domingo, 15 de abril de 2007

Irán o como sobrevivir a Occidente

Número 2/ Abril-Mayo 2007
Naiara Cáliz

Nadie diría que la química iba a ocasionar tanto ajetreo entre los mandatarios mundiales. Nadie diría que el uranio se convertiría en una noticia de alcance y a nadie se le ocurriría decir que prefieren que una parte de la población se siga endeudando por no poder generar su propia energía.

Por una parte, las exigencias del gobierno iraní de ejercer su derecho a enriquecer uranio con fines civiles, es decir, este proceso permite fabricar combustible para las plantas que generan electricidad. Por la otra, las instituciones que a través del Organismo Internacional de la Energía Atómica mantienen que Irán enriquece uranio con fines militares, opinan que de esta manera puede crear una bomba nuclear.

Desde que el 11 de septiembre de 2001 las torres más famosas del mundo fueran derribadas por radicales islamistas, ciertos países pasaron a formar parte del llamado eje del mal, países que se convirtieron de la noche a la mañana en los peores enemigos de los Estados Unidos. El gobierno de Bush se encargó de señalar con el dedo a países como Afganistán o Irak, ambos están sufriendo las consecuencias de la ira estadounidense, sin que se haya probado la veracidad de los hechos.

Irán se mostró favorable a sus países vecinos lo cual repercutió visiblemente en contra a los intereses de Estados Unidos en la zona. Hablamos del petróleo, por supuesto. Y así, se introdujo él solo en el eje del mal. No hizo falta más que lanzar una supuesta sospecha, fundamentada en la nada y que puso en alerta al resto de Occidente. De hecho, al cierre de esta edición, los servicios de espionaje israelíes han alertado de un posible ataque inminente en el país, ya que las fuerzas norteamericanas han desplegados sus tropas de igual manera que lo hicieran en los días previos al ataque en Irak.

Entre todos estos hechos, no hay que pasar por alto el hecho de que Irán es miembro del Tratado de No Proliferación, documento de las Naciones Unidas por el cual los países miembro no pueden hacer uso de la tecnología nuclear a no ser que sea con fine civiles. Existen muchos casos en los que el OIEA ayuda a países a aplicar estas tecnologías para fomentar su desarrollo en campos como la medicina, agricultura, industria y protección del medioambiente.

Diversos estudios de campo hechos por inspectores del OIEA han confirmado que efectivamente se enriquece uranio en la zona, pero, no se ha podido demostrar, y es a lo que se atiene Ahmadineyad que sea con los fines que pretenden. Además, algunos informes oficiales y que se publicaron en el New York Times afirmaron que el proceso que se lleva a cabo sólo genera un 10% de la energía con lo cual se tardarían años, concretamente señalaron el 2020, en poder crear tal cantidad de uranio enriquecido que pudiera conformarse la bomba atómica. A esto de aferra el gobierno iraní, pero como veremos a continuación el conflicto viene de hace mucho tiempo atrás.

El comienzo de todo

En diciembre del 2002, se tomaron por satélite unas fotos que ponían en evidencia la existencia de dos centrales nucleares hasta el momento desconocidas, situadas en Natanz y Arak. El por aquel entonces presidente de Irán, Mohamed Jatamí aseguró que su país iba a empezar a producir su propio combustible nuclear para su programa atómico civil. Inspectores del OIEA se desplazaron hasta la zona para comprobar las instalaciones y confirmar que todo se hallaba bajo el control que pretendían.

En junio del año siguiente empezaron las críticas hacia Irán. El presidente del OIEA, Mohamed El Baradei afirmaba que el país estaba violando los acuerdos del Tratado de No Proliferación (TNP) ya que mantenía oculto una parte de su programa nuclear. Se inicia la redacción de un Protocolo Adicional del TNP, que suscriben en octubre de 2003. Un mes más tarde, Irán confirma lo que todos sospechaban, que efectivamente había producido uranio altamente enriquecido, lo suficiente como para crear bombas nucleares pero se excusa afirmando que no existen pruebas que indiquen que quiera construir la bomba atómica.

En 2004, cuando Estados Unidos ya había invadido Afganistán y la guerra de Irak era ya un hecho más que consumado Irán se erige en el punto de mira de los norteamericanos. Exigen al OIEA que le apliquen sanciones a Irán por la amenaza que pueda suponer su programa nuclear para Occidente. A esta llamada de precaución se une el UE-3 (Francia, Gran Bretaña y Alemania). Estos últimos consiguen que el régimen de Teherán suspenda durante el proceso de negociación todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento de uranio.

Una vez más Occidente mandaba y Oriente acataba. Pero fue en 2005 cuando el asunto tomó el cariz que ahora conocemos. Las elecciones presidenciales supusieron la entrada en un círculo vicioso en el que pasados tres años aún no se ha conseguido salir. En un discurso electoral Mohamed Jatamí anuncia que pondrá en funcionamiento la central de Isfahán para continuar con el enriquecimiento de uranio. Los estados europeos se alzan en su contra y Tony Blair amenaza con que acudirá al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas si esto ocurre.

El régimen de Teherán da un vuelco al ganar las elecciones, en junio de 2005, Mahmud Ahmadineyad. Su carácter más radical hace mella en la población que se vuelca en las calles de la capital iraní para hacerse escuchar. Irán reitera en diversas ocasiones su derecho inalienable para desarrollar un plan nuclear con fines pacíficos. Y en agosto anuncia que va a poner en funcionamiento al central de Izaban y rechaza como inaceptable el plan de incentivos económicos propuesto por la UE-3, que siempre han visto la solución con un cariz económico y no han sabido enfrentarse a la situación social.

Pese a las presiones internacionales, Ahmadineyad toma la decisión de abrir una nueva central en el suroeste del país, un cinco de diciembre y diez días más tarde Washington ya le acusaba de esconder tras el programa nuclear civil la intención de desarrollar bombas atómicas. En esta diatriba también hacen referencia a Irak, al resistirse más de lo que ellos pensaban, acusan a Teherán de ser una fuerza desestabilizadora en el país vecino. Pruebas sin fundamento y cargadas de una ira que fortalecía a la población norteamericana.

A principios de 2006, Irán rompe los precintos de tres instalaciones nucleares pero jamás negó la entrada de los inspectores para que pudieran hacer informes sobre lo que allí se realizaba. Una amenaza de la Unión Europea pone alerta a Ahmadineyad, querían llevarlo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Éste conminó con prohibir la entrada de los inspectores en los recintos atómicos y ante las amenazas, Gran Bretaña advirtió la posibilidad de considerar posible sanciones si Teherán desafía a la diplomacia internacional.

Uno de los grandes lobby norteamericanos, Israel, entra en el conflicto a raíz de unas declaraciones en las que incide en que preparará una ofensiva militar para invadir Irán si la diplomacia fracasa en persuadir a Teherán de su programa nuclear.

Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, Estados Unidos, China, Francia y Reino Unido, más la Unión Europea acuerdan enviar el informe iraní del OIEA a las Naciones Unidas. Finalmente lo hacen y el 4 de febrero Irán anuncia que limitará la entrada de los inspectores y reanudará a pleno rendimiento su programa de enriquecimiento de uranio. Irán rompía de esta manera con el OIEA y el 14 de febrero conforma la reactivación de su programa en la planta de Natanz.

“Irán es el banco central del terrorismo”

A pesar de esta vuelta de tuerca, Rusia sabe que no puede abastecerse de energía suficiente tan fácilmente e intenta acordar con Irán el enriquecimiento de uranio en territorio ruso para abastecer a las centrales nucleares iraníes. Saben que de esta forma se pueden aplacar los ánimos internacionales. Pero lejos de ver esta opción, Estados Unidos y la Unión Europea no confían en que algo merme en las aspiraciones de Teherán e intentan por todos los medios que se rompa un posible acuerdo. Aunque Irán finalmente rechazó la propuesta rusa, China se unió al Kremlin para continuar las negociaciones, no sin culpar a Estados Unidos de perjudicar el diálogo entre las potencias.

Estado Unidos se mantiene firme en su propósito en no permitir que Irán lleve a cabo su programa y es en este momento donde se recrudecen las afirmaciones norteamericanas de que el país es el primer estado promotor del terrorismo. Condoleezza Rice lo calificó de “banco central del terrorismo”, además de “estado problemático”. Irán accede a hablar con Estados Unidos, sin embargo, la Casa Blanca se apresuró en señalar que no tratarían de paliar el efecto nuclear sino que lo que pretendían era buscar que Teherán pusiera fin a su ingerencia en Irak.

En marzo el Consejo de Seguridad de las ONU emite un ultimátum en el que exige a Irán una “completa y sostenida suspensión” de su programa nuclear. Lejos de amilanarse Tejerán declaró que había realizado la segunda prueba exitosa de un torpedo ultraveloz capaz de hundir grandes buques de guerra y submarinos. Inmediatamente, un grupo de inspectores del OIEA se desplazaron hasta Irán para confirmar tales amenazas. Después de un tiempo de trabajo, en abril, El Baradei manifestó que no habían podido comprobar si el país había enriquecido uranio con fines militares.

A pesar de que Estados Unidos ya pensaba en la ofensiva militar para disuadir a Irán de sus propósitos, legisladores demócratas y republicanos estadounidenses coincidían en que antes de considerar la opción militar había que agotar las conversaciones directas y otras tácticas para convencer a Irán en torno a su polémico programa militar. George W. Bush, afirmó por entonces que “todas las opciones están sobre la mesa”.

Irán se mofó de las opciones militares con las que le amenazaba Estados Unidos y el Consejo de Seguridad baraja la posibilidad de imponer sanciones económicas al país. Rusia sabe que sólo con demostrar que Irán está buscando bombas atómicas ya sería suficiente para que el Consejo impusiera tales sanciones. De esta manera se consiguió que Irán paralizara el enriquecimiento de uranio a favor de Rusia que paso a generarlo para pasarlo a Irán.

Aunque este pequeño espacio temporal sirvió para aplacar los ánimos, no detuvo las aspiraciones de Mahmud Ahmadineyad, que en su afán de ser más y más poderoso volvió a retomar el enriquecimiento de uranio, afirmando que lo que le producía Rusia no era suficiente para elaborar un plan nuclear de carácter civil.

El consejo de Seguridad ha impuesto en el último medio año sanciones económicas a Irán, ha impedido que pudiera negociar económicamente con otros países, influyendo de manera muy negativa sobre la economía del país, ya que los empresarios iraníes tienen vetado el mercado internacional. Este hecho es como un juego de fuerza para Ahmadineyad que ha prohibido la entrada en su país a inspectores del OIEA y mira con celo las posibles relaciones que se puedan establecer con Occidente.

Hace unas semanas, detenía y secuestraba a 15 marines ingleses por estar navegando en aguas iraníes. Gran Bretaña afirma que navegaban en aguas internacionales pero pasado este tiempo, no han conseguido establecer un acuerdo y si bien, nunca se ha manifestado la intención de acabar con sus vidas, bien podrían tenerlos retenidos hasta que se paralicen los rumores sobre la posible intervención militar de Estados Unidos. Podría tratarse de un acto que constituya una seguridad para el país, ante el cariz que ha tomado el asunto. Una posible intervención militar por parte de Estados Unidos siempre tiene consecuencias desastrosas y ellos ya lo vivieron con la Guerra del Golfo Pérsico de 1992 y no son ajenos a lo que ocurre en el país vecino, Irak, que tres años después de una intervención norteamericana se ha inmerso en una cruenta guerra civil.

La fuerza todo lo puede

Con estas perspectivas no podemos ser halagüeños y cabe intuir que Estados Unidos, como siempre, hará lo que tiene que hacer, librarnos de todo mal. Sin embargo tras todos estos acontecimientos antes expuestos se puede vislumbrar un hecho casi imperceptible. ¿Qué intereses pueden tener las potencias occidentales, más concretamente Estados Unidos, en deshacerse de una potencia que les podría ayudar en caso de fuerza mayor? Hablar de petróleo sería lo lógico, pero ¿y si este conflicto esconde una posible decisión norteamericana de querer excluir a todos los países de la fabricación de la bomba atómica? ¿Y si lo que quieren es ser la única potencia capaz de tenerla y poder hacer uso de ella? Aunque parezca descabellado, excluir de manera tácita a los países del Tratado de No proliferación y hacer que desaparezca aún crearía una mayor sensación de magnificencia. Entonces sí que se convertiría en el dueño y señor del cosmos, a la espera de que la NASA encuentre vida inteligente. ¿Qué podríamos hacer el resto de los mortales en manos de una potencia que jamás ha tenido miramientos con las civilizaciones, que no le ha importado destruir por un puñado de dólares?

Tal vez lo que se necesite son más dirigentes como Ahmadineyad, que sean capaces de hacer frente a gigantes todopoderosos No es el David contra Goliat de Palestina e Israel, es el derecho de la humanidad a evolucionar por sí mismos y a no ser los marionetas de un país que cree estar siempre en posesión de la verdad y que con la fuerza y el dinero solucionan conflictos, como han demostrado en más de una ocasión. Los europeos no pueden ni deben olvidar su manera de actuar durante la Segunda Guerra Mundial, porque así lo han hecho siempre y, como fórmula efectiva, así continuarán haciéndolo.

Naiara Cáliz Fernández
Periodista especializada en Relaciones Internacionales

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