sábado, 14 de abril de 2007

La reforma del campo chino: una perspectiva bancaria

Número 2 / Abril-Mayo de 2007
Manuel Silva

El crecimiento real del PIB chino alcanzó el 10,5% en 2006. China crece, China acumula reservas, China es el socio comercial que provee a las grandes superficies de los países desarrollados a la vez que ejerce su diplomacia comercial con el mundo en desarrollo.

Todas estas consideraciones son ya de sentido común en el debate económico contemporáneo – y es el escaparate que Beijing quiere ofrecerle al mundo. Sin embargo, a escasos kilómetros de los grandes aeropuertos, de los rascacielos y de los neones está un mundo rural que a duras penas consigue librarse de décadas de colectivización, y que observa el auge del Imperio del Medio desde detrás del escaparate, sin sentirse participe de él.

150 millones de chinos vivían en 2005 con menos de un dólar americano al día; pero los pobres se concentran sobre todo en el medio rural. Los agricultores, las dos terceras partes de los más de 1.300 millones de habitantes del país, disponen de una renta anual media de 360 euros, tres veces menos que sus conciudadanos urbanos. En lo cualitativo también, el medio rural carece de medios sanitarios y educativos suficientes.

No se puede decir sin embargo que la política económica china no se haya interesado por el medio rural. Mao Zedong se encontró con un país puramente agrario, y las primeras medidas tras la proclamación de la República Popular en 1949 se centraron en incrementar el producto agrario y en crear una red industriosa que mejorase la calidad de vida y fijase la población ante al temido éxodo rural, en un contexto de natalidad boyante. Sus sucesores, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y ahora Hu Jintao, prosiguieron este espíritu reformista. Entre 1981 y 2000, estas reformas ayudaron a más de 400 millones de personas a salir de la pobreza en todo el país.

Sin embargo, desde la apertura comercial a finales de los años 1970, si el crecimiento del mundo rural ha sido constante, las urbes han prosperado de forma exponencial. Tanto es así que las desigualdades en rentas, medidas por el índice de Gini, se han incrementado del 28% en 1981 hasta el 41% en 2005. Una tendencia que no ha alarmado al Gobierno de Beijing hasta hace poco.

Y es que el mundo rural chino ha permanecido relativamente silencioso frente al deterioro comparativo de su bienestar. Sin embargo, de unos años a esta parte, la prensa de Hong Kong, la voz más crítica del sistema, se hace eco de un número creciente de protestas. Mientras que la economía privada hace florecer las urbes, la corrupción y el inmovilismo de las autoridades sigue empobreciendo a la clase rural, haciendo revivir más los fantasmas de la burocracia de antaño que las ansias de prosperidad de la época de la apertura comercial. No hay duda de la alta correlación entre lo ajenos al tan sonado milagro económico que se sienten los agricultores y el número de revueltas (“incidentes de masas”, según la terminología oficial) que protagonizan – entre 20 y 25.000 el año pasado.

Es difícil enumerar todos los factores que han llevado a tanta disparidad de crecimiento entre el campo y las ciudades. Sin duda los factores políticos juegan un importante papel; sin duda todo desarrollo económico es una secuencia de elecciones políticas, y en esta historia, al campo le ha tocado ceder. En este sentido, la senda de desarrollo en China no dista mucho de la recorrida por alguno de sus vecinos asiáticos.

También hay factores económicos. Las cuantiosas inversiones del Gobierno han servido más a mantener un entramado de empresas improductivas que a aumentar la productividad de las actividades del campo. El factor sobre el que queremos llamar aquí la atención es aún más palpable: en el mundo rural chino escasean intermediarios financieros que canalicen el ahorro y lo destinen a financiar actividades productivas rentables.

Según un estudio del Banco Mundial de 2004 existe una fuerte correlación entre el desarrollo de la intermediación financiera y la reducción de las desigualdades. Aún es más: el desarrollo financiero conduce a la reducción de la pobreza extrema y de las desigualdades entre los más ricos y los más pobres. Nos encontramos en China en el caso opuesto: la ausencia del desarrollo bancario rural aumenta y consolida estas diferencias de renta, convirtiendo la pobreza en una lacra estructural.

Mientras que los bancos grandes y los medianos (los denominados joint stock commercial banks), con una gestión más eficiente y privada, se aferran en consolidar sus mercados urbanos, el mundo rural chino carece de una red de servicios bancarios eficientes, adaptada y con una complejidad suficiente como para atender las necesidades de sus clientes.

A los rurales sólo prestan servicio los grandes bancos de Estado, minados, como en el caso del Agricultural Bank of China, por deficientes sistemas de gestión y altas tasas de mora. También prestan servicio más de 33.000 cooperativas de crédito locales, sin escala suficiente para ofrecer productos sofisticados y con procesos de concesión de créditos muy enturbiados por sus relaciones y compromisos con las autoridades locales. Así, el mundo rural chino concentra las dos terceras partes de la población pero sólo alberga la sexta parte de las sucursales bancarias a pesar de su diseminación geográfica.

Por la pobreza y difícil bancarización de su población, el campo chino sólo constituía en 2005 el 15% de los préstamos y depósitos del sistema; también es significativo que los urbanos reciban diez veces más créditos que los rurales. Así, la capacidad industriosa de la sociedad rural se ve absolutamente limitada a su capacidad económica, sin posibilidades de financiar externamente sus ansias de prosperidad.

La reforma del sector bancario chino ha sido una de las grandes preocupaciones del Nuevo Plan Quinquenal del Gobierno para la Reforma del Sector Financiero (2007-2012), presentado por las altas autoridades del Partido en Noviembre 2006. Su leitmotiv: la promoción de un “nuevo medio rural socialista”. La tarea, sin embargo, se antoja ardua: el medio rural está muy atrasado en cuanto a niveles de inversión, densidad de red de oficinas, desarrollo y profundidad del negocio, gestión y calidad del personal bancario, según declaraciones recientes de Tang Shuangning, vicepresidente de la China Banking Regulatory Commission, el regulador bancario chino. Se necesitará, según Tang, entre 1.500 y 2.000 millones de euros para modernizar el campo chino de hoy a 2020, tarea imposible sin un sector bancario adecuado que canalice de forma eficiente las inversiones públicas y privadas.

Con este fin, China quiere fomentar una serie de líneas de acción, entre las que destaca el desarrollo de las microfinanzas. En efecto, este tipo de intermediación bancaria parece adecuado para garantizar la reducción de la pobreza y llevar los servicios bancarios al mayor número posible de agricultores, en particular a aquellos que por su escasa renta quedan fuera de los canales bancarios convencionales.

Las microfinanzas se basan en principios sencillos. Suponen la concesión de pequeños créditos a tipos de interés reducidos a la población más pobre, que en general no puede aportar garantía frente al préstamo. Tras varias décadas de vida, han probado su eficiencia.

Se demuestra, por ejemplo, que es más eficiente financiar una actividad económica mediante la concesión de un crédito que mediante una subvención pública: en efecto, la racionalidad en el uso del monto prestado aumenta el uso cuando el prestamista ve asociada a su actividad la responsabilidad y el riesgo de un repago. Asimismo, la concesión de microcréditos presupone un excelente conocimiento de mercado por parte de las partes: el crédito suele destinarse a negocios maduros, con escasa innovación – compra de elementos productivos básicos (máquina, animal, semilla) – lo cual disminuye el riesgo de impago. Así, no es de extrañar que las tasas de mora en este tipo de créditos sean extremadamente bajas, lo cual facilita la gestión y crecimiento de este tipo de instituciones.

De la misma forma, parece que estos nuevos productos financieros alcanzan su objetivo social de reducción de la pobreza extrema y desarrollo sostenible a largo plazo. Los especialistas en microfinanzas señalan que un crédito de cien euros puede cambiarle la vida a una familia; llevado a escala de una comunidad, puede transformarla y aumentar considerablemente su nivel de bienestar.

El modelo ha sido efectivo en muchos mercados con características similares a las del mundo rural chino. Las instituciones dedicadas a las microfinanzas han funcionado bien en países latinoamericanos, donde la pobreza y la marginación geográfica alejaban a ciertos núcleos de población de los canales bancarios tradicionales. Más cerca tal vez, y más sonado, es el éxito de esta actividad en la India o en Bangladesh, promovido en este último caso por Grameen Bank desde 1976. Su fundador, Muhammed Yunus, recibió recientemente el Premio Nobel de Economía por este motivo.

Todos estos casos tienen similitudes con China, como por ejemplo el reducido tamaño y poca productividad de las explotaciones agrarias, poblaciones aisladas geográficamente, ya sea por distancias excesivas a centros urbanos con masa crítica o por condiciones geográficas extremas, o redes informales fuertes (estructuras de clanes y familiares).

Sin embargo, el desarrollo de las microfinanzas en China ha sido más tardío: en 1994, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) inició esta actividad con ayuda del China Internacional Center for Economic and Technical Exchange (CICETE) estableciendo Asociaciones de Desarrollo Rural en la provincia sureña de Yunnan. A fecha de hoy, el PNUD ha invertido alrededor de 16 millones de EUR en conceder microcréditos a unos 300.000 chinos. Las microfinanzas chinas se encuentran por tanto en estado embrionario.

Desde hace poco el discurso político vuelve a darle relevancia al medio rural, a la ecología y al desarrollo sostenible. La reforma del sector rural en China, que las medidas adoptadas durante la V Sesión Plenaria del X Congreso Nacional Popular celebrada en Marzo 2007, están acelerando, combina medidas intervencionistas y normativas con medidas destinadas a fomentar y mejorar los mecanismos de mercado en la economía rural.

Esta combinación de intervencionismo y liberalismo tiene por objetivo acercar al campo los logros que han hecho prosperar las ciudades, así como garantizar un crecimiento harmonioso mediante la oportuna redistribución pública.

Entre las medidas de corte intervencionista anunciadas está un aumento del 15% de los fondos destinados a asegurar condiciones de vida mínimas a los agricultores, enseñanza gratuita hasta los 15 años y un aumento del 87% del presupuesto sanitario. Previamente, Hu reformó a finales de 2005 el antiquísimo sistema impositivo rural, cuyos abusos e inequidad constituyeron en repetidas ocasiones motivo de revueltas.

Hu también ha introducido mejoras en los mecanismos de mercado que actúan sobre la economía agraria. Utilizando una imagen de Adam Smith, cabe decir que China quiere promover más la actuación de la mano invisible del mercado, tras años de acción de la mano visible del Gobierno en la asignación de recursos. Una medida esencial en este sentido es la regulación de la propiedad privada, aprobada recientemente. Esta ley permite a los agricultores poseer sus parcelas.

El Gobierno teme que, sin control, los especuladores se hagan con las tierras de los agricultores, que pasarían a engrosar los flujos de emigración ilegal hacia las ciudades. Por eso, el Gobierno fomenta al mismo tiempo la creación de cooperativas que puedan salvaguardar los intereses agrarios frente al capital, así como, al mismo tiempo, incrementar la productividad por un uso más eficiente de los recursos así colectivizados. En suma, esta combinación de sentido de propiedad y creación de estructuras supra-individuales debería llevar a ciertos avances en la creación del “nuevo medio rural socialista”.

Asimismo, otro foco de acción del Gobierno reside en la modernización de las finanzas rurales. Distingamos entre tres tipos de intermediarios financieros: las instituciones formales (bancos rurales y cooperativas de crédito), las semiformales (ONGs) y las informales (e.g. pequeños agentes locales que actúan sin supervisión directa del regulador: prestamistas, pequeños comerciantes,...). Hoy por hoy, y debido a las insuficiencias de los agentes formales, los agricultores suelen acudir a prestamistas ilegales para más del 50% de sus necesidades de financiación externa.

El Gobierno chino está intentando racionalizar este mercado, impulsando las estructuras formales, controlando las informales, y limitando la actuación de las ONGs, la mayoría extranjeras y que, por motivos legales, sólo han podido llevar a cabo hasta ahora labores de consultoría a entidades locales. Esta estrategia tiene claros tintes históricos que tienen mucho que ver con el trauma fundamental del poder chino frente a la interferencia de extranjeros en la gestión del país.

Por el lado de las estructuras formales, el plan del Gobierno supone la transformación en bancos comerciales del Agricultural Bank of China, del Agricultural Development Bank of China y de las cooperativas rurales de crédito, así como la creación de un banco postal, heredero del antiguo sistema de depósitos en sucursales todavía vigente. Se espera que en cinco o diez años estas instituciones sean instituciones modernas. En este esquema, la concesión de créditos a los tramos más pobre de la población corre a cargo del Agricultural Development Bank of China.

Este plan se ha materializado ya en medidas concretas: el 27 de Febrero 2007 se crearon los primeros bancos de pueblo en las provincias de Sichuan, Qinghai y Jilin tras el establecimiento, a finales de 2006, de requisitos legales favorables a la constitución de bancos rurales.

El Banco Asiático de Desarrollo de hecho aconseja incrementar este tipo de estructuras por los beneficios que previsiblemente pueden generar. Asimismo, el 2 de Marzo 2007, el Banco Popular de China, banco central del país, destinó más de 500 millones de euros a refinanciar las cooperativas rurales de crédito. Por último, el banco postal al que antes hacíamos referencia opera desde el 19 de Marzo 2007 y cuenta con una de las mayores redes de oficinas del país – la de las oficinas de correos.

Además de estas medidas que utilizan canales financieros formales, el Gobierno Central está tratando de movilizar a la clase industriosa local para que otorgue pequeños créditos a sus conciudadanos. Así, a finales de 2005, se establecieron proyectos piloto en las provincias de Shanxi, Guizhou, Sichuan, Shaanxi y Mongolia Interior por los que promotores locales adinerados otorgaban microcréditos garantizados por terceros. Este tipo de experimentos vienen a suplir las deficiencias de los canales formales a la hora de abarcar la totalidad de la población, y se fundamentan en el excelente conocimiento de mercado de estos empresarios locales.

Parecen estar dando sus frutos: sirva de ejemplo que los dos proyectos más antiguos de China, en la provincia de Shaanxi, han otorgado 6,5 millones de euros en préstamos, con mora nula, a lo largo de su primer año de vida.

Así, según Bai Chengyu, Secretario General de la Asociación China para las Microfinanzas, las microfinanzas van a experimentar tras diez años de vida en el país un cambio radical gracias a este impulso gubernamental, dejando de ser experimentales para alcanzar una escala más amplia.

Asimismo, según los expertos, la inclusión del sector privado servirá para garantizar su sostenibilidad financiera a largo plazo mediante una mejora de los mecanismos de gestión. De tener éxito esta iniciativa, tal vez se consiga aliviar a medio plazo el retraso histórico del medio rural, consolidado desde la apertura comercial de China, y sacar de la pobreza a muchos agricultores del país. De ser así, la revolución tendría un alcance mundial: China sigue albergando hoy al 18% de los pobres del mundo.

Manuel Silva Martínez
Diplomado por Institut d´Études Politiques de Paris (Sciences Po), especialista en Gobierno Económico y Economía China

Fuentes:
- China Foundation for Poverty Alleviation (http://www.cfpa.org.cn)
- Programa de Microfinanzas del Banco de Desarrollo Asiático (http://www.adb.org/Microfinance/)
- Banco Mundial, datos sobre China
- National Development and Reform Commission (http://www.ndrc.gov.cn)
- Beck, Thorsten, Asli Demirguc-Kunt, and Ross Levine , 2004,“Finance, Inequality, and Poverty: Cross-Country Evidence,” NBER Working Paper No. 10979 (Cambridge
- Massachussetts: MIT Press)

Artículos de prensa:
- “China to accelerate rural financial reforms”, Xinhua, July 30, 2006.
-“Beijing Invokes FDR's New Deal”, Newsweek March 26th, 2007
-“Microfinance in China: Growth and Struggle”, published: May 10, 2006 in Knowledge@Wharton
-China Daily, “China pushes rural banking to stimulate jobs”, 2007-02-19
-Le Monde, « Chine : Une « société harmonieuse » sans les paysans ? », 17/03/2007

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