposición rotunda a la producción de esta nueva energía.

Por ello han declarado estar en contra de la conversión de productos agrícolas como el maíz o la caña de azúcar en etanol. “Nadie quiere sembrar frijoles sino maíz, pero no para hacer tortillas y pan, sino para vendérselo a Estados Unidos para que haga etanol para sus vehículos, eso es una locura”, exclamó Hugo Chávez la víspera de la cumbre.

Brasil, sin embargo, se defendió diciendo que el problema del mundo es la falta de renta y no la de alimentos. Y que con la producción de biocombustibles no se reducirán las áreas sembradas para la alimentación ni se “derrumbarán árboles de la selva amazónica”.

Las conclusiones:

La cita de Isla Margarita fue en esencia un compendio de buenas intenciones ya formuladas en encuentros anteriores. Pero ante todo, fue una reunión que actuó de contexto para encuentros bilaterales entre Estados vecinos así como de plataforma para los esfuerzos del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de proyectarse como un líder regional. En materia de integración, el único avance significativo al que se llegó en este encuentro fue la sustitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) en la nueva Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Este organismo, constituido como comunidad política y económica de los doce países sudamericanos pasará a contar a partir de ahora con una secretaría ejecutiva permanente en la ciudad ecuatoriana de Quito. Las bases y objetivos de Unasur continuarán siendo los mismos que la de la extinta Comunidad Sudamericana de Naciones y por lo tanto seguirá manteniendo la misma estructura orgánica que vertebraba la CSN.

En el documento final de la cumbre, más bien una declaración de mínimos, los presidentes expresaron su reconocimiento al potencial de los biocombustibles como elemento diversificador de la matriz energética suramericana y decidieron intercambiar experiencias en el futuro para lograr eficiencia en el empleo de esas fuentes alternativas. Pero, cuesta creer que estas tímidas palabras escritas sobre el papel de la Declaración Final, puedan finalmente llevarse a cabo.

Es obvio que Venezuela y sus allegados no van a permitir que una energía alternativa como es el bioetanol sea el sustitutivo de sus imprescindibles fuentes fósiles como son el gas y el petróleo. Los argumentos de estilo populista que dio Chávez en la Cumbre de Margarita se van a repetir una y otra vez con la única finalidad de tratar que los biocombustibles no se acerquen a menos de un metro de su “intocable” petróleo.

A esto hay que añadir además las estrechas relaciones que se empiezan a fraguar entre Brasil y Estados Unidos con el telón de fondo del etanol. Esto provoca que países como Venezuela o Bolivia no vean con buenos ojos este acercamiento y que comiencen a tomar a Brasil como el enemigo traidor de la región que se acerca al gigante norteamericano para hacer sombra a sus países vecinos.

Los países de Suramérica necesitaran muchas más cumbres como la de Margarita antes de que consigan llegar a un consenso visible en materia de integración energética. Para ello deberán dejar de lado las barreras de tipo político e ideológico y algunos de estos países tendrán que comenzar a vislumbrar un mundo en el que convivan todas las posibles fuentes energéticas que nos brinde nuestro planeta.

Carolina Ferreiro Fajardo
Periodista especializada en Relaciones Internacionales

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