sábado, 14 de abril de 2007

Kerala, una nueva forma de gestionar lo público

Número 2/ Abril-Mayo de 2007
Beatriz Velasco

En los últimos tiempos ha comenzado a crecer una preocupación por la crisis de la democracia occidental reflejada en la caída de la participación ciudadana en las jornadas electorales. Esto es debido a la falta de credibilidad de la población en el propio sistema estatal.

Por ello, se empieza a observar la aparición de nuevas formas de democracia en países como Brasil o Colombia, pero en concreto quiero destacar la experiencia de un país al sudoeste de la India: KERALA.

Kerala es un estado con el primer gobierno comunista en la India capitalista, que se halla entre los montes de Ghats Occidentales, la costa de Malabar y el mar Lakshadweep, con una anchura máxima de 120 Km. La población Keralí tiene el mejor sistema educativo de primaria y secundaria en toda la India, su porcentaje de alfabetización es el más alto y la distribución de tierras es más equitativa que en cualquier otra parte de la India.

En su historia, el aislamiento geográfico proporcionado por los Ghats, previno a Kerala de las invasiones masivas extranjeras, pero por otro lado, el Mar Arábigo le abrió las puertas al comercio con Europa y Oriente Medio, de hecho se cuenta con evidencias muy remotas de transacciones comerciales con árabes y portugueses. Posteriormente en los siglos XVI y XVII, Ingleses y Holandeses establecieron colonias y abrieron puertos en lugares como Cranganore, Quilon, Alleppey, Cannanore, y Cochín, la mayoría de los cuales, excepto Cochín, fueron relegados luego a segundo término al abrirse otras rutas comerciales que permitían más facilidades de transporte interior, como Bombay.

Kerala Model

Desde los años 70, algunas organizaciones internacionales como la UNESCO, UNICEF, PNUD o el Banco Mundial empezaron a fijarse en lo que se denominó el “Kerala Model”, por los logros sociales y de desarrollo conseguidos en este Estado. Una experiencia que combina la inserción al mercado con la priorización de los procesos democratizadores, la participación social y una distribución más equitativa de la renta. Kerala, aunque aún tiene unos indicadores económicos por debajo del promedio de la India en cambio, tiene los mejores indicadores de salud, educación y niveles de vida de todo el país.

El secreto que muchos autores aluden para explicar el fenómeno de Kerala es la movilización social. Sus orígenes se sitúan en los años 20 y 40, con los movimientos de reforma del sistema de castas y algunas revueltas puntuales, que cristalizaron en un movimiento de clases populares bajo la protección del partido comunista CPI (M), que ascendió al poder en 1957. En los años 40, el CPI(M) lideró el movimiento independentista, en los 50 y 60 luchó por los derechos de los campesinos más pobres, en los 70 habiendo perdido el apoyo de los beneficiarios de la reforma agraria, defendió la causa de los trabajadores sin tierra y en los 80, emprendió una campaña de sindicación de los trabajadores del sector informal.

Y es sobre esta base social sobre la que se ha fortalecido el Partido Comunista Indio Marxista, cuando se hace cargo de las peticiones de la sociedad civil y apoya las reformas institucionales para beneficio de las clases más bajas. El líder histórico del partido fue E.M.S. Nambudiripap, ministro de Kerala, y primer representante comunista en el mundo elegido en las urnas, considerado un gran teórico marxista indio, aunque a veces cuestionado por ofrecer unas ideas un tanto occidentales.

Las principales innovaciones sociales se remontan a los años 70 con las reformas agrarias, años en los que hace aparición una ONG, KSSP (Kerala Sastra Sahithya Parishad) más conocida como el Movimiento de la Ciencia Popular, que fue la que inició la alfabetización del estado en 1991.

El CPI llega al poder en 1996 de la mano de otros partidos de izquierdas (LDF –Left Democratics Front-) y con el apoyo de diferentes ONG e instituciones sociales comienza a delegar el poder de decisión en la población. Por ejemplo, la partida presupuestaria que Kerala recibe del estado central indio para proyectos de desarrollo, lo que se llamó Campaña de Planificación Popular. Pero también en otros planos del panorama económico, ético o político.

Por medio de la demanda de reducción de las diferencias sociales a través del fortalecimiento de las economías locales y controlando la producción local, introduciendo cambios en el concepto de desarrollo no como algo meramente económico sino en términos de progreso humano, abogando por una participación democrática más real…

Se trata de una forma de democracia participativa, esto es, de un método de complementariedad entre la representación tradicional (Ejecutivo y Legislativo) y de formas de participación directa de la población que no obstante requieren, en su dinámica operacional, de instrumentos de representación política

En Kerala se intenta llevar a la práctica esta fórmula, a través de estructuras que tratan de recuperar la soberanía de la base social en el plano político, al tiempo que impulsan un desarrollo económico, basado en una economía social alternativa al sistema dominante, y con capacidad de resistir los efectos de la economía capitalista, para conseguir con ello, un cambio de estilo ético–ideológico, alternativo al modelo de desarrollo impuesto por la globalización hegemónica.

En su capital, Trivandrum, es significativo ver cómo se instalan alrededor del Parlamento del Estado diversos grupos de ciudadanos demandando respuestas y soluciones a situaciones específicas, en tenderetes y con pancartas escritas en Malayalam, su lengua oficial, en lugar de recurrir, como sucede en otros Estados Indios, a prácticas como la mendicidad o la resignación, lo que sugiere un grado de conciencia sobre la necesidad de que los problemas sociales deben ser solucionados por los poderes públicos.

En los pequeños pueblos, en los que se implementan los diversos programas que conforman el Campañas de Planificación Popular, se respira un aire de seguridad y de orgullo por parte de los vecinos y los representantes de los Gramas Panchayat (órgano de representación en las aldeas) cuando nos muestran las obras que se han realizado: escuelas de pintura, música y aulas de informática, piscinas, remodelación de la estación de autobuses, todo público y para disfrute de los vecinos.

Además, nos muestran los productos (jabones, paraguas, lámparas, camisas, o saris), que a través de los micro–créditos para los Grupos de Autoayuda, fabrican pequeñas empresas de mujeres, generando una economía a escala local que ayuda a combatir las situaciones de desempleo y pobreza que atraviesa en general a todo el país.

Este modelo choca con lo que ha sido el desarrollo en nuestras sociedades occidentales, en las que los cambios han surgido de la burguesía, con un sistema de alternancia en el poder basado en las supuestas elecciones libres que argumentan un estado intervencionista y burocrático, inaccesible a la realidad de los ciudadanos que van perdiendo su confianza en el buen hacer y la capacidad de sus políticos.

Donde se respira un ambiente de inestabilidad, pero en el que el movimiento social es muy escaso. Deberíamos aprender de estas experiencias en las que lo realmente importante no es el aumento del consumo y con ello de los marcadores macroeconómicos, sino que lo relevante es el desarrollo humano y social, donde nuestros líderes se preocupen por disminuir las diferencias sociales, aumentar la alfabetización en todas las clases sociales, así como la mejora de la sanidad y el derecho a una vivienda digna.

En conclusión, lo que es necesario para que todo el mundo pueda optar a vivir de una manera sostenible, y no porque unos pocos tengan cosas totalmente innecesarias, se desperdicien los recursos y acabemos con el mundo, tanto desde un punto de vista ecológico como moral. Es lo que Heller denomina “desarrollo con rostro humano”.

Existen informes de la ONU que ya reconocen la importancia de tener especialmente en cuenta el espacio del mercado, no solo en términos de resultados operacionales y de generación de ingresos para los sectores pobres, sino como base de la relación entre las instancias públicas que gestionan dichos ingresos en programas para los sectores más marginados que se benefician de estos resultados .

El neoliberalismo que rige hoy el mundo globalizado apuesta por un debilitamiento del Estado a favor del desarrollo de la iniciativa privada. Considero que el estado es necesario para llevar a cabo esta labor de campañas sociales, de gestión de lo público de una manera más eficaz que la privatización del estado, que solo tiene como objetivo la máxima del beneficio.

El estado ha de estar al servicio de los ciudadanos y no a la inversa. Por ello, la forma más idónea es la localización de la gestión como ocurre en Kerala, en el que los propios individuos tienen la capacidad de participar y tomar decisiones de gestión para mejorar su calidad de vida.

Beatriz Velasco
Periodista especializada en Relaciones Internacionales

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