jueves, 14 de junio de 2007

La Cuarta Generación de dirigentes chinos

Número 3/Junio-Julio 2007
Jaime Mateu

A la hora de abordar el tema de la cuarta generación de dirigentes chinos, es necesario hacer una pequeña introducción del concepto de generación. La historiografía china tiende a clasificar los gobiernos entorno a dinastías. En la historia de la reciente República Popular China se ha dividido los períodos dependiendo de cual sea el líder que ostenta el poder. Mao desde 1949 hasta su muerte fue el líder de la primera generación e instauró las bases para convertir a China en el paraíso de los trabajadores y realizar el sueño de una sociedad igualitaria.

Tras su muerte, en 1978 Deng Xiaoping lideró la segunda generación con la misión de efectuar las reformas necesarias para sacar a China de un periodo de crisis económica e institucional, aunque en 1989 Jiang Zemin fue elegido para focalizar los esfuerzos para convertirse en el representante de la tercera generación y llevar a China a ser una potencia internacional, la realidad es que Deng Xiaoping mantuvo el poder en la sombra a través de una comisión de líderes veteranos del partido que tenía derecho de veto sobre las medidas tomadas por el Comité Permanente del Politburó hasta su muerte en 1997. Fue en el período que abarca de 1997 a 2002 cuando realmente se puede hablar de una tercera generación.

En el año 2002 la cuarta generación encabezada por Hu Jintao y Wen Jiabao toma el relevo de Jiang Zemin con una nueva prioridad, mantener el desarrollo económico pero acentuar los esfuerzos para conseguir una sociedad cada vez más igualitaria, retomando en cierta medida la retórica maoísta. La llegada de estos dirigentes, ha sido planificada desde los años ochenta de manos de Deng Xiaoping, que con la finalidad de asegurar una transición política estable y pacífica evitaría caer en gerontocracias como las que ocurrieron en la ex URSS, puso en marcha el programa de las cuatro transformaciones con la finalidad de formar los futuros líderes del PCCh.

A lo largo de este artículo desarrollaré cuales han sido las medidas que han permitido que este proceso haya conseguido realizarse. Aunque la designación de los nuevos líderes del gobierno esta predeterminada varias décadas antes, los méritos y logros de estos candidatos eran ampliamente investigados por el Departamento de Organización que fue creado en 1999 bajo la dirección de Zheng Qinghong fiel aliado de Jiang Zemin. Para la realización de este artículo se han consultado los informes “Kaocha Baogao” redactados por comisiones de investigadores del Departamento de Organización a petición del Politburó.

El proceso de selección de candidatos se inicia a principios de los años ochenta con la búsqueda de miembros del partido de aproximadamente cuarenta años, con formación universitaria y experiencia técnica. Esta preparación a lo largo de veinte años permitió la elaboración de círculos de influencia, redes personales de apoyos que se mantendrán hasta la actualidad. Por el contrario, Jiang Zemin no pudo establecer un círculo de alianzas estables entorno a su figura hasta la muerte de Deng Xiaoping, con la excepción del “grupo de Shangai” del cuál era su padrino.

El poder dentro del Comité Permanente del Politburó no esta consolidado en una única facción. Los tres personajes más importantes del nuevo CPPB son Hu Jintao, que acapara los cargos más importantes, Wen Jiabao, por su condición de Primer Ministro tiene la posibilidad de controlar lo asuntos del estado, y Zheng Qinghong, que es el político más hábil a la hora de entrelazar relaciones de alianzas en la sombra y el gran contrapeso del poder de Hu Jintao.

Wen Jiabao es el líder de la facción reformista, tanto en privatización de empresas como en la búsqueda de la igualdad social y el fin de la discriminación de las zonas rurales.

El extremo más conservador son el viceprimer ministro: Huang Ju, el presidente de la CNP, Wu Bangguo y el presidente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, Jia Qinglin. Este sector aboga por salvar las empresas estatales.

Por su parte, Hu Jintao ha conseguido consolidar su poder en el seno de la dirigencia china, preside los más importante organismos de poder y ha promovido, tanto en el poder central como en el provincial, a un gran número de cuadros procedentes de la Liga de Juventudes (principal bastión de su poder). La alianza efectuada con Wen Jiabao le ha permitido reducir el peso político de Zeng Qinghong, su mayor rival dentro del CPPB, el cual ha optado por mantenerse en segunda fila de actuación pero, sin perder las oportunidades que se le brinden para aumentar su núcleo de influencia.

El relevo que ha recibido esta cuarta generación es el de una China próspera, con unos índices de crecimiento económicos cercanos al 10% anual, con toda una comunidad internacional sorprendida, a la vez que preocupada, por el peso creciente del “Gigante Asiático”. Pero la nueva generación encabezada por Hu Jintao y Wen Jiabao ha tomado como emblema la superación de las desigualdades sociales e incentivar una redistribución más igualitaria de las riquezas generadas por el gran crecimiento chino.

Hu Jintao ha tomado la decisión de forjar una imagen propia, muy distinta a la de Jiang Zemin, retomando a las proclamas del desarrollo de las tradiciones revolucionarias del partido y de servicio del pueblo, expresando su sensibilidad en temas como el desempleo, la mejora de las rentas campesinas o la mayor seguridad en los centros de trabajo industriales y las minas que tan rápido han proliferado por el territorio chino sin medidas de seguridad al igual que, efectuando viajes a lugares simbólicos de la tradición maoísta. Hu Jintao ha consolidado su poder de forma paulatina desde su elección como secretario general del Partido Comunista Chino en el año 2002, Presidente del Estado desde 2003 y desde marzo de 2005 presidente de la Comisión Militar Permanente tras la renuncia de Jiang Zemin al cargo.

De esta forma, ya ha consolidado bajo su figura los tres grandes poderes necesarios para dirigir la política china: el partido, el estado y el ejército. La finalidad es poder cohesionar el respeto medioambiental y social con el ritmo de crecimiento económico para así, poder reducir los desequilibrios y preservar la armonía social tan necesaria para que el PCCh mantenga el poder. En palabras del profesor Ye Duchi, de la Escuela Central del Partido, hay que hablar de un “nuevo comienzo”. Desde la implantación de las reformas de Deng Xiaoping el modelo que ha regido la política china es el de dejar que una parte de la sociedad se enriquezca primero con la meta de que progresivamente el resto de la población acceda a niveles de vida superiores.

Con la nueva clase dirigente se intenta invertir dicha tendencia y potenciar la prosperidad común como vínculo central de las relaciones entre las zonas rurales y urbanas. A través de las medidas decretadas en la Asamblea Nacional Popular y las políticas estudiadas en el seno del Politburó intentaré hacer un repaso sobre cuales son las grandes preocupaciones de los nuevos dirigentes chinos al mismo tiempo que intentaré abordar cuales son los problemas de fondo e impedimentos que desbaratan estás políticas igualitarias.

Los principios más destacados de la gestión del gobierno pasan por los temas socio-políticos, las relaciones con Taiwán y el papel de China en el marco internacional. Las primeras medidas tomadas contra los desastres naturales o las eventuales catástrofes que azotan a la población son de índole caritativa. Los altos dirigentes del Partido y del Estado son los primeros en efectuar estos donativos y, son emulados por otros miembros con el afán de mejorar la vida de los afectados aunque estas medidas caritativas no son suficientes para abordar los problemas de la sociedad. A partir de aquí analizaré cuales son los problemas tanto estructurales como coyunturales del desarrollo chino:

Los dos principales problemas a los que se ha tenido que enfrentar Hu Jintao al acceder al poder son la lucha contra la neumonía asiática y la crisis democrática en Hong Kong. Las medidas tomadas en la lucha contra el incidente sanitario le han permitido marcar un estilo propio de política, obligando a dimitir a los principales responsables del caos inicial como son el ministro de sanidad Zhang Wenkang por la falta de información, como haría después con el ministerio de medioambiente por su mala administración de la crisis de Harbin, e impuso una línea de transparencia informativa que en determinados sectores políticos recuerda a las “Glásnost” promovida por Mijail Gorbachov.

Los principales problemas de la sociedad china son los millones de campesinos que se encuentran desfavorecidos y sin tierra con ingresos inferiores a los treinta dólares mensuales y la ausencia de un sistema de bienestar que cubra las ingentes necesidades de una población que no cuenta con los medios necesarios para abordar costes educativos y sanitarios básicos. En palabras del viceministro de salud pública Zhu Qingsheng, en las regiones occidentales de China en torno al 80% de los enfermos mueren en sus hogares por la incapacidad de pagar un médico. El número de clínicas estatales se ha reducido paulatinamente, los equipos son anticuados y los medicamentos son muy escasos.

Muchos campesinos añoran la época maoísta en la que los médicos descalzos promovidos por Mao abarcaron casi la totalidad de la población china, estos médicos aunque tuvieran escasa preparación podían subsanar los problemas sanitarios cotidianos de la vida campesina.

Las reformas económicas han sacado a más de 250 millones de habitantes de los umbrales de la pobreza aunque han disparado los índices de desigualdad social, un 0,5% de la población controla más de la mitad de la riqueza nacional según fuentes de la Academia China de Ciencias Sociales. Dentro del marco de los campesinos sin tierra se encuentra el problema de los trabajadores rurales que están produciendo el mayor éxodo rural acontecido en la historia. Como ejemplo tomaremos la ciudad de Shenzen próxima a Hong Kong que con una historia inferior a los treinta años acumula una población permanente de aproximadamente 1,65 millones de personas mientras que la población inmigrante superaba los diez millones de personas.

Estos movimientos migratorios causan innumerables conflictos sociales con las autoridades de las ciudades que no están capacitadas para absorber este ingente número de desplazados. Según fuentes oficiales el número de protestas aumentaron casi el 20% en el año 2005. Las restricciones al movimiento interno, que esta flexibilizándose en la actualidad, aún son un impedimento para el disfrute de los derechos sociales en las ciudades. En la mayoría de casos al no estar inscritos como ciudadanos no pueden optar a las plazas en las escuelas públicas o a los mecanismos sanitarios generando un aumento de los costes del nivel de vida que llega a ser inaguantable. Desde la llegada de Hu Jintao al poder el Estado esta tramitando procesos para integrar a estos colectivos necesarios para el crecimiento de China y por primera vez el PCCh ha cambiado el discurso de apoyo al empresario e inicia un cierto distanciamiento que le vincula a favorecer y potenciar los derechos de los campesinos.

Los pronósticos a medio plazo muestran que a mediados del siglo XXI un cincuenta por ciento de la población china vivirá en las ciudades, para poder soportar este crecimiento urbanístico desmesurado y no caer en el chabolismo características de las grandes ciudades de los países subdesarrollados se está llevando a cabo una política de construcción de ciudades satélite circundando las grandes metrópolis chinas.

En el ámbito medioambiental son muchos los problemas que afectan al territorio chino, en primer lugar hay una gran deficiencia en el abastecimiento del agua limpia que se suministra para el consumo humano. De las cinco mayores cuencas fluviales, donde vive la tercera parte de la población china, solamente la del río Yangtsé puede suministrar las cantidades de agua necesaria. Las cuencas septentrionales; Huang-He, Hai, Huai y Liao, se caracterizan por la escasez de agua y la utilización cada vez mayor para usos no agrarios o de consumo humano.

De las seiscientas cuarenta mayores ciudades de China, más de trescientas se enfrentan a la escasez de agua, con cien de ellas sufriendo severas restricciones. La mitad de las aldeas chinas no disponen de acceso al agua potable y casi dos tercios no tienen cuarto de baño. El último accidente medioambiental que atravesó las fronteras chinas fue el vertido de una mancha de 80 kilómetros cuadrados de benceno, un producto extremadamente tóxico, que surcaba a cien kilómetros por hora el río Shonghua en la ciudad de Harbin, al noreste de China, generando pánico en la población.

Otro problema a medio plazo en la sociedad china es el envejecimiento progresivo que se esta experimentado debido en gran parte a la política llevada a cabo por el gobierno de un hijo único. Si las estadísticas que miden el crecimiento de población no se equivocan, China será el primer país que alcanzará cotas de envejecimiento de su población antes de convertirse en un país rico, en gran medida porque subir la renta per cápita de una población que rondará los mil quinientos millones de habitantes necesita una defensa de la distribución a ultranza y un desarrollo macroeconómico sin altercados.

Las medidas de reforma promovidas por los nuevos dirigentes chinos se pueden observar en el nuevo plan quinquenal (2006-2010) aprobado en la reunión de la APN, aportará grandes cambios en el desarrollo, acentuando las necesidades en las reformas con la meta de lograr más igualdad. “Hay que corregir algunos de los principales efectos indeseados de la reforma”. Es necesario reducir el número de ciento cincuenta millones de personas que viven con menos de un dólar al día.

Una de las primeras medidas tomadas para favorecer a la población campesina, que actualmente es aproximadamente tres cuartas partes de la población total de china, es la de reducir la gran cantidad de impuestos que afectaban al campo tanto a los productos, transacciones, alquileres y otros impuestos que no repercutían en las arcas del estado sino en los intereses de las elites locales. La reforma ha ido encaminada a aprobar un impuesto agrícola único que aliviará la situación en el campo. La visión oficial del partido es la de crear un “nuevo campo socialista” que tiene ciertos vínculos con la retórica maoísta. La diferencia entre la renta media del campo y la ciudad es de uno a seis.

El Parlamento, en su reunión de marzo del año 2006, rarificó un aumento en los presupuestos del estado del 14,2% para potenciar las mejoras de vida de más de setecientos cincuenta millones de campesinos. En el caso medioambiental y dentro del marco del incipiente aumento de la necesidad de materias energéticas para potenciar el desarrollo industrial y satisfacer las necesidades materiales de una sociedad civil que demanda cada vez más bienes de consumo el PCCh se ha marcado como objetivo la reducción del consumo de energía por unidad de PIB en un 20% en los cinco próximos años
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A modo de conclusión, la consolidación pacífica de la cuarta generación de dirigentes chinos y la toma de conciencia de los problemas reales que podrían poner fin a un crecimiento económico sostenido durante las últimas tres décadas, resuelven dos de los problemas más importantes a los que se enfrenta un régimen comunista: el problema de la sucesión en el poder político y la ignorancia de los problemas reales que atañen a la población. En la actualidad se están desarrollando los mecanismos de elección de la futura quinta generación que tendrá que revelar a la actual cúpula del PCCh a partir del año 2012, cuando los actuales dirigentes alcancen la edad máxima de permanencia en cargos de máxima relevancia.

Jaime Mateu
Licenciado en Historia por la Universidad de Valencia

Bibliografía
Andrew J. Nathan y Bruce Gilley. Los nuevos dirigentes de China. Ediciones Bronce. 2002.
Xulio Rios, China: la agenda de Hu Jintao. Anuario CIP 2006.
Xulio Rios, China: la agenda de Hu Jintao. Anuario CIP 2006.
Xulio Rios, China: Sesión anual del parlamento chino: de vuelta al campo. 2006
Xulio Rios, China: el segundo gran ajuste de la reforma. AIS 2006.
Xulio Rios, China: el segundo gran ajuste de la reforma. AIS 2006.

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